Detalles del Zodíaco. Virgo y Libra
Hammath, cerca de Tiberias, siglo IV

CAPITULO III
LA CABALA DE PROVENZA Y GERONA

(cont. y fin)
Ezra de Gerona y su Comentario al Cantar de los Cantares
Este destacado miembro del círculo de cabalistas de Gerona –supuestamente suegro de Azriel, aunque como ya se ha dicho otras fuentes sostienen que eran cuñados–, glosó uno de los escritos más breves y de profundo contenido esotérico y metafísico de la Biblia, el Cantar de los Cantares, atribuido al sabio rey Salomón. Tal como Ezra nos advierte en el primer proemio:

En este texto (...), a partir del momento que posees por saber y por tradición las ideas generales, no debes preocuparte por sus detalles. Por un gran esfuerzo mental no lograrás sino perderte en vanos discursos y exponerte a numerosos tropiezos. Déjate penetrar por esta recomendación.[100]

Indica también el cabalista que ha observado tres tipos de comentaristas sobre el libro, en clara correspondencia con los tres niveles de lectura (hay un cuarto sobre el que nada puede decirse por pertenecer al ámbito metafísico) de todo escrito sagrado: los literales,

que afirman que el Cantar no son sino palabras de amor profano, palabras frívolas y sin utilidad;


los alegóricos, que reconocen en el texto

el amor que muestra el Creador, que es llamado Dios de toda tierra, hacia Israel, su pueblo elegido y parte de su heredad, comparándolo con el amor experimentado por el amante hacia el objeto de su pasión y por el hombre hacia su compañera,


y el tercer grupo al cual

pertenecen los que son admitidos cerca de la Presencia, que tiene parte y porción en la Ley de Dios, a saber, los sabios de Israel: por la vía de la sabiduría y bajo la moción del saber, han descubierto los misterios y los secretos del libro.


Estos son los que realizan la lectura simbólica o cosmogónica.

Por este motivo, en la "Tercera observación preliminar" que es una síntesis de todo el Comentario, Ezra empieza por referirse al más alto misterio que puede aspirar penetrar todo ser humano, a saber, la experiencia siempre posible y actual en la conciencia de ese estado de indiferenciación precósmica y la vivencia simultánea de cómo lo Innombrable o Infinito concentra en un punto de su seno sin fondo la posibilidad del Ser, dando lugar, si así pudiera decirse, a la primera dualidad, a la Androginia Primordial[101], principio de la aparente polarización que originará el Cosmos y cuyo despliegue estará siempre signado por la permanente conjugación de las dos corrientes sexuadas complementarias. El símbolo de la Androginia Primordial revela y vela en última instancia la verdad o realidad en sí inexpresable de la unión indisoluble sin confusión jerárquica del No-Ser y el Ser. He aquí un fragmento de ese proemio a modo de ilustración:

El ha puesto un término a la oscuridad. Es sabido que la oscuridad es no-ser; hablando de ella no se puede emplear de ninguna manera el verbo formar, sino tan sólo el verbo crear. La creación designada por este último verbo significa que en la oscuridad, que no tiene término ni fin, Dios ha deshecho una unión y ha dado lugar a una emanación, y por su palabra ha puesto un límite a la oscuridad, es decir, El trazó un límite en la oscuridad, le dio un término y le puso un punto final, como lo precisa la continuación del versículo: y El determina toda dimensión.


Lo que no tiene principio ni fin, y por tanto, lo que "no ha sido engendrado ni ha podido serlo" que "es, ha sido y será para siempre" según nos dice el Corpus Hermeticum, "se retira y deja un espacio descubierto, en el que brilla un pequeño punto luminoso, la concentración de la luz divina que hará posible la primera emanación, Kether, y de allí en más el flujo permanente de las emanaciones creativas y reveladoras".[102] Ezra lo explica con estas palabras:

aquí se encuentra el punto de partida de la emanación del todo: las entidades han sido siempre, pero la emanación las ha llevado del no-ser al ser.


Y agrega en otro momento:

Esto viene a decir que a cada atributo y a cada entidad que subsiste en la potencia del no-ser del que se trata, Dios le da una determinación. En otras palabras: después de hacer pasar a cada uno de ellos de la potencia al acto, Dios obra para el atributo así actualizado, y opera las dimensiones y receptáculos que son determinación y límite. (...) "Oscuridad" y "sombra profunda" son los apelativos del no-ser en la potencia del cual se halla la luz.[103]


Además, el comentarista de Gerona extrae de las letras del Cantar de los Cantares toda la revelación de la Cosmogonía, es decir, la explicación del misterioso gesto por el cual el Principio del Ser afirmado en la infinitud del No-Ser, haciendo un vacío en su concavidad, fecundándose con su propia simiente, concibiendo en su mismo seno, gestará y alumbrará sin salir de su esencia, en el rincón más secreto y oculto, a su Amada suprema, la Sabiduría, fuente y origen de la Creación "cantera de la que son extraídas las piedras santas, a saber, las veintidós letras, cada una de la cuales es un objeto que sirve como precioso vaso", comparándola también "con una dura roca, a causa de los senderos ocultos en ella" y a la raíz de todas las entidades que al ser emanadas conformarán la plenitud universal.[104]

Estas enseñanzas de la Cábala se corresponden claramente con este fragmento del Asclepio, en el que también se expresa el sacrificio por el que el Uno se polariza en un aparente "otro", de cuya unión permanentemente actualizada surgirá el orden universal, imprimiendo en cada mundo, ser o entidad esa misma estructura dual:

En cuanto al conjunto de la creación, obedece a ese gobernante supremo que es su señor, de manera que no se trata de una composición múltiple, sino de una unidad, ya que si todos los seres se encuentran supeditados al Uno y derivan del Uno, aunque vistos por separado parezca que su número es infinito, al considerarlos en su conjunto, se ve que constituyen una unidad o, mejor, una díada, de quien todo procede y por quien todo es producido.[105]


En realidad todo este Comentario al Cantar de los Cantares es una incantación constante a la diosa Sabiduría, Hokhmah, vista como "la nada de la que emanan todas las entidades". De ella fluye la luz, símbolo de la "luz suprema que ya existía en la potencia suprema", la cual será derramada en cada mundo o plano del Ser en la forma simbólica de diez esferas diáfanas[106] unidas por senderos igualmente luminosos, y su resplandor no disminuirá con la emanación, sino que brillará en todas y cada una de sus producciones, pues el Principio es inmanente en toda su manifestación y nada hay fuera de él.

A partir de la emanación de la Sabiduría y de su fulgor, El difundió la luz primordial; de aquí ha emanado la luz, verdad ésta que el Génesis Rabba formula así: "¿De dónde fue creada la luz? Dios se cubrió con un manto e hizo irradiar de El el fulgor, desde una extremidad a otra del universo".


También se dice en el texto, y esto es compartido de forma unánime en todas las tradiciones, que la Sabiduría es el

lugar del comienzo de la palabra y del vuelo de la voluntad; de aquí procede la causa y subsistencia de todas las cosas, la fuente de la vida, sus influjos y la satisfacción de las necesidades de todos los seres, los superiores y los inferiores.


El soplo, Verbo o Palabra profiere las veintidós letras, cuya conjugación nombrará y dará existencia al organismo vivo que es el Cosmos, y estas designaciones no son sino los indefinidos aspectos o facetas del Uno y Todo. De aquí se comprende la enorme importancia concedida en la Cábala al Tseruf o ciencia de las combinaciones y permutaciones de las letras, de las numeraciones que les corresponden y las ideas que expresan, todo ello como un soporte muy importante para que el iniciado acceda a la intelección de las entrañas del macro y microcosmos. Veamos un ejemplo extraído del texto de Ezra:

En este sentido dice la Escritura (Deuteronomio V, 19): Una gran voz, nada más. Los doctores han comparado el todo al martillo, cuya fuerza, en el momento de golpear, es única, pero hace estallar la piedra en múltiples fragmentos. Así pues, las voces son cinco en total, sin embargo, desmenuzadas, dan un total de siete, a excepción de la "voz intrínseca" que corresponde a la nación única. El Deuteronomio se remite a esta voz. Finalmente, quien admite "diez voces" toma el total superior, es decir, las diez sefirot. El todo sigue una única vía, el todo fue dado por un pastor único.


Y en el siguiente párrafo se conjuga la idea de la Sabiduría como fuente de la luz y de la palabra o verbo que revelará la Ciencia Sagrada o Torah:

Constatamos que, en la primera sección, la palabra "luz" está escrita cinco veces, y en la segunda, la palabra "agua" también está escrita cinco veces. Es decir, que hubo cinco gotas de agua conteniendo cinco gotas de luz, que no son sino las cinco voces que intervinieron en el momento de la revelación de la Toráh.


Aquél que se ha adentrado por las vías, nombres y numeraciones luminosas de ese cuerpo de luz que es el universo, no aspira sino a identificarse plena y permanentemente con todos los matices de esa irradiación, y reunirlos en todo momento en su esencia única. He aquí como lo expresa Ezra en su Comentario:

¡Ah! que no eres para mí un hermano... Respuesta de la Gloria. Si tu deseo y tu aspiración es que me una contigo, por mi parte, todo mi deseo está ante ti, a fin de que seas para mí un hermano y yo no sea separada de ti; mamaste del seno de mi madre, recibí el alimento del mismo lugar que tú, del Espíritu del Dios vivo. Hallándote fuera... en efecto, mi deseo y mi voluntad es rescatarte del exilio al que te viste sometido con tus hijos, y abrazarte en el reencuentro, de manera que te unas a mí y pueda yo conducirte, llevarte hasta mi santuario: la casa de mi madre. Tú me mostrarás: el alma no manifiesta sus operaciones más que a través del cuerpo, del mismo modo que éste no opera sin el alma; del mismo modo el Santo, bendito sea, manifiesta sus elevados actos y sus signos mediando el instrumento de sus atributos. Te daré de beber vinos aromáticos..., todo ello simboliza la provisión de luz suprema de la que padres e hijos reciben la bendición.


Y aún otro ejemplo:

todas las cosas no tienen sino un deseo, y no aspiran sino a elevarse y penetrar en las habitaciones íntimas del santuario, a extraer el agua de las fuentes de la Sabiduría.


La descripción del ascenso a la copa o corazón del árbol halla su forma de expresión más pura en el lenguaje del Amor. La Cábala en general, y este texto de manera muy destacada, da muestras de la profunda carga erótica que se despierta en el interior del adepto cuando es raptado o aspirado verticalmente por esa energía copulativa. Ella tiene el poder de disolver los errores y la ignorancia, de conjugar todas las polaridades, de religar lo que está disperso, de difundir la luz de la Unidad y reunir la vivencia de todo lo cognoscible con lo Innombrable e Infinito. El enlace del novio y de la novia, o el del Rey y la Sulamita del Cantar, son símbolos de todos los posibles maridajes que conforman el universo: el del hombre y la mujer, el del alma y el Espíritu, el del ser humano y su Principio, el del Cielo y la Tierra, reflejos sexuados todos ellos de una Unidad que se polariza, la del No-Ser y el Ser, la Suprema Identidad. Ya hemos dicho que para revelar tan esplendorosa realidad, el autor del Cantar y su comentarista se apoyan en el lenguaje ardiente del Eros, construyendo un relato no sólo conmovedor y de gran belleza, sino teúrgico, es decir, con poder para provocar la identificación del iniciado con las energías sutiles e interiores del Arbol de la Vida, con sus nombres de poder, por intermedio del ritmo evocador de la poesía. La cual pone en consonancia la conciencia del cabalista con toda la escala de vibraciones del universo, trazando el camino de la Liberación si aquél se entrega sin prejuicios, pero asido al mástil de la doctrina, a la llamada del Amor (Ahabah), que por cierto es otro de los nombres de la Unidad (Ehad) y que en hebreo son dos palabras con idéntico valor numérico (13, es decir: 13 = 1+3 =4 = 1+2+3+4 =10 = 1+0 =1).

Espigamos ahora algunas estrofas de ese itinerario de cortejo, entrega y casamiento:

Que me bese con besos de su boca. Palabras proferidas por la Gloria, que aspira ardientemente a la elevación y a la conjunción, a fin de ser iluminada por la Luz Suprema, incomparable y exaltada en el pensamiento. (...) El <besar> simboliza la delectación cuyas causas son la conjunción del alma con la fuente de la vida y el crecimiento del Espíritu Santo.

Hazme saber, amado de mi alma. Muéstrame tu lugar para que yo vaya hacia él, ven hacia mí como en los tiempos pasados y que mis hijos regresen a su antiguo estado.


Los amantes se anhelan, se buscan y encuentran:

Qué bella eres... Este versículo habla de la construcción de la morada y de la entrada en la cámara nupcial.

El rey me ha introducido en sus estancias. Su voluntad es que me eleve y penetre en sus aposentos por la vía de sus "senderos", que son treinta y dos.


La unión se realiza en el rincón más íntimo y secreto, en un ámbito escondido, símbolo de un mundo aparte, fuera del tiempo y del espacio, profundo, análogo a la cavidad más recóndita del corazón del iniciado que guarda el tesoro más preciado; el athanor donde se cuecen todas las transmutaciones y transformaciones y donde se vive la plenitud de Ser y No-Ser simultáneamente:

Las vigas de la morada eran de madera de acacia (...) Mediante la palabra rahit, el autor designa simbólicamente los "travesaños", pues éstos atraviesan la morada de un extremo a otro, figurando con todo ello el tema de la conjunción, de la intimidad y del tiempo de los amores.


En esa estancia reservada, el Santo Palacio interno de la Cábala, los amantes gozan las delicias del amor:

¡Qué hechicero es tu amor, hermana mía, esposa! ¡Qué delicioso es tu amor! ¡Más que el vino! ¡Y el aroma de tus perfumes mejor que el de cualquier bálsamo! ¡Tus labios destilan pura miel, oh esposa! ¡Miel y leche bajo tu lengua! ¡Y el perfume de tus vestidos es como el aroma del Líbano! "Tu amor", que procede del vino de la ley, queriendo indicar con ello la fuente de la Sabiduría y sus senderos. "El perfume de tus vestidos" simboliza la luz de la Sabiduría, que se difunde y crece a lo largo de sus atributos, luz que procede del lugar en el que "todos los bálsamos" se encuentran integrados. "La leche y la miel" simbolizan las dos leyes y recuerdan que la Presencia se encuentra emplazada entre los dos querubines. "El perfume de tus vestidos": los vestidos no son otra cosa más que ella; son la emanación y el fulgor de la Sabiduría que la rodea.


Nupcias que culminan en la restitución de la Androginia Primordial y en la vivencia, a cada instante, del jubileo o liberación de cualquier determinación:

Un rey está preso en tu cabellera. El acercamiento de las dos Glorias y su unión. El autor compara su talle a la palmera, árbol que es macho y hembra, un solo cuerpo, dos ramas.

Todo el edificio se eleva en comunión y unión hasta el infinito, sin que la huida del Espíritu Santo turbe la armonía.


Por lo que este Comentario constituye una síntesis evocativa de la Cosmogonía y simultáneamente del camino de retorno del iniciado a su verdadero hogar a través de la simbólica del Amor, la cual fue utilizada sin condicionamientos no sólo por el esoterismo judío, sino que también tuvo un enorme influjo sobre algunas corrientes y organizaciones esotéricas propias de la Tradición Hermética contemporáneas al desarrollo de la Cábala en Gerona, tal y como explica Francisco Ariza[107] en un estudio titulado Las corrientes hispánicas de la Cábala con el que concluiremos el presente apartado:

De más está decir, por otro lado, la influencia que el "Cantar" ejerció en la literatura esotérica de la Edad Media y del Renacimiento, y muy especialmente en aquella que como en el "Cantar" de Salomón también se transmitían conocimientos de orden trascendente bajo el lenguaje de la poética y del amor cortés. Es el caso del poema hermético "El Romance de la Rosa", escrito por Guillermo de Lorris y Juan de Meung en pleno siglo XIII. Ese lenguaje también lo encontramos en las obras de Dante "La Vita Nuova" y el "Convivio" (el "Banquete"), y también en "El Decamerón" de Bocaccio, dándose la circunstancia de que ambos poetas pertenecían a la organización iniciática llamada precisamente "Los Fieles de Amor". En la literatura de las Ordenes de Caballería encontramos, también, la presencia del amor como elemento constitutivo y principal del ideal caballeresco, pues su energía (que tiende a conciliar los opuestos) es el fuego que alimenta y promueve la búsqueda de la Dama celeste, la que no es otra que el Alma superior. Y por supuesto, a ese amor es al que cantaron los juglares y vates que recorrían todos los caminos de la Cristiandad evocando y transmitiendo a los cortesanos y al pueblo la realidad de una memoria mítica y simbólica. Tampoco queremos olvidarnos de los grandes místicos como San Bernardo, y de Ruysbroek el Admirable. Y cómo no hablar, ya que mencionamos a los místicos, de Santa Teresa de Jesús y de San Juan de la Cruz, ambos descendientes de judíos conversos, que vivieron en esa España del "Siglo de Oro" que aunque ya desgajada culturalmente de la presencia de su elemento semítico y oriental, lo continuó empero conservando en lo más oculto de ella misma.


Nahmánides y su discreta revelación de la doctrina cabalística
De este sabio nacido en Gerona en el 1194 y perteneciente al grupo de cabalistas de esa ciudad es quizás del que nos han llegado más datos sobre su vida, dada su dedicación y labor en el marco de la vida pública de Cataluña. Además de médico y hombre de gran erudición, fue muy versado en temas jurídicos y de derecho, y un profundo conocedor del exoterismo de su tradición, por lo que desde 1264 desempeñó el cargo de rabino mayor de Cataluña, gozando de la confianza y respeto del rey Jaime I. Participó en el famoso proceso conocido como "Disputa de Barcelona", a partir del cual se agravó la ira y repulsa de la iglesia católica hacia los judíos que vivían en la península Ibérica, muchos de los cuales estaban cada vez más apegados a rígidos preceptos morales y enrolados en luchas de poder de todo tipo. Nahmánides, que con su testimonio intentó mantener un orden social y religioso emanado de unos principios superiores, fue cada vez menos comprendido, no sólo por los cristianos, sino también por ciertos sectores de judíos influidos por la tendencia racionalista impulsada por Maimónides, la cual iba ganando terreno en detrimento del cultivo de la vertiente metafísica, y por un cúmulo de circunstancias tuvo que partir hacia Palestina en 1267, trasladándose posteriormente a la ciudad de Akko, donde moriría al cabo de poco tiempo.

Su producción literaria es muy extensa y toca muchas ramas del saber, pero en lo referente a la Cábala siempre se mostró muy reservado y poco predispuesto a poner por escrito una doctrina que estimaba debía transmitirse de forma oral. De los pocos textos que fijó sobre este punto de vista interior destacamos el Comentario al Pentateuco (que sepamos, no traducido todavía del hebreo), el Comentario al Sefer Yetsirah (del que sólo nos ha llegado el primer capítulo), así como algunos sermones y homilías que traslucen veladamente las enseñanzas esotéricas. Nahmánides estuvo vinculado a Ezra y sobre todo a Azriel, pero también se sabe que recibió parte de su formación en Barcelona a través del maestro Yehudah ben Yaqar y que ciertos aspectos de la corriente de Provenza le llegaron por Yishaq Trinquetaille.

En el capítulo que se conserva sobre su Comentario al Sefer Yetsirah se percibe la sutileza con que este cabalista se adentra en los arcanos de su tradición, y lejos de repetir literalmente lo que ha recibido de sus maestros, regala las primicias de sus meditaciones y experiencias fundamentadas en el "Libro de la Formación". Empieza así:

Con treinta y dos senderos. Se trata de las diez sefyroth y de las veintidós letras. Las letras finales Mem-Nun-Tzade-Peh-Khaf, las debemos a los profetas y no entran en el cálculo de treinta y dos.

A pesar de que hemos incluido y contado las diez sefyroth en el conjunto de las letras, ellas no son como las letras sino que constituyen la interioridad de éstas; son algo invisible que se encuentra dentro de las letras, exteriorizándose con ellas al unísono, por una vía única, a través del espíritu y del cuerpo.

El número treinta y dos es una alusión al corazón, y el corazón es la Voluntad, tal como lo expresa el versículo "¿Es tu corazón tan recto como el mío, como el mío lo es con el tuyo?". Todas y cada una de las cosas existentes deben su existencia a la Voluntad que se encuentra en ellas. Si se produce una inversión de Voluntad se provoca el retorno al origen inicial, como si alguien aspirara, atrayendo hacia sí mismo su propio soplo.

El principio de la Torah y su fin están en las letras Beth –de Ber'eshith– y Lamed –de Israel– es decir que el retorno del objeto a su verdadero propietario, la unión con la tierra, es la desaparición total. "Total" se ha traducido en arameo como "Eternidad absoluta", lo que indica que se encuentra fuera del alcance del conocimiento humano.

Senderos. Son vías tan sutiles que el hombre que inicia su marcha por ellas no puede ver hacia dónde se dirige. Por esta razón, el Sefer Yetsirah no dice "caminos", ya que éstos son anchos y despejados. Quien se encuentra en un cruce de caminos puede abarcar con su vista el lugar hacia donde marcha, lo que es imposible en dichas vías, a causa de su sutilidad. A ello hacen referencias las Escrituras diciendo: "Deteneos en los caminos y ved. Preguntad acerca de los senderos del mundo". En dicho versículo, los caminos están relacionados con la visión y los senderos se asocian a la interrogación.[108]


De entrada, el recién iniciado en los misterios de la Cábala reconoce su enorme ignorancia; en el centro de su corazón se abre un gran interrogante y se agolpan las preguntas en tropel: ¿Quién soy? ¿Qué es el mundo? ¿De dónde surge? ¿Hay un orden que lo conforma? y, ¿Cuál es, cómo aprehenderlo? ¿Quién se formula estas cuestiones? ¿Quién contesta? ¿Quién enseña? ¿Quién aprende? ¿Quién es el maestro? ¿Quién en el origen? ¿Y antes...?

La doctrina y los modelos revelados, cual el Arbol de la Vida con sus letras, números y senderos, indican la ruta y constituyen los soportes para la búsqueda y la realización interna. Todo está dentro de uno mismo. Igual para las respuestas, que nunca son un "ya lo sé" para incrementar el archivo de una supuesta memoria mecánica y acumulativa, sino una identidad con lo conocido. Cada formulación es un acercamiento al Centro, o el ascenso de un peldaño hacia la cúspide de la montaña, o sea, la posibilidad de identificar el interrogador, el interrogado y la interrogación, de reunir lo disperso y de descubrir que no hay otro, sino indefinidos destellos de una Realidad única, no-dual, que paradójicamente se revela como binaria; un misterio que en la medida que se va vivenciando en la conciencia es cada vez más misterioso, por su propia naturaleza suprarracional y metafísica. Se trata, pues, de conocer lo cognoscible por identificación y de abrirse a la vivencia de lo que no puede ser concebido como algo con forma, cualidad, o atributo, pero sí experimentado de algún modo directo en la conciencia. Y en el fondo, siempre una pregunta sin respuesta, pues contestar sería limitar y el verdadero cometido no es sino intuir en el corazón lo indecible e indescriptible.

La cosmogonía, que es el símbolo por excelencia de lo innombrable, constituye el sujeto y el objeto permanente de la especulación del cabalista, rito que no tiene que ver con una actividad mental-racionalista, sino que pone a concurso el pensamiento analógico y la facultad supranatural llamada intuición intelectual o del corazón. Por ello Nahmánides agrega en su Comentario:

Sabiduría (Jokhmah). Es el límite de lo que el hombre puede alcanzar por medio de su pensamiento. La tradición sobre este tema nos indica que Corona Suprema –Bendito Sea– posee un contenido tan inmenso que supera todo lo que el corazón podrá jamás meditar sobre Su Gloria. Corona reduce la substancia de su Gloria hasta adoptar la medida que tiene el propiciatorio entre los dos querubines, o sea una palma. La oscuridad recubre todo, pues la ausencia de luz provoca la oscuridad (o bien el exceso de luz es oscuridad). De la fuente del Todo fluye la luz translúcida (Or habahyr) llamada Sabiduría (a través de) treinta y dos senderos que perforan, uno por uno, la oscuridad: las letras según sus formas, y las sefyroth, que respondiendo a la medida que se encuentra en la voluntad del Decisionario –Bendito y Alabado Sea–, fueron hechas diferentes unas de otras. La perforación de la luz de los senderos y la salida de éstos –separados unos de otros– se llama "escultura". Por esta razón se dice que "esculpió Yah", es decir que los senderos de luz son 32 y cuando fluyen de la Corona Suprema, el Escultor –que Sea Bendito– esculpe con ellos la oscuridad, realizando la substancia de Su Gloria, que corresponde al Nombre Yod-Hé. Esta Gloria es lo que se llama Sabiduría, en nombre de los propios senderos. Corona Suprema –Bendito y Glorificado Sea– se representa por las letras 'Alef y del nombre 'Ehyeh, y corresponde a la Unidad perfecta entre todos los aspectos que conciernen al Pensamiento. A la altura de esta primera sefyrah no hay que hacer referencia a la acción llamada "escultura".

Al continuar fluyendo el manantial se vuelve activa la substancia de la Gloria llamada Y-H-W-H –vocalizada como el nombre de 'Elohym. Sumando al primer nombre (Yah), las letras W-H, que corresponden a la sefyrah Entendimiento, o sea el fundamento del Edificio se encuentra en W-H.


Y esta triunidad principial vierte sus efluvios a los mundos inferiores, como manantial que hace discurrir sus aguas ladera abajo, conformando los espejos de la unidad en otros dos planos inferiores (el mundo de Beriyah y el de Yetsirah), hasta que finalmente cristalizan en Asiyah. Tal descenso es también visualizado por Nahmánides como el fulgor del rayo que fecunda y conforma los mundos, y el recorrerlo en sentido inverso da al ser humano la posibilidad de atisbar y penetrar el misterio de cada una de las 10 sefiroth, todo lo cual genera en el interior del cabalista un nuevo caudal de imágenes, un archivo simbólico y significativo en la memoria, que más que almacenar sirve para descubrir y establecer los vínculos, hasta ahora insospechados, entre todas las vibraciones sutiles de la sinfonía cósmica, con lo que el ser humano se suma a su recreación o al mantenimiento del latido del Ser Universal. Por ello, Nahmánides también expone algunas de las analogías con las que ha operado, estableciendo correspondencias numéricas entre el macrocosmos y el microcosmos, ideas que no sólo expone en este comentario al "Libro de la Formación", sino que también aparecen con claridad en el texto de una homilía que escribió para una boda, donde dice:

Todo lo que fue creado arriba, fue (correlativamente) creado abajo, como en el versículo "Todo lo que existe en el cielo, existe en la tierra". ¿Cómo? El mundo tiene cuatro límites y ellos (responden al orden expuesto en el Libro de la Formación) uno por encima de tres y tres por encima de siete (siete por encima de doce).[109] La población (del mundo) se divide entre siete climas distribuidos oblicuamente entre los doce límites de la diagonal. En ellos se encuentran las setenta naciones que descienden de doce familias de los hijos de Jafeth.

Por encima de ellas están los siete hijos de Jafeth. Por encima de estos siete están (los tres hijos de Noé) Sem, Jam y Jafeth. (Las cifras) que les corresponden surgen del interior (de la unidad), pues en el corazón, que es el conductor del cuerpo, se encuentran en su interior.

De uno sólo de los hijos de Noé (que es Sem) descienden tres padres (que son Abraham, Isaac y Jacob) más cuatro madres (que son Sarah, Rebecah, Rajel y Leah) lo que da como resultado siete. Asimismo, de esos siete descienden a su vez doce tribus (que son las doce tribus de Israel) en el interior de las cuales se encuentra la de Levy (que es como el corazón) y de ellas descienden los setenta miembros del Gran Sanhedryn. Todos ellos encarnan (la expresión) "uno por encima de tres, tres por encima de siete, y siete por encima de doce".


Y tal arquitectura del universo signada por los números 1, 3, 7 y 12, halla su íntima correspondencia con la constitución del ser humano, tal como revela este fragmento:

El cuerpo humano en sí mismo se considera como un microcosmos, y fue creado en base al orden (existente en el cosmos), pues él también se divide en cuatro partes, que corresponden a los cuatro vientos y a las cuatro estaciones del año.

La primera sección (de la estructura corporal), está regida por el calor del cerebro; la segunda sección está regida por el (calor) del hígado; la tercera sección por el calor de los riñones y la cuarta sección, que es la que tiene influencia sobre la conducta del hombre, se encuentra bajo la acción de dos humores muy fríos que fluyen de la bilis y del bazo.

En estas cuatro secciones se encuentran dispuestos los doce conductores del cuerpo humano: mano derecha e izquierda, pierna derecha e izquierda, riñón derecho e izquierdo, hígado, bilis, bazo, faringe, esófago y estómago.

Por encima de ellos están los siete orificios de la cabeza. Por encima se encuentran las tres partes del cuerpo: cabeza, vientre y tronco.

En el cráneo hay tres espacios unidos entre ellos y otro más que está por encima. En ellos residen las funciones de vigilia, memoria, discernimiento y conocimiento ordenado según el principio de "uno por encima de tres".


Como se ve, en este sermón que Nahmánides dirige a unos novios está expuesta en clave cabalística toda la Cosmogonía, y ya desde la primera página exhorta a los esposos a entregarse a la búsqueda de la Sabiduría, así como a la permanente interrogación del corazón para escrutar los misterios del Universo, pues es en este órgano simbólico donde reside la facultad supranatural llamada intuición intelectual, la cual promueve el conocimiento directo, no-dual y sin intermediarios del Sí mismo. Además, en el texto se percibe una intención didáctica que denota, al igual que veíamos en Azriel, una clara influencia del método platónico del diálogo, entendido no como una discusión o exposición de opiniones, sino como un recurso para ayudar a extraer del interior lo que uno ya sabe desde siempre pero ha olvidado, lo que el maestro Sócrates nombró como mayéutica o arte de las comadronas. Por eso, hablando de la Sabiduría del rey Salomón Nahmánides escribe:

¿Qué fue lo que le hizo alcanzar el conocimiento para explicar (la Thorah)?

El poseer un corazón que sabe oír.

Eso es lo que él Le solicitó a Dios, y El le otorgó un corazón circuncidado. Dicho corazón es el que contiene los treinta y dos senderos de la Sabiduría: dieciséis inscritos (en el mundo) superior y dieciséis inscritos en (el mundo) inferior.

De esos treinta y dos senderos de Sabiduría emana la vida del Soplo, como lo demuestran las Escrituras en el versículo "La Sabiduría da vida a quienes la poseen" y en "La enseñanza del sabio es una fuente de vida", así como en "Manantial de vida es el intelecto para su dueño".

¿Cuál es la causa que provoca que alguien se vuelva sabio a través de los treinta y dos senderos de la Sabiduría?

Es lo que está escrito en "El hombre que posee el Conocimiento es el que adquiere el corazón".

¿Pero cómo es posible que un hombre sabio pueda "adquirir" el corazón?

(Evidentemente) se está haciendo referencia a los treinta y dos senderos de la Sabiduría que emanan del corazón.[110] (...)

¿En qué consisten estos treinta y dos senderos mencionados?

Son las diez palabras –ma'maroth– con las que fue creado el mundo, más las veintidós letras del alfabeto hebreo de cuya combinación fue creado el Todo. (...)

¿Por medio de qué alcanza el hombre la Sabiduría?

Por medio del Discernimiento, como lo dicen los sabios: "El Sabio Bendito Sea otorga la Sabiduría solamente a quien posee Discernimiento" (Binah).


El texto concluye mostrando la analogía entre la estructura numeral del macrocosmos, del microcosmos y de la propia ceremonia de la boda, en el sentido que en ésta son tres los ritos a cumplir (el del dosel, el de la santificación y la bendición), siete el número de bendiciones y doce el número de palabras utilizadas para describir el regocijo de los esposos.

Quien tenga el mérito de desposar una mujer cumpliendo con estos preceptos vivirá y tendrá hijos consagrados a la Torah, a los mandamientos y a las acciones positivas.


Esto nos hace pensar que en la cultura judía los preceptos exotéricos han sido rígidos (y por la misma razón cambiantes con las circunstancias e intereses del momento) y controlados por un rabinato estricto, mientras que la enseñanza esotérica ha aparecido siempre como lo verdaderamente universal y liberador y en realidad, no podría ser de otra manera, dada la naturaleza metafísica y por tanto incondicionada de su cometido.

Y así como la religión ha marcado una separación cada vez más insalvable entre la hembra y el varón, relegando a aquélla a una posición de subordinación y sumisión y hasta de anulación en ciertas condiciones[111], en cambio, la enseñanza medular, la esotérica, ha contemplado en todo momento al paredro hombre-mujer como un símbolo del binario con que la deidad se "fracciona", se revela y conforma el Cosmos; y la unión de la pareja (no siempre como esposos, pues la transgresión de la legalidad es la que en ciertos momentos ha hecho posible el engendramiento de la descendencia, no sólo de sangre, sino fundamentalmente espiritual) se ha visto como el soporte para la permanente restitución del estado de Unidad. Por ello, el tema de la conjunción de los opuestos (expresado a muchos niveles y con diferentes simbólicas) ha sido una constante en la Cábala, y nunca se ha despreciado ni censurado la unión del hombre y la mujer, sino que se la ha contemplado como un poderoso vehículo de conocimiento e intelección de la cosmogonía y simultáneamente como una ayuda para la deificación del iniciado.

Decimos esto porque durante muchos siglos se ha atribuido a la pluma de Nahmánides el texto Carta Santa sobre la relación entre marido y mujer,[112] y aunque últimamente algunos estudiosos lo ponen en duda y se lo asignan ya sea a Azriel, ya a Chiquitilla o a otro autor anónimo, lo cierto es que se trata de un pequeño opúsculo doctrinal escrito en el círculo de Gerona o de Castilla, en el cual se aborda el tema de la esencia de la entrega de los esposos, así como el tiempo idóneo para el encuentro, los alimentos más adecuados, la intención del acto y las maneras apropiadas. Dice cosas tan significativas como:

El sentido escondido de los conocimientos que te confío es que el ser humano está incluido en el misterio de la Sabiduría, de la Inteligencia y del Conocimiento: el hombre es Sabiduría; la mujer Inteligencia y la unión carnal pura de ambos, el Conocimiento. Este es el secreto del hombre y de la mujer en la Tradición íntima [ha-qabalá ha-penimit]. Así, pues, la unión carnal comporta una gran altura cuando se cumple como es justo. Es el misterio de los querubines unidos el uno al otro a semejanza de la unión del macho y de la hembra. Si hubiera algo de innoble, el Señor del mundo no habría ordenado hacer a los querubines y no los habría ubicado en el lugar más santo y más puro de todos los lugares, encima de un fundamento profundísimo.


Y también:

Así, pues, la unión del marido y la esposa figura, cuando se cumple como es debido, el misterio de la edificación del mundo y de su población; a través de dicho acoplamiento el hombre deviene colaborador de Dios Santo, ¡bendito sea!, en la obra de la Creación. Es el misterio del que nos hablaron nuestros Doctores al decir que cuando el hombre se junta con su propia mujer en santidad, la Divina Presencia está entre ellos, como significa el versículo: "Antes que te formara en el vientre de tu madre te he conocido".


Pero ésta no es la Presencia de una deidad externa que se inmiscuye en casa ajena; ni el ser humano la vive como una intromisión extranjera a su ser, sino como la posibilidad de nacer y conocer lo que verdaderamente es, de ahí la importancia de la intención en cualquiera de los actos de su vida, y en especial en el de la unión carnal, donde todo pensamiento debe tender a la identificación con lo más alto, con el Pensamiento de donde todo emana:

Por lo que respecta a "conócelo", ya sabes lo que quiere decir el verbo "conocer": es el ajustamiento del alma racional, de su unión con la luz suprema, al igual que la unión de marido y mujer se denomina "conocimiento". La unión del alma al mundo del intelecto se denomina "conocimiento". Ya sabes que uno no puede decir que conoce una cosa hasta que el inteligente se une con el inteligible. Entiende bien todo esto.


Y en otro momento se apunta, respecto de la atracción, fusión y circulación vivificadora del Pensamiento:

Los que poseen la Tradición [qabalá] saben que el pensamiento del hombre tiene su origen en el lugar del alma racional, la cual procede a su vez del mundo de lo alto, y también que el pensamiento tiene la fuerza para descender y para ascender y alcanzar el lugar de origen, por lo cual se une [místicamente] en el secreto supremo, y de allí desciende y devienen, ella y El, una sola cosa. Cuando el pensamiento vuelve de arriba hacia abajo, todo deviene parecido a una sola línea, y aquella luz suprema emana hacia abajo por la fuerza del pensamiento, que la atrae hacia abajo, y la Divina Presencia se manifiesta abajo; entonces la luz resplandeciente es atraída y se difunde por el lugar del que tiene ese pensamiento. Así es como los santos hombres de la antigüedad unían el pensamiento con el mundo de lo alto y atraían hacia abajo parte de la luz suprema, de manera que las cosas [de aquí abajo] recibían incremento y bendición de acuerdo con la fuerza del pensamiento.


Y continúa este texto en el que se perfila el trato respetuoso, delicado y amoroso que se deben los amantes, reconocidos no sólo como seres complementarios sino como andróginos, pues igual que el hombre emite el líquido seminal, también se menciona en el escrito la existencia del semen femenino:

el semen de la mujer se puede comparar a la materia; y cuando después viene el del hombre, es a semejanza del Creador que da forma a la materia (p. 60).

Y de esa cópula sagrada se engendrará la descendencia, que desde el punto de vista esotérico no se refiere únicamente a los hijos de la carne o de la sangre, sino a los espirituales, a esos hijos de la luz que tomarán el relevo de la encarnación, vivificación y transmisión de la tradición. Eso sin olvidar que todo este proceso unitivo del hombre y la mujer es también el símbolo de las constantes nupcias y cópulas que debe realizar todo iniciado o iniciada en el mundo intermediario, el del Alma (inferior y superior, o en términos cabalísticos Yetsirah y Beriyah para restituir la androginia primordial y el estado de Unidad, en el que ya no hay trazas de ninguna distinción.


NOTAS

[100] Ezra de Gerona. Comentario sobre el Cantar de los Cantares. Ed. Indigo, Barcelona, 1998.

[101] Esta temática será también tratada con más amplitud en otros capítulos.

[102] SYMBOLOS Nº 25-26. Introducción a la Ciencia Sagrada. Barcelona, 2003.

[103] El ya citado grupo de cabalistas anónimos que tuvo influencia sobre los sabios de Gerona durante el siglo XIII y que se conoció como el círculo Iyyún insinúa con estas palabras esas realidades metafísicas: "¿Cómo produjo y creó El su mundo? Como un hombre que contiene su respiración y se autorrestringe, para que lo poco pueda contener lo mucho. De este modo restringió El la luz a un espacio, conforme a la medida de su espacio, y así el mundo permaneció a oscuras, y en la oscuridad talló las rocas para producir con ellas los caminos, llamados las maravillas de la Hojmá, es de esto que la Escritura dice [Job 28,11]: 'E hizo salir a la luz lo escondido'". Citado por Scholem en Los Orígenes de la Cábala II, Ed. Paidós, Barcelona, 2001.

[104] Escribe Ezra en otro momento respecto de la triunidad principial del orden cósmico: "Por otra parte, puesto que las diez sefirot se encuentran integradas en las tres que son Sabiduría, Inteligencia y Ciencia, la liturgia contempla tres Sanctus con el fin de unificarlas, (...), tal y como está escrito [Proverbios III, 19-20]: El Señor ha fundado la tierra con la Sabiduría; ha establecido los cielos con la Inteligencia; con su ciencia fueron surcados los abismos y las nubes destilan rocío."

[105] Corpus Hermeticum. Ed. Indigo, Barcelona, 1998.

[106] Aunque cada sefirah sea vista como una esfera de luz, es claro que ella reproduce en sí misma la estructura de la díada, de tal manera que tiene una faceta luminosa y otra oscura, una positiva y otra negativa, es receptiva respecto de la que la precede y positiva en relación a la que la sucede, etc.

[107] F. Ariza. Las corrientes hispánicas de la Cábala. Ed. Symbolos. Guatemala, 1993.

[108] Sefer Yetsirah. Ed. Obelisco, Barcelona, 1992. Apéndice I.

[109] No podemos dejar de mencionar la íntima relación de este fragmento con el pasaje siguiente de la Tabla de Esmeralda: "Es verdad, sin mentira, cierto y lo más verdadero. Lo que está abajo es como lo que está arriba, y lo que está arriba es como lo que está abajo, para que se obren los milagros de una sola cosa. (...) Su padre es el Sol, su madre es la Luna, el Viento lo llevó en su vientre, su nodriza es la Tierra".

[110] En una nota a pie de página nos dice el traductor: "Juego de palabras: en hebreo, la palabra 'corazón' y el número 'treinta y dos' se escriben de la misma manera: lev". (Sefer Yetsirah, Obelisco, Barcelona, 1992. Apéndice II). Por tanto existe una identidad entre el corazón y los senderos, en el sentido que dicho órgano es en el ser humano el símbolo del centro donde reside el Principio del que fluye el orden universal. Además, corazón se escribe con las letras Lamed (30) y Beth (2), y al invertirlas se forma la palabra Nada, lo que indica la no-dualidad entre el Infinito y el Principio de la manifestación que anida en el corazón.

[111] Lo cual ha sucedido también en el islam, la religión católica y en el cristianismo en general.

[112] El texto con el que hemos trabajado es: Mestre Mosse de Girona. Lletra Santa Concernent l'Ajustament carnal de Marit i Muller. Ed. Columna, Barcelona, 1986.


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