RECADI operó en los pisos 3, 4, 5 y 6 de la torre Provincial (Fuente: página web)El 14 de junio de 1989 tuvimos la oportunidad de << colarnos>> en las instalaciones de la extinta Oficina del Régimen de Cambios Diferenciales. Los arreglos se hicieron por intermedio del Diputado independiente electo en las planchas de Copei, Alexis Ortiz, a quien conocíamos desde que estudiamos en la Escuela de Periodismo de la UCV.

A La Agenda Secreta le hacía falta, en ese momento, visitar las instalaciones de Recadi. Parecía un absurdo hacer denuncias todos los días, y no registrar ni una información sobre los movimientos que dentro de esas oficinas hacían jueces, fiscales, parlamentarios y personal de Hacienda.

¿Quién iba a creer que desde este promontorio de chatarra contraenchapada que queda hoy día -las fotos eran impresionantes- se adjudicaron más de 40.000 millones de dólares preferenciales a 26.000 importadores, aparte de los deudores privados, becarios y empresas del sector público?

El equipo de La Agenda Secreta de Recadi penetró a las instalaciones de la Oficina del Régimen de Cambios Diferenciales.

Para cualquier periodista que haya ido muchas veces a Recadi, << sólo por razones de naturaleza profesional e informativa>> -escribimos-, significaba un verdadero contraste volver, al calor del escándalo.

Antes, cuando las instalaciones ubicadas en los tres primeros pisos de la Torre Provincial de San Bernardino eran el centro de autorización de los dólares baratos y subsidiados por el Estado, casi no se podía entrar del gentío. Es más los << usuarios>> pensaban que uno se les estaba << colando>> .

Ahora, << que el organismo está en proceso de liquidación y moribundo, aparte de investigado, lo que existe son prácticamente ruinas: cantidades industriales de escritorios y sillas emulando al Helicoide, techos destartalados, computadoras, impresoras, fotocopiadoras, etc. Hasta un arbolito de Navidad reseco>> -reportamos.

Los pocos << humanos>> que todavía tenían que ver con Recadi eran: funcionarios de la Guardia Nacional que mantenían tomadas las instalaciones y los archivos bajo resguardo, y algunos empleados (les decían los sobrevivientes) que apoyaban a Diputados y asesores de la Comisión del Congreso que investigó lo que allí ocurrió.

Como el edificio donde funcionó Recadi se corresponde con la sede del Banco Provincial, el horario indicaba que todos aquellos que querían ingresar al edificio debían hacerlo en horas de rutina bancaria. Tuvimos que esperar.

A las ocho y media de la manaña avanzamos hacia los ascensores. Ya no era como antes, es decir, cuando existía Recadi, que todo el mundo tomaba los ascensores de la izquierda porque a la derecha quedaba el Banco Provincial. Era al revés: el hormiguero avanzaba hacia la derecha, porque a la izquierda quedaba Recadi.

Tomamos el ascensor de la derecha -vacío por supuesto- y le pedimos a la fastidiada operadora que nos llevara al segundo piso.

- Señor, ahí ya no hay nadie. Allí no hay nadie trabajando - exclamó un poco extrañada la ascensorista del primer turno de la mañana.

- No importa, es que tenemos una reunión -respondimos.

Llegamos al segundo piso y tomamos el corto pasillo hasta que nos detuvo un Guardia Nacional armado.

- ¿Qué desea? - preguntó

- Dudamos y lo primero que se nos ocurrió fue decir: Bueno venimos a una reunión con el Diputado Alexis Ortiz.

- El ya llegó - afirmó el guardia-. Deme su nombre y número de cédula y el organismo para el cual presta servicios. Siga por ahí y al final está el diputado...

Fue impresionante ver el estado de las instalaciones de la oficina más visitada en toda la historia republicana de Venezuela.

Increíble. Alguien -escribimos- debería ocuparse de inventariar y darle mejor destino a los costosísimos equipos de computación que están regados por todos los pisos y oficinas. Los escritorios, las sillas, las divisiones contraenchapadas, los aires acondicionados, las alfombras, etc.

Subimos al piso tres, donde estaban los archivos fundamentales de la oficina. El guardia de turno, también de la GN << estaba pilas>> y no mordió ninguno de nuestros anzuelos.

Luego nos enteramos, por otra vía, del regaño que le metió la Ministro de Hacienda, Eglée Iturbe de Blanco, a la liquidadora Eva Morales. Lo cierto del caso es que una cuadrilla de empleados de Hacienda entró a los días para poner el mobiliario en una situación más ordenada. De esto nos dimos cuenta cuando en otra oportunidad, sin ningún inconveniente para entrar, regresamos a Recadi -por invitación del diputado Roseliano Ojeda- algunas semanas después. Fue cuando vimos personalmente, por primera y última vez, al Juez Instructor Especial del Caso, Luis Guillermo La Riva.

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