GRUPOS DE ENCUENTROS
IGLESIA EVANGELICA BAUTISTA DEL CENTRO. REG. CULTO N:672. RODRIGUEZ 542. ROSARIO
EDIFICANDOOS LOS UNOS A LOS OTROS
VOLVAMOS A LO BASICO
LECCION NUMERO CUARENTA.
ANIMAOS LOS UNOS A LOS OTROS.
Introducción
El peligro de la negación. Por lo general pensamos que negar a Cristo es una acción definitiva, como cuando Pedro negó a Jesús en Juan 18. Pero Reginald Heber, el escritor de himnos inglés autor de "Santo, Santo, Santo", señaló que podemos negar al Salvador de muchas maneras sutiles. Herber escribió: "Negamos a nuestro Señor siempre que, como Demas, amando este mundo abandonamos los deberes que Cristo nos ha asignado claramente. Negamos a nuestro Señor siempre que alabamos...o incluso guardamos silencio ante (cosas).... que creemos son pecaminosas.... Negamos a nuestro Señor siempre que desamparamos al afligido y rehusamos prestar ayuda, aliento y apoyo a los que, por amor a Dios y por el fiel cumplimiento de su deber, están expuestos a persecuciones y calumnias". Determinemos vivir fielmente para el Señor de manera que nadie pueda acusarnos nunca de darle la espalda. Recuerda, siempre estamos en peligro de negación.
En vista a poner en práctica esta exhortación del Nuevo Testamento ("animaos unos a otros" 1 Tes 5:11), tenemos que evaluar la estructura de nuestra iglesia. ¿Cuánto de lo que hacemos está diseñado en "función del Cuerpo" o para la "función del predicador"? Algunos pastores insisten en ser el único intérprete de la Escritura en su iglesia. La Biblia enseña que cada cristiano debe entrar en el proceso. Todos los cristianos han de "hablar la verdad en amor".
¡No entendamos mal! No está mal que un pastor o maestro abra y enseñe la Palabra de Dios mediante una exposición y mensaje extenso. De hecho esto es bueno, recto y necesario. Era un método en el Nuevo Testamento para enseñar y para predicar (¡Y continúa vigente!). Pero no es el único medio. De hecho, en la Escritura se hace mucho más énfasis en la enseñanza informal y mutua que en la enseñanza o comunicación formal e individual. Esto probablemente es lo que el autor de la carta a los hebreos pensaba cuando escribe: "Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca" Hebreos 10:24-25.
Los cristianos de los días del Nuevo Testamento se congregaban para la función del Cuerpo de Cristo, para animarse mutuamente. Aunque sin duda había enseñanza formal, había también enseñanzas espontáneas. Es por esto que Pablo escribe a los colosenses: "La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría" (Colosenses 3:16).
En muchas de nuestras iglesias de final del siglo XX, tenemos que reevaluar la estructura de la iglesia a la luz de los principios y exhortaciones del Nuevo Testamento. Muchas pautas y enfoques están tan ceñidos y estructurados que sólo puede hacerse lo que está planeado. Esto ahoga la creatividad del ministerio del Espíritu Santo. Y hace que muchos cristianos se hagan muy dependientes del pastor, a lo menos, de los líderes en cuanto a la responsabilidad para la confortación y la exhortación.
¿Qué tal es en nuestra iglesia? ¿Qué pautas hay establecidas en ella? ¿Hay libertad para que cada miembro del Cuerpo de Cristo entre en acción? ¿Hay lugar para que se animen unos a otros? ¿Para que se "edifiquen" unos a otros?
Una mujer hablaba con entusiasmo a unas amigas sobre el valor de una clase de primeros auxilios a la que había asistido hacía poco. "Justo ayer - decía ella - conducía yo por la calle 52 cuando escuché un ruido horrible de un auto que chocó. Frené bruscamente, corrí hacia el lugar del choque, y encontré al auto estrellado contra un poste de teléfono. Cuando me acerqué al conductor herido, lo que vi fue horrible. Se me aflojaron las rodillas y no sabía que hacer. Pero de repente recordé algo que había aprendido en mi curso de primeros auxilios. Inmediatamente me incliné y coloqué la cabeza entre las rodillas....¡Y dio resultado! ¡No me desmayé!". Esta no era la conclusión que usted esperaba, ¿verdad? En su época Isaías, acusó a su pueblo de mirar por sus propios intereses, ignorando las necesidades de los demás. En ocasiones, el entusiasmo de la gente por Dios, no es nada mas que un ritual vacío. La evidencia de nuestro mal, se encuentra en los afligidos que yacen carentes de ayuda y el debido aliento. La verdadera religión es más que un amor por la sana doctrina y por la adoración correcta. Incluye primeros auxilios al prójimo. Esta es la evidencia más fuerte de que no estamos aplicando mal nuestro entrenamiento espiritual.
Momento de reflexión: pensar detenidamente en que personas de nuestro trabajo, vecindario, familia carnal o de la fe, que están necesitando estímulo, aliento y edificación. Hagamos un plan concreto para alentarlos, como sería una o varias visitas, llamados telefónicos, enviarles una tarjeta o una carta, darles un abrazo o un cariñoso beso, etc. Rogar que no nos pase lo de la mujer que hizo el curso de primeros auxilios.
Hasta el próximo encuentro.