GRUPOS DE ENCUENTRO

IGLESIA EVANGELICA BAUTISTA DEL CENTRO. REG. CULTO No 672. RODRIGUEZ 542. ROSARIO

Aurora de una nueva vida- La paz interior

 

LECCIÓN NÚMERO CUARENTA

 

APRENDIENDO A VIVIR EN PAZ - 2

 

 

Introducción: esta es nuestra segunda entrega de la serie titulada “Aprendiendo a vivir en paz”, con temas traducidos y adaptados de las notas del escritor evangélico Walter Moore, publicadas hace unos sesenta años por la desaparecida revista “El Heraldo Cristiano”, en tiempos de la Segunda Guerra Mundial. Recomendamos conservar todos estos materiales, porque son de valor permanente.

 

1.      No te descuides en las cosas pequeñas.

 Ver Zacarías 4:10

“Porque los que desprecian el día de las pequeñeces se alegrarán, y verán la plomada en la mano de Zorobabel.     Estos siete son los ojos de Jehová, que recorren toda la tierra”. La composición química de una gran porción de material se determina a través de una muy pequeña cantidad (por ejemplo, unos pocos centímetros cúbicos de sangre sirven para analizar la fórmula de toda la sangre que circula en el cuerpo). Del mismo modo, las virtudes de la vida se ven en las pequeñas acciones de todos los días. Esto se nota en todos los detalles de nuestra conducta, en la atención de los desvalidos, en el amor a los que están desamparados, en las palabras de aliento que podemos pronunciar, en el solo hecho de dar gracias a alguien que nos hizo un simple favor, en una sonrisa, en un apretón de manos, en una tarjeta postal y en tantas cosas que, aunque cuestan poco, valen mucho. “Has ahora tus pequeños deberes y heredarás grandes cosas” dice un proverbio oriental. El Señor nos hará vivir en paz, si evitamos las maldades pequeñas (Cantares 2:15), y no nos olvidamos de las pequeñas bondades cotidianas (Mateo 25:23).

 

Recuerda que las cosas pequeñas son importantes

 

2.      ¿Estás contento con tu trabajo?

Ver Marcos 6:1-3

A veces estamos descontentos con nuestro trabajo, no porque ganemos poco, o mucho, sino porque aparentemente es un empleo que nos quita “dignidad”. Los vecinos de Jesús, en Nazaret, pensaban  que el Maestro estaba equivocado, que su sabiduría no era auténtica, debido a que lo conocían desde hacía mucho tiempo como el carpintero del pueblo y por eso se sentían escandalizados. Es común que mucha gente desprecie a otros porque los considera “inferiores” a causa del trabajo. También están los que se “acomplejan”, sintiéndose humillados porque ellos mismos restan valor a su propio empleo. El gran ejemplo de Jesús demuestra que ambas actitudes son equivocadas. Jesús nunca despreció a una persona por su empleo, ni se avergonzó de ser carpintero, pese a que sus conciudadanos pensaban: “¿Cómo sabe éste letras, sin haber estudiado?” (Juan 7:15). Quienes tienen una mediocre vida espiritual, se imaginan que son superiores porque no deben cumplir trabajos humildes. Grave error. ¡Todo verdadero cristiano tiene dignidad en su empleo, porque es un auténtico hijo de Dios y heredero del Reino Celestial! Por eso podemos vivir en paz.

 

Vive contento con el trabajo que tienes

 

3.      ¿Sigues lamentando tus fracasos de ayer?

Ver Filipenses 3:13-14

Es cierto que, en general, todos experimentamos fracasos. Pero lo triste es vivir lamentándolos todo el tiempo. Muchas frustraciones son inevitables, porque son parte de la aventura cotidiana. Sin embargo, seguir mirando hacia atrás para “llorar sobre la leche derramada”, tan solo sirve para aumentar nuestra amargura. Un gran campeón de golf, llamado Bobby Jones, decía que el buen jugador sabe que la pelota debe jugarse desde el sitio donde está, aunque no esté en el lugar que uno hubiera querido (lo mismo pasa en el fútbol con los tiros libres). Si la pelota no está en el punto ideal, hay que jugarla igual, sin lamentarse por esa posición. La misma cosa ocurre con la vida. Es como un partido de fútbol. Es necesario llegar al triunfo final, pese a que hayamos errado un tiro penal o nos haya fallado una jugada. San Pablo decía: “Olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús”. El Señor decía que los que poniendo su mano al arado miran hacia atrás, no son aptos para el Reino de Dios (leer Lucas 9:62). La mujer de Lot, huyendo de Sodoma y Gomorra, miró hacia atrás y se volvió estatua de sal (Génesis 19:26). Pongamos nuestra mirada en Cristo nuestra paz, y sigamos en pos de El.

 

No vivas mirando hacia atrás, porque te puedes convertir en una estatua de sal

 

                                 Hasta el próximo encuentro

 

Índice - Página princcipal

1