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Los días
persiguiéndose |
28 de diciembre de 2006 Reyes Los niños de ahora sí están divididos entre esa religión de los árboles que representa Papá Noel y la otra de zurrón y baraja de nuestros reyes magos que siguen viejos y rumiantes, a pesar de que hasta la Segunda Modernización ha salido en su ayuda. Leo que en Huelva la Junta ha preparado unos dispositivos para que los niños se dirijan mediante videoconferencia a Sus Majestades de Oriente, y es una pena porque les convierte un poco en marcianos o en Scalextric. Las monarquías, hasta las de juguete, pertenecen a un tiempo de postas y de letra de ganso en las cartas, y si a mí de chico ya me parecía feo y sospechoso que las carrozas del 5 de enero las tiraran tractores, los reyes magos interactivos pueden acabar definitivamente con la magia, como si instalaran banda ancha en los oasis. Sí, el republicano y seguramente ateo Papá Noel lucha contra los españolísimos reyes magos, católicos de primera mano, y creo que el forastero va ganando la batalla. A una sobrinita mía le gusta más porque llega antes y como en coche de bomberos. Yo creo que las familias que son de Papá Noel incluso atienden menos al discurso de nuestro rey de verdad en Nochebuena, o les quitan la voz, que es una voz de mandar poner la mesa. En cambio, el otro lado de España, el de la cabalgata, le saca a ese discurso hasta punta política. Como si lo hubiese escrito él, ya ven qué ingenuidad, o todavía peor, como si pensaran que su opinión personal debiera tener relevancia en una Democracia. Yo de pequeño no era ni monárquico ni republicano ni religioso, sino niño. Ahora no soy ni de Papá Noel ni de los Reyes Magos. Agradezco haber crecido y saber que los reyes eran particulares que venían del misterio de la taberna de detrás de mi casa. Las realezas yo ya no me las creo ni por el camello ni por lo digital. |