URGENCIA DE PROYECTOS INSTITUCIONALES DE PROMOCIÓN DE LA LECTURA
Hay hombres que luchan un día
y son buenos
Hay otros que luchan un año
y son mejores.
Hay quienes luchan muchos años
y son muy buenos
pero hay los que luchan toda la vida...:
esos son los imprescindibles
Bertold Brencht citado por Silvio Rodríguez en la canción Sueño con serpientes
Caldo de cultivo
Hoy día, muchos barrios y urbanizaciones tienen un ambiente tal, que es fácil hacerse ruin. Sus esquinas y recovecos, sus negaciones y limitaciones, sus ofertas y provocaciones, sus dificultades e imposibilidades, la pobreza y la droga, el miedo y la muerte, el esquivo empleo, la distante salud, la mísera vivienda y el encierro casi perpetuo, conforman un paisaje y ambiente que permite gestar el asesino más refinado y temerario, o también el ser más frustrado y humillado.
Se requiere entonces de otros paisajes, de nuevos ambientes en los cuales los seres se conviertan en ciudadanos y, por que no, en los más exquisitos y audaces lectores. Ambientes para retar la sensibilidad y la inteligencia, Inclusive para enfrentar la pobreza espiritual y material. Por fortuna en la actualidad existe un extraordinario instrumento para hacerle frente a la adversidad: la palabra escrita, hoy día consignada en gran variedad de formatos.
En una sociedad conformada por ambientes hostiles y hogares en vía de reconstrucción bajo un nuevo modelo, en el cual apenas se comienza a entender otra forma de relacionarse de las familias; es la escuela la principal fuerza llamada a crear un ambiente propicio para que los niños y jóvenes se hagan, irremediablemente, lectores. Le corresponde a la escuela crear el caldo de cultivo que, además, posibilite la creación de ambientes lectores en los hogares y sus entornos, habida cuenta que la estructura de núcleo familiar que hoy estrenan los niños latinoamericanos, donde por lo general cuentan con más de una casa a su disposición y con más de un padrastro y madrastra, los toma desprevenidos, a ellos y a sus disímiles familias. Claro que también existe el otro extremo, en el cual los niños y jóvenes no cuentan con ningún tipo de progenitor y están a merced de un tutor, -la mayoría de las veces un adulto mayor-, sin argumentos para brindarles algo más allá de lo que la escuela pueda ofrecerles. En estos hogares igualmente hay que hacer presencia.
La institución escolar debe salir al encuentro de unos y otros con una propuesta trabajada a conciencia, organizada, concertada y escrita. En ese caso, la institución necesita diseñar y ejecutar un proyecto de promoción y animación de la lectura.
Cinco justificaciones más
Una justificación que puede animar el diseño y ejecución del proyecto institucional de promoción de la lectura, tiene que ver con la carencia, en las escuelas y colegios, de infraestructuras propicias que permitan conformar el ambiente lector que se requiere. El proyecto debe plantear estrategias que ayuden a superar las deficiencias y a conseguir aquellos recursos que faciliten el contacto de estudiantes y comunidad educativa(1) con el libro y los diferentes formatos en los cuales se encuentra la palabra escrita.
Otra razón tiene que ver con los estudios hechos por el Sistema Nacional de Calidad, en los cuales se descubrieron problemas críticos tales como las deficiencias existentes en las competencias básicas en el dominio de la lectura y la escritura y en el desarrollo del pensamiento lógico-matématico(2). Este, que es un estudio de una nación en particular como Colombia, es un problema de todos los países de América Latina, por tanto, un proyecto de esta magnitud, si mantiene su permanencia, enfrentaría, en las instituciones educativas, el atraso de las demás disciplinas, todas, gracias al invento de la escritura, subordinadas a la lectura.
Un asunto neurálgico que se atacaría también, es la impotencia del estudiante frente a las pruebas del Estado(3) y a los exámenes de admisión de las universidades. Para ningún terrícola es un secreto que muchos estudiantes no logran buenos puntajes por carecer de elementos cognitivos para comprender lo que tienen escrito ante sus ojos. Así dominen la carpintería o mecánica para resolver una operación matemática, la dificultad llega cuando son incapaces de inferir el tipo de operación que les está planteando un enunciado en particular. Esto en lo relacionado con asuntos donde debe intervenir el pensamiento logico-matemático, ni hablar del domino de la lectura y la escritura en temas relacionados con el arte y las ciencias humanas y sociales, ahí, se toca fondo.
Otro aspecto más que podría entrar a solucionar un proyecto coherente y consecuente con los avances de la promoción de la lectura, sería el de la insatisfacción de los niños y jóvenes respecto a los métodos empleados para acercarlos a la palabra escrita. Proponer acciones de corte lúdico, con temas afines a sus sueños e ideales, sin ataduras y deudas con arcaicos métodos impositivos, puede salvar a la lectura de la apatía en la que la tienen sumida la mayoría de pobladores de América Latina.
Y otra razón que justifica la realización del proyecto, tiene que ver con la escasa participación de la comunidad estudiantil en la vida escolar. Las instituciones educativas presentan la particularidad de contar con una población de niños y adultos que trabajan en común, que viven juntos una gran parte de la semana, pero donde siendo mayoría los niños, los adultos ostentan la totalidad del poder: el saber, la organización, la evaluación y las decisiones. Y a pesar de que hoy día hay algunas escaramuzas para compartir el poder, a raíz de la participación de los niños en instancias como la personería y el gobierno escolar, esta cultura institucional se mantiene. El proyecto da la posibilidad de que los alumnos asuman algunas responsabilidades en las actividades que conllevan las diferentes acciones que se planteen.
¿Qué es entonces un proyecto de promoción de la lectura?
El proyecto es un documento en el cual se consigna una serie de acciones, en este caso relacionadas con la promoción y animación de la lectura, con el fin de solucionar unos problemas previamente detectados en este sentido, por ejemplo, los bajos índices lectores en los estudiantes y padres de familia e inclusive, avergüenza reconocerlo, en algunos educadores.
El documento lo constituye un sinnúmero de apartados. Se dice que es un vestido que tiene la cantidad y variedad de adornos de acuerdo al tipo de fiesta que se asista. Si va para una entidad privada internacional tendrá unos arabescos distintos a cuando va para una entidad oficial, e igual ocurre cuando va para un organismo de corte académico, sus adornos tendrán unas variables respecto al que queda para interpretación de una comunidad educativa determinada.
A mi modo de ver, el proyecto de promoción de la lectura de la institución escolar debe ser lo más completo posible, de tal manera que en un momento dado permita que de este se desprendan proyectos menores o subproyectos -como los he venido llamando en los talleres de formación a educadores- que puedan ser presentados a entidades nacionales e internacionales determinadas con anterioridad en la formulación del mismo.
Considero que la columna vertebral del proyecto institucional de promoción de la lectura la constituye el diagnóstico, los objetivos, las estrategias de acción (o actividades propuestas) y la evaluación. De su cuidado, buena formulación y elección de los responsables, depende el triunfo o fracaso de este. El problema entonces no es hacer el proyecto, para ello existen libros y manuales(4) y un conocimiento mínimo del entorno, el problema mayor radica en lograr el consenso y asumir responsabilidades de acuerdo con fortalezas y proyectos de vida de cada uno de los educadores, si esto se logra, todo está salvado. Inclusive es bien importante que las responsabilidades sean claras y quede plasmado en el papel hasta donde van, esto permite que la labor sea continuada por otra persona en caso de ausencia de la primera. En ese sentido, el proyecto no quedará "cojo" en su formulación para ser puesto en marcha en el periodo acordado, que suele ser de un año. Es importante aclarar que el proyecto debe reformularse permanentemente de acuerdo con logros y fracasos presentados en su ejecución, de tal manera que se haga perdurable, pues se pretende que un proyecto de esta naturaleza acompañe para siempre la vida escolar. Lo que se suele recomendar es que las instituciones lo evalúen cada semestre, como mínimo, y lo reformulen cada año.
Prioridad uno A
El proyecto debe procurar, en primer lugar, permitir el acceso a los libros. Ojalá las instituciones educativas pudieran contar con al menos dos libros por estudiante; libros significativos, actuales y de calidad, diferentes al texto escolar que suelen imponer algunas instituciones. Sin libros, el proyecto carece de fundamento, y por más acróbata que sea un profesor como animador, sin materiales de lectura significativos en los cuales el estudiante pueda ejercer como lector, su labor quedará inconclusa, a no ser que se tope con un estudiante que viva en un hogar con libros, esa es una suerte que no siempre se va a tener, por tanto, es mejor no dejar nada al azar.
Para lograr el éxito en un proyecto de promoción de la lectura, se debe tener en cuenta, además, que hay educadores desactualizados que transmiten año tras año, discursos pedagógicos vetustos, impidiendo el avance del conocimiento y yendo en contravía del progreso. Ellos pueden convertirse en uno de los principales obstáculos en el desarrollo del proyecto. Para detectarlos sólo basta observarlos, casi siempre emplean el mismo texto escolar y solicitan las lecturas de los mismos libros. Con ellos se requiere paciencia y precaución. Por fortuna en un proyecto se pueden plantear muchas estrategias. Para este caso es importante considerar dentro de las estrategias la realización de seminarios y talleres de promoción y animación de la lectura, con personas o instituciones de prestigio, para que provean de herramientas conceptuales, prácticas y actualizadas, a los docentes, con el fin de que pasen a ocupar el puesto de protagonistas que les corresponde por obligación.
Promoción y animación a la lectura: acciones para un proyecto
La promoción de la lectura brinda otra serie de acciones macro que la escuela puede asumir de acuerdo con sus falencias. Acciones tales como la creación de una biblioteca escolar, la vinculación de un bibliotecario, la aplicación de recursos tecnológicos, la organización de ferias del libro, el préstamo de libros para el hogar, y los bazares del libro y la lectura, entre otras, son tomadas por acciones que permiten resolver una problemática global y coyuntural de la institución.
Entre tanto, la animación a la lectura ofrece un tipo de acciones que permiten crear un vínculo entre unos materiales de lectura específicos y el público o individuo que se tiene al frente, esto con el fin de crear empatía por la palabra escrita y mostrar, por medio de la lectura en voz alta, en esencia(5), a un grupo específico de seres, que leer es un acto placentero. Es por ello que estas actividades tienen como condición la gratuidad, nada de pedir nombres de personajes, resúmenes insulsos o acartonados análisis. Para ello, se han creado acciones tales como el Cuarto de hora de lectura diaria, La hora del cuento, Oír leer y los Juegos literarios(6), sólo por citar las más empleadas. En estas acciones debe primar un buen libro, de calidad e impacto. Para desarrollarlas son importantes educadores lectores, intuitivos, conocedores de libros y con capacidad para acertar en el gusto o necesidad de un grupo de estudiantes o padres de familia, grupo que casi siempre es voluminoso.
De unas y otras acciones requerirá el proyecto de promoción y animación a la lectura. Por suerte, las instituciones reúnen todos los perfiles necesarios en sus educadores, y cuando se trate de escuelas que cuenten con un sólo educador, se debe solicitar ayuda a los padres de familia más allegados. No existe otra alternativa para entregar una respuesta colectiva a un problema comunitario.
Golondrinas sin primavera
Hasta donde se tiene información, en la mayoría de instituciones escolares, son uno o dos los educadores interesados en romper esquemas que saben, o por lo menos intuyen, son obsoletos. Continuamente asisten a seminarios, talleres y aulas de las universidades con la esperanza de adquirir herramientas que les permita hacer más fructífera su labor con los estudiantes y demás integrantes de la comunidad educativa.
Estas golondrinas, con el conocimiento que poseen, luchan incansablemente cada día de su vida con el fin de lograr ambientes mejores, métodos mejores, es decir, con el propósito de conseguir una primavera perpetua. Con ello, en la mayoría de los casos, se ganan enemigos resentidos, inviernos perennes difíciles de aplacar.
En algunas ocasiones, es la golondrina la culpable de sus inviernos, de sus enemigos. Su incapacidad para liderar procesos, para proponer el vuelo de los otros, su escaso carisma y la carencia de información y de métodos para aglutinar los saberes de los demás, la dejan en una posición de soledad y responsabilidad que terminan por reventarla. Es por todo ello que se convierten en peregrinas de institución en institución sin encontrar su nido, sin encontrar su primavera.
Aquí el proyecto se hace necesario, ayuda. Es el escenario propicio para planear el vuelo de todos y cada uno. Para que todos triunfen en su cometido.
Superar el individualismo
El proyecto de promoción de la lectura se hace para que la escuela triunfe en el propósito de hacer y consolidar estudiantes lectores, de lo contrario no tiene sentido su formulación y ejecución. Sin metáforas, y de manera muy directa, el pedagogo Maurice Vergnaud(7) dice que "la escuela, como tantas otras instituciones, se inscribe en una estrategia de proyecto y que su dinámica está en la acción y su acción no encuentra pleno sentido más que en su éxito." De ahí que la formulación de un proyecto que eleve los índices lectores de los estudiantes, plantea una serie de acciones que sin el concurso de todos es imposible llevarlas a feliz termino, por tanto, el éxito depende de todos y cada uno, sin excepciones.
El proyecto tiene que ver con muchos asuntos. No sólo están en juego las desdichas, que compartidas se hacen menos pesadas, también está el manejo de aportes, medios y posibilidades colectivas, que asumidas y pensadas entre todos, pueden tener mayor rentabilidad e impacto al interior de una institución. La idea es aprovechar que las instituciones escolares son un conjunto de personas, procesos y recursos materiales y de conocimiento e información, estructuradas y organizadas de manera deliberada para cumplir con la tarea de educar. Esta, al igual que todas las organizaciones, es una invención cuyo propósito es superar las limitaciones individuales de hombres y mujeres y por tanto, hay que aprovecharlas para hacer trabajo en equipo, para ello es necesario superar el egoísmo y dejarse llevar por el espíritu de la ley 115 colombiana(8), la cual es un ejemplo que invita al desarrollo de ideales comunitarios, nacionales y regionales.
Se pretende con el proyecto de promoción de la lectura, al igual que con cualquier otro, crear una nueva relación de trabajo donde se plantee una construcción colectiva, en la cual impere la comunicación y el intercambio de logros, fracasos y soluciones. En nuestro ejercicio profesional se ha podido observar que esto es posible, ya que el proyecto dinamiza a los educadores haciéndolos emplear todas las reservas de energía, de iniciativa, de invención y de entusiasmo no utilizado o ignorado en la práctica tradicional.
Hay que darle la oportunidad a los educadores de que aprecian el trabajo en equipo, por años, algunos han puesto trabas so pretexto de la autonomía y la libertad individual de enseñanza, sin embargo, los problemas permanecen sin solución y jamás se solucionaran con ideales individualistas. El proyecto es una propuesta socialista dentro de la institución, y busca aunar los esfuerzos de todos para articularlos en una gran idea con el fin de salir a defender una propuesta pedagógica concreta.
Esta forma de trabajo merece unos años de oportunidad, si fracasa, tiempo habrá para inventar otras propuestas. Pero en este momento histórico, en el cual el educador trascendió el aula de clase y descubrió que además de ser buen pedagogo debe ser gestor, consultor, consejero, dinamizador cultural y una montaña de cosas más, es fundamental darle la oportunidad para que, con la ayuda de otros, salve las limitaciones propias del ser humano y aporte con las virtudes que la naturaleza lo dotó.
En ese orden de ideas, el proyecto deja de ser la imposición de unas elucubraciones escritas en unas hojas correctamente mecanografiadas y empastadas y se convierte en la expresión de una voluntad colectiva.
Un proyecto en relación con otros proyectos escolares
La pregunta que necesariamente surge es: ¿cómo articular un proyecto de promoción de la lectura a los diferentes proyectos que les exigen a las instituciones educativas?
En Colombia, por ejemplo, por disposición legal, todas las instituciones escolares deben contar con un Proyecto Educativo Institucional, PEI, el cual funciona como una herramienta que da orden y coherencia al desarrollo educativo de la institución. Entre otras cosas, debe responder a situaciones y necesidades de los educandos y la comunidad educativa en general. La ley recomienda, además, que sea concreto, factible y evaluable.
Desde sus características, se puede apreciar que en nada impide el desarrollo de ningún proyecto en particular, todo lo contrario, invita, con su propuesta de flexibilización, a que se articulen todas las necesidades que el ambiente y entorno escolar así consideren conveniente. Allí entonces, tienen cabida todas las iniciativas relacionadas con la vida académica: lo ecológico, lo social, lo artístico, lo científico y por supuesto el fomento de la lectura. Inclusive, hay proyectos menores, conocidos como proyectos de aula, que formulados de manera prudente tienen cabida en el proyecto maestro de la institución. Cuando se hace alusión a bien formulados, se quiere decir que tengan la universalidad suficiente para ser comprendidos y adaptados a diversas situaciones, sin caer en la minucia en el momento de plasmarlos en el documento.
Lo anterior quiere decir, que el proyecto de fomento de la lectura es una arista más del proyecto pedagógico de cualquier institución educativa.
Antagonistas
En primer lugar es importante tener presente que los proyectos son momentos de sueños, de búsqueda, de anhelos. En ningún momento ingresan en el terreno de la sumisión, que no es otra cosa que la aceptación del fracaso. A menudo surgen despotricadores baratos y pesimistas de los ideales y de la razón que argumentan, sin mucho oficio, la inutilidad de los proyectos. Para ellos este tipo de propuesta no tiene sentido.
Y en segundo plano, es bueno aclarar que cuando se plantea el diseño de un proyecto, en ningún momento se pretende que todos los educadores de una misma institución piensen igual, este sería un mal mayor. Lo que se quiere es que con los aportes de todos, se construya una propuesta en la cual los estudiantes no sufran el rigor de las incoherencias y los desgarramientos que producen los desacuerdos, la falta de criterios y la escasez de recursos metodológicos en los procesos de formación lectora en poblaciones neo-lectoras. El proyecto sería innecesario si cada una de las estrategias, que por separado suelen tener los educadores para formar a los estudiantes como lectores, consiguieran su cometido. El asunto es que en la actualidad las propuestas al interior de las instituciones están llenas de contradicciones y, en su mayoría, dejan a los estudiantes sumidos en la confusión y el desgano.
Tres protagonistas
Es imposible poner en marcha las estrategias de acción de un proyecto sin la participación de los educadores, y, teniéndolos en contra, ni siquiera se llega a la formulación del mismo. En consecuencia, aunque resulte pesado y difícil, hay que procurar su voluntad y emplear el poder de la persuasión ayudados con la razón y el estudio, para lograr su participación como protagonistas de primer orden. Esto se consigue siempre y cuando se respete sus fortalezas individuales y las opciones personales que a bien tengan disponer para sacar avante el proyecto.
En esto de los proyectos institucionales, es importante resaltar el papel del rector o director de la institución. Su triunfo no está dado por el éxito que tenga el proyecto dentro del establecimiento, habida cuenta que este es un éxito a la vez colectivo e individual para cada quien. El triunfo del jefe del plantel está en la eficacia de su acción para lograr que se adopte como una realización colectiva. Él debe proponer, impulsar y valorar la contribución permanente del proyecto, su participación en este sentido es fundamental. En nuestro medio, el aporte de la mayoría de los rectores en el liderazgo de los proyectos ha sido lamentable. Le corresponde a los líderes golondrina y a otros, incentivar a los rectores para que asuman el papel que les corresponde, al fin y al cabo, muchos de ellos deben empezar a saldar la deuda que tienen pendiente con la comunidad escolar.
El otro protagonista es el alumno, su triunfo como lector es lo que en última instancia importa, y así muchas estrategias estén dirigidas a la familia y su entorno, lo único que se busca es un ambiente lector para él que es el objetivo final de las estrategias planteadas en el proyecto. Si terminada su estadía temporal en la institución se hace lector, el proyecto habrá tenido sentido, de lo contrario la deuda sigue en pie.
Apreciaciones para un final
No se trabaja por trabajar, sino parar tener éxito, para resolver o solucionar problemas, para ganar. El lugar de los perdedores hace parte de otra historia. Quienes asuman el diseño y ejecución del proyecto con convicción y no para cumplir una norma, aspiran a triunfar, sin embargo, nadie está libre de la derrota, por eso, fracasado o exitoso, el proyecto debe conducir a una nueva acción o a otras acciones, a menos que los comprometidos sean incapaces de reconocer la derrota afirmando con ello su debilidad e incapacidad. Si es así no hay nada que hacer, sólo resta bajar el telón y emprender la huida.
El proyecto puede ser el principio del fin de la atomización. Es importante acabar con esta calamidad que se inicia en las asignaturas y pasa por los cuadernos, los profesores, los horarios y los espacios, hasta llegar a la mente del estudiante proyectándole un universo fragmentado. El proyecto permite tener una coherencia y un universo lector completo para que el estudiante lo viva en todos los espacios, en todos los formatos y en todas las miradas.
Lo ideal es lograr el proyecto institucional, coherente y concertado. Si esto se da, se puede aspirar a un proyecto barrial, que le permita a los niños que viven como nómadas de casa en casa y de barrio en barrio, continuar, sin desgarramientos, su proceso lector. El paso siguiente será el proyecto de ciudad o municipal, aquel que obligue a las ciudades o municipios a invertir unos recursos exclusivos para la creación de ambientes lectores en todos los rincones, para que tengamos la ocasión de ser menos ruines en nuestras ciudades. Logrado el proyecto de ciudad o municipal, se debe aspirar al departamental, aquel que permita el encuentro de las ciudades o municipios en torno a situaciones lectoras y que ponga su mirada en los más desprotegidos, de tal manera que superado el individualismo podamos tender manos lectoras en auxilio de quienes pueden resagarse sin nuestra ayuda. El paso siguiente será el diseño y ejecución de un proyecto nacional de lectura, que posibilite la creación de políticas a favor del libro, la lectura y las bibliotecas; unas políticas que consideren la lectura en sus presupuestos de paz y convivencia. Pero el asunto no debe parar aquí, el reto es llegar a un proyecto latinoamericano de promoción de la lectura, que le permita a nuestras naciones aunar esfuerzos, voluntades y saberes en torno a un objetivo que nos puede sacar de la ignominia, si esto se hace, habrá, aparte de los recursos locales que se puedan captar, recursos internacionales para sacar a nuestros pueblos del atraso y la pobreza. Como pueden observar, esto de los proyectos es un asunto de anhelos, por ello debemos iniciar hoy mismo el camino.
En ultimas, los educadores tendrán que asumir el diseño consciente del proyecto institucional, pues sin este, no hay para la escuela, como para toda institución, ni vida auténtica, ni adaptación que permita la supervivencia. La escuela en su conjunto y cada establecimiento en particular, son una empresa humana que no tiene futuro sin proyecto, dijo Vergnaud(9) hacerlo es una urgencia, pero hacerlo unidos, todos al unísono, de lo contrario, tendríamos que asumir la frase del libertador Simón Bolívar: "no es que el enemigo del norte sea más fuerte, es que nuestra propia desunión nos va a acabar".
Notas al pie
Barranquilla, Abril 19 de 2005