Música con alma.

Silvio Rodríguez y Pablo Milanés

Hay hombres que luchan un día
y son buenos,
hay otros que luchan un año
y son mejores,
hay quienes luchan muchos años
y son muy buenos,
pero hay quienes luchan toda la vida
esos son los imprescindibles...

Bertolt Bretch

Por Iliana Esparza

De la tierra donde el sol besa las altivas palmeras, acaricia las blancas arenas menuditas y retoza juguetón entre las frescas casitas con sabor a trópico, a tierra caliente...

De la isla donde los habitantes con ambiente de júbilo, caras sonrientes, y una sensualidad que se desborda por los poros, pasean trasnochadores entre las viejas calles, las avenidas y el malecón...

De los corazones de miles de hombres, mujeres y niños, gustosos de vivir, amantes de lo suyo, fervientes adoradores de la libertad y el amor...

De ahí, de ese nada lejano territorio, de la República de Cuba, surge un movimiento musical, hace más de quince años : La Nueva Trova Cubana.

Nacido a partir de la necesidad de un pueblo por dar a conocer sus vivencias más recientes. Experiencias dolorosas y sangrientas que culminarían con el triunfo de su revolución el primero de enero de 1959, cuando fue derrocado, al mando de Fidel Castro, el Gobierno de Batista. Canto nuevo que buscaba transmitir primero, esas dolorosas cuando la esperanza de todo un pueblo por obtener su libertad dependía del triunfo de aquel grupo Movimiento 26 de julio, y después, esos largos días de fiesta en los que los cubanos de varias generaciones salían a las calles a gritar a los cuatro vientos su recién estrenada libertad, sus ansias por iniciar la reconstrucción de un país nuevo, lastimado, golpeado, muy adolorido, pero feliz.

Así se inicio la Nueva Trova Cubana, movimiento que no tardó mucho en traspasar las fronteras de la isla para darse a conocer no sólo en latinoamérica, sino en muchos países europeos, que a través de este movimiento musical conocen un poco más de cerca las vivencias, manera de pensar, sensibilidad y sentimientos de una latinoamérica que en las más de las veces ha estado unidad por experiencias torturantes.

Años atrás, Cuba ya se había dado a conocer musicalmente por sus trovadores, bohemios, cancioneros y poetas que con singular emotividad hablaban del amor... esa cosa tan rara. Canciones y melodías frutos de un pueblo mestizo : españoles, nativos y africanos que fueron traídos a América como esclavos para ayudar a la zafra.

Un día cualquiera, sin protocolo alguno, mientras se rasgaba una guitarra en una tarde calurosa o una noche tibia bajo las estrellas, de un cielo que nos las oculta, por aquí y por allá surgieron los primeros cantantes de la Nueva Trova Cubana.

La Casa de las Américas, organismo cubano dedicado a difundir el arte y la cultura en ese país, fue el encargado de apoyar y dar auge a nuevos intérpretes que cada vez crecían más en número y calidad. A finales de los sesentas, al aire libre, en teatros improvisados o reuniones bohemias, los nuevos cantores empezaron a darse a conocer : sonaban los nombres de Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Eduardo Ramos, Noel Nicola, Martín Rojas.

Tenían un estilo muy peculiar para hablar del amor, de las injusticias sociales, de la desgracia de los pueblos, la violación a los derechos humanos... tenían una forma muy peculiar de expresión.

En 1969 cobra vida el Grupo de Experimentación Sonora del ICAIC, a que desde un principio pertenecerían Silvio Rodríguez y Pablo Milanés. Grupo que los vio nacer y crecer hasta horizontes insospechados.

 

... Sí, se hicieron famosos y a través de ellos su país natal, su Cuba, lo fue también. Ahora, al paso de los años, su música ha madurado junto con ellos. La calidad y sensibilidad puestas en cada una de sus obras no se puede ocultar. Bien vale la pena retroceder años atrás, situarnos en esas callejuelas de la Habana Vieja, con sus colonos sentados en sillas rinconeras, abanicándose y sonriendo, meneando la cabeza para saludar y acompañando a Silvio en sus recuerdos :

"Tu me recuerdas las calles
de la Habana vieja
la catedral sumergida
en su baño de tejas.
Tú me recuerdas las cosas,
no sé, las ventanas
dónde los cantores nocturnos cantaban
amor a la Habana
amor a la Habana."

Mientras Pablo estalla en su canción, una canción comprometida con los tiempos nuevos, con la gente que siente y vibra junto a su alrededor, a la vez el convulsionado mundo de hoy :

"Pobre del cantor de nuestro días
que no arriesgue su cuerda
por no arriesgar su vida,
pobre del cantor que nunca sepa
que fuimos la semilla
y hoy somos esta vida."

Se suceden unos a otros los sueños, sueños de libertad, de poder llegar a ser, de lograr esa armonía perfecta con el universo, el que late en nuestro interior... el que palpita en el claro de luna al que Silvio nos transporta para poder soñar a solas :

"Sueña lo que hago y no digo
sueña en plena libertad
sueña que hay días en que vivo
sueña lo que hay que callar.
Sueña la falla del día
del día que fui del que soy
que el de mañana, alma mía
lo tengo soñado hoy."

Un recuerdo para el que luchó, para el que se arriesgó y causó la dicha de todo un pueblo, un mensaje para el comandante surgido del eterno agradecimiento y amor de Milanés, representante de miles :

"En vano busco en mi guitarra tu dolor
y en mi jardín ya todo es bello
no hay temor,
que puedo yo dejarte comandante
que no sea cambiar mi guitarra por tu suerte
negarle una canción al sol
morir sin amor,
que tengo yo que hablarte comandante
si el poeta eres tú
como dijo el poeta."

El amor a la patria y a la revolución que les devolvió la patria es un movimiento maravilloso por genuino, por ser ardiente, por ser de Silvio. En esta ocasión la revolución y la patria son la madre, la madre amorosa y fuerte, la que cuenta con muchos hijos que la alientan :

"Madre, que tu nostalgia
se vuelva el odio más feroz
madre necesitamos de tu arroz,
madre ya no estés triste
la primavera volverá
madre, con la palabra libertad.
Madre los que no estemos
para cantarte esta canción
madre, recuerda que fue por tu amor,
madre en tu día
madre patria y madre revolución."

¿La fuente de inspiración? Las musas de Silvio y Pablo no son damas misteriosas, bellas y escondidas en algún palacio desconcido; no son angeles intocables o etéreos... ídolos de sal. Su inspiración se basa en el diario acontecer diario, en los acontecimientos que llenan nuestros días, esos que a fuerza de tenerlos o de saber de ellos se han hecho una costumbre. Nada más cruel que ya no emocionarse ante el amor, ante la sonrisa de cualquier niño, ante el dolor de un combatiente de guerra. Pero para Silvio Rodríguez y Pablo Milanés la vida no es así. Ellos palpitan junto con la gente, sienten como los suyos los sinsabores y las alegrías de otros hombre y otros pueblos. Porque para la canción no existen fronteras y para el amor no hay límites.

Y precisamente del amor, ellos han cantado escrito y difundido. Un amor visto con menos egoísmo, con más honestidad. Un amor entre iguales. Un amor humano, no divino. Entre seres humanos, no dioses.

"Creo que la luna ya es muy alta
y la caricia falta
un viaje a la humanidad.
Creo que en la noche me despierto
con frío al descubierto
tanteando oscuridad.
Creo que la lluvia está cayendo
y no voy sonriendo dejándome mojar.
Creo que me va a quitar el sueño
un dedo aquí, un labio allá
que te perdí, que ya no estás
que ya viví
que te vas."

"Muchas veces te dije que antes de hacerlo
había que pensarlo muy bien,
que a esta unión de nosotros
le hacía falta carne y deseo también,
que no bastaba que me entendieras y que
murieras por mí,
que no bastaba que en mis fracasos
yo me refugiara en ti.
Y ahora ves, lo que pasó, al fin nació
al pasar de los años de tremendo cansancio
que provoco ya en ti...
y aunque es penoso lo tienes que decir."

Para Pablo, el amor llega a un campo fructífero, a un campo abierto para dar y recibir, a un cuerpo que no se cansa de sentir :

"Tal vez sean ilusiones
pues si algo llega a pasar
yo no me voy a callar
ni tú me harás concesiones
amor que encierra perdones
mal tiene que terminar...
Si algún día terminara
este sueño que he vivido
te estoy muy agradecido
nunca pensé que así amara
vale más poco con ganas
que mucho sin ser querido."

En Silvio, el poema nace de forma espontánea y sencilla como él. Se ausenta el protocolo, la palabra rebuscada, la lógica fría y precisa. Un amor razonado deja de ser amor :

"Te amaré...
te amaré como al mundo,
te amaré aunque tenga final,
te amaré,
te amaré en lo profundo
te amaré, como tenga que amar.
Te amaré, te amaré como pueda,
te amaré aunque no sea verdad,
te amaré, te amaré lo que queda,
te amaré cuando acabe de amar."

Y en este mundo de esperanzas, de alientos... de amor, todo se puede lograr. No hay sueño inalcanzable , ni tristeza que no se combata. Todos podemos andar juntos y combatir la soledad, hacerle la guerra al egoísmo, pelear contra serpientes que nos quieren tragar. Podemos pedir un rabo de nube que se lleve lo feo y haga renacer la esperanza y creer en que está llegando un día feliz, descubriendo al mismo tiempo que las minas del rey Salomón se hallaban en el cielo y no en el Africa ardiente como pensaba la gente.
Y con Silvio y Pablo, que nos han dado pedacitos de sí en cada canción, podemos estar lejos de la casa y el árbol acompañados de estrellas, flores y abrazos. Podemos presenciar el nacimiento del mundo cada día y aferrarnos a las cosas detenidas. En nuestro interior podemos contener un cielo partido y un saco lleno de recuerdos.

Porque esta canción nueva, canción cubana, ya no les pertenece a ellos, ni siquiera a sus compatriotas o a sus mujeres. Es una canción nuestra de todos, de los que estamos con el oído aguzado, la vista preparada, la mano y el corazón dispuestos al cambio, al renacimiento.

Su música es la nuestra, la de todos los latinoamericanos, los hijos de una gran madre adolorida, ensangrentada, perseguida... Sí, su canción ya no es suya, se las quitamos un día... y ellos lo saben.

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