No te enfermes mujer
sobre el paisaje
No te suba la fiebre
mientras das besos
Cada triza de esta mujer
cabe entre la luna
y la casa
No te enfermes mujer blanca
Que Dios no manosee más tu corazón.
EL HACHA DE UNOS GUERREROS
SE LLAMA FRANCISCA
No sé si es cierta
esta muerte pegada a la fantasía
la justicia imaginaria del dolor
pero me da risa
bailar y bailar sobre el lagar
cruzarme por tus ojos en un sitio inesperado
Parece mentira
esa elocuencia mía
de tenerte encima de todo lo que existe.
La Paula pequeña y
delgada
La mirada caída como su
nombre de tierra
La Paula camina entre los árboles
es incapaz de perderse aunque
se asusta si hablas
La Paula envuelta en sus mantas
Acoge la pena
y sus lágrimas se esconden
en la cajita de música
que hay en su sueño
La Paula congela su divinidad
Mientras le recuerdo los tomates
castaños
que crecen en su cabeza
La Paula no es niña ni
es mujer
como silbaría un poeta
borracho
La voz de la Paula teje las alas
que un pájaro busca
De repente me gusta y me revientan
ciruelas
Manos ardientes de sangre
La Paula no acepta mis palabras
de barco
En su jaula de barro se aleja
Desde este lugar apenas crece la
Paula
aunque los jardines reciben sus
ojos
porque cerca del agua ella se
abre
La Paula termina los abismos
como si fuera el último
grano del aire
encima de las montañas
la nieve desnuda su ángel
La Paula en el centro del atardecer
escribe sobre cosas que a ella
le importan
La Paula es linda por donde la
mires
Desde las manos hasta sus lunares
cuelgan raíces de moras
sangrientas
La noche
ha transformado su huella desde que Paula pasó
Su destino
es incierto
como su nombre de tierra.