Mahzor italiano, 1441
Jerusalem, Instituto Schocken, Ms. 13873, folio 67

CAPITULO III
LA CABALA DE PROVENZA Y GERONA
Para la llamada Cábala histórica, esto es, la expresión en el tiempo cronológico del legado eterno y siempre actual del esoterismo judío, la región de Provenza representó la tierra fértil que en el siglo XII y principios del XIII acogió las semillas de esa herencia supranatural y gestó unas nuevas formas para vehicular y transmitir lo medular de su doctrina, que por aquél entonces, y debido en parte al desgaste ocasionado por la diáspora del pueblo de Israel (o sea, por unas condiciones cíclicas inherentes a toda manifestación), estaba diluida y necesitada de una regeneración. No olvidemos, además, que en estas comarcas del Languedoc confluyeron diversas expresiones del esoterismo de distintas tradiciones, como es el caso de la presencia de los Templarios, los monjes-guerreros guardianes y transmisores del esoterismo cristiano, así como la existencia de organizaciones iniciáticas de corte caballeresco inspiradas en la simbólica de las Cortes de Amor, o bien guildas de masones que se apoyaban en el oficio de constructor para la edificación interior y espiritual, y también círculos de iniciados del Islam, o adeptos solitarios que seguían su camino de realización interna a cielo raso, todo lo cual configuró una coyuntura en la que la corriente esotérica fluía con fuerza, y aunque en apariencia se revistiera de distintos ropajes, en el fondo se buscaba y experimentaba una sola y única Verdad.

Este ímpetu interior tuvo también una repercusión en el ámbito exotérico, de tal manera que fueron muchos los centros de enseñanza, sobre todo de medicina pero también de otras artes y ciencias tradicionales, que florecieron en ciudades como Montpellier, Narbona, Lunel, Posquières, Carcasona, Béziers, y otras. A estas escuelas llegaron una gran cantidad de manuscritos en árabe sobre textos griegos (de sabios neoplatónicos, neopitagóricos, gnósticos, etc.) que fueron traducidos al hebreo y luego al latín, posibilitando que tales conocimientos (de medicina, pero también de alquimia, matemáticas, astrología, música, magia, y demás ciencias) cayeran en manos de los iniciados de las distintas corrientes antes aludidas, los cuales se alimentaron de sus enseñanzas y pudieron así actualizar la doctrina esotérica60.

Respecto de los hebreos que vivieron en esta zona del Mediterráneo se sabe que gozaron de un buen reconocimiento social (aunque no exento de luchas y tensiones), ocupando diversos cargos públicos y de confianza, además de participar activamente en la vida cultural, artística y comercial, así como en la enseñanza y difusión de innumerables ramas del saber. Muchos de ellos trajeron los conocimientos adquiridos a lo largo de su peregrinar por las tierras de Alejandría, Bizancio, Persia, norte de Africa, etc.; además solían dominar varias lenguas, por lo que su contribución fue fundamental en la traducción de muchos de los libros y escritos llegados a esa región.61

En medio de este fecundo sustrato, pequeños grupos de sabios o iniciados judíos fueron gestando la vivificación de su esoterismo, y la Cábala experimentó un período que podríamos calificar de embrionario. Los historiadores han rescatado los nombres de una saga espiritual encabezada por Abraham ben Yitshac de Narbona que fue la propulsora o aglutinadora de esa reelaboración. Se dice de este cabalista que siendo presidente de la corte rabínica de Provenza y un gran talmudista, heredó la esencia de su tradición –recibida en parte según nos refiere G. Scholem de Yehudá ben Barzilay de Barcelona62–, pero que nunca la reveló en sus escritos sino que la transmitió oralmente a su pequeño círculo, y especialmente a su hijo Abraham ben David, del cual explica M. Eisenfeld:

Dirigía y mantenía, en parte con su propio peculio, una academia talmúdica mencionada por el viajero Benjamín de Tudela, a la que acudían estudiantes desde localidades muy lejanas. En ella se intensificó cobrando un nuevo cariz la práctica de la kawwanah, –una forma de concentración y de orientación espiritual– y con toda probabilidad se transmitían oralmente tradiciones muy antiguas relativas a la divinidad y sus misterios. Dichas actividades se acompañaban de la lectura de un libro que hace su aparición en esas regiones meridionales: el Bahir.63


Y para hacernos una idea del clima de investigación y apertura intelectual que rodeó a este cabalista y su grupo agrega que:

Siguiendo la iniciativa de Abraham ben David, tuvo lugar la primera traducción hebrea de la famosa obra Las obligaciones del corazón de Bahyah ibn Paqudah. Con ese libro penetra la influencia mística del sufismo y se confirma la del neoplatonismo, que circulaba también a través de los escritos del Pseudo Dionisio el Areopagita. Las ideas neoplatónicas provenían también del mundo judío, haciéndose presentes a través de astrónomos y astrólogos como el barcelonés Abraham bar Hiyya'64. Yehudah ibn Tibbón traduce también del árabe un libro de otro médico, el Kuzari de Yehudah ha-Levi, cuyas interpretaciones de la profecía, el Tetragrama y el Libro de la Formación serán absorbidas por los primeros círculos de cabalistas provenzales.


Pero el personaje más conocido de esta familia es sin duda el descendiente de Abraham ben David, Isaac, apodado el Ciego65, no tanto porque le faltara la visión de lo perceptible por los sentidos (lo cual nunca se podrá llegar a comprobar) sino porque simbólicamente fue tan grande la riqueza de la luz interior que "concientizó" en sus experiencias de orden cosmogónico que su exceso lo cegó, abriéndose así la puerta hacia la inconmensurable realidad de lo que está más allá del Cosmos, de lo metafísico, que es de lo que se impregnan todos sus escritos y muchas de las enseñanzas que legó a sus discípulos. Isaac nació probablemente en Posquières o en Narbona y murió hacia 1235. Poco más se sabe de su vida individual, como suele ser habitual entre los iniciados judíos que llevaban una existencia al margen de la comunidad y dedicada íntegramente a la contemplación66, al estudio de su tradición y a la transmisión de la doctrina a unos pocos adeptos cualificados. A estos sabios se los llamaba perusim, que significa apartados o separados, lo cual no quiere decir que vivieran ajenos al mundo, sino que supieron aprovechar las condiciones propicias para la concentración que les procuraba aquel modo de vida, y así se liberaron de las ataduras y esclavitudes de lo pasajero y perentorio, y pudieron sumergirse en las más profundas investigaciones sobre el ser humano y el universo, o el Mundo en su sentido más amplio. Tal como refiere Isaac en uno de sus manuscritos, el paso primero y principal en esta senda de Conocimiento es entregarse sin restricciones mentales de ningún tipo:

Y de acuerdo con su afirmación... se prosternan: la prosternación es como uno que deja aparte sus cualidades y no se ocupa de nada más que del pensamiento, se vincula al Pensamiento, exalta el pensamiento y somete al cuerpo para reforzar su alma.


Aunque no fue demasiado partidario de dejar por escrito los arcanos que iba inteligiendo, y aún menos de darlos a conocer a los profanos, se ha conservado de su puño un extraordinario Comentario al Sefer Yetsirah67, otro sobre Job y unos setenta fragmentos dispersos, que con un lenguaje por momentos muy críptico y enigmático sintetizan las especulaciones que se operaban en el alma de aquellos iniciados, iluminados no sólo por la transmisión horizontal de su cadena tradicional, sino también por la vertical, pues de varios de ellos, entre los cuales se cuenta al mismo Isaac, se dice que recibieron el influjo del profeta Elías, tal como veremos un poco más adelante.

G. Scholem dedicó parte de su estudio Los Orígenes de la Cábala a investigar acerca de este cabalista y su círculo, destacando sobre todo aquellos aspectos doctrinales que apuntan hacia el perfilado y coagulación del modelo del Arbol sefirótico. Nos dice:

la idea que expone el Bahir sobre las sefiroth cristaliza por completo en los escritos de Yitshac. En su comentario sobre Yetsirah 4, 3, se utiliza por primera vez el versículo de I Crónicas 29, 11 como una referencia bíblica a los nombres y la secuencia de las siete sefiroth inferiores, en particular las cinco primeras: 'Tuya es, oh Jehová, la Magnificencia (Guedulá) y el Poder (Gueburá), la Gloria (Tiferet), la Victoria (Netsah), y el Honor (Hod), porque las cosas (kol) que están en los cielos y en la tierra son tuyas. Tuyo, oh Jehová, es el reino (mamlajá) y tú eres excelso sobre todos'.68


Y en otro libro puntualiza:

Su comentario al Sefer Yetsirah es la primera obra que explica el libro a la luz de una teoría sistemática de las sefiroth según el espíritu de la Cábala. A la cabeza de las cualidades divinas pone el "pensamiento" (mahashabah), del que surgen los dichos divinos, las "palabras" por medio de las cuales fue creado el mundo. Por encima del "pensamiento" está el Dios escondido, que recibe por primera vez el nombre de 'En-sof' ("el Infinito") (...) Junto con la teoría de las sefiroth desarrolló el concepto de la mística del lenguaje. El habla del hombre está conectada con la divina, y todo el lenguaje, celeste o humano, deriva de una sola fuente, el Nombre divino.69


Ahora bien, todas estas denominaciones por las que Scholem muestra un interés eminentemente sistematizador, no representan para Isaac el Ciego un afán clasificatorio y paralizante, sino que como símbolos que son, constituyen más bien vehículos para nombrar lo que del Innombrable puede ser numerado, pesado o medido y por tanto conocido. Las palabras son evocaciones de realidades superiores o más interiores, de ahí que este cabalista empleara expresiones universales presentes no sólo en el ideario del pueblo judío, sino en el de muchas otras tradiciones de la tierra, tal el símbolo del árbol como modelo del Cosmos, o el del fuego, las llamas y las brasas que equipara al Espíritu de donde todo surge y a donde todo retorna, y también el de la montaña que vincula al Todo y su Principio, y cuyo vientre está surcado de filones o túneles, simbólicas que pone en correspondencia con los senderos que unen las sefiroth y por los que circulan las vibraciones que animan el Universo. Imágenes todas ellas de gran poder y que promueven en el buscador del tesoro oculto la imperiosa necesidad de sumergirse en su interioridad y mamar directamente de la fuente y raíz de la existencia. El mismo "mamar" es un término clave en la didáctica de Isaac, ya que con él alude a la succión e ingesta del líquido nutricio que no es sino el propio Espíritu que se da y recibe a sí mismo; lo único, por tanto, que alimenta, colma y sacia. Religando este misterio en unas pocas líneas, asegura:

Los senderos de las maravillas son como venas en el tronco de un árbol, y Hokhmah es la raíz. Son esencias internas y sutiles que ninguna criatura puede contemplar salvo la que mama de ellas, siendo éste] un modo de contemplación a partir del amamantamiento, y no por medio del conocimiento.


Siguiendo con esta meditación sobre el verdadero saber (pues tal como advierte Isaac al final de la anterior cita no hay que confundirlo con el conocer racional y limitado), el cabalista se formula constantes interrogaciones y busca las respuestas en el fondo de su corazón; y a través de ese cuestionario vital va trazando un itinerario por las comarcas del Pensamiento e hilando un discurso que no pretende la perfección de la forma, ni abarcar las indefinidas posibilidades de todo lo que podría ser dicho, sino provocar incisiones en los velos que ocultan la Realidad para que ésta aflore, y poder realizar simultáneamente el proceso de reunir todo lo que es en la virtualidad del Principio. Ante todo, este redactado del comentario al Sefer Yetsirah es para Isaac el Ciego un rito, es decir, un hacer sagrado en el que aúna el diseño revelado de la estructura orgánica del Cosmos (que cristaliza en las diez sefiroth y los treinta y dos senderos) con el mapa de ruta que uno debe seguir para su recreación permanente, lo cual convierte al ser humano en un mago o teúrgo, en el cabal sentido de la palabra. Poco a poco, esta glosa inspirada, devana una madeja cuyo hilo luminoso es guía en la senda iniciática:

Por eso se dice diez y no nueve, ya que el pensamiento no puede aprehender la medida de lo que hay encima de Hokhmah, ni tampoco en el interior de Hokhmah salvo por medio de la comprensión, tal como dice, comprender en Sabiduría. Comprender podría ser solo un infinitivo, pero si es un imperativo es sólo para los adeptos. No dice "comprender la Sabiduría" o "conocer la Sabiduría" sino comprender en Sabiduría, ya que la Sabiduría llega por medio de la comprensión y comprensión es comprender en Sabiduría, no comprender la Sabiduría, sino comprender la comprensión que hay en la Sabiduría. ¿Y cómo es esta comprensión? Comprende en Sabiduría y sé sabio en comprensión, ya que hay esencias escondidas que no tienen inscripción en ellas; no se pueden comprender, pero sí esa cosa que emana de ellas. ¿Qué es la comprensión para esa cosa o para el adepto que la comprende? A partir de las esencias inscritas hay una comprensión de aquellas que no están inscritas, y a partir de la aprehensión interna de su Pensamiento hay una comprensión de su Causa en 'En Sof.

Sondéalas, sondea a Binah en ellas, ya que el término sondea sólo se aplica dentro de algo. Una persona no dice "yo sondeé de ello" sino "en ello", en la causa. Se sondea haciendo uso de otra cosa que puede sondear a Binah en Hokhmah. Y escrútalas, al mérito y a la culpa, pues está escrito acerca de ellas que "no hay escrutamiento (Is. 40, 28)". Así, no dijo "escruta en ellas". La explicación de "escrútalas" es la de construir el marco que es aprehendido a través de la percepción, y evaluarlo de acuerdo con las dimensiones de las causas, que emanan de ellas y son construidas por ellas.


Este recorrido espiritual va desde lo perceptible a lo totalmente invisible, desde lo limitado a lo ilimitado; se parte del caparazón del símbolo para acceder hasta su esencia informal e increada, y aún más hondo, hasta la región de lo metafísico:

Su medida es diez. Cada cosa es una dimensión y lo que está por encima de ella es lo que la llena, pues la dimensión es un poder que emana de la dimensión del mediador, de la esencialidad de la dimensión y de la emanación de la esencia en 'En Sof. La profundidad es Haskel hacia 'En Sof. El Principio es la emanación del poder de la profundidad, que es Hokhmah, y la profundidad es desde 'En Sof, y todo es uno. Y puesto que el pensamiento no aprehende [a Haskel], dice diez y no once. La profundidad es el final de la aprehensión del pensamiento en dirección a 'En Sof. El final es Binah, que es un principio llamado heh, como el final del [divino] Nombre. Las esencias y los senderos no tienen ninguna inscripción aprehendible en Hokhmah, y es por esto que decimos son los encabezamientos de las dimensiones, el principio del inicio de las causas de las entidades separadas, ya que estas dimensiones que hemos mencionado están en 'En Sof. En nuestro lenguaje sólo se encuentran los encabezamientos de las dimensiones. Su simplicidad es sin separación, pues son los principios de las causas de las entidades separadas.


Por lo que podríamos decir que dicho Comentario es una alabanza permanente a la no dualidad entre el Ser y el No Ser, como se percibe en este fragmento:

Y el Señor único gobierna... por siempre en lo alto por encima de todo. Unico, porque El está unido con todo y todo está unido a El. Gobierna sobre todas ellas: es el gobierno que se compone de todas las dimensiones antes mencionadas en 'En Sof. Desde su morada sagrada: éstas son las patricias. Por siempre: sostén, duración, estabilidad, rectitud con respecto a algo que todavía es, de la palabra 'od, que quiere decir que permanece aún.


Y aun en este otro:

Todas las cosas y todas las dimensiones que aparentan estar separadas no tienen separación en ellas, pues todo es uno, como el principio que unifica a todo. La palabra "único", pues el único Señor, alude ahora a una dimensión en 'En Sof que no tiene final por ningún lado.


En cuanto a En sof, sin-fin o Infinito –término que aparece por primera vez en los escritos de este sabio medieval–, no es algo que intente definir con dicha palabra, pues no es nada de lo que pueda decirse "es esto o lo otro; todo, poco, mucho o casi nada", sino que ante la imposibilidad de referirse y abarcar lo que tal realidad metafísica significa, esa designación es sólo una insinuación para que el ser humano pueda tomar conciencia (no en tanto que individualidad, sino en tanto que en su interior se alberga el germen de lo totalmente ilimitado, supranatural y supraesencial) de aquel estado incondicionado, incognoscible y libre de cualquier determinación, que es el fin del recorrido iniciático. Fusionado en este Océano sin fin, suspendido eternamente en lo verdadero, ya nada cabría pensar, ni decir, ni hacer, ni promover; pero sin embargo, es una constante en los seres humanos que han alcanzado tales estados espirituales repetir el gesto gratuito del Escriba o del Autor (que son los términos con los que Isaac se refiere al Principio del Cosmos) y contribuir así a la regeneración de las posibilidades de Ser. Pero, ¿cómo sumarse a este rito sagrado? Para Isaac el Ciego, el lenguaje, emanado del Verbo o Fiat Lux, es el símbolo cosmogónico por excelencia:

Su raíz [esto es, la del lenguaje y las cosas] es un nombre, pues las letras son como ramas, que aparecen a la manera de llamas que destellan, móviles y sin embargo unidas al carbón, o a la manera de las hojas del árbol, de sus ramas, cuya raíz está siempre en el árbol... y todos los debarim se hacen formas y todas las formas proceden del único nombre, así como la rama procede de la raíz. Se concluye, por lo tanto, que todo está en la raíz, que es el único nombre.70


Y el ser humano, universo en pequeño, es el encargado de actualizar la vida del Ser Universal por intermedio de ese código simbólico, puesto que:

Isaac compara las letras al hombre, ellas contienen "esencias sutiles y secretas" en las que se encuentra en estado de latencia todo lo que de ellas derivará en el futuro, como el hombre que posee en germen todos sus descendientes.71


Este parush fue un eslabón clave en la cadena de transmisión de la incipiente Cábala. Los modelos y apoyos simbólicos que vislumbró y sugirió –podríamos decir que aún inacabados, muy tiernos y abiertos a la maduración que se operará con las aportaciones de sus herederos espirituales–72 imprimieron una profunda huella en el desarrollo posterior de la historia del esoterismo judío, tal y como iremos viendo de aquí en adelante.

Sobre esta gestación intelectual en tierras provenzales aún nos cabría añadir que otros círculos de iniciados, en particular el conocido con el nombre de Iyyún (Contemplación),73 –del cual no trascendió, por una total intencionalidad, ningún nombre propio de sus integrantes– y aun los de otros que sólo dejaron rastros pseudo-epigráficos, también participaron de ese proceso constructor, más secreto todavía, dado el peligro que veían en la difusión de enseñanzas tan interiores y de difícil comprensión por los profanos. La transmisión de lo medular siempre ha requerido de una sutil alquimia, de un equilibrio paradójicamente inestable entre dar-recibir-devolver, pero al mismo tiempo ininterrumpido, para garantizar así la transmisión a quien es merecedor de ello, esto es, a quien lo busca con un corazón puro. De uno de estos escritos pseudo-epigráficos quisiéramos ofrecer este fragmento, para que el lector se adentre y reconozca las simbólicas que conjuga y armoniza en un solo canto:

La Causa de las causas no tiene ni comienzo ni lugar ni límite. Cuando quiso en su voluntad crear los mundos, éstos no eran aprehensibles y visibles. Luego vino la voluntad, y de su gran luz emanaron diez puntos interiores que son como una luz que eclipsa la del sol. La luz del punto más recóndito no está separada de su substancia y es un punto inteligible, necudá mahshabit, de cuya luz irradia un segundo punto inteligible. Y éste representa el comienzo de los caminos de la Primera Causa. De su luz irradia un tercer punto, que es la madre de las almas interiores, y nuestros sabios llaman a este punto 'arabot –cielo–. Y de su luz irradia un gran resplandor, un punto espiritual que es el comienzo del mundo de los espíritus santos y al que los sabios de la Mishná [en Haguigá 12a] llaman zebul-cielo. Y este punto es el fundamento de los mundos, y cuando Salomón, durante la construcción del Templo, construyó el Santo de los Santos, era a esto a lo que se refería, como se deduce de sus palabras en 1 Reyes 8, 13. Y al comienzo del mundo, al que se designa como mundo de la Misericordia, dos otros puntos fueron irradiados juntos con él: los mundos de la Gracia y del Juicio. Aquí comienza la creación de las almas inferiores, nefashot, que vuelven a nacer cuando los cuerpos son creados, y por eso los sabios llaman a este mundo majón-cielo, pues es el fundamento, majón, para la sede de todos los mundos que emanan de allí, y en él existe y se mantiene el reino del mundo del juicio final. Y ésta es la figura del trono, del que está dicho: Y en la gracia se basa su Trono. Y después de todas estas emanaciones irradia una luz del mundo [en hebreo esto puede significar también: una luz eterna], de la cual se construye una columna que en la lengua de los sabios [en el Bahir, sección 105] se llama el Justo del mundo, de la que vuelan las almas. Éstas proceden de la luz del mundo, que se llama "luz de las almas", y éstas son sopladas en los cuerpos de los profetas. Y esta columna es el principio formativo de los cuerpos sutiles pneumáticos, de los cuales se forman también los cuerpos de los profetas, que son formas de cuerpos pero que sin embargo no son cuerpos. Pues incluso si el sello es uno, las formas más diversas están no obstante grabadas en él. Después de esta emanación irradian dos luces: un punto pneumático y un punto físico. Del punto pneumático vuelan las almas que fueron irradiadas de la luz de la Misericordia y ellas son sopladas en los cuerpos de los poseedores del Espíritu Santo o pneuma, y ésta es la formación de los cuerpos pneumáticos que son similares a los cuerpos y sin embargo no son cuerpos [materiales]. [...] Del punto físico vuelan los espíritus inferiores, que irradian del resplandor del mundo del juicio y que son soplados en los cuerpos de los eruditos superiores y perfectos, y en ellos brillan las chispas del Espíritu Santo que irradia sobre el mundo de las almas inferiores. Y ésta es la formación de los cuerpos puros que tienen atributos de cuerpos pero que sin embargo no son cuerpos incluso si no son tan puros como el primero y el segundo tipo [de cuerpos superiores]. Y después de esta emanación irradian de cada parte de estos puntos-luces una luz que es la emanación del último punto hacia el que cada uno de los puntos emana su luz, de acuerdo con la voluntad divina. Algunas veces [este último punto] recibe de todos; otras, sólo de unos pocos, siempre de acuerdo con la voluntad del Rey Supremo. Todos lo anhelan [al último punto] y él los anhela, y en él está la beatitud de todos los siete mundos que están comprendidos en los siete días de la creación. [...] De este punto irradia el mundo de las [inteligencias] separadas.74


Todas estas producciones de Provenza –el sagrado Bahir, las especulaciones de Isaac el Ciego y su familia y las del círculo Iyyún– no quedaron encerradas en esa región, sino que su influencia se expandió al otro lado de los Pirineos, de tal manera que a lo largo del siglo XIII emergió en la ciudad de Gerona (urbe con una comunidad judía numerosa y de gran peso socio-cultural y político) un núcleo de cabalistas encabezados por Ezra, Azriel y Nahmánides (conocido también con el nombre de Bonastruc Saporta) que digirieron la savia nutricia recibida del norte y la devolvieron multiplicada. Mopsik, en su tratado Cabale et cabalistes, refiere que ese flujo intelectual esotérico se propagó hasta la pequeña ciudad catalana de este modo:

Rabbí Acher ben David, nieto de R. Abraham ben David y sobrino de R. Isaac el Ciego, es en efecto uno de los raros cabalistas conocidos que estuvo activo en Provenza en el primer tercio del siglo XIII, cuando los primeros escritos cabalísticos vieron la luz. Su obra principal, el Libro de la Unidad, es el primer tratado cabalístico completo que nos ha llegado. G. Scholem afirma que R. Acher ben David fue la principal correa de transmisión de la enseñanza de las doctrinas místicas provenzales a Gerona.75


La unión entre ambos centros fue muy estrecha, no sólo porque la doctrina se transmitió de forma horizontal a través de la enseñanza oral y de los escritos y cartas que circularon entre ellos, sino porque muchos de sus integrantes recibieron una influencia espiritual vertical vehiculada por Elías –que en el esoterismo judío es una entidad intermediaria análoga al mítico Hermes Trismegisto alejandrino, al Hermes griego o al Mercurio romano, deidad universal que con diferentes nombres está presente en todas las culturas y pueblos y que cumple idénticas funciones instructoras e iniciadoras– y que los religó por lo más alto. El siguiente fragmento del manuscrito de Ménahem de Recanati recogido por G. Sed-Rajna refleja esta realidad supranatural tan propia de la transmisión esotérica y al mismo tiempo tan incomprendida e incluso negada por la mentalidad racionalista y profana:

Elías se apareció a Abraham ben David, presidente del tribunal, y le enseñó la ciencia de la Cábala. [Abraham ben David] la transmitió a su hijo, RABAD, al cual también se apareció Elías, así como a Isaac el Ciego, que jamás vio con los ojos del cuerpo, y a quien Elías igualmente se reveló. E Isaac la transmitió a sus dos discípulos, R. Ezra, comentador del Cantar de los Cantares, y a Azriel. Y después de ellos, [esta tradición] fue transmitida a RMBN76.77


En la edición del Sefer Yetsirah traducida y anotada por Miriam Eisenfeld se dice a propósito de estos sabios:

No se poseen muchos datos biográficos sobre los miembros de la escuela de Girona; sin embargo, las pocas fuentes existentes indican una gran proximidad tanto espiritual como familiar, pues varios de ellos estaban emparentados. Su fuerza no residía en el número, ya que formar un vasto movimiento popular nunca fue uno de sus objetivos.78


Su función se centró fundamentalmente en la maduración y ampliación de matices de las crípticas y secretas enseñanzas que habían recibido de los maestros de Provenza, como aquél que acoge el preciado tesoro oculto y lo va desenvolviendo poco a poco, para que su luz y brillo interior vaya desvelándose gradualmente y su belleza pueda ser contemplada por otros agraciados, en los cuales se generarán nuevas sugerencias y posibilidades de inteligir las facetas de esa joya inagotable, pues ésta es el símbolo de los indefinidos reflejos manifestados de lo totalmente Ilimitado.

Como ya hemos apuntado, Azriel y Ezra ben Selomoh (su cuñado o suegro, pues según las fuentes es uno u otro el parentesco que los une) fueron discípulos de Isaac el Ciego y dos de los grandes representantes de la Cábala de Gerona, siendo principalmente el primero el impulsor de una tendencia aperturista, en el sentido de querer difundir la doctrina interior más allá del ámbito de iniciados judíos. Jacob ben Sheshet también se adhirió a esta corriente y se mostró muy interesado en conjugar la esencia de la doctrina hebrea con la de otras formas tradicionales79. A estos tres habría que añadir Nahmánides80, un talmudista de prestigio que fue el patriarca de la ciudad, el cual, sin embargo, prefirió dar su enseñanza exotérica por escrito, reservando la esotérica, la cabalística –a la que se refiere parcialmente en sus textos– a la instrucción oral. Nahmánides también contribuyó al desarrollo de la Cábala en Barcelona, junto con sus discípulos Salomón ben Adret, Isaac Todros y David ha-Koen, los que siguiendo la línea de su maestro legaron las enseñanzas esotéricas a un grupo pequeño de adeptos, y dejaron muy pocos testimonios escritos.81 Por otra parte, en la Ciudad Condal fue igualmente muy importante la función de Abulafia, quien según menciona Moshe Idel en su artículo "La Cábala en Barcelona"82 vivió durante algunos de sus años de estudio en dicha ciudad –donde tuvo oportunidad de seguir las enseñanzas de Barukh Togarmi y de conocer varios comentarios al Sefer Yetsirah– siendo el propulsor de la Cábala llamada extática o lingüística, muy criticada por los autores antes citados.

Estas tendencias que empiezan a perfilarse en el seno de la Cábala, lejos de significar caminos divergentes como así lo aseveran muchos historiadores y eruditos contemporáneos, responden a la exploración emprendida por los diversos sabios o iniciados, los cuales investigaron y penetraron distintas vías de aprehensión de los misterios de su tradición, experimentadas a veces de manera aparentemente contradictoria, con tensiones, atracciones, rechazos o conjunciones propias del proceso vital y orgánico por el que el Ser Universal y único se regenera permanentemente y expresa sus indefinidas modalidades de manifestación, aunque en el fondo todo emane y retorne a un mismo punto. Sin la comprensión de esta unidad esencial en el seno de la Cábala, todo sería visto como división y fragmentación, pero desde la unidad en el Principio, ello no es sino la expresión de una riqueza sin fin. Por lo que todos estos sabios, vistos no como individualidades sino como integrantes de una entidad universal, fueron juntamente con los de Castilla los antecesores de la Cábala, propiamente dicha, que se coronará con la publicación del Zohar.

NOTAS

60 La tradición se regenera constantemente gracias a las síntesis y las adaptaciones que acontecen cíclicamente, pero estas operaciones no son nunca un sinónimo de sincretismo o de invención –aspectos éstos ligados al pensamiento racional, a las opiniones individuales y a lo relativo–, sino que obedecen a la intervención de una facultad supranatural denominada intuición intelectual, y están siempre inspiradas y referidas a los principios universales inmutables.

61 En un curioso apartado llamado "Los judíos del Languedoc" de la obra Ordo Laicorum ab monacorum ordine de E. R. Callaey se indica: "... en la Provenza, más precisamente en Narbona, el antiguo principado de Septimia, donde merced a una alianza entre Pipino el Breve y el Califa de Bagdad, se establece un vasto territorio bajo el control de una comunidad judía liderada por Makhir, exilarca de los judíos de Babilonia, cuya influencia en el Midi se hará sentir durante siglos, aún después de ser ahogada en la historia junto con los ecos de los últimos cátaros."
"La alianza de Pipino con el exilarca de Babilonia –descendiente por vía directa del rey David– excede el marco político. Makhir no sólo controlaba el principado de Narbona, sino que se casa con la hermana del rey –la princesa Auda Martel, hija de Carlos Martel– estableciéndose un vínculo de sangre entre el linaje davídico y las casas reales europeas. Este hecho histórico, tan poco observado, al igual que la influencia judía en el movimiento benedictino, resulta un gran desafío en la comprensión de la construcción del judeocristianismo medieval."

62 El Diccionario de autores judíos (Sefarad. Siglos X-XV) dice de este sabio del s. XI-XII que fue rabino de Barcelona y posiblemente discípulo de Yishaq ben Reuben al-Bargeloni. Que se sepa, es autor de dos tratados jurídicos, de otro sobre el calendario litúrgico y de un importante comentario sobre el Sefer Yetsirah que aunque Abraham ben Yitshac de Narbona no menciona de manera explícita, sí se cree estuvo en sus manos, y según afirma Scholem en su Los orígenes... "es bastante posible que haya sido esta obra la que le motivara a ocuparse en adelante del libro Yetsirah y de la gnosis de la Merkabá".

63 Azriel de Girona. Cuatro textos cabalísticos. Introd., trad. y notas por Miriam Eisenfeld. Riopiedras Eds., Barcelona, 1994.

64 Este es otro hombre de conocimiento que al igual que Yehudá ben Barzilay vivió en Barcelona en el s. XI-XII, ocupando diversos cargos públicos de relevancia (fue astrólogo y matemático del rey Alfonso I de Aragón así como Nasi o príncipe de la comunidad judía, entre otras funciones), y aunque no puede ser considerado un cabalista, su labor fue fundamental en cuanto a la traducción, síntesis y difusión de muchas disciplinas a través de su cuantiosa producción escrita. "En filosofía, Bar Hiyya' une elementos neoplatónicos y aristotélicos en una síntesis con rasgos muy personales. En la parte que se conserva de su obra enciclopédica trata temas de geometría, aritmética, óptica y música. Sus estudios matemáticos, traducidos muy pronto al latín, introdujeron en Europa conocimientos fundamentales de geometría y trigonometría desarrollados entre los árabes. En astronomía ofreció la primera exposición del sistema ptolemaico en hebreo, siguiendo sobre todo a al-Fargani y al-Battani; se ocupó también de problemas del calendario, y confeccionó tablas astronómicas y astrológicas muy empleadas en su tiempo. Sus descripciones geográficas fueron durante siglos fuente primaria de información para los judíos europeos. En colaboración con Platón de Tívoli tradujo varias obras científicas del árabe al latín, siendo así un eslabón fundamental en la transmisión del saber científico oriental a Europa". (Diccionario de autores judíos...).

65 También se lo nombra como hasid lo que significa "el piadoso", en el sentido de tendente o totalmente adherido a lo sagrado.

66 Sobre la contemplación el propio Isaac escribió: "La sefiyah es la intelección de una entidad a partir de otra, como en el versículo 'Velaré para ver' (Habacuc II, 1) que se refiere a la evidencia del Verbo. La sefiyah significa que cada una de las causas depende, se eleva y obtiene la contemplación de otra causa superior a ella. Cada dimensión atrae lo que procede de otra dimensión según el siguiente orden de manifestación: lo tallado procede de lo esculpido, lo esculpido de lo trazado y lo trazado de lo invisible. Todo está incluido: un elemento en otro que a su vez procede de otro. Todo está enlazado: un elemento con otro y éste a su vez con otro. ¿Cómo se reciben mutuamente? Por medio del elemento sutil y esencial." Citado en Azriel, Cuatro textos cabalísticos...

67 Mark Brian Sendor en su interesante tesis doctoral The emergence of Provençal Kabbalah: Rabbi Isaac the Blind's Commentary on Sefer Yetsirah, (Vol. I-II), University of Michigan, Ann Arbor, 1995, ofrece una traducción al inglés de este comentario de Isaac que es del que hemos extraído los fragmentos que citaremos a continuación.

68 G. Scholem. Los Orígenes.... Sabiduría, Inteligencia y Conocimiento son señaladas por los cabalistas en Exodo 31, 3.

69 G. Scholem. Desarrollo histórico e ideas básicas de la Cábala. Ed. Riopiedras. Barcelona, 1994.

70 Citado por G. Scholem en Los Orígenes...

71 Azriel. Cuatro textos...

72 En realidad sólo diríamos esto a partir de una primera lectura de sus escritos, porque ¿qué podría uno saber de los estados que el sabio llegó a conocer? Unicamente transitando los senderos que fue abriendo ese cabalista, y abriéndolos ahora en nosotros mismos, seremos lo que conocemos y conoceremos lo que somos.

73 Se atribuyen dos opúsculos a este grupo: La Fuente de la Sabiduría y el Libro de la Contemplación, además del redactado de una treintena de tratados breves. Scholem, que estudia los dos principales en Los Orígenes..., nos dice que el primero se centra en el estudio del Nombre divino YHVH y en el desarrollo de la cosmogonía, y el segundo enumera los poderes de la Merkabá y su relación con las sefiroth. Ver también Mark Verman, The Books of Contemplation: Medieval Jewish Mystical Sources, State University of New York Press, Albany, 1992. El tema se vuelve a tratar aquí más adelante en el acápite "Literatura epigráfica o pseudoepigráfica", pág. 203.

74 G. Scholem. Los Orígenes de la Cábala II. Este texto está citado en una carta atribuida a Yitshac Cohen, cabalista de Soria.

75 Charles Mopsik. Cabale et cabalistes, Ed. Albin Michel, París, 2003. Ver Daniel Abrams. R. Asher ben David: His Complete Works and Studies in his Kabbalistic Thought, Cherub Press, Culver City, Californie, 1996.

76 Iniciales de R. Moshe b. Nahman (Nahmánides).

77 Esta cita está extraída del prólogo de Sed-Rajna al Commentaire sur la liturgie quotidienne del maestro Azriel, Leiden, 1974.

78 El libro de la Formación. Sefer Yetsirah. A la luz de los escritos de los cabalistas de Gerona. Ed. Obelisco, Barcelona, 1992.

79 El Diccionario de autores judíos señala que entre las obras de Jacob ben Sheshet se cuenta Mesib debarim nekohim, donde desarrolla las teorías cabalísticas sobre la Creación y critica las posturas de corte racionalista implantadas por Maimónides; Sefer ha-emunah we-ha-bittahon (editado en Venecia en 1601), tratado en el que defiende la posibilidad de interpretar libremente la Torah y Sa'ar ha-samayim, primer escrito cabalístico en prosa ritmada, en el cual se hace referencia a las 10 sefiroth, al tema de la Voluntad y al de la transmigración de las almas.

80 De éste también se dice que además de receptor de las enseñanzas de Isaac el Ciego fue discípulo de Yehudah ben Yaqar, cabalista nacido en Narbona (s. XII-XIII) pero que se estableció en Barcelona, siendo juez religioso desde 1175, y que al parecer residió en dicha ciudad hasta su muerte. Por otra parte, según algunos autores (ver Diccionario...), Yonah ben Abraham Girondi (1200-1263), primo de Nahmánides y gran erudito, también perteneció al grupo de cabalistas de Gerona y al desplazarse para vivir en Barcelona fue maestro de ben Adret.

81 Se sabe que Salomón ben Adret (1235-1310), sucesor de Nahmánides y gran líder del judaísmo catalán, escribió un solo poema con reminiscencias cabalísticas impreso según refiere M. Idel en Sifrei ha-Rashba, ed. M. M. Gerlitz, Jerusalén, 1986, vol. I, (en hebreo), y además muchos textos de corte jurídico, religioso y filosófico-científico. Según el mismo erudito contemporáneo, en el manuscrito anónimo Sefer Ma'arékhet ha-Elohut se recogen muchas de las enseñanzas de Nahmánides y su grupo, así como otras tradiciones cabalísticas de diferentes escuelas. Los discípulos directos de ben Adret fueron Yom Tob ben Abraham Asbili (1250-1330), nacido en Sevilla pero estudiante en Barcelona, en cuyos numerosos escritos no aparecen reflejos de sus conocimientos en Cábala; Sem Tob ben Abraham ibn Gaón, que tras vivir por un tiempo en Cataluña y empaparse de la doctrina interior, emigró a Safed, siendo sus dos tratados más específicamente esotéricos Badde ha-'aron u-migdal Hananel y Kether Sem Tob, glosa cabalística del Comentario al Pentateuco de Nahmánides, y finalmente, Bahya ben Asher, que vivió mucho tiempo en Zaragoza donde se dice que fue exegeta y cabalista y el cual escribió un Comentario al Pentateuco en el que propone cuatro niveles de lectura: el literal, el homilético, el racional y el cabalístico. Por lo que se refiere a Isaac Todros, dirigente político de la aljama de Barcelona, de él sólo se conoce un tratado cabalístico, el Comentario sobre la liturgia de los días festivos (Ms. París, BN 839) y otros textos de carácter exotérico. Aunque mucho menos conocido, Joseph Chalom Achkénazi (finales del s. XIII), quien también vivió en Barcelona, publicó un Comentario sobre el Génesis Rabba (del que Mopsik cita un fragmento en su Cábala y cabalistas...) en el que aborda el tema de las diez sefiroth y su correspondencia con el ser humano andrógino. Todo ello nos hace ver que en la Ciudad Condal también existió un grupo activo de sabios judíos interesados y entregados a la vivificación del esoterismo de su tradición.

82 Ron Barkai et al. La Càbala. Fundació Caixa de Pensions, Barcelona, 1989.


Continuación

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