De la transmisión del Psicoanálisis


Me he preguntado, como todos quienes estamos en la docencia, si es posible la transmisión del psicoanálisis en la Universidad.
Al escribir estas líneas, pienso en el libro de Martín Wolf "¿Es posible el psicoanálisis en la Universidad?". Aparece una palabra nueva, distinta, entre mi planteamiento y el título de la obra: "transmisión". Es ese significante el que me pone más en camino de lo que hoy quiero comunicar aquí, y el que también me señala una senda a seguir en el trabajo que trato de hacer en la Facultad.
Parece lo más indicado empezar por el principio, así que recurro a un diccionario de lengua española para tener un acercamiento primario al término. El diccionario dice:
Transmitir. (Del latín transmittere.) Transferir, trasladar. / For. Enajenar, ceder o renunciar en otro un derecho o alguna otra cosa.
De esas dos acepciones hay varias cosas a decir, pero me llamó especialmente la atención la palbra "enajenar". El diccionario dice:
Enajenar. (Del latín in, en y alienare.) Desposeerse, privarse de algo.
A partir de esta hialción significante, la tarea de algunos de quienes aquí nos encontramos , la de aquellos que pensamos que algo del psicoanálisis es transmisible, pasaría por ceder en otro un derecho, por desposeerse de algo...¿qué?: un saber, un saber del psicoanálisis. El otro, pongamos por caso un estudiante, estaría también en posición de hacer uso de un derecho, de producir un saber, en este caso en torno al psicoanálisis.
Quisiera que escucharan estas palabras que he seleccionado por su bella claridad:
"El maestro interrumpe el silencio con cualquier cosa, un sarcasmo, una patada.
Así procede, en la técnica zen, el maestro budista en la búsqueda del sentido. A los alumnos les toca buscar la respuesta a sus propias preguntas. El maestro no enseña ex cathedra una ciencia ya constituida, da la respuesta cuando los alumnos están a punto de encontrarla.
Esta enseñanza es un rechazo de todo sistema. Descubre un pensamiento en movimiento...Esto es precisamente lo que se llama dialéctica".

El fragmento pertenece a la apertura del seminario de Jacques Lacan, "Los escritos técnicos de Freud", Libro 1.
No es de extrañar entonces que poco más adelante convoque a los participantes de su seminario a que "hagan algo más que un esfuerzo personal": pide que colaboren a través de comunicaciones efectivas, algo de lo que pretendo hacer con ésta, mi comunicación.
Hay sin dudas todo un trayecto que da sentido a lo que les presento: la formación en lo que fue la Escuela Universitaria de Psicología, el egreso como psicóloga, una terapia, lo que denomino el impasse de la terapia, un análisis, los primeros movimientos en torno a la docencia en la Universidad y todas las preguntas que ello genera.
Ese proceso en su conjunto me ha permitido ir viendo qué cosas no transmitiría como psicoanálisis. O mejor, cuáles aspectos despejan un sentido, y cuáles lo confunden.
Una de mis primeras experiencias en el sentido de confundir se relacionó con el observar. Cuando se trató de "ver", debo decir que yo estaba ciega; la experiencia fue como mirarse al espejo: todo lo que había era una imagen vacía.
En un tiempo bastante posterior, fue posible ir pensando cómo habían ocurrido las cosas. Actualmente me pregunto qué hizo obstáculo para que allí se operara algo de lo psicoanalítico. Creo que el propio término ya pone las cosas en un lugar difícil. "Observar" es algo más que mirar, es un mirar atentamente intentando encontrar algo que ya está allí, digamos "a la vista". Puestos en tal situación, observar niños en un jardín de infantes se relacionaría con ver "en qué estadio libidinal estaba ese niño".Segunda dificultad: la teoría decía algo que la realidad no necesariamnete estaba mostrando.
Recuerdo ahora unas palabras que Freud escuchó de Charcot cuando estuvo estudiando en París, en 1885: "la teoría está bien, pero no impide que los hechos existan", decía Charcot. Lo cual centra la mira en otro punto: no puedo forzar los hechos a adecuarse al saber que la teoría propone. El tiempo de lectura y el acopio de información bibliográfica resultan insuficientes por lo menos para comprender el fenómeno.
Así qeu ni ir a biscar el fenómeno, ni mirarlo en el lugar de los hechos, ni la sola lectura de textos psicoanalíticos, se relacionaba de algún modo con el psicoanálisis.
Aún así, se agregaron otros aditamentos para dificulatar el camino. Uno de ellos se resumía en la capacidad de tenr "un ojo clínico". Y el dicho popular, manejado de cualquier manera y para todo tipo de situaciones, encontró un cierto asidero desde la formación curricular. Tener un tal ojo agregaba además una fuerte connotación médica al asunto.
El médico hace una serie de preguntas, a veces un examen físico primario, si lo considera necesario ordena una serie de exámenes de lo que no se ve a simple vista y en base a todo ello hace un diagnóstico. Vendrá luego la propuesta de un tratamiento que será más o menos largo, más o menos penoso...y más o menos bueno.
¿Qué autoriza a una praxis de ese tipo?. Sin dudas, un saber: un saber acabado que puede atribuir a cada signo un sentido preciso en una lógica precisa.
Para un paciente que consulta por una dolencia que no está a la vista ni de los rayos x, las cosas deberían plantearse de otra forma, pero no siempre es así. El ojo clínico en psicología nos habilitaría para ver, a través de cómo se viste un apersona, los colores que combina, el cuidado que pone en los detalles, si llega tarde o no y algunas entrevistas, el motivo por el cual se consulta al psicólogo. ¿Cuándo se empieza a escuchar?. Cuando el ojo clínico ya actuó...lleno de saber.
Podríamos preguntarnos (aunque aún no tengamos las respuestas) cuál es la razón de que el modelo de la entrevista médica se utilice aún en el ámbito de lo llamado psicoanalítico. ¿Hacia donde conduce, si es que conduce a alguna parte?. Desde el psicoanálisis, podría decirse que debe priorizarse la escucha. ¿Por qué? Porque sólo el paciente sabe los motivos de sus síntomas, de su angustia.Y es solo a partir de su decir que algo podrá escucharse, devolverse, despejarse.
La confusión parece tan total que es posible oír hablar de "terapia psicoanalítica". Les aseguroo que no es necesario leer la obra completa de Freud para advertir que la expresión "terapia" prácticamente no aparece en ella. Uds. sabrán que el tomo XXIV de las obras completas contiene un ídice temático bien detallado de toda la obra. Si buscan el término "terapia", serán remitidos a "tratamiento", lugar donde sí encontrarán una gran cantidad de citas. ¿Cuál podría ser una razón, aunque muy primaria, por la cual Freud no habló de "terapia" sino de "tratamiento"?. Recurrí una vez más al diccionario. Allí encontré:
Terapia. Med. Terapéutica. Terapéutica. (Del griego therapeutiké.) Parte de la medicina que enseña los preceptos y remedios que se deben emplear en el tratamiento de las enfermedades.
Esto ya sería bastante, pero aún hay más.
Terapeuta. (Del griego therapeutés, therapeúo, sevir, cuidar.) Aplícase a cada uno de los individuos que pertenecen a una secta religiosa, según parece de origen judaico, que en los primeros siglos del cristianismo observaba algunas prácticas cristianas.
Es con el ánimo de aclarar algo, de despejar una vía de trabajo, que formulo esta pregunta: ¿no resulta contradictorio en sus propios términos el concepto de "terapia psicoanalítica"? ¿No refleja él mismo la prevalencia, o por lo menos la impronta de lo médico en algo que, si bien también propone la cura, lo hace desde una posición totalmente diferente?.
Freud mismo viene en nuestra ayuda para zanjar esta dificultad. En una de sus cartas a Oskar Pfister, pastor protestante y analista lego, le dice:
"...No se si ha adivinado usted la relación oculta entre el "análisis laico(lego)" y la "ilusión". En el primero quiero proteger el análisis de los médicos y en la otra de los sacerdotes. Quisiera entregarlo a un grupo profesional que no existe aún, al de pastores (curadores) de alma profanos que no necesitan ser médicos y no deben ser sacerdotes".
Hace poco tiempo, reunidos en nuestro taller docente, una de las compañeras nos refrescaba la memoria con una anécdota intersante: un psicoanalista, dedicado a esta labor de transmisión del psicoanálisis, abrió su clase con una pregunta: ¿qué se necesita para que haya psicoanálisis?. Angustia, fue la respuesta.
Es muy posible que muchos de quienes estamos aquí nos hayamos angustiado en algún momento, pero no es éste el lugar donde damos cuenta de ello. Quiero decir con esto que la experiencia `particularísima que propone el psicoanálisis se da en un lugar, la clínica, que nos encontrará algunas veces en el lugar de psicoanalistas, otras en el de pacientes. Que ese lugar propicia la creación de un saber inconsciente, si se ha establecido una transferencia. Y esa operación es la que no puede transmitirse; esa intimidad de la experiencia analítica no es algo que ocurra en un salón de clase. ¿Qué transmito entonces?. Desde mi punto de vista, algo que tiene que ver con los efectos del psicoanálisis: una producción, un pequeño escrito, unas preguntas, una comunicación efectiva, al decir de Lacan.

prev.gif (221 bytes)

gc_icon.gif (2851 bytes) Free Home Page

1