—¿Cuáles son los logros más importantes de la Secretaría del Medio Ambiente en lo que va de la administración del ingeniero Cárdenas?
—Ubico tres aspectos fundamentales. En primer lugar, la restitución de la autoridad ambiental en la ciudad de México. Anteriormente existía un problema de ausencia de autoridad muy grave debido a que prácticamente todas las facultades y competencias están concentradas en el ámbito federal. Al ser el D.F. una dependencia del gobierno federal carece de un marco institucional y jurídico propio, que le permita tomar decisiones en los ámbitos de su competencia. Para lograr subsanar esa ausencia estamos replanteando todo lo referente a la estructura de la Secretaría del Medio Ambiente y construyendo nuevos instrumentos que permitan a la autoridad ambiental incidir en aspectos tales como la inspección y vigilancia de las actividades de conservación y preservación de los recursos naturales, así como la calidad del medio ambiente. Se están estableciendo mecanismos que permiten involucrar a la ciudadanía en la gestión ambiental de la ciudad como el Instituto del Medio Ambiente del Distrito Federal que funcionará como una instancia normativa que emita leyes de competencia local que hará mucho más estrictas las disposiciones para preservar el ambiente. Vamos a crear, asimismo, y ya están muy avanzados los trabajos, el Centro de Información Ambiental de la ciudad de México con la idea de ir generando mecanismos de información mucho más flexibles y accesibles para que los ciudadanos cuenten con elementos de juicio suficientes y tomen no solamente mayor conciencia sino formulen también iniciativas que les permitan involucrarse en la gestión ambiental citadina. También se están creando nuevas áreas de trabajo —como son las de educación ambiental en los distintos espectros— con el propósito de incidir en los sistemas de educación formal, como primaria y secundaria para poder generar mecanismos extracurriculares que permitan campañas de educación, reformación y concientización masiva de los problemas que nos aquejan. Estamos convencidos de que la única garantía para la preservación del medio ambiente es que la ciudadanía participe en su conservación. Así que si no logramos que la gente se involucre en la defensa de la ciudad y sus recursos, por mejores programas que tengamos nos vamos a tardar mucho o no vamos a lograr nunca el cambio. En fin, estamos construyendo el entramado institucional que implique el impulso para consolidar la transición de las competencias del ámbito federal al ámbito local sobre la base de una autoridad que, creo, hemos venido acreditando con ética y vocación de servicio público. Estamos planteando, en segundo lugar la diversificación de la agenda ambiental de la ciudad que en los últimos años ha estado concentrada prácticamente en la contaminación atmosférica siendo éste un problema grave pero con tendencias a ser superado a corto, mediano y largo plazo.
—¿Cómo?
—Bueno, se han dado pasos sustantivos como son el mejoramiento de la calidad de las gasolinas, el retiro de industrias altamente contaminantes, la introducción del convertidor catalítico, etcétera. Pero aunado a eso instrumentamos un nuevo Programa de Verificación Vehicular, un nuevo Programa Hoy no circula, un nuevo Programa de Mejoramiento de las Gasolinas. También se están buscando proyectos alternos de usos de combustible que abatan radicalmente el problema de la contaminación ambiental. Estamos alentando un programa de uso de gas natural comprimido no sólo para unidades móviles sino también —y esto en coordinación con el gobierno federal— para uso doméstico e industrial. La medida se explica por sí misma en el caso de las unidades móviles pues el 72 por ciento de la contaminación del aire es producido por los tres millones 200 mil vehículos en circulación en el Valle de México. También se explica en el caso de las unidades de producción fijas pues el otro 28 por ciento de la contaminación lo aportan las industrias (18 por ciento), las fugas de gas licuado en las instalaciones del ámbito doméstico y la evaporación de los gases de gasolina en las estaciones de servicio (10 por ciento). Entonces, y produciendo gas natural para automóviles y plantas industriales podrán reducirse las emisiones contaminantes hasta en un 90 por ciento. Como el buen juez por su casa empieza, el gobierno de la ciudad de México, en apoyo a esta medida, modificará este año parte de su parque vehicular —1,200 unidades nuevas: 550 para recolección de basura y 650 patrullas— a gas natural con el fin de ir detonando un proyecto que nos permita cambiar en el corto plazo las estructuras de usos de combustible en la zona metropolitana buscando nuevas fuentes alternativas, especialmente, como ya dije, gas natural comprimido que es menos riesgoso que la gasolina y el gas licuado, más económico —34 por ciento en relación con la gasolina— y menos contaminante. Pero además del gas natural, que ya es un programa de gobierno, estamos haciendo pruebas con ethanol, que es un alcohol derivado de la caña de azúcar que se ha empleado con éxito como combustible público en Brasil, Estados Unidos y otros países. Nosotros apenas estamos haciendo las pruebas de potencia, rendimiento, calidad de emisiones y comportamiento de los motores en seis vehículos monitoreados cuando a la gasolina en uso se le agregan distintos porcentajes de ethanol para favorecer la mezcla que menos contamine. Esto, o usar sólo el ethanol, que naturalmente no implica grandes modificaciones a los motores como anunció el ingeniero Cárdenas, nos ha llevado a establecer pláticas con los cañeros del estado de Morelos pues en caso de que las pruebas resultaran satisfactorias podríamos enderezar un proyecto de pleno empleo entre cañeros no sólo de Morelos sino de otras entidades del país que son productoras de caña de azúcar para producir, entre otras cosas, ethanol. Pero eso todavía está en proceso experimental. Lo inmediato es la conversión a gas natural comprimido, un programa que será extensivo a las flotillas de microbuses, a las flotillas de uso intensivo de las empresas, particularmente las refresqueras y otras que tienen grandes sistemas de distribución. Para, posteriormente, con la introducción de vehículos a gas natural de uso particular que están haciendo ya algunas empresas, el gas comprimido empiece a ser de uso generalizado. Por lo pronto no podemos forzar a nadie a usarlo, porque la infraestructura instalada en el Distrito Federal y Zona Metropolitana básicamente es de gasolina. Entonces tenemos primero que ofrecer el cambio, construir estaciones de servicio ad hoc, hacer una campaña de difusión acerca de las bondades de uso de este combustible. Y, bueno, ofrecer en el mercado a los particulares tanto infraestructura para reconversión como adquisición de vehículos nuevos con motores para consumo de gas y en su caso ethanol. Hay que ir pensando en que si debe variar la estructura de combustible la oferta se irá también diversificando y habría que aprovechar las estaciones de gasolina existentes para que expendan otros tipos de combustibles. Las pláticas del gobierno de la ciudad con las empresas automotrices van encaminadas hacia esa dirección. La primera licitación que se llevó a cabo en 260 vehículos la ganó General Motors así que en quince días tendremos las primeras patrullas a gas natural circulando en la ciudad. También funcionarán con gas los 550 nuevos camiones recolectores de basura.
—¿Y el problema del agua?
—Eso forma parte de la diversificación de la agenda ambiental de la que te hablé y que contempla la inclusión de políticas específicas hacia la conservación y regeneración de las áreas naturales devastadas por la tala irracional de los bosques, la expansión indiscriminada de la mancha urbana, la preservación de la tierra para uso agrícola y la recarga de los mantos acuíferos abatidos severamente por el desperdicio del líquido vital. La sobrexplotación histórica del agua está en el orden de los dos litros de extracción por litro de recarga. Esto es grave tomando en cuenta que el 65 por ciento del agua que consume la ciudad proviene de nuestros propios mantos, y que el otro 35 por ciento viene particularmente de las cuencas de los ríos Lerma y Cutzamala del Estado de México. Ahora bien, la sobrexplotación de nuestros mantos está provocando el hundimiento progresivo de todo lo construido sobre la urbe. El promedio de hundimiento es de 9 centímetros existiendo zonas donde éste es de 6 centímetros y otras donde sobrepasa los 100 centímetros. Aparte de este daño, se estima que de continuar con el abuso del agua habrá graves problemas de abasto en los primeros treinta años del próximo siglo. Por eso estamos llevando a cabo un acelerado proceso de reparación de fugas de agua porque el 40 por ciento del agua que se distribuye en la ciudad se pierde en fugas, ya sea por tomas clandestinas o por deterioro en la red de distribución. Así que se están cambiando tuberías metálicas tradicionales por otras hechas con materiales flexibles que soporten las tensiones de la movilidad de los suelos. Asimismo, estamos buscando preservar las zonas de recarga de los acuíferos. Para ello debemos tener perfectamente delimitadas las áreas de reserva ecológica y no perderlas como pasó con el desarrollo de Santa Fe que resultó un gran negocio inmobiliario para beneficio de unos cuantos a cambio de la supresión para todos de una de las principales áreas de recarga de mantos freáticos de la ciudad capital. Necesitamos frenar definitivamente la expansión de la mancha urbana, y recuperar las áreas naturales como los bosques antes que desaparezcan. Lamentablemente se pierden en promedio 500 hectáreas anuales de bosques por cambios de uso de suelo, incendios forestales e invasiones. Tenemos 35 mil hectáreas deterioradas que debemos rescatar. Para ello teníamos previsto plantar este año 5 millones de árboles. Pero no. Ahora vamos a plantar 12 millones. Vamos a duplicar la meta con los mismos recursos: 9 millones 200 mil árboles en la zona rural y 2 millones 800 mil en la zona urbana. La administración anterior tenía previsto contratar para ello empresas privadas, algunas de ellas japonesas. Nosotros no. Obtendremos la mano de obra, incluso calificada, entre las propias comunidades. Con ello la derrama económica las beneficiará. Y la gente se involucrará en la recuperación de sus bosques. Tenemos previstos, asimismo, programas con una concepción semejante para la recuperación del degradado suelo rural que constituye el 57 por ciento del territorio del Distrito Federal. Y todo esto —como el Programa de Verificación Vehicular, como el Programa de Verificación Industrial— en abierta lucha contra la corrupción. A este respecto, las pruebas son contundentes: el 90 por ciento de las multas que se levantaban anualmente por no verificar a tiempo —650 multas— eran falsas. Eso explicaba una fuga de 335 millones de pesos para el gobierno. Hemos detenido ya a cuatro bandas vinculadas al crimen organizado en falsificación de documentos oficiales y en especial del programa de verificación vehicular. De los 43 inspectores que teníamos para verificación anticontaminante industrial hemos despedido a 38 por corruptos. Hemos hecho otras detenciones en lo que se refiere a saqueo de madera y de suelo en áreas ecológicas. Podemos probar clausuras a centros de verificación que venían actuando con impunidad. Ahora hay 46 de 72 centros sancionados. Hemos dado un golpe muy fuerte a la especulación y venta ilegal de tierras en áreas ecológicas y no solamente hemos frenado el número de invasiones, sino puesto a los invasores a disposición de las autoridades en Tlalpan, Xochimilco y Contreras. Y estamos terminando con la colisión de autoridades. En fin, hay informes contundentes de que estamos actuando a fondo. Hemos acabado con las comisiones ya que este gobierno tiene un trato transparente con los proveedores. Eso explica que por vez primera haya ahorro y que la obra pública no se haga con deuda donde se solía cargar para su pago al pueblo. (RRZ)