SOCIEDAD BOLIVARIANA DEL ATLANTICO


SETENTA AÑOS DE HISTORIA



Todo evento, de mayor o menor trascendencia para la vida de una ciudad, encuentra sus hilos primigenios en un conjunto de condiciones objetivas y subjetivas, en un momento histórico específico. El nacimiento de la Sociedad Bolivariana del Atlántico, por supuesto, no es la excepción. Nace ella el 22 de agosto de 1929, con el nombre de Centro Bolivariano del Atlántico, por iniciativa de prestantes intelectuales, para conmemorar el primer centenario del fallecimiento del Libertador, hecho que se cumpliría el 17 de diciembre del año siguiente, y que avivó las ideas bolivarianas en todo el orbe, de manera especial en el continente moreno.

Entre aquellos intelectuales recordamos a Monseñor Pedro María Revollo, autor de juiciosos ensayos sobre temas históricos y gramaticales; su hermano Andrés Benito Revollo, delegado de la Sociedad Bolivariana de Colombia; el educador Jorge N. Abello, eminente rector, durante veinte años, del Colegio de Barranquilla para Varones, período que se convierte en génesis de la época célebre de esa institución; los historiadores Carlos González-Rubio, Julio Hoenigsberg y José Ramón Vergara; Ramón Urueta Méndez, Tulio Samper y el general Eparquio González, gobernador del departamento desde el 5 de diciembre de 1922 hasta el 5 de julio de 1928.

Nace ella cuando Barranquilla vive el esplendor de su pujanza y civismo. Basta con recordar, entre muchas otras realizaciones, que en 1919 Knox Martin, ciudadano norteamericano, y don Mario Santodomingo, realizan el primer vuelo de correo aéreo nacional, entre las ciudades de Barranquilla y Puerto Colombia. El 5 de diciembre del mismo año de 1919, se constituye la Sociedad Colombo-Alemana de Transporte Aéreo SCADTA, la primera empresa de aviación en el mundo. Mientras que el 12 de agosto de 1925, desde nuestra ciudad parte el primer vuelo internacional.

En la fecunda década del veinte nace el memorioso barrio El Prado, modelo de urbanismo para todo el país. En la misma década surgen numerosos edificios, imponentes no sólo por su funcionalidad, sino también por su perfil estético, entre ellos se destaca el legendario edificio Palma. En 1928 fue colocada la primera piedra del hoy internacional hotel El Prado, que en su época figura entre los más amplios y modernos de América Latina.

El 12 de diciembre de 1929 nace la Voz de Barranquilla, la primera emisora del país, punto de partida de la radiodifusión colombiana, en momentos en que un ilustre barranquillero ocupaba el Ministerio de Comunicaciones, el doctor Francisco Carbonell González.

En la década del treinta surgen en nuestra ciudad las primeras Empresas Públicas Municipales del país, empresa que por varios lustros se erige en modelo de eficiencia y prestación de servicio. En la misma década del treinta culminan los trabajos de canalización de Bocas de Ceniza, que consolidan a Barranquilla como primer puerto marítimo y fluvial del país.

Y no era sólo en lo material, también en lo espiritual. En 1919 las autoridades de la ciudad erigieron la estatua ecuestre del Libertador, que donó don Andrés Obregón Arjona, para conmemorar el primer centenario de la Batalla de Boyacá. Tres años después, el 7 de agosto de 1922, fue descubierta la estatua del general Santander, que hoy se levanta en el parque del mismo nombre.

En 1922 Manuel García Herreros, hombre de inquietudes y de realizaciones intelectuales, funda la revista Caminos, que en seguida congregó a importantes escritores de la ciudad, como los poetas Fernando de Andréis, Rafael Angel Donado, José Miguel Orozco y Antonio Salcedo Cotes.

En torno al suplemento literario de La Nación, diario vespertino que fundara el periodista Pedro Pastor Consuegra, se reunía una juventud promisoria que después ocuparía posiciones cimeras en el firmamento cultural de la nación, es el caso del científico Armando Dugand Gneco, el historiador y filósofo Luis Eduardo Nieto Arteta, los historiadores Alberto Miramón y Julio Hoenigsberg, el ensayista Bernardo Restrepo Maya, el comediógrafo Rafael Fernández Díaz, el ameno cronista Rafael Vergara Méndez y el autor de los célebres comprimidos humorísticos Carlos Osío Noguera.

Por su parte, el poeta y cuentista José Félix Fuenmayor, en compañía de Adolfo Martá, el reconocido aeda de los Carteles Proletarios, funda la revista Mundial. Centro de Interesantes tertulias en las cuales participa el bardo Porfirio Barba Jacob, durante su segunda estadía en Barranquilla, hacia 1928. De manera más permanente animan aquellas reuniones el político y después candidato a la presidencia de la república doctor Evaristo Sourdís, el crítico Julio Gómez De Castro, los ensayistas Benigno Acosta Polo y Benjamín Sarta; los poetas Víctor Amaya González, Miguel Camacho Carbonell y Evaristo Carrillo, sonetista pleno de humor que mereció el reconocimiento y la amistad del inmortal Luis Carlos López.

Ese es el entorno en el cual vio luz la Sociedad Bolivariana del Atlántico. Esa es la ciudad que en 1947 inspira al caudillo Jorge Eliécer Gaitán: "Barranquilla está llamada a ser cuna de todo lo grande, a ser juventud, vibración de cosa nueva, flecha que hiende el espacio de lo viejo para iluminarlo con el fuego de lo actual".

El mismo día de la instalación de la Sociedad Bolivariana del Atlántico, vale decir, el 22 de agosto de 1929, evento que se llevó a cabo en el salón principal de la Cámara de Comercio, con la asistencia de distinguidas personalidades, los fundadores eligen a la primera junta directiva, que conforman de la siguiente manera: presidente Monseñor Pedro María Revollo, cargo que conserva hasta su expiración el 31 de enero de 1960; vicepresidente el general Eparquio González; tesorero don José Ramón Vergara, y secretario don Ramón Urueta Méndez.

Luego de la presentación protocolaria, el delegado de la Sociedad Bolivariana de Colombia, Don Ramón Urueta Méndez, dio a conocer la credencial que desde Bogotá traía don Andrés Benito Revollo y, acto seguido, procedió a la juramentación de la primera junta directiva. El delegado, en su expresivo discurso, señaló con vehemencia: "Esta junta directiva sabrá, con absoluta seguridad, dar impulso certero al nuevo Centro. El nombre de Bolívar servirá, a cada uno de ellos, de escudo y de coraza para seguir impulsando los ideales bolivarianos en la Costa".

Palabras que con el fluir del tiempo resultaron proféticas, pues, a partir de ese instante y por varios lustros, el Centro Bolivariano del Atlántico se destaca por su acertada participación en congresos, asambleas, ciclos de conferencias en colegios de Barranquilla y la organización de semanas bolivarianas en diferentes municipios del departamento del Atlántico. Actividades que con frecuencia convocaban a la juventud, a la manera del Ariel de José Enrique Rodó.

También vale la pena recordar, en este aniversario de reminiscencias y de realizaciones, el primer evento que organizaron los fundadores. Tuvo lugar el 2 de septiembre de 1929, vale decir, apenas diez días después de la fundación, con el propósito de rendir un merecido homenaje a don Andrés Obregón Arjona, quien donó la ya legendaria estatua ecuestre del Libertador, que, altiva y visionaria se levanta en el corazón del Paseo Bolívar.

En la sesión del 24 de julio de 1930, año bolivariano por excelencia, pues, como ya anotamos, se conmemora el primer centenario del fallecimiento del Libertador, reeligen a los mismo directivos, con excepción del tesorero José Ramón Vergara, reemplazado por Carlos González-Rubio, quien de esa manera integra por primera vez la directiva, a la cual pertenece hasta sus días postreros, casi siempre de secretario, porque considera que desde esa posición podría desempeñar una labor superior. Más tarde sus colegas bolivarianos lo nombran secretario perpetuo, reconociendo en él a su máximo adalid.

Es de anotar que, desde sus orígenes, la Sociedad se inspira en los mismo ideales que animan a las Sociedades Bolivarianas de todo el orbe, analizar y difundir la obra múltiple del Libertador, enaltecer su memoria y ser agente dinámico en la búsqueda de la integración latinoamericana. Propósitos que adelanta con radiante patriotismo durante más de media centuria.

Con los años ingresan a la Sociedad otros prestantes intelectuales, dignos sucesores de la heredad cultural de los fundadores, quienes desarrollan varias décadas de luminosa existencia para la Sociedad. Entre ellos recordamos al general Daniel Ortiz Morales, el sacerdote Alberto Santacoloma, don Francisco E. Posada, el poeta Miguel Moreno Alba, el general Domingo De La Rosa, el religioso Santiago Esteban, don Modesto Rivera Ibarra, el doctor Aníbal Campo González, el periodista Julio César Martínez Clark, el doctor Esteban Páez Polo, el profesor Juan Francisco Lascarro, Fernando Cepeda y Roca, Carlos Pardey, Claudio Ropaín De León, Alfredo De La Espriella, Eduardo Carbonell Insignares, César Borrero Rodríguez, Rafael Ortegón Páez, Víctor Moré Esquiaqui, Miguel Goenaga y muchos otros intelectuales que avivaron el espíritu bolivariano en nuestra ciudad.

Esta pléyade de intelectuales conmemoró durante varios lustros, con verdadero espíritu patriótico, las tres fechas tradicionales de la Sociedad, 24 de julio, 28 de octubre y 17 de diciembre. De igual manera organizó las inolvidables semanas bolivarianas en diferentes municipios de nuestro departamento, y diversos actos cívicos y culturales en numerosos colegios de la ciudad, para seguir la fulgente impronta de los fundadores.

De igual forma, debemos resaltar algunas de las más significativas actividades que se llevaron a cabo en las últimas décadas. Así, por ejemplo, el 28 de octubre de 1956, día de San Simón, onomástico del Libertador, fue inaugurada la estatua de Bolívar en el municipio de Soledad. La escultura fue instalada en la plazoleta que se abre frente a la antigua residencia de don Pedro Juan Visbal, casa que habitó el Libertador desde el 7 de octubre, hasta el 7 de noviembre de 1830, cuando ya la señora muerte le señalaba su destino final en San Pedro Alejandrino, frente al mar Caribe de sus sueños y de sus gestas hazañosas.

La ejecución de la obra estuvo a cargo del escultor Marcos Ortega, natural de Baranoa, y en ella representa a Bolívar en traje de civil y con el aspecto físico que mostraba para la época en que estuvo en Soledad, en 1830. Es de resaltar que la incitativa, lo mismo que todo el proceso para concretar la obra, estuvo a cargo del Centro Bolivariano del Atlántico, con el aliento decisivo de su presidente, Monseñor Pedro María Revollo y del secretario perpetuo don Carlos González-Rubio.

En aquella solemne ocasión Soledad se lució con fastuosos actos, para recibir a las delegaciones de Barranquilla, Santa Marta, Cartagena, Bogotá, Medellín y Venezuela. El doctor Martín Méndez, en representación de la Sociedad Bolivariana de Colombia, en su elocuente discurso afirmó: "Este monumento al gran caraqueño, es el fruto del desvelado empeño del Centro Bolivariano del Atlántico, presidido dignamente por Monseñor Pedro María Revollo, faro que mantiene viva la llama inmarcesible del recuerdo del genial caraqueño".

Por su parte Monseñor Pedro María Revollo dio a conocer la oda que había escrito para tan especial ocasión. La tituló "Oda a la Estatua de Bolívar en Soledad", que en los dos primeros cuartetos dice:

Aquí a la sombra del hogar amigo,
halló reposo tu alma dolorida,
cual águila, del viento perseguida,
llega a la roca que le presta abrigo.

Están lejos Junín y Carabobo,
muy lejos Angostura y Boyacá,
ya no vibra el clarín de Bomboná,
ni arrullan las delicias de este globo.

Dos años después, el 4 de julio de 1958, se instaló en la ciudad de Santa Marta el Segundo Congreso Nacional Bolivariano, al cual asistieron más de un centenar de historiadores de todos los rincones del país. En representación de la Sociedad Bolivariana del Atlántico asistieron Monseñor Pedro María Revollo, Julio Hoenigsberg y Carlos González-Rubio.

Don Julio Hoenigsberg, el eminente biógrafo de Santander, en nombre de nuestra delegación, presentó un anchuroso y profundo trabajo que mereció todos los reconocimientos de los directivos del Congreso. "La Prisión de Miranda", es el diciente título del estudio. Allí, con serios documentos, Hoenigsberg demuestra que la entrega de Miranda a las autoridades españolas no se realizó por decisión expresa de Bolívar, pues en ella participaron varias personalidades civiles y militares y fue el doctor Miguel Peña y el coronel Manuel María Casas, quienes más influencia ejercieron en favor de la nefanda entrega.

La comisión que examinó el estudio de Honeigsberg expresó: "... por unanimidad recomienda especialmente este trabajo, alto, meritorio y erudito, de acendrado Bolivarianismo, y por lo tanto se permite solicitar que el Segundo Congreso Bolivariano de Colombia declare, sobre este tema, que en la prisión de Miranda el 30 de julio de 1812, Bolívar actuó bajo inspiración de un acendrado patriotismo".

El 28 de agosto de 1971, la Sociedad Bolivariana del Atlántico, entonces presidida por el doctor Esteban Páez Polo, acordó rendir un sentido homenaje a don Manuel Ujueta y Bisais, al cumplirse el primer centenario de su fallecimiento, como testimonio de la gratitud bolivariana. Los actos centrales se llevaron a cabo en el Cementerio Universal de Barranquilla, frente al mausoleo que guarda sus restos y en presencia de sus descendientes.

Don Manuel Ujueta y Bisais fue un valioso exponente del progreso y la cultura de su época. Amigo personal del Libertador, le asistió en los últimos días en su carácter de juez político de la ciudad de Santa Marta, y más tarde se erigió en fiel y celoso guardián del sepulcro del Padre de la Patria.

En el mes de diciembre de 1972, especialmente invitados por la Sociedad Bolivariana de Venezuela, viajaron a la ciudad de Caracas el doctor Juan Francisco Lascarro y don Carlos González-Rubio, para asistir a los imponentes actos del 17 de diciembre. Nuestros delegados participaron en la sesión solemne que, en la mañana del 17 de diciembre, organizaron en su honor. Así mismo, asistieron a la notable ceremonia que se llevó a cabo en el Panteón Nacional, a la misma hora en que expiró el Libertador.

Los días posteriores visitaron la casa solariega de los Bolívar en Caracas, la Biblioteca Nacional, el Congreso de la República y el campo de Carabobo. En la casa de Bolívar, en la Plaza de San Jacinto en Caracas, don Carlos González-Rubio recibió la notificación oficial del gobierno de Venezuela, según la cual se le confiere la Orden del Libertador en el grado de Oficial, la máxima condecoración que otorga el gobierno del hermano país, en el campo de la cultura.

La condecoración fue impuesta el 5 de julio de 1973 en la ciudad de Barranquilla. Para tal efecto llegó a la ciudad una distinguida representación de la Sociedad Bolivariana, de la Academia de Historia y de la aAademia de la Lengua, de la hermana República de Venezuela.

Significativa labor, esta que a grandes trazos hemos reseñado y que la Sociedad Bolivariana de Colombia valora con justicia, para exaltar a la categoría de Sociedad, al entonces Centro Bolivariano del Atlántico, según resolución número 1, del 20 de enero de 1978. La citada resolución, en uno de sus considerandos dice: "Que el Centro Bolivariano del Atlántico, durante su meritoria como prolongada y fecunda existencia, ha dado testimonio de espíritu acendradamente bolivariano, y de sus programas y actividades para honrar al Padre de la Patria". Mientras que en su artículo único proclama: "Elevar a la calidad de Sociedad Bolivariana, al Centro Bolivariano del Atlántico, con todas las prerrogativas y derechos que esta nueva jerarquía confiere".

Un año después, el 23 de mayo de 1979, por resolución número 0412, la gobernación del departamento le reconoció personería jurídica. Era gobernador el doctor Pedro Martín Leyes y presidente de la Sociedad don Fernando Cepeda y Roca.

En los últimos años, la Sociedad Bolivariana del Atlántico sigue la edificante ruta que los fundadores le señalaron. Así, por ejemplo, bien vale la pena resaltar el homenaje póstumo que se le rindió a don Carlos González-Rubio, uno de los fundadores y acucioso investigador de la vida y obra del genial caraqueño.

Don Carlos González-Rubio Casalins, adalid de la Sociedad Bolivariana durante más de medio siglo, falleció el primero de abril de 1980. El 3 de octubre de 1993, la Sociedad Bolivariana le organizó un solemne homenaje, para conmemorar el primer centenario de su natalicio. Allí tuvimos la oportunidad de presentar un ensayo sobre su existencia fecunda y sus realizaciones intelectuales, allí señalamos: González-Rubio era buen escritor, se nota que conocía los hontanares del idioma. A grosso modo su producción intelectual es erudita, valiosa, en seguida se distingue la impronta del hombre de grandes lecturas, del investigador infatigable que por sus realizaciones se erige entre los más destacados historiadores del Caribe colombiano, al lado de Eduardo Lemaitre, Julio Hoenigsberg, José Ramón Vergara, Nicolás del Castillo, Aníbal Noguera, Alberto Miramón, Carlos Bustillo Villalba, Donaldo Bossa Herazo, Alfredo De La Espriella, José Agustín Blanco y muchos otros con proyección nacional y aun internacional.

En el mes de febrero de 1994 fue elegida la actual junta directiva, conformada así: presidente Juan Francisco Lascarro, cónsul de la hermana República de Haití en Barranquilla, autor de numerosos ensayos publicados en periódicos y revistas del país; vicepresidente Osvaldo Pedraza, abogado, amigo de la cultura; secretario Tomás Rodríguez Rojas, profesor universitario, autor de ocho libros publicados; tesorero Carlos Iguarán, abogado, profesional de inquietudes intelectuales, que este año fue reemplazado por Rafael Iglesias, persona de amplia trayectoria en la actividad cívica de la ciudad; vocales Alfredo De La Espriella, humanista, autor de varios libros publicados y de numerosos trabajos para periódicos y revistas, director fundador del entrañable Museo Romántico; Eugenio Ponce Vega, que en paz descanse, filatelista, compositor, autor de inspirados cuentos y relatos; y César Borrero Rodríguez, estudioso de la historia de Barranquilla y sus personajes.

En la sesión del 10 de marzo de 1994, por iniciativa del secretario, licenciado Tomás Rodríguez Rojas, se instituyó el 22 de agosto entre las fechas clásicas de la Sociedad Bolivariana, con el propósito de conmemorar la fundación y rendir homenaje a los pioneros. Por eso estamos reunidos hoy, en este relevante acto, para recordar con vivo entusiasmo el septuagésimo aniversario de la fundación y brindar un cálido homenaje a los infatigables pioneros que ya hemos mencionado en este trabajo.

Entre muchas otras realizaciones, de la actual junta directiva, evocamos las siguientes:

1. Conmemorar, todos los años, las fechas tradicionales de la Sociedad, 24 de julio, 22 de agosto, 28 de octubre y 17 de diciembre.

2. Exaltar las fechas más significativas que cada nuevo año nos brinda, por ejemplo:

a- En 1995 el bicentenario del natalicio del general Antonio José de Sucre, el hombre de la guerra, el amigo entrañable, el héroe de Junín y Ayacucho.

b- En 1997 el bicentenario del natalicio de Manuelita Sáenz, la amable loca, la Caballeresa del Sol, la Libertadora del Libertador.

En el mismo año de 1997, se hizo énfasis en la Carta de Jamaica, ello debido a que la doctora María Emma Mejía, en su condición de Ministra de Relaciones Exteriores de Colombia, solicitó el apoyo del gobierno colombiano para la casa que Bolívar habitara en Jamaica, donde escribió la profética carta en 1816. Gesto eminentemente bolivariano, el de la doctora María Emma, que la Sociedad Bolivariana recibió y difundió con entusiasmo.

c- En 1998 el centenario del natalicio de don Julio Honeigsberg, uno de los legendarios fundadores de la Sociedad y consagrado biógrafo de Santander.

3. Ciclo de conferencias en diferentes colegios y universidades de la ciudad.

4. Condecoración a los miembros de la Sociedad Bolivariana que se han distinguido por sus realizaciones.

5. Reconocimiento a las autoridades civiles, militares y eclesiásticas que se han destacado por su espíritu cívico y apoyo a la cultura.

6. Para este año, además de las fechas tradicionales, se programaron actos especiales por los 180 años de la batalla de Boyacá, 105 años del fallecimiento del doctor Rafael Nuñez y 175 años de la batalla de Ayacucho.

7. En la sesión del 18 de mayo, y por iniciativa del presidente de la Sociedad, doctor Juan Francisco Lascarro, se instituyó la condecoración Honor al Mérito Bolivariano, para exaltar a las personas que se distinguen por sus actividades en favor de la causa bolivariana.

Esta es, a grandes rasgos, la historia de la ya memoriosa Sociedad Bolivariana del Atlántico, que esperamos siga su fulgente existencia en manos de otras y otras generaciones, pues ellas encontrarán luz en la poterna y guardián de la heredad, en el pensamiento vivo del caraqueño universal. No, caballero andante, no araste en el mar ni edificaste en el viento.



Por: TOMAS RODRIGUEZ ROJAS
Secretario de la Sociedad Bolivariana del Atlántico
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