Fin de una época
El carnaval comenzó a resentirse como fiesta colectiva posiblemente cuando en 1959 se inicia una nueva fiesta: Fiesta Nacional del Mar, la que arrancó como evento náutico, pero con el paso de los años tomó una nueva dimensión y desde entonces a querido instaurarse por las autoridades locales como fiesta de la ciudad en remplazo de las carnestolendas. Tanto que en los últimos años
no se financia la fiesta carnaval era argumentando que la fiesta de la ciudad es la otra.
Por otra parte el cultivo y comercialízación del banano se fue agotando, la United se había transformado en Frutera de Sevilla, los intereses norteamericanos ya no estaban en la "Zona Bananera del Magdalena" sino en otro lugar con menos conflicto y con un potencial mayor de la tierra: Urabá, donde la compañía fomentará el cultivo de la fruta, este hecho hace que la economía de exportación del banano en Colombia entra en crisis en la década de los sesenta, y la más afectada es la economía samaria y del Departamento. Se produjo realmente un colapso económico y social, que aún no ha podido recuperarse: desempleo, disminución de los ingresos. Esta situación se agravó con la crisis algodonera de los setenta.
Esos elementos constituyeron un punto de desequilibrio tal que la suntuosidad del pasado se viene abajo, y las grandes fiestas de los veinte, treinta, cuarenta e inclusive de los mismos cincuenta disminuyera sustancialmente. La fiestas se registran pero se comenta la crisis económica, lo que constituye una justificación para afirmar que las fiestas están perdiendo importancia. Entra en franca decadencia, situación que se verá fuertemente afectada cuando en la década de los setenta se entroniza en la ciudad y en toda la región del Caribe colombiano la "Bonanza Marimbera". Porque las ganancias de los "marimberos" comenzaron a crecer y extenderse en la misma medida que el negocio. Los círculos sociales de Santa Marta y Ciénaga fueron los primeros en sentir la irrupción de una nueva clase de ricos, emergentes llenos de dinero que trastocaron el orden establecido de las cosas. Poco a poco, el negocio fue absorbiendo a buena parte de la sociedad samaria, sin distinción de clase ni de ocupación.
La estructura misma del negocio obligó a buscar formas de defenderse de los robos de la mercancía, a imponer justicia cuando no se cumplían los compromisos. La tradicional pelea a puño limpio, se perdió. Hubo guardaespaldas y pistoleros llegados en buena parte del interior del país. Comenzó una guerra que adquirió visos regionalistas entre clanes y familias guajiras y bandas de cachacos. La ciudad fue escenario de una guerra de familias guajiras: Cárdenas y Valdeblánquez, que se enfrentaban a tiros no importando ni el momento ni el lugar. Muertes inocentes sucedieron en sepelios y bailes populares, por eso los samarios debían recogerse a horas tempranas de la noche.
Estos hechos sangrientos se agregaron como un detonante negativo de los carnavales, los disfraces y capuchones que en el pasado inundaban la fiesta comenzaron a hacer restringidos y los mismos samarios se negaban asistir a, los bailes y desfiles que se organizaban, temiendo a que una balacera segara sus vidas. La irrupción de este dinero mal habido fue uno de los golpes más bajos que sufrió la fiesta y toda la sociedad samaria.
Seguir viviendo por siempre
Hoy el Carnaval samario se expresa como cualquier Carnaval urbano, pero se
desarrolla dentro de la lógica de una ciudad con un escaso desarrollo social y económico. El Carnaval mantiene algunos elementos tradicionales tales como: la mojadera, el entierro del Carnaval o "Joselito Carnaval", disfraces, berroche, alegría, orgía, bailes populares, casetas durante el día con
agrupaciones musicales de alta calidad, que durante la noche actúan en las casetas barranquilleras; también encontramos música popular conocidas como "papayeras"; en las casas las familias y amigos se congregan a continuar con el goce después de salir de una caseta diurna. Por su parte, la burguesía y la aristocracia se siguen divirtiendo en los clubes sociales, como el tradicional "Santa Marta" sobre todo en las horas de la noche, ellos cuentan con sus
propias capitanas: del Club, de casadas, juveniles e infantiles, sus comparsas siguen siendo "sueños más allá de las fronteras: Norteamérica y Europa".
La diversión seguía siendo presidida por la reina Central del Carnaval escogida por la Alcaldía, más tarde esa función la coordinaba la empresa oficial creada para organizar las diversas fiestas de la ciudad y la explotación turística de la misma: ETURSA. Pero la elección de Reina de las fiestas llegó hasta 1996 cuando fue escogida Sandra Milena Rojas Cantillo. Desde entonces las autoridades distritales se han negado a hacerlo.
Paralela a la Reina Central, los barrios populares y corregimientos de la ciudad nombran reina del sitio, y otra infantil. El objetivo principal de estas soberanas de las barriadas samarias es animar el festín en su sector y para ello montan su "Palacio Real", y además participan en el reinado que el viernes antes del sábado de Carnaval escoge la "Reina Popular" de los barrios y la reina infantil. Este acto lleno de colorido, música y derroche esta amenizado por orquestas y conjuntos musicales que amanecen divirtiendo a los gozones samarios, sobre todo a aquéllos que se llevan el trofeo del reinado popular. Hoy esta ceremonia está un tanto deslucida por la poca importancia que le da el Distrito.
En los carnavales samarios se ven muy pocos disfraces en las horas del día, recorriendo las calles de la ciudad. Sin embargo, el sábado antes de las carnestolendas se organiza una verdadera "Batalla de Maicena", por algunas calles de la ciudad, pero el punto del desorden es el "Paseo Bastidas", que los samarios llaman "La Playa". Allí, frente al mar de los caribes, los samarios se emborrachan, se enmaicenan y se mojan, tal vez en forma agresiva. La diversión continúa en los barrios populares o en las casas; por ejemplo, los pescaíteros en su mayoría arrancamos a gozar a la caseta "Paysandú" de propiedad de "Jaricho" Valderrama, el papá del conocido futbolista "Pibe" Valderrama. En el pasado los del sur se refugiaban en "La Casa Blanca", hoy desaparecida.
Los cuatro días de Carnaval se inician con la "Batalla de Flores", donde desfilan las comparsas, comedias, danzas y disfraces que entran en concurso, las que deberán hacer una presentación especial al jurado en algún sitio amplio con asistencia de numeroso público. Con ellas desfilan los grupos de danzas que no concursan. El recorrido es largo y cubre casi siempre la misma área del de la batalla del s6aacute;bado anterior, pero la clave y lo ‘bacano’ del festín está en "La Playa". Además de las autoridades que iniciaban el desfile, la Reina Central del Carnaval iba al frente seguida de la Popular y luego las otras reinas populares y de los corregimientos.
En los últimos años este desfile se ha visto empañado por el comportamiento agresivo y desordenado de pandillas de jóvenes y adultos conduciendo motos y bicicletas y también de a pie, irrumpiendo en el desfile y entre los espectadores- actores, cometiendo toda clase de actos anárquicos, impidiendo el normal desarrollo del acto. Sin embargo, los samarios y visitantes se divierten observando esos mismos actos vandálicos, al igual que la creatividad e imaginación de los samarios carnavalescos, la maicena, o "el polvo del Carnaval", el agua en bolsa, la música, el ron y la alegría desbordan por doquier. Alegría y berroche que continúan en las casas particulares, casetas improvisadas en algunos lotes de la ciudad y en todo "El Camellón", pero sobre todo en el sector del "Rumbódromo", Calle 22 (Avenida Santa Rita) entre las avenidas del "Ferrocarril" o "Circunvalar" y de "Los Estudiantes", en ese lugar se ha concentrado la rumba, tanto así que casi todos los espectáculos musicales se organizan en ese sitio, como también al lado del Cuerpo de Bomberos. Pero el Plan de Ordenamiento Territorial, aprobado recientemente por el Concejo de la ciudad, abolió estos escenarios tradicionales de la rumba samaria.
Además de aparecer los aditamentos propios del Carnaval y que permiten el goce colectivo de los samarios, también encontramos el mundo de la mercancía, porque en medio de la cumbia y el son de la tambora samaria, están los mensajes de los raticidas, las cervezas, las gaseosas, los aguardientes, el Ron Caña, los bancos y en fin la expresión del capitalismo moderno. Un poco olvidadas están las letanías que tienen como objetivo ridiculizar o denunciar entre verso y verso las situaciones de la sociedad, no obstante, sus exponentes siguen año tras año ridiculizando y satirizando.
Con la expansión de la ciudad, los bailes en los barrios hicieron su aparición en el escenario de las fiestas y toda la ciudad vive cuatro días de sueño y amnistía social. La autoridad pierde su vigencia, la familia se resquebraja, la sociedad se transforma, aparecen los vendedores de sombreros, de camisetas con mensajes picantes, insinuantes y políticos, las fritangueras y todas aquellas actividades comerciales trashumantes se muestran reflejando el desarrollo mismo de la ciudad. En fin, el Carnaval se vincula a esa nueva sociedad moderna que incipientemente se desarrolla en la ciudad. La vida cotidiana se suspende durante cuatro días al cabo de los cuales se reinicia y continúa, entonces los samarios esperan el próximo año -con Decreto o sin él, con aportes del Distrito o sin él- para volver a jugar el Carnaval, que como toda fiesta, muere y resucita un tiempo después, es decir, dentro de un año, cuando nuevos motivos existirán para satirizar o ridiculizar y así seguir viviendo por siempre.
Reflexiones finales
De todas maneras, la sociedad samaria en su conjunto no cambió su
Carnaval, -y para los sectores populares es su fiesta- por otra celebración paralela que le montaron como es la "Fiesta Nacional del Mar", más tarde internacional, con dos reinados incorporados, ahora incluidos tambi&eeacute;n los juegos náuticos, pero realmente esta festividad no ha incidido culturalmente en la ciudad, ni siguiera para atraer turistas, se realiza con mucha irregularidad, sin fecha definida y sin impacto en el calendario festivo del país.
El pueblo participa en ambas, -con menos incidencia en la del mar-, y por nada ha permitido que se le arranque lo que le pertenece. Tanto es así que en el período carnavalero se olvida de sus angustias económicas y se lanza al disfrute de la fiesta colectiva, donde el tiempo y el espacio son aprovechados para jugar al carnaval. Las actividades comerciales, industriales, educativas, judiciales, financieras y de otra índole se paralizan, y las que no (unas y otras) funcionan a medias. El miércoles de ceniza los samarios -hombres y mujeres- corren a las iglesias a recibir la señal de la cruz, continuando con el ritual cristiano de que ‘polvo somos’.
El Carnaval como se aprecia en el recorrido realizado aparece como fiesta de todos los sectores, cada uno la festeja dentro de su propia lógica y recursos económicos, pero todos gozan. En la ciudad a pesar de su desarrollo la fiesta entró en los últimos 30 años en proceso de decadencia, hasta llegar a hoy donde el Alcalde niega cualquier aporte económico para que el pueblo se divierta, sin embargo, muchos carnavaleros han realizado esfuerzos para revivir la fiesta: La radio local como "Radio Galeón" ha montado por varios años su "Caseta Imaginaria", las otras recordando los temas musicales de carnaval, y transmitiendo los actos de la fiesta, la prensa escrita con su despliegue informativo sobre los eventos centrales y de los barrios populares y corregimientos.
"El Heraldo", (en su sección regional) convocó a un foro sobre el carnaval en 1995, donde asistieron varios carnavaleros y realizaron la "Toma de Mamatoco" con un desfile que salia de la Quinta de San Pedro hasta la plaza de la iglesia de ese corregimiento carnavalero, con disfraces, comparsas y danzas. El Instituto de Cultura y ETURSA en 1996 convocaron con mucho éxito un Foro con la participación de ponentes de Santa Marta, de otras ciudades, y de muchos samarios interesados en el tema; además hubo un taller de máscaras de carnaval, concurso de Letanías, una noche de tambora, concurso de pintura y otros eventos; para 1997 no se encontró apoyo y los actos en el Instituto fueron débiles. Sin embargo, a partir de 1998 hasta hoy -el antes Instituto, hoy reducido a área cultural- organiza el evento "Por el Rescate del Carnaval Samario", con conferencias, concurso de pintura, letanías, máscaras, desfiles y un gran cumbión.
Pero por el lado de la administración Distrital la posición sigue siendo la misma: no se apoya la fiesta y sólo se publican decretos concediendo los dos días de carnestolendas. El argumento es el mismo: No hay plata, la fiesta de Santa Marta debe ser la del Mar. Sin embargo, la reacción a esta actitud ha enfurecido a los carnavaleros samarios que han organizado desfiles, bailes, comparsas. En este 2000 hubo dos casetas que comenzaban la programación desde las horas de la mañana hasta las 12 de la noche. Las emisoras con más sintonía en la ciudad han organizado su propio carnaval y se han definido como "la emisora del carnaval" promocionando durante la pretemporada como en los días de carnestolendas los temas musicales de carnaval y cualquier cantidad de publicidad sobre las orquestas, conjuntos, bandas, tamboras que animarían los bailes. Ellas organizan el Carnaval y las reinas llegan y con ellas las danzas, las tamboras y se hacen los recorridos acostumbrados, la gente sale a las calles y avenidas por donde pasan los desfiles, se echan agua y maicena, todo el mundo se olvida de que no hay Reina Central y organización por parte del Distrito, pero hace el Carnaval dentro de su propia lógica.
En Mamatoco la fiesta de San Agatón y el Carnaval vienen cogiendo nuevamente fuerza como en el pasado y en los barrios de la ciudad las casetas con sus picós suenan durante todo el periodo de precarnavales y en los cuatro días los vecinos ni duermen bailando al son de los mejores aires del Caribe y de esa música carnavalera como es la guaracha. Pero también se están organizando bailes populares en balnearios y estaderos, por todas partes hay fiestas, disfraces y, además, como siempre en el Club Santa Marta una fiesta muy animada. El veterano carnavalero "Pachín" Paternostro, (El Viejo) es una especie de Edecán y una gran cantidad de reinas de barrios y organizadores de casetas, bailes y danzas lo buscan para que los oriente cómo hacer mejor las cosas y él gustoso apoya y da orientación como cualquier buen maestro de las fiestas del dios Momo, porque él se siente un "Rey Momo", un "Joselito Carnaval". Esto significa que la fiesta está viva y la gente la quiere, no olvidemos que al pueblo hay que brindarle lo que desea y afirma culturalmente, quitárselo es un error, por decir lo menos.
Las paradojas se presentan como que el Club Santa Marta nombra sus capitanas, los barrios populares sus reinas, la Gobernación realiza un reinado interno, la misma Alcaldía, autoriza casetas y cobra impuestos por un baile popular, un kiosco, una fritanga. Entonces no hay plata para el Carnaval, pero la Administración Distrital recibe una fuerte suma de dinero por concepto de la fiesta.
Pero hay una pregunta en el tintero y tal vez con pocas respuestas: ¿Por qué los samarios tienen el comportamiento agresivo, anárquico, vandálico que aparece en los actos masivos, como los desfiles, que se organizan en la temporada carnavalera? .Intentemos unas razones y posible explicación. Aunque los sicólogos tendrían que decir más que nosotros los sociólogos. Valga aclarar que una cosa es el desfile y otra el Carnaval como tal, que a la postre su espacio es toda la ciudad.
Razones objetivas: Nunca se cumple lo programado, no se conoce el recorrido y se especula sobre el mismo, se anuncia una hora ya lo sumo el desfile se inicia con dos o más horas de retraso. Esto produce angustia, desesperación, la gente se molesta y se vuelve agresiva por la mamadera de gallo. Mientras espera -casi siempre con toda la familia- aparecen pandillas, sin control alguno, de niños, jóvenes y adultos en bicicletas y motos produciendo estragos, pánico, es decir, creando un "miedo ambiente" entre los asistentes. A ello se suma que muchos "pantalleros" aparecen con sus carros por bocacalles por donde no se debe pasar y lo hacen a la fuerza, sin importar lo que ocurra. En el lugar por donde debe pasar la procesión de carnavaleros no existe ningún tipo de control policivo, situación que se origina porque en esos días los agentes se los llevan para Barranquilla, y a los auxiliares o a los pocos que quedan no "les paran bolas", no se ordena el espacio delimitándolo con soga o cabuya u otro instrumento que utiliza la polica para estos eventos, a menos que tambié se los lleven para Barranquilla.
Razones subjetivas: Por naturaleza, o mejor, por definición el carnaval significa desorden dentro del orden, es el caos organizado, porque no hay actores por un lado y espectadores por el otro, todos somos actores-espectadores, porque es el tiempo mítico, tiempo de sueño, tiempo mágico, pausa para el ocio creativo, para la lúdica, tiempo de amnistía social e inclusive de subversión de lo social, tiempo donde la cronología se pierde en el bullicio y el pasado retorna, por eso todos los años vuelve a nacer para morir, y así hasta siempre, es el eterno retorno. Pero cuando todo ello se pierde y aflora en el individuo una actitud agresiva, vandálica, violenta, de muerte, ya no está en el tiempo ni en el espacio creativo de la fiesta, es por el contrario, un hombre enajenado, alienado totalmente, lumpenizado.
Podría pensarse que su comportamiento obedece a las "cadenas" de explotación a las que está atado en el capitalismo y las formas de dominación de la clase política de la ciudad, que no le deja otra opción que protagonizar esos hechos en tiempos de "todo vale" y lo aprovecha a sabiendas que tiene 361 de agobio y olvido.
última actualización, febrero 19/2001