GRUPOS DE ENCUENTROS
IGLESIA EVANGELICA BAUTISTA DEL CENTRO. REG. CULTO N:672. RODRIGUEZ 1036. ROSARIO
EDIFICANDOOS LOS UNOS A LOS OTROS
VOLVAMOS A LO BASICO.
LECCION NUMERO TRECE. DECIMOTERCER SEMANA.
SED DEL MISMO SENTIR UNOS Y OTROS
Introducción
Los colaboradores de Dios, deben trabajar unidos. Hace algunos años R. Moore escribió una interesante parábola basada en las palabras de Pablo en l Co. 3:9. "Parece que las herramientas del Carpintero tuvieron una conferencia. El Hermano Martillo presidía, pero los otros le informaron que tendría que irse porque era demasiado ruidoso. "Muy bien", repuso él, "me iré. Pero si me voy, el Hermano Destornillador tiene que irse también. Se le tienen que dar muchas vueltas para conseguir algo de él". A esto respondió el Hermano Destornillador: "Si queréis, me voy, pero el Hermano Cepillo ha de irse también. Todo lo que hace es superficial. No hay nada profundo en él". Al oir esto el Hermano Cepillo dijo: "Si me voy, que se vaya también el Hermano Regla, porque siempre está midiendo a los demás, como si fuera el único en tener razón". Luego el Hermano Regla se quejó del Hermano Lija, diciendo: "No me importa, él es más abrasivo de lo que debiera ser, y siempre está dando toques dolorosos a los demás". En medio de la discusión entró el Carpintero de Nazaret para hace su trabajo diario. Fue al banco de trabajo para hacer un púlpito desde donde predicar el evangelio a los pobres. Empleó el destornillador, la lija, la sierra, el martillo, el cepillo y todas las otras herramientas. Después de terminado el trabajo, el Hermano Sierra se levantó y dijo: "Hermanos, me doy cuenta de que todos somos colaboradores con Dios". ¡Ah, cuántos cristianos son como estas herramientas, murmurando unos de los otros porque pensamos que los demás no hacen las cosas como debieran! No se hizo ninguna acusación que no fuera cierta, pero el Carpintero empleó cada una de ellas, y no hubo una función para la que los empleara en que las otras hubieran podido servir tan bien". Si cada uno de nosotros representa una herramienta en las manos del Carpintero, es necesario que trabajemos con sentido de equipo y en unidad.
¿Estamos dispuestos a hacerlo o nos quejaremos y murmuraremos como las herramientas de la parábola? Compartir opiniones entre todos.
La iglesia de Jerusalén, un ejemplo dinámico
"Pero el Dios de la paciencia y de la consolación os dé entre vosotros un mismo sentir según Cristo Jesús" (Ro.l5:5).
La iglesia de Jerusalén, luego de la ascensión de Jesús, experimentó como respuesta directa a la oración de Jesús (Jn. l7) el ser de un mismo sentir los unos con los otros. Su unidad era profunda, ya que perseveraban unánimes en el templo y por las casas, haciendo todas la cosas con alegría y sencillez (Hch. 2:46 y 4:32). Hubo problemas y a través de ellos el enemigo trató de filtrarse para destruir la unidad. Lucas nos dice que algunas viudas fueron olvidadas en la distribución diaria de la "olla popular". Esto trajo aparejado quejas varias y muchos dolores de cabeza, es decir falta de unidad. Pero los apóstoles hicieron frente a este problema con sabiduría y discreción, nombrando a los primeros diáconos, gente de responsabilidad que hicieran frente al caso y restauraran la unidad (ver Hch. 6:l-4).
Lo que es más significativo de estos relatos de unidad, son los resultados conseguidos por esta unidad. Estos aparecen de nuevo como respuesta directa a la oración de Cristo como sumo sacerdote en Juan l7 (ver de esta oración sus puntos más significativos para nosotros). En su oración pidió que la unidad revelara el hecho que él había venido en carne para salvar a todos los hombres de sus pecados. En Hechos 2, después del relato de unidad de la iglesia en Jerusalén, leemos que gozaban del "favor con todo el pueblo", entendiéndose aquí los no cristianos en Jerusalén. "Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos..."
Después del relato de Lucas de que todos "los creyentes eran de un corazón y un alma", leemos: "Y con gran poder los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús, y abundante gracia era sobre todos ellos" (Hch 4:32-33). Otra vez vemos aquí una correlación directa entre la unidad en el Cuerpo de Cristo y el resultado de esta unidad en la vida de los no cristianos.
No debería sorprendernos, pues, que veamos la misma pauta en Hch. 6, siguiendo la restauración de la unidad que había sido interrumpida por el asunto de las viudas necesitadas. Una vez resuelto el problema, "...la palabra del Señor crecía y el número de los discípulos se multiplicaba grandemente en Jerusalén; también muchos sacerdotes obedecían a la fe" (Hch. 6:7).
Una de las principales preocupaciones de Pablo fue que la iglesia viviera la unidad. Ver Ro. l5:5-6; l2:l6; l4:l9; Ef. 4:3 y Fil. l:27. Llegamos a la conclusión, pues, que una iglesia que funciona debe ser una iglesia unida.
Hasta el próximo encuentro.