—¿Qué planes de desarrollo económico tiene el gobierno de la ciudad de México ante la situación de incertidumbre, desempleo e inseguridad pública?
—Lo fundamental es estimular la actividad económica para generar fuentes de trabajo y desarrollo económico y social. Esa es nuestra responsabilidad en esta secretaría. Trabajamos en cinco áreas: abasto, sector rural, políticas y normatividad, proyectos económicos y pequeña y mediana industria con su correspondiente financiamiento. En cada una de estas áreas hay programas específicos acordes con la filosofía de gobierno del ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas. Sin embargo, en el sector rural nos encontramos ahora con una actividad desvinculada de la Federación porque como el Departamento del Distrito Federal no era entidad de gobierno electa, como ahora lo es el gobierno de la ciudad de México, la actividad rural se manejaba marginalmente a través de la Federación con programas de la Secretaría de Agricultura. Esto era absurdo. Porque la zona rural del Distrito Federal no es nada despreciable. Aunque está constituida por sólo 30 mil hectáreas hay tierras sustanciales de cultivo, una extensión importantísima de bosques y cualitativamente es más importante que otras áreas rurales en cualquier estado del país. Ahora bien, es natural que para los capitalinos esa superficie sea primordial porque es el pulmón de oxígeno, el abastecimiento del agua, el equilibrio ecológico y asimismo el abasto, aunque relativo, pero abasto a fin de cuentas de algunos productos. Viven en ella un número importante de campesinos que tienen la ventaja de la cercanía con el gran centro de consumo que es el Distrito Federal pero al mismo tiempo la amenaza de seguir siendo desplazados por la mancha urbana. Es decir, que si no se estabiliza la zona rural la mancha urbana acabará desapareciéndola en 15 ó 20 años cuando mucho. Entonces, esta secretaría contempla para el sector rural programas orientados a crear empleo y asegurar el arraigo de los campesinos capitalinos en el sector productivo agrícola añadiendo valor agregado a sus productos. Esto es, propiciando cadenas productivas como en otros países en los que el productor empaca, selecciona, transporta y prepara sus productos tal y como los compramos en los supermercados. Hoy en México, desgraciadamente, eso todavía no sucede. Muchos productos agrícolas son preparados y empacados en las propias tiendas de autoconsumo, no en los lugares de origen. Por lo tanto, el valor agregado se genera en las ciudades, no en el sector rural. Entonces, nuestro propósito es integrar los productores del campo de la ciudad de México a un sistema de abasto importante. Y esto, en el marco de la política económica y social del gobierno del ingeniero Cárdenas, es prioritario.
—¿Busca liquidar al intermediario?
—No. La intermediación comercial es una necesidad. No es posible que los campesinos vayan a vender a las casas ni que las amas de casa vayan a comprar al surco. Es decir, la intermediación es indispensable en los servicios de comercialización. Lo importante es hacer esos servicios eficientes y no onerosos. Lo que hay que combatir es el intermediarismo excesivo. Al campesino hay que enseñarle a que comercialice lo más posible él. Pero es obvio que en economías de escala no puede hacerlo todo él. En ninguna parte del mundo se hace. El gran comercio en la economía de escala se logra a través de grandes redes de distribución. Esto hay que decirlo con toda claridad. Nosotros conocimos el Sistema Nacional para el Abasto y hace años lo pusimos en práctica. Pero fue derogado. No se creyó conveniente y desapareció para entrar indiscriminadamente a una globalización irrefrenable. Nosotros, por el contrario, creemos que integrar un Sistema Nacional para el Abasto desde el surco hasta el consumo es muy importante. Suena fácil, pero no lo tenemos en México. Por ello estamos recuperando esa filosofía para el productor agrícola y tenemos la Central de Abasto bajo nuestra responsabilidad. Nuestra meta es integrar al campesino al primer centro mayorista no sólo de México sino de América Latina. Queremos dar el valor agregado máximo a sus productos. Y claro que podemos hacerlo con lo grandes consumidores que somos los capitalinos. Y con un gobierno con la sensibilidad social del ingeniero Cárdenas. Estamos tratando de dar a los campesinos todo el apoyo real que puede otorgarles el mercado. Insertar al campesino en estas realidades es importante entenderlo y adaptarlo. Lo estamos haciendo y hay en marcha programas importantísimos al respecto. Además de que estamos volviendo a atar cabos con la Federación a través de programas como Alianza para el Campo y algunos otros que estaban desvinculados de la política de la entidad y se movían desgraciadamente sólo por la acción ambigua de política federal. Lo que sigue, pues, es el abasto. El abasto de la ciudad más grande del mundo, de las más extensas por lo menos, y una de las más complicadas, donde considerando la zona megalopolitana estamos hablando de más de 18 millones de habitantes, pero donde sólo existen —oh paradoja— 212 mercados municipales públicos. Esta insuficiencia explica en parte el problema de los ambulantes. Porque el abandono en la construcción de mercados hace 15 años abatió las redes distributivas pero no el crecimiento de la oferta de mercancías. La ciudad creció y nos absorbió. El comercio en la vía pública es un problema, otro las concentraciones comerciales irregulares. La historia es así: No se crearon mercados, pero se formaron mercados irregulares. Hay algunos sobre terrenos del gobierno, otros sobre terrenos particulares y otros más sobre camellones donde ya son fijos y a los que llamamos instalaciones comerciales irregulares porque carecen de agua, drenaje, servicios y sanidad. Ejemplo: Creció Iztapalapa y hay ya 40 ó 50 de estas concentraciones. Entonces, queremos reintegrar los mercados a la civilización. Pasando el informe del ingeniero Cárdenas, el 17 de septiembre, seguramente se comenzará la construcción de 1 ó 2 mercados municipales como ejemplo de un programa emergente.
—¿Esto es una novedad del gobierno del Distrito Federal?
—En todos sentidos. Una novedad que usted mismo no conocía. Se habla de tianguis y de mercados sobre ruedas, y esto es otra realidad. Aparte de tianguis y de mercados sobre ruedas de ambulantes hay concentraciones comerciales irregulares que no se advierten porque están en las zonas poco urbanizadas, aquellas que presionan anárquicamente —Iztapalapa, Iztacalco, Tlalpan, casi todas en el sur de la ciudad—, algunas otras están en Álvaro Obregón, Gustavo A. Madero y otras delegaciones políticas hasta construir un fenómeno poco publicitado pero de los más importantes. Se estima que en este rubro hay 17 mil comerciantes fijos y algunas de estas concentraciones son más grandes que los mercados. Por eso vamos a ver si las regularizamos mediante un fideicomiso de acuerdo con el cual el gobierno aporta el terreno y financia parte de los gastos en tanto que los comerciantes irregulares aportan otra parte pero metiéndolos a normas de higiene, seguridad y urbanidad. Los tianguis y los mercados sobre ruedas están creciendo más y más, a veces anárquicamente. Las delegaciones están actuando con sus facultades hasta ahora limitadas porque esas concentraciones comerciales irregulares —otra vez oh paradoja— dependen en su manejo y control de una dependencia —la Secretaría de Comercio— cuyo ámbito es el federal, no el local, lo que va en detrimento del hallazgo de soluciones prácticas que se ajusten a las características del terreno. Con todo, en la Delegación Benito Juárez, por ejemplo, se acaba de cancelar un gran tianguis que se ponía dos veces a la semana en el parque de Félix Cuevas porque invadía la vía pública más ostensiblemente que el ambulantaje. Trascendió que los comerciantes de ese tianguis eran grupos capitaneados por dos familias subdivididas creo que en cuatro que llegaron a una situación insoportable con el establecimiento de 700 puestos. Bueno, estas concentraciones comerciales, junto con los ambulantes, son un gran problema. Crecieron por el desempleo y el clientelismo político de la anterior administración que creó núcleos que creía que eran votantes y no lo fueron. Y lo que dejaron fue una estructura anárquica muy peligrosa, que en algunos casos se volvió delictiva, ya que los ambulantes venden a veces productos robados. Entonces, esta es otra de las áreas a sanear y a combatir. Por eso estamos instrumentando el reacomodo y la regularización de comercio en la vía pública, un programa que se lleva a cabo conjuntamente con la Secretaría General de Gobierno. E impulsando la nueva Ley de Mercados que está trabajándose en la Asamblea Legislativa. Buscamos, asimismo, como uno de nuestros programas de trabajo más importantes, la integración de las zonas rurales a la Central de Abasto para dar a ésta la verdadera función reguladora del mayoreo del abasto de la ciudad que debe tener, con todo lo que ello implica de información de mercados, sanidad e impulso a la normalización de la oferta y la demanda de los productos: es uno de nuestros programas de trabajo más importantes. Porque la regularización de los precios se debe hacer en un mercado de oferta y demanda de productos perecederos como la Central de Abasto sin la cual a este respecto no hay posibilidad de regular nada. Y éste es uno de los rubros más importantes de nuestro programa de acción porque vivimos una situación de irregularidad mayoritaria. Dos terceras partes de las empresas de la ciudad no están regularizadas del todo. No quiero decir que sean irregulares, pero no cumplen con algunas de las normas o requisitos de ley o algunos de los reglamentos en vigor. Y tenemos una tendencia creciente a la informalidad. Así que tenemos que simplificar normas y reglamentos y a esto es a lo que llamamos Programa de Simplificación y Desregulación. Siempre se ha hablado de desregulación. Yo escucho desde hace varias administraciones hablar de ello. Pero hemos llegado a tal límite que ahora sí tenemos que hacerla en serio. Tenemos 333 normas y reglamentos que rigen la actividad económica en más de 260 formatos. ¡Es un exceso! ¿Quién puede cumplir satisfactoriamente con tanto requerimiento? Por eso, hay que tender a una verdadera simplificación. No podemos seguir con esta "realidad virtual" de normas que no se cumplen y de empresas que no pueden regularizarse por imposibilidad o por complejidad de los reglamentos. Tenemos que acercarnos, regularizar lo regularizable y simplificar lo simplificable. Eso es importantísimo. El financiamiento para la pequeña y mediana industria es importante. Se creó el Fondo de Consolidación de la Microempresa (Ficomi), una figura nueva que espera dar crédito o normas financieras pero con una flexibilidad que no dan las instituciones financieras a pequeños y medianos empresarios. Buscamos la integración en cadenas productivas con eficiencia inclusive para exportar. Con ese fin estamos asesorando a los productores en cuestiones de diseño, embalaje y mercadotecnia internacional. El Ficomi cumple con esa función. Apenas arrancó pero le tenemos puesta toda nuestra atención.
—¿Cómo propiciarán el empleo para resolver el problema de la inseguridad pública? ¿Qué programas específicos hay al respecto?
—Todos los programas que le he mencionado tienen como base el empleo. No podemos decir "vamos a dar empleo" en abstracto. Tenemos que darlo mejorando las circunstancias que propician o niegan el empleo. Todos estos programas tienen su fundamento y su objetivo en el empleo. Más empleo mediante el apoyo a la pequeña y mediana industria, mediante la simplificación administrativa en materia de permisos y licitudes, más empleo rural a partir de la integración a los mercados modernos, más empleo y mejor nivel de vida mediante un mejor abasto. Todos nuestros programas inciden en ello, y a eso le llamamos desarrollo económico. Programas de empleo como tales los ejecutamos como programas emergentes con Ferias de Empleo. La última que se hizo hace mes y medio logró colocar poco menos de 50 mil empleados en una concertación con 200 empresas y todas las delegaciones en un magno encuentro entre empresarios oferentes y trabajadores demandantes de puestos establecidos de trabajo que se efectuó en el Palacio de los Deportes. Pero son las circunstancias, el ambiente el que crea el empleo o el desempleo. Evidentemente, se trata de revertir la tendencia de desempleo que tiene la economía nacional desde hace 15 años.
—¿Y hay aquí acuerdos con los empresarios para buscar un mejor desarrollo económico en la ciudad?
—Sí. Hay un clima de diálogo abierto —como nunca seguramente lo tuvieron— con los empresarios y el sector empresarial por parte de las autoridades del nuevo gobierno de la ciudad de México. Y nuestra tarea fundamental es auspiciar la creación de empleo fomentando a los empleadores en primera instancia, es decir, a los creadores de empleo. Todos los días estamos, como hoy, en la Cámara Calificadora de la Asamblea, con la Asociación Nacional de Tiendas Departamentales, etcétera, para hablar sólo de la agenda de este día. Todos los días tenemos contactos abiertos, directos, con los empleadores.
—Tal vez es una utopía decir que el desarrollo sustentable es la única salida que le queda a esta ciudad, a este país y a este mundo. ¿En relación con esto, ustedes tienen algún proyecto?
—Todos los proyectos de los que he hablado son tendentes al desarrollo sustentable. Es decir, están fundamentados y enlazados en posibilidades reales de operación. Es muy fácil hacer programas con metas ambiciosísimas, pero hay que construir y reconstruir a veces los andamiajes de las posibilidades económicas. Y esa es una de las tareas a las que nos estamos enfrentando en nuestra administración. Tenemos que revertir las tendencias económicas. No tenemos todo el control de los instrumentos económicos del país. Vivimos inmersos en un todo. Sin embargo, el peso de la ciudad es tan importante que sí nos va a permitir —en áreas como las que le mencioné— incidir a favor del empleo y la población. Y obviamente el desarrollo sustentable es nuestra plataforma y nuestro objetivo. (CP)