31 de agosto de 2005
Escríbanme a San Telmo
Nos van a regalar un palacio,
vamos a
dormir en camas altas como diligencias, un alabardero nos
afeitará
y nos dará las buenas noches, disfrutaremos de lámparas
como fuentes o de fuentes como lámparas, nuestros salones
serán minuetos, nuestros orinales serán carillones. O
eso al menos creyó uno al ver la noticia en Canal Sur. Yo ya
estaba pensando en comprarme batines, en ponerme pañuelos al
cuello y en aprender a manejar los atizadores como si fueran
floretes. Y es que la voz en off seguía las imágenes
del palacio como en esas simulaciones de los pisos pilotos de las
inmobiliarias, y nos envolvía en una sorpresa, en un
cumpleaños, en una herencia de una abuela loca. Cualquiera,
mal informado, podría pensar que a nuestros políticos,
esos políticos que a los pobres les quieren dar pisos de 30
metros donde sólo se puede dormir ahorcado, no les bastaba un
palacio y querían más, una pirámide, una
catedral, todo un hipódromo techado. Cualquiera, con mala
intención, podría pensar que Chaves no cree merecer
menos que un Borgia, que los actuales tapices le estropean la
acción
de gobierno, que los dorados no son del todo de su gusto y eso le
entristece como a todo andaluz de bien. Pues no es nada de eso,
porque para Canal Sur están preparando un Versalles para el
pueblo, el Palacio de San Telmo se remodela, se repella, se cambia de
capiteles, se endulza con bordados y se hace más alto,
más
de oro, más mullido, para que podamos estirar las piernas.
Sí,
toda esta magna obra que parece que sigue unos planos celestes como
el Templo de Salomón, sólo redunda en una gran
felicidad y comodidad para la ciudadanía, para nuestros gatos
señorones y para esos sueños luisinos que tenemos
todos.
Los 34 millones de euros
servirán
para hacer más digna la casa de 200 trabajadores de la Junta,
para amplios jardines donde celebrar actividades culturales, arboleda
para nuestro esparcimiento, jolgorio, esportividad, y para que
tengamos un pastel en medio de la ciudad donde recrear nuestros ojos
agradecidos, la estatua donde todos veremos enhiesta la grandeza de
lo andaluz. Sí, esto es lo que significa en realidad “obras
de acondicionamiento integral”, y no el eufemismo para un nuevo
castillo del señor, como pensarán los enemigos de
Andalucía. No es el capricho de decorador de Chaves para que
todo un palacio le pegue a él con una máscara que tiene
de Madagascar o con esas cortinas perfectas que soñó su
señora, no es que le vayamos a pagar un casoplón como
el de varios príncipes amontonados, no es que le vayamos a
hacer su casita de muñecas con dinero público. Menos
mal que Canal Sur nos aclara que todo esto es para nosotros, para el
pueblo. Definitivamente voy a comprarme esos batines. Y
escríbanme
ustedes a San Telmo, donde a partir de ahora viviré con galgos
y chimeneas, como todos los demás andaluces a los que nos
hacen este regalo. Yo quiero ponerme un minigolf. Ya, cada uno de
ustedes, que elija a capricho lo que más le guste.
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