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SYMBOLOS
Revista internacional de
Arte - Cultura - Gnosis
 
 
EL ÁRBOL INVERTIDO (2)
ANANDA K. COOMARASWAMY
El Zohar (Shelah Lecha) distingue los Árboles como el más alto y el más bajo: «Observa que hay dos Árboles,18 uno más alto y otro más bajo, en uno de los cuales está la vida y en el otro la muerte, y el que los confunde trae la muerte sobre sí mismo en este mundo y no tiene porción en el mundo por venir». Sin embargo, estos Árboles están tan estrechamente relacionados que puede efectuarse una transmutación: «Este verso (Prov. II:24) testifica que el que da al pobre induce al Árbol de la Vida a dar de sí mismo al Árbol de la Muerte, de manera que la vida y la dicha prevalen en lo alto, y de manera que ese hombre, siempre que está en necesidad, tiene el Árbol de la Vida para sostenerle y el Árbol de la Muerte para cobijarle» (Zohar, Beha ’Alotheka).19 Los dos Árboles se contrastan también como sigue: «Todas las supra-almas emanan de un alto y poderoso Árbol… y todos los espíritus de otro Árbol más pequeño… cuando éstos se unen, brillan con una luz celestial… Pues lo femenino es a imagen del Árbol pequeño… el más bajo, el Árbol femenino, y tuvo que recibir la vida de otro Árbol… Cuando el Santo otorga al pecador gracia y fuerza para cumplir su retorno a la rectitud… el hombre mismo (que como un pecador había estado "muerto") está verdadera y perfectamente vivo, pues está unido al Árbol de la Vida. Y, estando unido con el Árbol de la Vida, se le llama "un hombre de arrepentimiento", porque ha devenido un miembro de la Comunidad de Israel»20 (Zohar, Mishpatim, III, 303-324).21 

Antes de proceder a un examen más detallado del Árbol Invertido como se describe en los textos indios (y en otras partes), pueden decirse algunas palabras sobre los dos nombres con los cuales se llama comúnmente al Árbol: a§vattha (ficus religiosa, pippala) y nyagrodha (ficus indica, vaÊa, baniano).22 La palabra A§vattha se entiende que significa la «Estación del Caballo» (a§va-stha), donde el Caballo es Agni y/o el Sol; que ésta es la interpretación apropiada lo pone casi más allá de toda duda la expresión repetida «como al caballo levantado» (a§vayeva ti·Êhante), que hace referencia a las ofrendas que se hacen a Agni encendido en el ombligo de la tierra23 —por ejemplo, en Taittir´ya Sa×hitŒ IV.1.10, «llevándole a él, como se lleva forraje a un caballo en un establo… encendido en el ombligo de la tierra, a Agni nosotros invocamos» (asvŒyva ti·Êhante ghŒmam asmainŒbhŒ p¨thivyŒ samidhŒnam agniµhavŒmahe), y similarmente Atharva Veda Sa×hitŒ III.15.8, VŒjasaneyi Sa×hitŒ XI.75, êatapatha BrŒhmaöa VI.6.3.8— y el hecho de que a§vattha es una designación del Vi·öu solar en el MahŒbhŒrata (E. W. Hopkins, Epic Mythology, Estrasburgo, 1915, págs. 6-7 y 208-209). Nyagrodha significa «que crece hacia abajo», no meramente en tanto que esto se representa efectivamente por el crecimiento de raíces aéreas, sino debido también a que el Árbol mismo se considera como invertido, como ello es claro en Aitareya BrŒhmaöa VII.30, donde las escudillas que los Devas «volcaron (nyubjan); devinieron los árboles nyagrodha. Aún hoy, en Kuruk·etra, los hombres llaman a estos [árboles] "nyubjas". Éstos fueron los primogénitos de los nyagrodhas; de ellos nacieron los otros. Por cuanto crecieron hacia abajo, y por cuanto el nyagrodha "crece hacia abajo", y su nombre es "nyagrodha", puesto que es nyagroha ["que crece hacia abajo"] , los Devas le llaman nyagrodha parabólicamente». Esta explicación vuelve a aparecer en êatapatha BrŒhmaöa XIII.2.7.3. 

En cada país el Árbol del Mundo es de una especie propia del país en el que se ha localizado la tradición —por ejemplo en Escandinavia es un roble, y para Dante un manzano. En Siberia el Árbol es un abedul: este abedul se erige en santuarios hypaethrales comparables a los bodhi-gharas budistas, se llama significativamente el «Dios de la Puerta», y hay ritos de escalada análogos a los de los BrŒhmaöas y SaµhitŒs.24 La idea de un Árbol erecto y un Árbol invertido se encuentra en una amplitud de tiempo y espacio que abarca desde Platón a Dante y desde Siberia a la India y Melanesia. Muy probablemente la tradición proto-Védica ya tenía conocimiento de ambos. En este caso podría suponerse que en la India el a§vattha se tomó como el tipo del Árbol erecto, y el nyagrodha, debido a sus raíces aéreas llamativamente colgantes, como el tipo del Árbol invertido. Sin embargo, el ak·aya-vaÊa de BodhgayŒ no es un a§vattha, sino un nyagrodha; los textos pŒlis se refieren al Árbol-Bodhi ora como asattha ora como nigrodha. El Árbol en el arte budista, y en los santuarios existentes, es un a§vattha; y al Árbol Invertido de Katha Upani·ad VI.1 y de textos similares se le llama específicamente el «Único A§vattha». En otras palabras, los Árboles no se distinguen claramente en la práctica; y si la distinción de significado, hecha tan admirablemente con los dos nombres de a§vattha y de nyagrodha, continuó sintiéndose, debe haber sido dentro de una doctrina esotérica más bien que públicamente. Que la doctrina del Árbol Invertido ha sido siempre una doctrina esotérica está lejos de ser improbable; ciertamente, esto se sugiere en Aitareya BrŒhmaöa VII.30, donde el significado del ritual es evidentemente un «misterio», y también en lo que se ha dicho arriba del Soma, cf. ôg Veda Sa×hitŒ I.139.2, donde se trata de «ver al áureo», es decir, al inmortal, «con estos ojos nuestros, los ojos de Soma», «ojos» que son los de «la contemplación y el intelecto» (dh´ y manas) y, en Aitareya BrŒhmaöa II.32, el «laude silente». 

Volvemos ahora a una consideración de los textos en los que el Árbol Invertido, de cualquier especie que sea, se describe como tal. ôg Veda Sa×hitŒ I.24.7 es explícito: «En el sin-terreno [aire] el Rey Varuöa, el Poder Puro, sostiene la cresta del Árbol (vanasya stèpaµ); su terreno está arriba; [sus ramas] están abajo;25 que sus estandartes [u oriflamas] se planten profundamente en nosotros» (abudhne rŒjŒ varuöo vanasy¯rdhvaµ stèpaµ dadate pètadak·aú; n´c´nŒú sthur upari budhna e·Œm asme antar nihitŒú ketavaú syuú). Para la palabra stèpa, cf. ôg Veda Sa×hitŒ VII.2.1, donde, dirigido a Agni, tenemos, «toca la sumidad del cielo con tus crestas (stèpaiú), cúbrelo con los rayos del sol», y los epítetos hiraöya-stèpa y aru·a-stèpa aplicados a Agni en X.149.5 y III.29.3. En VŒjasaneyi Sa×hitŒ II.2, vi·öo stèpaú es ciertamente la «cresta de Vi·öu» (§ikhŒ); ver Taittir´ya Sa×hitŒ I.1.11.1 y êatapatha BrŒhmaöa I.3.3.5. Así pues, el Árbol cuelga de arriba hacia abajo. Al mismo tiempo, no es esencial una distinción entre la copa y el tronco: el Árbol es un pilar ígneo como se ve desde abajo, un pilar solar como se ve desde arriba y un pilar pneumático en su totalidad; es un Árbol de Luz,26 muy parecido al del Zohar que vamos a citar ahora. 

SŒyaöa entiende acertadamente que el Árbol es una «Zarza Ardiente»27: Los ketavaú son «rayos» (ra§mayaú) y «soplos de vida» (prŒnaú), el stèpa un «agregado de energía ígnea» (tejasaú saµgham). Que los rayos tiendan hacia abajo está de acuerdo con el hecho, recalcado a menudo, de que los rayos del Sol van hacia abajo; cf. êatapatha BrŒhmaöa VII.4.1.18, donde el disco de oro que representa el Orbe solar se coloca «de modo que mire hacia aquí» (arvŒöcam). En otras palabras, los rayos, considerados como las ramas de un Árbol cuya raíz está arriba, se abren hacia abajo; mientras que si consideramos las llamas como las ramas de un Árbol que brota desde una raíz abajo (Agni en tanto que Vanaspati), entonces todas estas llamas suben hacia arriba (ôg Veda Sa×hitŒ III.8.11, «Sube Vanaspati, de un centenar de ramas», vanaspate §ataval§o vi roha), y su llama axial alcanza e ilumina al Sol mismo. De la misma manera, si consideramos los «soplos», que son los «rayos» en su aspecto pneumático: el Sol, o el Fuego solar es el «Soplo» (prŒöa), y se debe a que «besa» (insufla) a todos sus hijos por lo que cada uno puede decir «yo soy»,28 al ser así inspirado, mientras que Agni es el «tiro» (udŒna) o aspiración, y éstos dos están separados y conectados por el «soplo separador» (vyŒna); estos tres soplos juntos constituyen la totalidad de lo que se llama «spiración» (prŒöa), la «totalidad del Espíritu» (sarva ŒtmŒ) de PrajŒpati (êatapatha BrŒhmaöa VII.1.2.21 y VII.3.2.12-13). Así pues, el Árbol del Mundo arde o ilumina, inevitablemente, al mismo tiempo hacia arriba o hacia abajo, según nuestro punto de vista, que puede ser como desde abajo o como desde arriba. Lo mismo puede expresarse de otra manera en conexión con los ritos de escalada: donde, de la misma manera que «Los Devas atravesaron entonces estos mundos por medio de las "Luces Universales" (vi§vajyotibhiú, es decir, por medio de Agni, VŒyu y îditya,29 como "peldaños" o "escalones" samyŒnyaú),30 a la vez desde aquí hacia arriba y desde arriba hacia abajo (cordhavŒnaµ cŒrvŒcaú), así hace el Sacrificador ahora…» (êatapatha BrŒhmaöa VIII.7.1.23; cf. TS V.3.10); por ejemplo, «Como el que quiere ascender a un árbol por etapas (Œkramaöair ŒkramŒöaú; cf. Taittir´ya Sa×hitŒ VI.6.4.1), de la misma manera… él va ascendiendo a estos mundos» (imŒn lokŒn rohan eti, Jaimin´ya Upani·ad BrŒhmaöa I.3.2); «sube la difícil subida (dèrohaöaµ rohati )», alcanza el Cielo, y nuevamente «desciende como el que se agarra a una rama» (pratyavarohati yathŒ §ŒkhŒµ dhŒramŒöayaú) hasta que se restablece sobre la tierra (Aitareya BrŒhmaöa IV.21),31 o, para expresar esto en los términos de Atharva Veda Sa×hitŒ X.7.21 (citado arriba), vuelve de la No-existencia a la Existencia, o usando los términos de êatapatha BrŒhmaöa I.9.3.23, vuelve del plano del ser suprahumano y verdadero al plano del ser humano y falso. 

El importante texto Atharva Veda Sa×hitŒ X.7.38 (cf. también ôg Veda Sa×hitŒ X.82.6) describe la procesión del (Brahman-) Yak·a: «Un gran Yak·a en el centro del mundo, procede en una incandescencia (es decir, como el Sol) sobre la espalda (es decir, la superficie) del océano, y en él están apostadas las Deidades, como si fueran ramas alrededor del tronco del Árbol» (v¨k·asya skandhaú parita iva §ŒkhŒú); nada en el texto mismo es explícito en cuanto a la erección o la inversión; sólo si nos apoyamos en la ecuación de «Yak·a» con «Varuöa» en ôg Veda Sa×hitŒ VII.88.6 y X.88.13 y si cotejamos el texto con ôg Veda Sa×hitŒ I.24.7 puede asumirse que el Árbol está invertido. 

Al texto de Atharva Veda Sa×hitŒ II.7.3, «Desde el cielo la raíz está tendida hacia abajo (divo mèlam avatatam), sobre la tierra extendida; con ésta, el de mil juntas, protégenos por todos lados», que concierne a una «planta» que no se nombra, lo contradice aparentemente el texto de Atharva Veda Sa×hitŒ XIX.32.3, donde el darbha de mil juntas, invocado por una larga vida, y asimilado evidentemente el Eje del Universo, puesto que en 4 y 7 se dice que ha traspasado los tres cielos y las tres tierras (los tres mundos) y se le llama «dios nacido» (deva-jŒta) y «soporte del cielo» (divi-skambha), se describe como plantado en tierra con su copa en el cielo (divi te tèlam o·adhe p¨thivyŒm asi ni·Êhitaú). 

Sin embargo, nos encontramos sobre terreno seguro en Katha Upani·ad VI.1, Maitri Upani·ad VI.4, y Bhagavad G´tŒ XV.1-3, donde el Árbol se describe como invertido y se llama un A§vattha. En Katha Upani·ad: «Este sempiterno A§vattha tiene las raíces arriba y las ramas abajo (èrdhva-mèloÕrvŒk§akhaú): eso es el Sol Brillante (§ukram),32 eso es el Brahman, a eso se le llama el Inmortal, en quien todos los mundos están contenidos, más allá de quien no va nadie, Esto, ciertamente, es Eso». «Más allá de quien no va nadie» corresponde a Katha Upani·ad III.11, «más allá de la Persona no hay nada, eso es el fin, la meta final (kŒ·ÊhŒ)», y a Atharva Veda Sa×hitŒ X.7.31, «más allá [del skambha] ya no hay ningún ser». 

 
 
Continuación
 
NOTAS
18 El tronco o eje vertical del Árbol cabalístico de los «Diez Esplendores» conecta directamente el más alto (Kether) con el más bajo (Malkuth). Este último corresponde a todo lo que en la tradición védica está implícito en el «Campo» (k·etra) y el «Loto», y es, «en un sentido, externo al sistema del cual es el último miembro»; es su reflejo. Cuando representamos el sistema Sephirótico como el Hombre, Malkuth está «debajo de sus pies» (Le Voile dÕIsis, XXXV, 1930, 852). El sexto Esplendor (Tifereth) ocupa una posición sobre el eje vertical que corresponde al «corazón» del Hombre (y al «clavo de la Cruz» en los Hechos de Pedro); es desde este punto y nivel desde donde las «ramas» (los Esplendores contrastados cuarto y quinto, y séptimo y octavo) se extienden. Este sexto Esplendor (Tifereth, «Belleza») corresponde así al Sol, y lo que está por encima de él es supracósmico, y lo que está por debajo infrasolar y cósmico. El noveno Esplendor se representa por esa parte más baja del eje vertical que está en contacto inmediato con Malkuth (y corresponde así a la punta del vajra de Indra y de la «lanza» del Grial); «corresponde, en efecto, al órgano generador masculino, que proyecta, en la realización efectiva, los gérmenes de todas las cosas» (ibid., pág. 851; el «Árbol de todas las semillas» avéstico). Para una representación de este «Árbol» ver Le Voile dÕIsis, XXXVIII (1933), 230. Partiendo de esta descripción resumida, puede inferirse que la parte superior del Árbol (por encima de Tifereth) está erecta, y que la parte inferior (que se extiende hacia abajo desde Tifereth a Malkuth, es decir, desde el Sol a la Luna = Tierra) está invertida o «reflejada»; y comprenderse muy claramente cómo es que quienquiera que confunde la parte más alta con la más baja «atrae a la muerte sobre sí mismo en este mundo» (pues todo lo que está bajo el Sol está en el poder de la Muerte, êatapatha BrŒhmaöa II.3.3.7, etc.). Para algunos detalles adicionales véase Zohar, V, 401-404. Como lo ha hecho notar A. E. Crawley (The Tree of Life, Londres, 1905, pág. VIII) «Las edades recientes… han cometido en más de un sentido un error de identificación, y han tomado el Árbol del Conocimiento por el Árbol de la Vida».
19 Esto implica que los dos Árboles son realmente uno solo, es decir de una única esencia y dos naturalezas, como la de Eso «cuya sombra es a la vez de muerte y de inmortalidad» (ôg Veda Sa×hitŒ X.121.2), quien «a la vez separa y unifica» (Aitareya îraöyaka III.2.3), «junta y divide» (ôg Veda Sa×hitŒ II.24.9), «mata y hace vivir» (Deuteronomio 32:9). Si «el que las confunde [es decir, las dos naturalezas] atrae a la muerte sobre sí mismo y no tiene porción en el mundo venidero», lo mismo se aplicará al dualista que hace del «mal» una esencia independiente del «bien»; y la inversa se aplicará a aquél que reconoce en ambas naturalezas una única esencia, la del «simplex Yak·a» de Atharva Veda Sa×hitŒ VIII.9.26. 

El SanatsujŒt´ya (Udyoga Parva 45.1762), que combina el pensamiento de ôg Veda Sa×hitŒ X.27.24, X.121.2, X.129.2, y Atharva Veda Sa×hitŒ XI.4.21, dice «El Cisne, al ascender, no retira su único pie del mar, y si levantara ese [rayo] tendido, no habría muerte ni inmortalidad» (ekam padaµ notk·ipati salilŒdd-haµsa uccaran, tŒn cet satatam èrddhvŒya na m¨tyur nŒm¨taµ bhavet): sería como era en el comienzo, cuando na m¨tyur Œs´d am¨tam na tarhi na rŒtryŒ ahu Œs´d praketah (X.129.2). Esto aclara que el praketa de la muerte y la inmortalidad, de la noche y el día en X.129.2, es la misma cosa que el único pie del Cisne, Sèrya Ekapad, y que ese Pilar del Sol o Árbol del Sol que está implícito en el sa dŒdhŒra p¨thiv´µ dyŒµ vtmŒm de X.121.1 (cf. Atharva Veda Sa×hitŒ 41.8), y cuya «sombra» es de inmortalidad y muerte, yasya chŒyŒm¨tam yasya m¨tyuú, en X.121.2. Todas éstas son formas del Eje del Universo, considerado como un Árbol por el que se mantiene la existencia misma del cosmos. Esto arroja al mismo tiempo una luz adicional sobre el valor de chŒyŒ como «resguardo o cobijo» (especialmente del calor abrasador) en ôg Veda Sa×hitŒ passim (ver Coomaraswamy, «ChŒyŒ», 1935, y cf. êatapatha BrŒhmaöa VIII.7.3.13, «pues en Su sombra está todo este universo»). Finalmente, no olvidemos que «sombra» (chŒyŒ) significa también «imagen reflejada», como en Gopatha BrŒhmaöa I.3, donde el Brahman-Yak·a mira dentro de las aguas y ve en ellas su propio reflejo (chŒyŒm), y que una imagen reflejada es, hablando estrictamente, una imagen invertida.

20 En términos cristianos, un miembro del Cuerpo Místico de Cristo,  , ipso summo angulari lapideÉ in quo est vos coedificamini, Efesios 2:20; skambha como en Atharva Veda Sa×hitŒ X.7.
21 Para resumir lo que se ha dicho tocante a la tradición de los dos Árboles en el Asia Occidental, puede llamarse la atención al menos sobre una representación clarísima de dos Árboles superpuestos en un sello asirio; éste es el Nº 589 en Léon Legrain, Culture of the Babylonians (Filadelfia, 1925), lám. 30, y él lo describe como «un árbol de la vida, en la forma de una palmera doble», pág. 303. Algo del mismo tipo sugiere el Árbol fenicio en G. Ward, Seal Cylinders of Western Asia (1910), fig. 708. También puede citarse un excelente ejemplo en Phyllis Ackerman, Three Early Sixteenth Century Tapestries, with a Discussion of the History of the Tree of Life (Nueva York, 1923), lám. 40b; cf. lám. 37c y los tipos en la lám. 38. Cf. también el árbol invertido soportado por dos leones, representado en una losa islámica, ahora en el Museo Bizantino de Atenas [ilustrado en D. T. Rice, «Iranian Elements in Byzantine Art», III Congrs international dÕart et dÕarchŽologie iraniens, MŽmoirs (Leningrado, 1935), lám. XCIII] .
22 Aquí estamos considerando sólo las principales designaciones del Árbol de la Vida, que también puede considerarse como palŒ§a, udumbara, plak·a, o incluso como una «planta» (o·adúi ) o un «junco» (vetasa, notablemente en ôg Veda Sa×hitŒ IV.58.5, «Un junco de oro en medio de las corrientes de ghee», Taittir´ya Sa×hitŒ IV.2.9.6 que agrega, «En él empolla un águila, una abeja, anidada, distribuyendo miel», etc. En Taittir´ya Sa×hitŒ V.4.4.2, este junco es «la flor de las aguas», etar pu·paµ yai vetasoÕpŒm: así pues, se trata evidentemente de esa «flor de las aguas» a la que los dioses y los hombres son inherentes como los radios al cubo de una rueda (Atharva Veda Sa×hitŒ X.8.34) y el tronco del Árbol de Atharva Veda Sa×hitŒ X.7.38. El vaitasena fálico de ôg Veda Sa×hitŒ X.95.5 = al sècyŒ de II.32.4 está estrechamente relacionado con estas referencias (En Elements of Buddhist Iconography, 1935, pág. 33, yo malentendí que la «flor de las aguas» era el loto). 

Como señalaba E. W. Hopkins (Epic Mythology, Strasbourg, 1915, pág. 7), «El A§vattha es el principal de los árboles (representa el árbol de la vida) y tipifica a ese árbol de la vida que está enraizado en Dios arriba (MahŒbhŒrata VI.34.26; 39.1 siguientes)». El A§vattha ya se representaba en sellos de la cultura del Valle del Indo, cf. Sir John Marshall, Mohenjodaro and the Indus Civilization (Londres, 1931), I, 63-66. En un sello el árbol está guardado por dragones que emergen del tronco; otro es una epifanía, donde se ve la deidad dentro del cuerpo mismo del árbol.

23 El corcel (Agni como caballo de carreras, Taittir´ya Sa×hitŒ II.2.4.6) o los corceles (de Indra en Taittir´ya Sa×hitŒ I.7.8.2) se consideran probablemente como de pie y en reposo cuando se ha corrido la carrera y se ha alcanzado el Ombligo de la Tierra y Eje del Universo. Numerosos textos hablan del «desuncimiento» de los caballos del carro de las deidades cuando se ha alcanzado el altar. En Taittir´ya Sa×hitŒ V.5.10.6, «Si uno unce a Agni y no le suelta, entonces, de la misma manera que un caballo que está uncido y no se suelta, es vencido por el hambre, así se vence al fuego… le suelta y le da forraje»; IV.2.5.3, «al ser soltado, come» (addhi pramuktaú); y IV.1.10.1, «A él, como se lleva forraje a un caballo en un establo (a§vŒyeva ti·Êhante ghŒmam asmai )… encendido en el ombligo de la tierra, a Agni». Cf. también êatapatha BrŒhmaöa III.6.2.5, «"Un caballo blanco (a§vaú) de pie junto a una estaca (sthŒnau)": el caballo blanco es Agni, la estaca el poste sacrificial». 

En Taittir´ya Sa×hitŒ I.7.8.2, a los corceles que corren se les arrea (kŒ·ÊhŒm gacchatu) para que alcancen el poste de meta (kŒ·ÊhŒ; cf. Katha Upani·ad III.11, donde puru·Œn na paraµ ki–cit, kŒ·ÊhŒ parŒ gatiú, con VI.1, a§vatthaú sanŒtanaúÉ tad u nŒtyeti ka§cana, etat vai tat, implica una ecuación del Árbol con la Persona), el cual poste de meta (kŒ·ÊhŒ), como el tronco de los «dos palŒ§as», es sinónimo del Eje del Universo (Jaimin´ya Upani·ad BrŒhmaöa I.20.3); en Pa–cavi×§a BrŒhmaöa IX.1.35, «Ellos hicieron del Sol su meta (kŒ·ÊhŒm)». En todas estas expresiones kŒ·ÊhŒ es «poste de meta» en el mismo sentido en que Júpiter (dyaus-pit¨) es «Terminus». 

Puede notarse también que es igualmente en el Ombligo de la Tierra y pie del Árbol del Mundo donde el Buddha alcanza su meta. Jesús nació en un establo (o más bien una caverna), y fue puesto sobre paja en un pesebre, que corresponde al altar espolvoreado de la tradición védica. La identidad de «establo» (como lugar donde los caballos se desensillan y alimentan) y «estable» (= firme), de «pesebre» (como comedero) y «pesebre» (como cuna), y la derivación común de «stallion» [= garañón] , «stall» [= pesebre] (como bolsa suelta), «installation» [= instalación] , y «stele» [= estela] (como pilar y poste de indicación) son significativas para las asociaciones de ideas implicadas en «a§vattha». En el sacrificio del Caballo el establo edificado para el caballo cerca del lugar de la ofrenda se hace de madera de a§vattha (ver êatapatha BrŒhmaöa XIII.4.3.5 y nota 2). 

Cf. también Taittir´ya BrŒhmaöa III.8.12.2, donde el A§vattha se describe como el lugar de morada de (Agni) PrajŒpati: «El establo está hecho de madera de a§vattha (Œ§vattho vrajo bhavati ); [pues cuando] PrajŒpati desapareció de entre los Devas, asumió la forma de un caballo y estuvo durante un año en el A§vattha, y por eso su nombre es a§va-ttha». 

Con «a§vattha» como se explica arriba, cf. «Rosspfahl des Obergottes Ürün-ai-tojon» («El poste del caballo del Dios Altísimo Ürün-ai-Tojon») en tanto que una designación del Árbol cuyas raíces se hunden profundamente en la tierra y cuya copa traspasa los siete cielos, en la saga Yakut citada por Holmberg, «Der Baum des Lebens», pág. 58. Para la asociación del caballo con el árbol en China, ver Carl Hentze, FrŸhchinesische Bronzen und Kulturdarstellungen (Antwerp, 1937), págs. 123-130 (Lebensbaum, Himmelsbaum, Sonnenbaum; Pferd und Pferdegottheit).

24 Ver Holmberg, «Der Baum des Lebens».
25 Inferimos de ôg Veda Sa×hitŒ III.53.14, naica§Œkham, y Atharva Veda Sa×hitŒ X.7.21, avare ye te §ŒkhŒm upŒsate, que por n´c´bnŒú ha de comprenderse n´c´nŒú §ŒkhŒú.
26 Para el Sol como el Pilar que mantiene aparte estos mundos, cf. ôg Veda Sa×hitŒ VI.86.1; VIII.41.10; X.17.11; X.121.1, etc., y Jaimin´ya Upani·ad BrŒhmaöa I.10.9, sthènaµ disvastambhan´µ sèryam Œhuú. Para el Pilar como de Fuego o Humo, ôg Veda Sa×hitŒ I.59.1, sthèöŒ iva; IV.13.5, divaú skambha sam¨taú pŒti nŒkam; IV.6.2, metŒ iva dhumaµ stabhŒyad upa dyŒm, etc.
27 Este aspecto del Árbol, tan evidente en la tradición védica (y también en la cristiana), nos proponemos tratarlo más plenamente en otra ocasión; aquí sólo destacamos que, en ôg Veda Sa×hitŒ, Agni es típicamente Vanaspati.
28 Este bellísimo pasaje implica la doctrina del sètrŒtman (ôg Veda Sa×hitŒ I.115.1; Atharva Veda Sa×hitŒ X.8.38; êatapatha BrŒhmaöa VIII.7.3.10; B¨hadŒraöyaka Upani·ad III.7.2, Bhagavad G´tŒ VII.7, etc.), según la cual todos los mundos y todos los seres están conectados con el Sol, literalmente en una vasta con-spiración. Por este mismo motivo se hace que el caballo Sol bese los (tres) ladrillos perforados del Sí mismo, con lo cual los dota de vida (a§vam upaghrapayati, prŒöam evasya dadhŒti, Taittir´ya Sa×hitŒ V.2.8.1; 3.2.2 y 3.7.4). El beso (ver E. W. Hopkins en Journal of the American Oriental Society, XXVIII, 1907, 120-134), que es más bien un «insuflar» que un «oler», es indudablemente una «imitación» del beso del Sol, y de la misma manera una comunicación. Finalmente, es desde el mismo punto de vista como tenemos que comprender el aparentemente extraño apŒnena hi gandhŒn jighrati de Jaimin´ya Upani·ad BrŒhmaöa I.60.5 y B¨hadŒraöyaka Upani·ad III.2.2: es el Espíritu dentro de nosotros quien huele en nosotros más bien que la nariz misma, de la misma manera que es el Espíritu, y no la retina, el que realmente ve en nosotros; puesto que los poderes de los sentidos (indriyŒni ), a menudo llamados soplos (prŒnŒú) salen de dentro hacia los objetos, que sólo son cognoscibles debido a que ya se conocen (nahi praj–ŒpetŒÉ praj–Œtavyam praj–Œyeta, Kau·itak´ Upani·ad III.7).
29 Estos tres son la «forma de Luz» del Espíritu (Œtman), que corresponde a la tierra, al aire y al cielo como la «forma Cósmica»; al pasado, al presente y al futuro como la «forma del Tiempo»; y a a, m como la «forma del Sonido» del OM, que es a la vez el apara y para Brahman, Maitri Upani·ad VI.4.5.
30 El lector no dejará de reconocer aquí «la escala de Jacob». Cf. Pa–cavi×§a BrŒhmaöa XVIII.10.10, Jaimin´ya Upani·ad BrŒhmaöa I.3.2.
31 Así también en el mito de Jack y el Tallo de Haba. Aitareya BrŒhmaöa agrega, con referencia al rito, que «aquellos cuyo deseo es sólo por el único mundo, es decir, por el mundo del cielo, deben subir sólo en dirección hacia arriba (parŒ–cam eva rohet); ellos ganarán el mundo del cielo, pero no tendrán ganas de vivir en este mundo»; cf. Taittir´ya Sa×hitŒ VII.3.10.4 y VII.4.4.3.
32 «El êukra (= copa) está más allá del Sol», Taittir´ya Sa×hitŒ VII.2.7.2.
 
A. K. Coomaraswamy
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