ROBINSON CRUSOE 
El nuevo gobernante rompía, además, una tradición que se había hecho endémica: no era hombre de armas. "Miraban a este caballero con desagrado y con desprecio, porque no era militar." 

Como su antecesor inmediato, inició Ustáríz su gobierno en violento choque con el Cabildo. Se negó a prestar juramento,y el conflicto hubiera terminado sin duda mal de no distraerse la atención pública con la noticia de la llegada al Pacífico de una expedición corsaria. Era la que mandaba Woodes Rogers, con el célebre bucanero Guillermo Dampier, que en Juan Fernández recogió al que poco después se haría célebre al encarnar la figura que Defoe inmortalizó en su "Robinson Crusoe" 

Alejandro Selkirk, natural de Largo, condado de Five, en Escocia, se había enrolado en varias expediciones corsarias del Caribe. Después de una pelea irreconciliable con el contramaestre de la nave "Cinq Ports", decidió quedarse en la isla Más a Tierra de las Juan Fernández, en espera de que otro buque inglés lo devolviera al mundo civilizado. Desembarcó provisto sólo de un baúl con útiles, un fusil, un hacha, un cuchillo, pólvora y balas, un caldero, un poco de tabaco y una Biblia.  El relato de sus aventuras, que duraron cuatro años y cuatro meses de completa soledad, fué recogido después en Inglaterra, coincidente con los diarios del propio Rogers y de Cook. 

Los primeros días fueron de desesperanza y arrepentimiento. Mas, poco a poco, el instinto de conservación le hizo amoldar su vida al escenario de su soledad.  Levantó dos chozas, una para vivir y otra para cocinar. Se alimentaba de pescado y carne de cabra, y cuando los recursos desembarcados se agotaron, fabricóse sus vestiduras con pieles de aquellos animales. Es interesantísimo el proceso de su transmutación psicológica. El eremítico aislamiento, ayudado por la Biblia, convirtió a un desalmado sin conciencia en un perfecto místico que repetiría en Escocia, como un latiguillo obligado: "Qh, my beloved Island. 1 had never left thee". 

El autor de este resumen ha vivido un mes en la isla de Juan Fernández, recorriendo los parajes bellísimos que fueron escenario de la aventura de Alejandro Selkírk. La búsqueda de tradiciones orales entre los isleños y el análisis de los documentos y de la bibliografía sobre el personaje permiten rectificar varias afirmaciones consideradas hasta ahora como fidedignas. Desde luego, es falsa la leyenda de que Selkirk habitó una gruta, denominada, para satisfacer las frívolas indagaciones de los turistas, la "Gruta de Robinson", sita en el puerto del Inglés. La principal preocupación del solitario ex pirata estribaba en alejarse todo lo posible de los lugares donde pudieran desembarcar españoles o chilenos. Además, el tal puerto es un páramo, alejado de la zona vegetal. Sin duda, Selkirk construyó las dos chozas de que hablan los relatos de Cook y Rogers cerca del admirable promontorio llamado el "Mirador de Selkirk", que domina la isla. 

Recientes investigaciones demuestran, por otra parte, que Defoe conoció a Selkirk. El regreso a Inglaterra del eremita forzado repercutió de manera extraordinaria en la incipiente prens británica. Daniel Defoe atravesaba a 1a sazón una crisis muy comprensible, si se tiene en cuenta que acababa de librar de la horca, perseguido por sus avanzadas ideas, cuando el verdugo lo tenía ya "con la soga al cuello". El no menos aventurero panfletario halló en la epopeya de la isla chilena la horma del zapato que buscaba. Se entrevistó en Largo con su héroe y tejió una novela adornando las reales vicisitudes con fantasías de su amaño que, aunque le llevaran el escenario a la boca del Orinoco e incorporarán al célebre Viernes, al loro parlanchín y a los caníbales con sus danzas exóticas, no priva a Juan Fernández del derecho histórico que como decoración primigenia le corresponde. El antecedente roussoniano estaba hecho. Defoe sólo le dió forma literaria. No en vano el propio Rousseau aconsejaba a su "Emilio" que tuviera "Robinson Crusoe como libro de cabecera. 
 

 
This page hosted by  Get your own Free Home Page
 
 
  1