SPIRULINA
 

Este nombre tan irrisorio esconde tras sí uno de los alimentos más nutritivos y con mayores proyecciones que se conocen, al igual que una importante fuente de pigmentos utilizados en la industria de colorantes naturales, muy en boga en estos días. 

Todo comenzó cuando un grupo de científico interesados en los hábitos alimenticios de los Kanembou, tribu ubicada al sur del Sahara, se maravillaron al descubrir que su dieta se reducía únicamente a un alga azul verdosa que extraían de las orillas del lago Tchad por medio de paños de tela, con los cuales colaban el agua, dejando el alga retenida en la superficie del paño, para su posterior secado y deglución. También causó asombro el comprobar que esa misma microalga fue aparentemente recolectada y preparada por los indios aztecas en la época que coincide con la llegada de Hernán Cortéz. A partir de aquellos descubrimientos, se ha desarrollado todo un estudio relacionado con las propiedades de la Spirulina, llegando a la conclusión que es una de las fuentes de proteínas más importantes del mundo, conformando el 70% de su masa, proteínas de excelente calidad. Su valor nutritivo se puede considerar superior al de cualquier vegetal terrestre y dada su factibilidad de cultivo en condiciones de alta alcalinidad (en ambiente básico, o sea en un charco de agua podrida) ha ingresado rápidamente, tanto al mercado japonés, acostumbrado a comer cualquier cosa por más extraña que parezca, como en ciertos círculos naturistas que cultivan el alga incluso en el patio trasero de sus casas. Basta buscar Spirulina en Internet para encontrar una amplia variedad de recetas sobre guisos o puddins vegetarianos utilizando la microalga como base, cartas agradeciendo a algún científico ligado al tema la ayuda desplegada en la elaboración de un sistema de cultivo doméstico, etc. 

Chile cuenta con las condiciones ambientales ideales para la producción de Spirulina en masa: la temperatura óptima para su desarrollo es entre 20 y 30ºC, la luminosidad requerida es la que se encuentra entre la II y V región (60-500 ?Einstein/m2/s). Si se suma lo recién mencionado al alto valor agregado que genera la extracción del colorante, podría pasar a ser una nueva fuente de cultivos si es que los empresarios e investigadores nacionales se interesaran en el tema. En la actualidad, existen piscinas de no muy alta producción, ubicadas en el río Huasco, en Coquimbo y en otros lugares de la zona norte, que se generaron en tiempos que el cultivo de esta microalga estaba recién emergiendo, sin más conocimiento que su propia experiencia. Cabe destacar que las primeras publicaciones sobre el tema datan principalmente de 1988, salvo ciertos papers anteriores que se refieren a su cultivo como mera curiosidad. En definitiva, estamos en frente de un alimento de alto poder nutritivo, de no muy alto costo de producción y alto valor agregado, que podría mejorar perfectamente el problema relacionado con la escasez de alimentos en sectores pobres y que nuestro país presenta las condiciones óptimas para su cultivo masivo. Quizás en un futuro cercano, no nos parezca tan ridículo su nombre. 
 

 
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