Por el BAUTISMO, tu hijo
queda:
- Regenerado como hijo
de Dios.
- Consagrado a Dios,
Padre, Hijo y Espíritu Santo.
- Hecho miembro del
Cuerpo de Cristo.
- Purificado por la
conversión y por el perdón de los pecados.
- Marcado con un sello
espiritual indeleble de su pertenencia a Cristo.
- Incorporado a la
Iglesia y hecho partícipe de su misión.
Volver