GRUPOS DE ENCUENTROS

IGLESIA EVANGELICA BAUTISTA DEL CENTRO. REG. CULTO N:672. RODRIGUEZ 1036. ROSARIO

EDIFICANDOOS LOS UNOS A LOS OTROS

VOLVAMOS A LO BASICO.

LECCION NUMERO DIECIOCHO. DECIMOCTAVA SEMANA.

AMONESTAOS LOS UNOS A LOS OTROS

 

Introducción

Romanos l5:l4 nos dice: "Pero estoy seguro de vosotros, hermanos míos, de que vosotros mismos estáis llenos de bondad, llenos de todo conocimiento, de tal manera que podéis amonestaros los unos a los otros". ¡Qué tarea la de amonestar a otros! No hay mayor signo de amor que querer arriesgarse al rechazo y a la rotura de las relaciones con otros. ¿No es más fácil palmear la espalda y cerrar la boca? ¿No es una salida más liviana al problema? Podrá serlo, pero no obedece a la orden de Dios. Si la amonestación es hecha en el espíritu correcto, con motivos rectos, usando el método apropiado, la persona que no esta viviendo una vida digna del Evangelio de Cristo en general se da cuenta del riesgo que el que amonesta está corriendo. Aunque la persona puede tener dificultades en aceptar la amonestación en aquel momento, en el fondo se da cuenta de lo que pasa. Un día, más adelante, es muy probable que le agradezca su amor.

 

¿Qué es la amonestación?

 

Hallamos diferentes palabras usadas para traducir el mandato de Pablo a los cristianos de Roma. Una de ellas es "admonición", otras veces "consejo" o "corrección" y otras se prefiere "instruir uno a otro". La palabra original en el griego es "noutheteo", y no se refiere a comunicación casual, ni al enseñar de tipo normal, e implica la idea de exhortación, corrección y aviso. En l Tes. 5:l4 Pablo les dice a los hermanos de ese lugar que amonesten a los ociosos y alienten a los de poco ánimo, pero una traducción dice "aviso" para describir esta admonición, y usan la misma palabra en Hch. 20:31 y en l Co. 4:l4.

La exhortación de Ro. l5:l4, constituye un resumen-continuación apropiado a las instrucciones insistentes a estos cristianos de que "dejaran de juzgarse los unos a los otros" (Ro. l4:l3). O sea que juzgarse no, pero amonestarse sí. Aquí encontramos una tensión en equilibrio, un balance único en la Palabra de Dios. Esto no debe sorprendernos, ya que es una evidencia de la inspiración de la Biblia, siendo ésta tan provechosa para adoctrinarnos (2 Ti. 3:l6).

En la superficie, las instrucciones parecen contradecirse y uno se pregunta: ¿cómo puede un cristiano llevar adelante el mandato de amonestar sin "juzgar"? La respuesta esta incluida en el texto (pasajes mencionados), y con más evidencia a partir del contexto total de la Escritura.

 

¿En qué momento un interés sincero por otra persona se convierte en juicio?

 

Debemos estar alerta para no tener una actitud de juicio, más bien debemos discernir para poder ser de ayuda.

 

Juicio versus discernimiento

 

El juicio (Ro. 2:l-2) "krino" (gr.) es emitir veredicto, sin intención de involucrarse. ¿Cuántas veces hemos hecho esto?

El discernimiento (l Co. l2:l0) "diakrino" es distinguir, en l Co. ll:3l "anakrino" es investigar y en l Co. 4:3 es distinguir entre motivaciones.

  1. El Juicio acepta rumores y forma opiniones y conclusiones a partir de pocos factores conocidos (Pr. l4:l5). ¿Nos creemos todo lo que los demás nos dicen? ¿Damos por cierto los rumores que nos llegan? Discernir es preguntar hasta que todos los factores y hechos son entendidos. (Pr. 25:2). ¿Escudriñamos cada asunto hasta que nos quede claro?
  2. Juicio es compartir conclusiones con personas ajenas al problema y que no pueden hacer nada para resolverlo (Pr. l8:l3). El discernimiento estudia todos los factores para descubrir las causas básicas del problema (Is. ll:3).
  3. Juicio es evadir la autoevaluación agrediendo al ofensor y su ofensa. Discernir es buscar un problema semejante ya experimentado por otra persona y cuáles fueron las soluciones encontradas. ¿Sabemos diferenciar entre ofensor y ofensa? ¿Buscamos las soluciones encontradas para problemas similares?
  4. El juicio falla al no separar el pecado del pecador. Rechaza a los dos. Al discernir, se acepta al ofensor tal cual es y se espera una oportunidad adecuada para solucionar el problema. ¿Tenemos actitudes de rechazo cuando otros no se portan bien? ¿Sabemos esperar el momento justo para hablar? ¿Usamos "anestesia"?
  5. El juicio siempre señala el pecado pero no proporciona dirección o guía para solucionarlo. Discernir es ganarse la confianza de la persona en necesidad y compartir los pasos a seguir para solucionar el problema. ¿A qué somos inclinados? ¿A señalar pecados o a ganarnos la confianza de los necesitados de amonestación?
  6. El juicio presenta a Dios los defectos del ofensor. Discernir es aceptar la responsabilidad de la restauración.

 

¿Oramos por los que necesitan amonestación o descarnadamente los juzgamos y nos transformamos en sus "verdugos"?

 

 

Hasta el próximo encuentro.

 

 

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