GRUPOS DE ENCUENTRO

IGLESIA EVANGELICA BAUTISTA DEL CENTRO. REG. CULTO No 672. RODRIGUEZ 542. ROSARIO

Aurora de una nueva vida- La paz interior

 

LECCIÓN NÚMERO CUARENTA Y UNO

 

APRENDIENDO A VIVIR EN PAZ - 3

 

 

Introducción: esta es nuestra segunda entrega de la serie titulada “Aprendiendo a vivir en paz”, con temas traducidos y adaptados de las notas del escritor evangélico Walter Moore, publicadas haces unos sesenta años por la desaparecida revista “El Heraldo Cristiano”, en tiempos de la Segunda Guerra Mundial. Recomendamos conservar todos estos materiales, porque son de valor permanente.

 

1.      ¿Puedes proseguir en una tarea, aunque te canse proseguirla?

 Ver Exodo 40:33.

Hay personas inconstantes que, en general, abandonan los trabajos que comienzan. Quizás empiezan con mucho entusiasmo, pero cuando la tarea se vuelve rutinaria quieren cambiar y tomar otra responsabilidad. Les falta fuerza para perseverar. No piensan que tanto en las grandes como en las pequeñas cosas, la perseverancia es indispensable para llegar a la meta. Este pasaje dice que Moisés terminó la obra del Tabernáculo. Fue un trabajo difícil y a veces monótono, en medio del desierto. Al principio Moisés tuvo grandes visiones, impactantes experiencias, notables revelaciones. Pero después tuvo que planificar, organizar, controlar, hacer frente a las dificultades y cumplir fielmente su responsabilidad. Más allá del cansancio y los demás inconvenientes, Moisés prosiguió. Ya no tenía las mismas “experiencias” del principio, pero sabía que estaba haciendo la voluntad del Todopoderoso. Es un gran ejemplo. Nos recuerda que, cuando seguimos hasta alcanzar nuestros objetivos, en armonía con Dios, tenemos la paz del deber cumplido. Y sabemos de veras que el Señor, nunca nos abandonará en medio de la tarea.

¡No abandonés los trabajos que empezaste, Dios te dará fuerzas para perseverar!

 

2.      Es importante pensar en los dinosaurios

Ver Zacarías 4:6

Al visitar algún museo de Ciencias Naturales, la gente se asombra cuando ve los enormes esqueletos de los dinosaurios y de otros monstruos que hace miles de años vivían en distintas regiones de nuestro planeta. Se supone que se extinguieron mucho antes del diluvio. Eran enormes y fuertes. Su tamaño era gigantesco e impresionante. Por eso hoy podemos decir que no murieron de debilidad, sino porque no supieron protegerse de los peligros que amenazaban su existencia. Pero eso no se limita a aquellos animales. Por razones muy semejantes, por no tener en cuenta los riesgos y no defenderse contra el mal, hubo grandes imperios y civilizaciones que también desaparecieron después del diluvio y aún en nuestros días. Esos pueblos y sus gobernantes, violaron las leyes de Dios.

Es importante que nosotros reflexionemos acerca de la lección de la historia. La vida sin Dios es una vida que se desliza hacia el abismo. No son nuestros méritos, ni nuestra fuerza, los caminos para liberarnos del pecado y del infierno. Solo Cristo puede hacerlo. ¿Nos estamos protegiendo de los peligros que amenazan nuestra existencia? ¿Estás tomando en cuenta los riesgos que hay a tu alrededor? ¿Ves tu vida como deslizándose hacia el abismo? ¿Creés estar fuera de peligro? ¿Por qué? ¿En qué basás tu propia seguridad? ¿Otros en tu familia viven la misma experiencia que vos? ¿Cómo pensás compartir todo lo bueno que estás viviendo con Dios? Dialogar, dando lugar a que todos se expresen.

 

3.      Hay que tener ganas de llegar a la meta

Ver Filipenses 1:25

Hay que tener ganas de llegar a la meta, pero no para satisfacer el “yo” ni para conseguir la admiración de otros. San Pablo quería seguir, no para su propio beneficio sino para “vuestro provecho y gozo de la fe”. En la vida cristiana la suprema meta debe ser  servir a Dios y servir a los demás. Cuando servimos a Dios, servimos a los demás. Horace Mann, famoso educador y estadista del siglo XIX, nació en una condición de tanta pobreza que a los quince años de edad todavía no había podido ir a la escuela, salvo por unas pocas semanas. Su mejor maestro era el pastor de su pequeña iglesia en la modesta aldea donde él vivía. Pese a las dificultades, perseveró en sus esfuerzos y cuando llegó a los veinte años pudo ingresar a la Universidad Brown. Siguió tenazmente hacia sus objetivos y así se transformó en uno de los más grandes próceres de la educación de la población norteamericana, tanto en Massachussets como en todo el país. Cuando se despidió de sus alumnos, al final de su vida, les dijo: “Tengan vergüenza de morir si al morir no han logrado en su vida alguna victoria para el bien de la humanidad”. Nosotros sabemos que Jesús nos dejó el mandamiento de amar a Dios y amar al prójimo. Pero la meta no puede alcanzarse si el Espíritu de Cristo no vive en nuestro corazón.

¿Vive Jesucristo en tu corazón?

                                                                   Hasta el próximo encuentro

 

Índice - Página princcipal

1