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Uno de los objetivos fundamentales del Banco de México es preservar el poder adquisitivo de la moneda, por ello tiene asignado el mandato constitucional de abatir la inflación. Recordemos que la inflación es un alza sostenida de los precios, cuya mayor consecuencia es la redistribución regresiva del ingreso y de la riqueza. Una situación inflacionaria afecta más a quienes menos tienen.
Para evitar la inflación, el banco central tiene como regla general ajustar diariamente la oferta de dinero primario con la demanda de base monetaria, es decir, procura el equilibrio entre oferta y demanda de dinero para evitar un exceso de liquidez en la economía. En esto consiste una política monetaria neutral. Sin embargo, el Banco de México se reserva el derecho de ajustar la política monetaria, pudiendo "apretarla" o "aflojarla", según las circunstancias. Los ajustes se realizan a través de los denominados "largos" o "cortos".
En este sentido, el pasado 11 de marzo, se anunció una modificación respecto a los lineamientos de política monetaria, la cual pasó de neutral a restrictiva con la aplicación de un "corto" por 20 millones de pesos. Estos "cortos" se aplican cuando hay presiones inflacionarias en la economía que obstaculizan el abatimiento sostenido de la inflación. El cambio en la política monetaria se justificó porque el tipo de cambio mostró una alta sensibilidad al contexto internacional, en la que destacaron la crisis asiática y la caída del precio del petróleo, pues ambos sucesos provocaron una contracción del flujo de divisas hacia México, lo que a su vez generó un mayor déficit en la balanza comercial y un tipo de cambio más alto.
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