ESPLENDOR Y DECADENCIA DE LOS CARNAVALES SAMARIOS
(Parte IV)

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Domingo de Carnaval elección de Abadía Méndez
Paralelo a las "reales órdenes" están las del Alcalde y que en este año de 1926 fue publicado en "El Estado". El decreto fue el número 15 del 10. de febrero por medio del cual se reglamentan las diversiones populares del Carnaval. Se repiten algunos artículos pero en el primero se ordena que "desde el día primero del presente mes hasta el 16 de febrero, se concede permiso para toda clase de diversiones públicas, como son los bailes de disfraces y todas aquellas que no pugnen con la moral y buenas costumbres, para lo cual se atendrán a las siguientes disposiciones: Los jueves, sábados y domingos desde la 6 de la tarde hasta las 12 de la noche. Desde las 6 de la tarde del día 13 (sábado de carnaval) hasta las 6 de la mañana del día 15 (lunes de Carnaval) del presente mes queda terminantemente prohibido toda clase de diversiones, así como el expendio de licores por ser vísperas y día de las elecciones para Presidente de la República"38, es decir, el domingo de Carnaval se realizaron las elecciones para escoger el candidato único a la presidencia del partido conservador: Miguel Abadía Méndez, los samarios, como se deduce, pasaron el domingo entretenidos en otro "carnaval", pero el lunes después de las seis de la mañana la rumba se reinició.

El artículo quinto prohibía las máscaras y quien desee usarlas deberá obtener un permiso de la Alcaldía, para lo cual necesitará pagar un impuesto ($0.50) "y quedando en un libro destinado a este efecto, los nombres de las personas que deseen hacer uso de los disfraces", este número debía lucirse en una parte visible del vestido. En el artículo siguiente se prohibe usar la bandera como disfraz o como insignia de alguna danza. Medida similar se define para el Himno Nacional, ya que sé prohibe ejecutarlo en el marco de las diversiones populares de Carnestolendas. Esto marca una diferencia clara de entender el carácter de la fiesta y muestra el parangón existente entre lo que es una fiesta patriótica y una popular. En la primera, prima el respeto, se establece absoluta diferencia, en la otra es todo lo contrario, la diferencia no existe, todos pueden ser iguales, así sea por ese momento, dentro de ese espacio y tiempo definidos para carnavalear.

Como estaba anunciado el sábado se dio el baile en el "Centro Social" bajo la responsabilidad de los señores designados por la soberana Pero durante todos las noches se repiten los "asaltos carnavaleros", como uno que se dio el viernes 22 en casa de don José Ignacio DíazGranados hijo y de su señora Tomasa Alzamora que terminó en las primeras horas del sábado. En general la ciudad vive un período volcánico, lleno de entusiasmo y por todas partes hay "asaltos", disfraces, comparsas, bailes y regocijo, todos ello se había incrementado después del baile de la noche de San Sebastián: 20 de enero. El domingo en la noche se celebró un baile de "Paco-Pacos" en el "Centro Social" que había sido decretado por la Reina el viernes por la noche. Este nombre lo recibían los bailes que se organizaban para los jóvenes.

Desde el 27 de enero y hasta el 30 del mismo mes el Presidente de la Junta Directiva del "Centro Social" José Manuel Campo Serrano y el secretario Demetrio E. Lapeira publican un aviso invitando al baile del sábado ofrecido por otro grupo de aristócratas samarios obedeciendo la orden real de la soberana. En medio del ritmo del Jazz la Reina ordenó que se realizara un baile infantil de disfraces el jueves, 4 de febrero siguiente y designó los responsables, el que fue muy promocionado en la prensa local; e igualmente dispuso que el sábado 6 siguiente, se verificará "la tradicional y la clásica Batalla de Flores y que por la noche daría ella en los salones de su Palacio Real un suntuoso baile de fantasía", no se da ese día, y se organiza para el siguiente jueves 11. El domingo 31 de enero desde tempranas horas de la tarde y hasta media noche hubo otro baile por disposición real.

Todo lo que la Reina ordenaba se realizaba y los súbditos aceptaban gustosos la distinción de formar parte de la organización de los bailes, puesto que daba prestigio y permitía mostrar el poder económico que cada familia poseía, ya que la gran mayoría estaban dedicadas al negocio del banano, pero en forma pasiva, es decir, como arrendatarios de las tierras para que la United Fruit Company explotara la producción, transporte y comercialización de la fruta, y otros productos agroindustriales.

Para la época se daban unos bailes suntuosos y bulliciosos, escandalosos para algunos, desde que comenzaba la pretemporada y durante los cuatro días ya veces a los ocho días después. Pero también se presentaban riñas y hechos de sangre que lamentar.

Por esos días se hizo una solicitud a la Alcaldía para organizar otro baile público en el centro, tal vez para otro teatro, "El Colonial" o "El Variedades", no sabemos. Lo anterior se deduce del comentario del día 3 de febrero en la sección "Glosario del Día" donde se criticaba la realización del baile popular en el centro de la ciudad. La nota afirma: "Hemos tenido conocimiento de que se piensa establecer en el mismo centro de la población un salón de bailes públicos, donde, como es sabido, tienen acceso toda clase de parejas, así vengan ellas de los prostíbulos apartados de la ciudad; de tal modo que ya una muchacha perteneciente a nuestra clase media, que sepa estimarse a sí misma, no asiste por propio pudor a las tales mascaradas públicas, a mezclarse aquí con las heces de las sociedades"39.

Es un comentario elitista, clasista y por qué no racista, como si los pobres no pueden divertirse dentro de la ciudad y como si esta fuera exclusiva de unos pocos. El mismo crítico acepta que no se pueden prohibir las diversiones populares, "porque de todo ha de haber en la viña del señor, a lo menos se establezcan en sitios apartados de la ciudad, donde no constituyan un motivo de alarma para las casas de familias honorables y un perenne escándalo nocturno". Pero no organizarlo dentro de la ciudad eso es inaudito, "ante lo cual protestamos aquí en esta casa de amplitud liberal en forma enérgica y formal... y si en "La Morita" han ocurrido ya hechos de sangre sin estar todavía en plena efervescencia carnavalérica, qué será cuando en vez de una haya dos "Moritas" y cuando se rompan todos los diques del entusiasmo en las fiestas de Carnestolendas?". Termina la columna llamando al Alcalde a que tome cartas en el asunto y le evite a la ciudad días de muchas calamidades en lo social y en lo moral.

Al día siguiente el Alcalde L. Camilo Laborde, le comunica al director del periódico que no habrá permiso para tales bailes públicos en el centro y finaliza su oficio, "bueno es que sepa el señor Director informar al público que mientras el suscrito ejerza las delicadas funciones de alcalde, no concederá permiso para bailes públicos en los teatros de la ciudad"40. No aparece registrado la autorización y si creemos en las palabras del Alcalde no se permitió otro baile popular en el centro de la ciudad y sólo "La Morita" siguió siendo el espacio para que los sectores sociales marginados gozaran en Carnaval, los que no alcanzaban a entrar se tenían que consolar con los bailes al aire libre, en la plaza de San Miguel y en otros lugares de la ciudad.

Después del baile de "gala" del sábado 6 que estuvo animado por el famoso violinista Dalman, conocido como el "Poeta del Violín", de visita en la ciudad, esa noche fue acompañado por el maestro Zagaya al piano. En pleno baile la Reina delega en la Junta Directiva del "Centro Social" la organización de la "Batalla de Flores" para el día jueves 11 de febrero, a las cinco de la tarde, es decir, podía ser cualquier día y no necesariamente el sábado de Carnaval como hoy. El evento carnavalero dista mucho de lo que hoy vemos, puesto que aquel tenía dos bandos combatientes: Uno dirigido por la Soberana y el otro capitaneado por el Cesar Imperator.

El sentido de "batalla" era exactamente el concebido en la guerra, no el de hoy, que es un simple desfile, antes los bandos salían de un punto definido, la reina casi siempre de su Palacio Real, el "Centro Social" y concertaban encontrarse en otros puntos para los "enfrentamientos" carnavaleros. Otra característica clave en los carros era que cada grupo de caballeros eran los encargados de arreglar y dotar el auto con "el material de guerra", es decir, gran cantidad de serpentinas y confettis. Alguno de los sitios para estos encuentros era la Plaza de San Francisco, Plaza de la Catedral, "El Playón". Cada bando debía ir por una calle previamente definida por los organizadores, luego del tercer enfrentamiento carnavalero se redactaban las bases de armisticio, el que se firmaba con todo el ritual de una ordenanza real, acto seguido la Junta Directiva brindaba un cocktail de champaña a todos los combatientes, para celebrar el convenio de paz.

La noche anterior a la batalla de flores hubo -por decreto del Cesar Imperator- un asalto carnavalero muy comentado, como lo fue el hecho a la residencia de don Carlos Lacouture y su esposa María Lacouture de Lacouture, fue toda una rumba que se prolongó hasta las primeras horas del jueves; el viernes, el sábado y los restantes tres días de carnavales hubo bailes, en las casas, en el "Centro Social", en "la Morita" y en las calles de los barrios marginados y en las afueras del casco urbano de la ciudad. No hubo ningún hecho de sangre, sin embargo la aristocracia criticó los versos que algunos carnavaleros escribieron contra un sacerdote que oficiaba en la ciudad. En estas Carnestolendas llamaron mucho la atención las comparsas sobre todo una titulada "las Diabladas" y un disfraz llamado "Santa Marta".

La prensa local no dudó en calificar la temporada carnavalera como una muestra del "mayor derroche de entusiasmo y de sana alegría. La ciudad se entregó a las diversiones y regocijos de la fiesta tradicional con vehemencia y con amor". Considera que "María I, presidió uno de los Carnavales más entusiastas de que haya memoria en sus anales"41. Esa es la calificación del comportamiento de la aristocracia samaria y "de las diversiones populares podemos decir que se desbordaron en forma inusitada; pero en medio de la alegría general, y contra lo que se esperaba, no ocurrió ningún suceso de sangre, lo que nos satisface plenamente"42. Entonces el temor de no permitir otro sitio de baile popular por los hechos de sangre, muertos, escándalos y riñas, quedan sin fundamento y lo cierto es que la naturaleza misma de la fiesta implica actos como las peleas, la agresividad, el desborde de lo sexual, a tal punto que los nacimientos se incrementan nueve meses después y, por qué no, los abortos pocos meses después del festín.

La mayor información que se encuentra es la de los eventos de la aristocracia, tanto que el periódico "El Estado", es nombrado como "Organo Oficial del Reino", por el contrario las notas sobre los actos festivos de los sectores marginados no son registrados, lo que no quiere decir que sean menos importantes, sin embargo, los bailes de Gaira aparecen señalados como aquel muy popular llamado "La Gota de Agua" que "dio el palo" en ese 1926. En general la fiesta es colectiva, por todos los rincones se encuentran disfraces, máscaras, bailes y toda una vida fiestera. Como lo hemos afirmado los samarios son unos gozones por naturaleza, por ello, el sábado 20 siguiente la Junta Directiva del Centro Social invita a un baile para despedir la tradicional "fiesta de Momo y Arlequín", el lunes se informa que el baile duró hasta las tres de mañana que para la época era una hora muy tarde.

"Se permitirán en el territorio del Municipio toda clase de diversiones licitas" Paralelas a las órdenes de las Reinas de la Risa y de los Reyes de Burlas, están aquellas que las autoridades municipales en aquel entonces -hoy distritales- establecen en el marco de la fiesta; la característica básica de estos decretos firmados por el alcalde, es que desde un día del mes de enero, hasta el martes de Carnaval a las 12 de la noche "se permitirán en el territorio del municipio toda clase de diversiones lícitas" (sic), según lo establece el decreto número 18 del 22 de febrero de 1927; pero también se hacen prohibiciones que nadie cumple, como aquella de que "quedan terminantemente prohibidas aquellos disfraces que de algún modo zahieran a los ciudadanos, a las autoridades civiles, a las eclesiásticas, a las militares, a las asociaciones privadas ya las religiosas, a los miembros de ellas; y en general toda alusión franca o velada de hechos que pudieran mortificar a las personas o fomentar alteraciones del orden y de la paz pública"43, En otros apartes se invita a los ciudadanos a divertirse "sanamente" y se autoriza que todos tienen la obligación de contribuir para que el Carnaval sea una fiesta, que alivie las penas y las amarguras de la ruda vida diaria, se invita a disfrazarse y se recurre a antifaces o capuchones y quien decida usarlo deberá cancelar unos derechos en la Tesorería Municipal y lucir públicamente el número que los identifique ya la vez les garantizaban el ocultamiento de la verdadera identidad. El valor del número para los adultos en 1931 era de un peso ($1.00) y de cincuenta centavos ($0.50) para los niños. En el decreto de 1948 se prohibía el barato en los establecimientos de bailes y la infracción costaba veinte pesos ($20.00) que deberían pagarse en la Comandancia de la Policía. En 1953 se prohibió a los hombres disfrazarse de mujer por "motivo de seguridad".

Otras prohibiciones comunes eran los portes de armas y la de que los menores de ambos sexos asistieran "a establecimientos públicos de diversiones, sin que sea motivo de excusa el ir acompañado de sus padres"44. El hecho de transgredir alguna de las prohibiciones y ser encontrado por las autoridades, traía consigo que las personas eran sancionadas con multas como las señaladas o su equivalente en cárcel; en algunos casos se establece hasta 30 días por violación de alguna de las normas violadas, aunque muchas no son tenidas en cuenta por las autoridades conociendo el sentido de la fiesta y el espíritu, lo cual más que restricciones eran de fiesta y jolgorio. En cada uno de los decretos se expresan las condiciones o normas para el goce de la fiesta, pero también las prohibiciones. Se autoriza la diversión, pero se establece un tipo de control social y moral; sin embargo, la ridiculización de las personalidades es una constante.

Bailando por Santa Marta en Carnavales
Por otra parte, los samarios bailaban hasta el amanecer en las calles rumberas de "Cangrejal" y "la Cruz" en sus propias casas; pero también estaban los salones para la clase media y sectores populares que lograban colarse: "la Morita", "El Universal", de don Julio Ceballos localizado en la misma calle "Cangrejal", espacio de mucha fiesta por la época de Carnaval; otros salones populares fueron: "El Colonial", "El Variedades" y "Casa Blanca" fuera del centro de la ciudad.

Por su parte, la aristocracia y la naciente burguesía samaria se divertía en su propio "Charco", el "Centro Social", pero también se escapaban en busca del sabor carnavalero que le imprimían los bailes de salones y casas de los sectores populares que a ritmo de "Tambora Samaria" se divertían. Para la época de carnavales era tradición que llegara a la ciudad orquestas de renombre como la de "Lucho Bermúdez", en un Carnaval de esos el maestro compuso "Los primos Sánchez" la de "Pacho Galán", "Pedro Laza y sus Pelayeros", Para el año de 1929, durante el reinado de Himera Vives de Abello, el "Centro Social" contrató la orquesta "Filarmónica de Jazz-Band" que dirigía el profesor Rafael Vélez, de Ciénaga; en 1938 el baile de coronación de Alicia Campo estuvo animado por la "Orquesta del Maestro Conde" y por una "Banda de Músicos".

Vale la pena anotar un hecho social muy importante y comentado en la ciudad durante mucho tiempo. En esas idas a buscar la diversión, un aristócrata de una de las familias más tradicionales de la ciudad se enamoró de una joven de una familia de clase media. Todo sucedió durante las fiestas de Carnaval, al poco tiempo de casaron en Pueblo Viejo. Este hecho social produjo una gran conmoción en los círculos sociales de la ciudad. Era la época de los famosos sancochos de gallina donde Josefa "La Batata", este lugar era una especie de "sacaguayabo" dejado por las parrandas de las carnestolendas. Fue el tiempo de las famosas comparsas: "la Múcura", "la Iguana", "los Diablos Rojos", "las Garzas" y otras, donde se expresaba la creatividad del samario en toda su extensión.

Calificando lo mejor
Esa creatividad manifiesta en las comparsas y disfraces era premiada por las autoridades carnavaleras o como hoy y para ese objetivo se nombraba un jurado o tribunal calificador, como en 1938 cuando los carnavales los precedía Alicia Primera (Alicia Campo ). Algunos "considerandos" eran los siguientes: "Que es de suma conveniencia y necesidad. Para mayor gloria del portentoso Momo y gran esplendor de las festividades de la Corte, darles un poderoso estímulo a las comparsas y disfraces individuales, que son la divina sal de este reino; Que dicho estímulo debe hacerse efectivo por medio de diplomas de honor, menciones honoríficas, condecoraciones de Primera y Segunda categoría, etc., otorgados por la Reina a aquellos súbditos que se hagan acreedores a tales Premios, previo dictamen del Tribunal Calificador; Que los llamados a juzgar del arte, buen gusto y estilo de las comparsas y disfraces de las damas deben ser los caballeros y viceversa, por aquellas sabias sentencias de que no hay peor cuña que la del mismo Palo ni peor enemigo que el de tu oficio"45; más adelante se "ordena y manda" la conformación del Tribunal Calificador integrado por damas y caballeros de la aristocracia samaria.

Un personaje: "Manuelito" Corvacho
Pero, los carnavales no sólo son conocidos en su esencia por poseer una Reina, o el capuchón muy tradicional durante ese período dedicado a satisfacer el espíritu, si no por el grado de permisibilidad social. Si bien es cierto que son aditamentos modernos, puesto que siempre fue un Rey. "Rey de Burlas" o "Rey de Mofa", como se comenta en la vieja Roma o Grecia. El Carnaval samario siempre contó con el personaje central, que es quien le pone el sabor festivo y burlesco, verdadera esencia carnavalera de la vida. Ese personaje en los últimos años fue Manuel Corvacho, un negro de origen cubano muy alegre y jacarandoso, quien por años improvisaba versos picantes y satíricos a los hombres públicos, comunes y corrientes de la ciudad, el departamento y la nación. De todos modos, siempre habían los inconformes con los versos, pero su ausencia fue notoria.

"Manuelito", como se le llamaba, se disfrazaba durante toda la época de carnaval, y con un tambor iba de calle en calle y de casa en casa mostrando su creación e imaginación expresada en versos sarcásticos y llenos de gracia y suspicacia. En los versos no se escapaba nadie; era como un periódico hablado que comentaba los hechos con gracia y humor.

"Manuelito" Corvacho fue todo un personaje de Carnaval, lo que se asimila a los reyes de burla de las saturnales romanas, con la diferencia de que no fue enterrado o asesinado como si lo eran en la tradición itálica y en otros pueblos orientales y de Europa. "Manuelito" tenía una gracia inusitada, y los viejos samarios, gaireros y mamatoqueros que se reían de sus actos y ocurrencias, lo recuerdan con mucho agrado y lamentan que ya no exista en el Carnaval un personaje con esas características, aunque en los programas radiales se leen letanías y versos rimados con ese carácter, como también los animeros aparecen durante las precarnestolendas y durante ellas, recitando versos y pregones satíricos y jocosos.

... tocando la hembra, el tambor que llama
El Carnaval samario tiene una fuerza inmensa en el sentimiento popular y aristocrático de la ciudad, los bailes y el juego mismo del Carnaval cobija a todos los sectores de la sociedad. Un ejemplo de ello lo constituyen las declaraciones de uno de los dirigentes de la izquierda colombiana, nacido en la ciudad de Bastidas, ya desaparecido, Jaime Bateman Cayón afirma sobre tal festividad lo siguiente: "En los carnavales tocaba el tambor. Lo hacía para conseguir trago, más que todo. Las parrandas, sabrosas, las cumbiambas... Yo participaba en las cumbiambas tocando la hembra, el tambor que llama. Otro tocaba el macho, otro la rasca, otro la tambora, especie de bombo. Otro el guache, ese tarro de aluminio que tiene pepitas adentro. y así recorríamos las calles disfrazados, cubiertos por los capuchones, tocando tambor, cantando, bailando, bebiendo ron"46. Mejor testigo de excepción para hablar del esplendor de los carnavales samarios en el siglo XX, no hay como este hombre que entregó la vida buscando construir una sociedad más justa en esta patria destrozada.

Sigue...


NOTAS

38 EL ESTADO, 4 de febrero de 1926, Santa Marta.
39 EL ESTADO, 3 de febrero de 1926, Santa Marta.
40 EL ESTADO, 4 de febrero de 1926, Santa Marta.
41 EL ESTADO, 18 de febrero de 1926, Santa Marta.
42 Ibid.
43 ARCHIVO ADMINISTRATIVO DISTRITAL DE SANTA MARTA. DECRETOS.
44 ARCHIVO ADMINISTRATIVO DISTRITAL, Decreto No. De 1953, Santa Marta.
45 EL ESTADO, 4 de febrero de 1938, Santa Marta.
46 LARA, Patricia. Siembra vientos y recogerás tempestades, 4ed. Punto de Partida, Bogotá, 1982, 203p.

última actualización, febrero 19/2001


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