Durante este verano, un grupo de 40 jóvenes aproximadamente participaron en acciones solidarias en un pueblo llamado "Ingeniero Huergo". Éste está localizado en la provincia de Río Negro al sur de nuestro país, a donde nos trasladamos por iniciativa propia pero con un gran apoyo de nuestro colegio El Cardenal Neuman tanto en el material como en el campo de la Fe y por supuesto en el crecimiento personal de cada uno de los jóvenes de este grupo misionero.Estabamos organizados en diferentes grupos de cinco chicos con una tarea específica. Estaba el grupo de compras, que era el encargado de manejar todo el tema que se refiere a las finanzas y compras de alimentos o elementos para el grupo. Otro grupo, era el de visitas, que con un plano de todo el pueblo de "Ingeniero Huergo" se encargaban de que ninguna casa deje de ser visitada. El grupo de misas y celebraciones, encargado de la preparación de las misas que se celebraran diariamente en dos parroquias diferentes pero en el mismo horario, debido a que junto a nosotros también viajaron dos Padres que realizan confesiones en el colegio Neuman a lo largo de todo el ciclo escolar. Estaba el grupo de jóvenes que eran quienes coordinaban un grupo de adolescentes de diversas edades, con todos sus problemas de la vida cotidiana y todo lo que ser un adolescente significa (problemas de personalidad, cuestionamientos religiosos, etc.). También el grupo de niños que realmente tuvo una actividad muy cansadora debido a que tenían más de 120 chicos por día pero los frutos que cosechan en los corazones de ellos es algo grandioso que Dios les permitió realizar. Aquí se realizaban tareas de aprendizaje (los niños aprendían a leer, escribir, mientras otros eran preparados para que en un futuro pudiesen tomar su primera comunión, cantos, etc.). Y por último estaba el grupo de vida comunitaria, encargado de mantener el espíritu interno del grupo (organización de carteleras con trabajos específicos para cada grupo). Por ejemplo ciertos días a algún grupo le tocaba preparar el desayuno, a otro el almuerzo, otros la limpieza de baño y cocina, el té y finalmente la cena. A medida que el tiempo transcurría el espíritu de colaboración que tuvo el grupo a lo largo de toda la misión, fue nuestra mejor arma para combatir el cansancio que implica todo un día de visita. Al mirar hacia atrás, nos damos cuenta de que hemos podido vivir cosas que no suelen ocurrir a diario, que nunca hubiéramos soñado ni proyectado, pero que evidentemente tiene que ver con la misión que el mismo Cristo nos va dando en la vida. Pero no podemos imaginar hacia donde llevará el Señor nuestras vidas, como grupo y en lo personal, ya que en estos dos años en los que hemos tratado de ponerlos al servicio de los demás, Dios nos ha hecho vivir experiencias muy fuertes y que entran en el pensamiento del futuro de cada uno de nosotros. En este tiempo que llevamos de vida misionera, hemos quedado fuertemente marcados por experiencias extraordinarias. Por ejemplos, una de las casas que he visitado junto a un compañero, tenía una historia realmente trágica, la madre se suicidó debajo de un auto en la ruta, el padre luego se tiró con un revolver en la cabeza y luego el hermano mayor tuvo un accidente motociclístico.
Lo que fuimos recibiendo de la gente con la que tuvimos el agrado de encontrarnos, es la grandeza del mismo Dios reflejado en aquella gente y que sabemos que no merecemos, pero que nos alegra la vida de una manera que jamás hubiésemos imaginado. |