¡YES!
La
noche de Wakeman
Por Carlos Zaldívar
Una noche conmovedora invocada por los
mejores teclados que pudiera tener un sacerdote antes de oficiar misa. Apenas habían pasado cinco rolas y el reloj
marcaba una hora del progresivo más puro de antaño. El auditorio nacional se vestía de gala para
recibir a uno de los grupos consagrados dentro de este género: YES, desde el Reino Unido.
Era casi imposible estar inertes e inactivo
en cada interpretación, así que rompimos el paradigma de esperar al final y nos
lanzábamos con ovaciones y aplausos en
cualquier momento. Bien merecido lo
tienen. Y es que en su primera visita,
en 1998, faltó principalmente Wakeman y
en la segunda, con The Ladder Tour, pues pasaron desapercibidos. Alguien faltaba.
Hoy, podemos asegurar que es la primera
visita de YES a México, y es que con su alineación original y perfecta,
encuadran los elementos necesarios para procrear música bajo un clímax de
erotismo en cuerdas y sintetizadores. Anderson,
White, Squire, Howe y Wakeman vuelven a las andadas como los progresistas
pródigos. Al verlos, parece ser
cierto: La vida inicia a los
cincuenta. Aquel muchacho de cabello
largo y delgado, hoy es un “sir” de las cuerdas, fundador de GTR, con escaso
cabello y unas arrugas demás: Steve Howe. Y qué decir de Chris Squire y Rick Wakeman. Una historia que inició hace treinta y tres
años.
En la temporal y larga vida de solista de Wakeman,
recordamos a un joven entusiasta, vigoroso y lleno de carisma; hoy, otro “sir”
aún más entusiasta, vigoroso y con más carisma.
Esa energía que se inyectan entre sí reluce en cada acorde, en cada nota
y las palabras evangélicas de Jon. Tras
varios teclados, se encuentra uno de los mejores músicos que ha tenido una
trayectoria musical larga: Rick, quien en
momentos pareciera invocar a una guerra entre dioses, entre cuerdas y teclados,
entre genios... entre hermanos. En lo
personal, él fue quien se llevó la noche.
Fue su noche, con más energía y suplicando el perdón por no estar
anteriormente. Esta noche, a su regreso
con YES, es inmortalizado por los fans,
quienes lo ovacionamos de pie por más de tres minutos.
Hubo un intermedio de quince minutos, ¿para
qué? Posiblemente para refrescar las
ideas y generar más pureza en los instrumentos, para tomar aire, viento y algo
de éxtasis, para continuar el viaje hasta donde lo permita la imaginación. Kaleidoscopios de fondo visual, colores,
formas, efectos, y al final, un análisis musical sobre esos cinco genios del
progresivo en el escenario.
Fueron suficientes las canciones, como Magnification,
Close To The Edge, Heart Of The Sunrise, Long Distance Runaround, Six Wives, Ancient,
Clap, Birthday, Starship Trooper, y Awaken, entre otras... y para el segundo encore
y cierre con broche de oro puro y macizo:
Roundabout.
Salimos incrédulos y se comentó que
pasáramos a las taquillas a dar un dinero extra, porque, al filo de estas
líneas aún nos sentimos endeudados por semejante tesoro musical. Prometieron regresar, y esperamos que sea
pronto.
YES no morirá, el progresivo los mantendrá
vivos y junto con sus fans celebraremos la inmortalidad. Volvimos a nacer después de este visionario
concierto.
De todos modos... el cielo puede esperar.
Diciembre 8 del 2002