JULIO OÑATE MARTINEZ


Julio Oñate nació en Villanueva, Guajira, en 1942. Es ingeniero agrónomo de la Universidad del Tolima. Ganó el concurso de la canción inédita en el Festival de la Leyenda Vallenata en 1977 con el paseo "La profecía". Además de compositor, es un reconocido investigador musical y coleccionista.

Ha dirigido y presentado numerosos programas sobre música vallenata en la televisión y la radio del Caribe Colombiano, y colabora como columnista en el periódico El Pilón de Valledupar. Escribió el libro "El ABC del vallenato" (2003).




PROLOGO DEL LIBRO
"ABC DEL VALLENATO"

Toda suerte de especímenes habitan el cada vez más concurrido planeta vallenato: compositores, letristas, cantantes, músicos, parranderos, productores, investigadores, sabios, aficionados, profetas y usufructuarios. Conozco músicos estupendos que ignoran el contexto antropológico del vallenato; profundos sociólogos del merengue que son incapaces de empuñar una guacharaca; investigadores que no podrían silbar una melodía de tres notas; profetas que han querido convertir sis creencias en dogma, y empresarios que, ignorándolo todo sobre el vallenato, viven lujosamente del esplendor comercial de esta música.

He llegado incluso a tener trato con personas que han traducido al inglés o al francés algunos de los cantos más famosos, y soy amigo de un prestigioso abogado español que sabe de memoria decenas de paseos y sones y los interpreta en Madrid con excelente voz ceceada a la primera provocación o al segundo vino, pero que jamás ha pisado un metro de tierra de Valledupar, El Paso o San Jacinto.

En este mundo ancho y cada vez más populoso, pocos casos se parecen al de Julio Oñate Martínez. Julio es al mismo tiempo investigador, compositor de éxito, buen cantante, parrandero, letrista, sabio sin dárselas de profeta, divulgador del vallenato sin aspiraciones a enriquecerse con él, y como si fuera poco, coleccionista de discos, textos e instrumentos musicales colombianos.

Oñate no echa carreta. En una ciencia -la vallenatología- donde se autogradúan a diario Doctores en Vaguedades, él es preciso en sus ideas y profuso en sus pruebas. Para cada dato que suministra suele ofrecer un documento de respaldo. Tampoco pontifica, aunque el tema sea propenso a la hinchazón de pontífices. Nunca habla como iluminado, ni pretende tener la verdad revelada. Está atento siempre a aprender nuevas cosas y a escuchar a sus interlocutores.

Además, Julio Oñate es ecuménico. Siendo nativo de Villanueva, y habiéndose criado en predios del vallenato de La Provincia -lo que algunos llaman vallenato valduparense-, admira, quiere y valora en toda su importancia la música de acordeón de otras latitudes, como las sabanas de Bolívar y las márgenes del Magdalena.

Lo mejor es que, ajeno a envidias, despliega una admirable generosidad para compartir lo que sabe, lo que tiene, lo que cree.

De alguien con estas características no se podía esperar más que un libro óptimo, y éste lo es. Lo conocí y disfruté desde su primer manuscrito, hace ya un par de años, y desde entonces he tenido la aspiración de que salga a la luz para que todos los amantes del vallenato puedan leeerlo y alojarlo en su biblioteca. Ahora tengo el placer de cumplirle a Julio el viejo y honroso compromiso de escibir unas modestas líneas introductorias a este texto que alguna vez llamé Enciclopedia británica del vallenato.

El lector no sólo podrá conocer en él la evolución de la música vallenata, sus instrumentos, sus interpretes y sus personajes, sino también sus curiosidad y -algo muy importante sobre lo que siempre ha faltado visión periférica- sus vínculos con la música del Caribe. Como Julio "es eminente y capacitado", según lño era proverbialmente el doctor Hernando Molina en el célebre paseo "La Patillalera", el libro se afinca sobre bases firmes; y como su autor tiene alma de escritor y periodista, la lectura se hace deliciosa por su redacción agradable y los frecuentes apuntes y anécdotas que la aderezan.

Muchos capítulos son casi terra virgen en el corpus de literatura vallenata. Así, los que se refieren a las mujeres que han contribuído a esta música, las clasificaciones de las voces, la política en los cantos y los apodos de los músicos. Otros contribuyen a aclarar puntos y enredos en cuestiones de frecuente debate, como la propiedad intelectual de determinadas canciones (anoto que, en un acto de honradez poco imitado, Julio proclama a gritos en estas páginas que no es suyo, aunque se lo atribuyan, el paseo "La cita" de Tobpias Enrique Pumarejo); Algunos capítulos más rinden justísimo tributo a quienes lo merecen. Suscribo, por ejemplo, la reivindicación de la importancia de Gustavo Gutiérrez como talentogenial que revolucionó al g´nero, y adhiero de todo corazón al homenaje emocionando a los serenateros de la calle 72 de Barranquilla y de muchos otros lugares de Colombia.

Personalmente, me sedujeron, entre los apartes más jugosos del texto de Oñate, la historia de la evolución de la guacharaca y las curiosidades y rarezas de los acordeoneros. Y me dejó convencido el planteamiento de considerar al vallenato romántico moderno como una especie distinta del género, a la que propone bautizar como "canción vallenata".

Estamos, pues, ante un libro excepcional. Un libro que enriquece el pozo de conocimientos sobre el vallenato y, al mismo tiempo, ofrece sabrosa lectura. Podría asegurar que, salvo el prólogo, no hay página aburrida en este volumen.

Haciendo cuentas, lo único que al parecer faltaba a Julio Oñate era tocar el acordeón y figurar como personaje de algún vallenato. Esto último queda zanjado cuando uno oye "Consuelo", paseo de Rafael Escalona, que empieza diciendo:

Culpable fue Julio Oñate
Un primo que tanto quiero
Que cometió el disparate
De presentarme a Consuelo

En cuanto a que carzca de habildades para tocar el acordeón, estoy pensando que tampoco: seguramente es acordeonero clandestino y, para completar, a lo mejor interpreta paseos acompañándose por la legendaria guitarra que fue de Guillermo Buitrago y que hoy está en las mejores manos: las suyas.

DANIEL SAMPER PIZANO

última actualización, Julio 28 de 2003.


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