DELIA SANSINANEA
(Origen familiar: Bilbao, Vizcaya. Residencia actual: Santa Rosa, La Pampa)
De Guipúzcoa vino esta rama de Sansinanea. De Donosti (San Sebastián), su capital. La laboriosa y progresista provincia, de bellos paisajes, extendida a los pies del Monte Urgull (el Castillo de la Mota) y cruzada por el Urumea. Con su bahía de la Concha y sus playas hermosísimas.
Comencemos por sus padres...
Mis padres eran Roberto Sansinanea y Delia Arozena. El primero de la familia que llega a la Argentina es mi bisabuelo, Juan Sansinanea, que llega de San Sebastián, en 1871. La edad a la que llega no la sé (30), pero por cartas de familia sí sé que era alguacil y que administraba una cofradía pesquera. Viene con su mujer, dejando dos hijos. Mi bisabuela recuerdo que era Torres de apellido (31).
¿Adónde se radica Juan Sansinanea cuando llega a la Argentina?
Se radica en Victoria, provincia de Entre Ríos. No sé qué actividades realizó, pero viene a La Pampa dos o tres años después, más o menos en 1874 o 75 y se radica en General Acha.
¿Qué actividades desarrolla ?
Yo, la única referencia familiar que tengo es que ha sido maestro de escuela. Por investigaciones que han estado haciendo sé que fue director de una escuela de varones (32).
¿Cuántos hijos tuvo?
Once hijos, que nacieron acá y se desparramaron por otros pueblos. Más los dos que habían quedado en San Sebastián. Mi padre era hijo de Ambrosio Sansinanea, del cual no tengo ningún recuerdo pues murió cuando yo tenía siete meses.
¿Y qué cosas sabe de él?
Creo que nació en Victorica. Tenía una casa de acopio de cereales y la piedra fundamental de la Casa Radical de aquí lleva el nombre de él. Siempre acompañó al doctor Peyregne, éste como intendente y mi abuelo como secretario. Estuvo en ocasiones a cargo de la intendencia, por eso hay una calle que lleva el nombre de él. Eso es lo que me han contado.
¿Su padre dónde nació y qué actividades desarrolló?
Mi padre nació en Santa Rosa y como no hizo el servicio militar, estuvo incorporado en el ejército una vez que se recibió. Estuvo viviendo un año y medio en Bariloche. Desligado del ejército se instala en Macachín como veterinario durante treinta y tres años hasta el día de su muerte.
¿Usted tuvo posibilidad de viajar a San Sebastián?
Sí, viajé en 1985 y en 1987. Cuando yo viajé tenía en mi poder una carta, enviada desde allá en el año 1949 creo, a través de la cual busqué a esa familia y la encontré. Son descendientes de los hijos que quedaron allá. Y, bueno, tenemos el mismo bisabuelo. Me encontré con todos ellos y me sigo escribiendo y hablando por teléfono.
¿Cómo le llega a usted el amor por la tierra de los abuelos, por la cultura vasca?
Es que de todos los familiares que tengo no creo que haya ninguno que no sea vasco, entonces no sólo estaba la familia de mi papá sino que la familia de mi mamá también es vasca. Mi padre, desde el comienzo, estuvo ligado al centro vasco de Macachín. Estuvo como tesorero, creo, hasta el día que falleció. Mi abuelo materno era nacido cerca de Bilbao, en Severi, que son cuatro casas en medio de la montaña.
¿Se hablaba euskera en su casa?
No. Lo del euskera es muy nuevo acá. En los últimos años es esto. Incluso en Macachín, cuando el centro se organizó y yo me vine para Santa Rosa, nadie hablaba euskera. Ha surgido en los últimos diez años. Franco tenía prohibido hablar el euskera, entonces, hay muchas generaciones que no lo hablaron, lo perdieron y no lo transmitieron a nosotros. Incluso, el otro día, constestando con otro integrante del centro un cuestionario sobre transmisión de televisión en vasco, nosotros decíamos que no porque acá el vasco prácticamente no se habla. Es que hubo una generación de la época franquista que no lo pudo aprender a hablar.
Sí. En Macachín, de la última oleada inmigratoria son muy poquitos los que lo hablan. ¿Y cómo retoma y transmite todo eso de la cultura vasca con su participación en la Zelaiko Euskal Echea?
Siguiendo para adelante, difundiendo lo que uno siente. Sigo haciendo lo que hacía antes. Trabajando para que eso no se pierda. Pero no se puede imponer, eso sí. Por mi parte, cuando me dicen vasca me siento muy honrada.
¿Qué pasa con los más chicos, que es tan difícil hacerlos acceder a estas cosas?
A los jóvenes hay que irles enseñando, por esoesque se le pidió al gobierno vasco un mayor apoyo a la enseñanza de danzas, de euskera y transmisiones desde el Pais Vasco. Me parece que ayudaría mucho.