GRUPOS DE ENCUENTROS

IGLESIA EVANGELICA BAUTISTA DEL CENTRO. REG. CULTO N:672. RODRIGUEZ 1036. ROSARIO

EDIFICANDOOS LOS UNOS A LOS OTROS

VOLVAMOS A LO BASICO.

LECCION NUMERO CUATRO. CUARTA SEMANA.

 

Introducción

Hubo una pareja de cristianos aparentes que se pusieron de acuerdo para traer a la iglesia de Jerusalén una importante ofrenda. Lo malo fue que usaron la mentira, ya que vendieron una heredad y obraron de tal forma que hicieron que todos pensaran que lo que ofrendaban era todo lo que habían recibido de dicha venta. Muy posiblemente ellos obraron así para recibir el reconocimiento de la gente de ese entonces, frases parecidas a estas: "¡que generosos son!", "¡qué noble acción, si todos fueran como esta gente, el mundo sería distinto!".

Este matrimonio obró equivocadamente, tal vez buscando reconocimiento, es como si hubieran dicho:

"Yo doy si todos se enteran".

Esta ilustración de Hch. 5:l-ll, nos introduce a otra conducta deformada que las personas podemos llevar a cabo, y que vinculado a la parábola del buen samaritano (Lc. l0:25-37) la llamaríamos:

 

La filosofía del mesonero

Si me pagan yo lo cuido. Si me dan reconocimiento yo lo hago. O si me dan un cargo o título yo lo hago.

 

Dios no se agrada con la filosofía de vida del mesonero. El mejor título al que podemos aspirar luego de transformarnos en cristianos es el de discípulo de Jesús.

 

El discipulado debe lograr edificar saludablemente a las personas, y quien guía así no esta edificando sus propios sueños ni usa a las personas para lograr objetivos mezquinos.

Satanás acusó de alguna manera a Job, de que tenía una fe interesada con aquella maligna pregunta: ¿Acaso teme Job a Dios de balde? y luego agrega "toca todo lo que tiene, y verás si no blasfema contra ti en tu misma presencia".

 

El crecimiento vertiginoso de la Iglesia primitiva, trajo algunas complicaciones a los apóstoles, como por ejemplo la atención alimentaria de los más humildes, en especial a las viudas y seguramente a los niños (Hch. 6:l-7). Para organizar lo que hoy llamaríamos la "olla popular", los primeros creyentes eligieron a los primeros siete diáconos. Ser diácono es ser un servidor, es un ejecutante de las tareas más humildes. Con el tiempo algunos cristianos se confunden y piensan que es un puesto honorífico y debemos decir que no lo es.

En Lc. l7:7-l0, tenemos el caso de un laborioso agricultor que trabaja de sol a sol y al volver a casa, el dueño del campo le pide que haga más: (que prepare la cena y que lo sirva). Es como si le dijera: no te relajes y evita meditar complaciente en lo hecho como para tener reconocimiento. No debía enumerar sus méritos aunque los tendría. Solo debía decir "siervos inútiles somos, pues lo que debíamos hacer, hicimos".

 

¿Es usted un mesonero?

 

La filosofía del mesonero tampoco trae aparejada la bendición de lo alto, por esa razón debemos alejarnos de ella.

 

En nuestro próximo encuentro analizaremos la conducta adecuada, la del buen samaritano.

 

 

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