El viaje surge ligado a dos etapas. Cada una de ella está separada siempre por el viaje mismo. Todo lo que rompe con lo ordinario, lo cotidiano, aparece como un estado de transición entre el antes y el después del hecho. El encuentro con ese paso, más bien viaje (como truco literario) puede aparecer de dos maneras: fortuitamente o a través del afamado acto creativo. En la gratuidad de la invitación se desarrolla en mayor medida la casualidad. Independiente del por qué alguien acepta tal o cual proposición, la idea del viaje es externa a quien se entrega a realizarlo. En el "te invito a ... país, playa, montaña, campo, casa, cuarto oscuro, caminar, nadar, tomar, fumar, conversar... (da lo mismo)", está la generación externa que propongo, la cual es el camino "fácil" para quien acepta emprender cualquier tipo de viaje de carácter colectivo. En la concepción del viaje, aparece la creatividad innata al ser humano, y que es posible y debe desarrollarse en estos tiempos avasalladores por el quehacer del día a día y a veces sin sentido. Va muy unida al norte que damos a nuestras vidas. Pero este acto creativo puede ser para sí mismo o una proposición que interviene en el viaje de otros. La proposición es gratuita para quien la recibe pero va ligada su aceptación a influjos magnéticos y sociales entre el que invita y el que escucha. No me detengo en ello, porque quiero destacar que simplificando los factores, el viaje se origina externa o internamente, teniendo una mayor trascendencia la segunda debido a que es causal de la primera. El costo que hay que pagar es el de la incertidumbre. El hombre es un ser del presente, que solamente comprueba el ahora, por lo tanto al viajar va despejando lo incierto del cumplimiento de nuestras expectativas. Es aquí donde aparece claramente la primera etapa al viaje, su preparación, florecimientos de motivaciones ocultas; nuestra cabeza comienza a girar en torno a él, en función directa a las esperanzas que nos hemos creado. Nuestras actitudes y movimientos se modifican en esta primera etapa, y se vive con la angustia necesaria para darnos cuenta que estamos vivos. Le observación de la vida misma nos habla del carácter finito del viaje. Esta experiencia empírica que aparece notablemente en las despedidas, incluso en el término de una lectura o cuando nos quedamos profundamente dormido (comienzo de otro viaje, bastante más complejo, pero un viaje al fin), nos da la entrada para el eterno retorno. Se refiere a que cualquier período extraordinario no puede extenderse por siempre, y por lo tanto el término del viaje nos llevaría al estado ordinario donde se desenvuelve cotidianamente el individuo. El eterno retorno aparecería como un umbral entre el término del viaje y la segunda etapa ligada al viaje, consistente en una evaluación inconsciente, más bien un asimilamiento de éste, traducido en la experiencia según el entendimiento común y que se vería manifestada a través de dos instancias: "cuento" o expresión interna. Hablar de "cuento" me refiero al arte de contarle a otro tu experiencia, a través del diálogo, imagen (fotos, diaporamas) etc. Expresión interna la ligo a una manifestación artística que se refleja tanto en narrativa, por ejemplo poesía o a través de la pintura o alguna muestra plástica. Obviamente no dejo de lado la composición y exhibición musical, como alma de la expresión interna. Importante es señalar que esta segunda etapa es potencial y atemporal
ya que no es requisito que se manifieste obligatoriamente después
de cada viaje como sucede en la primera etapa sino más bien que
se acumula hasta que se manifieste frente a un gatillamineto. El gatillamiento
podría ser externo en el cuento, "¿cómo te fue en
...?" o interno..."sentado frente a la hoja en blanco esperando a la musa
inspiradora", volviendo de esta manera a los orígenes del acto creativo
como tal o al comienzo de un nuevo viaje...
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