GRUPOS DE ENCUENTRO

IGLESIA EVANGELICA BAUTISTA DEL CENTRO. REG. CULTO No 672. RODRIGUEZ 542. ROSARIO

Aurora de una nueva vida- La paz interior

 

LECCIÓN NÚMERO TREINTA Y SEIS

 

Soledad propia y soledad ajena - 1

 

 

Introducción: el material que estamos utilizando, es de gran ayuda para todos los que necesitan paz interior. Los apuntes del presente ciclo, se refieren al tema de la soledad, propia y ajena, a la luz de la Palabra de Dios. Cada apunte ha sido elegido y traducido cuidadosamente, siguiendo un proceso de adaptación y actualización. Proponemos conservar este material, porque es de valor permanente. Asista a un núcleo en crecimiento.

 

1.      Si eres creyente, el dolor de la soledad no puede alcanzarte

Ver Efesios 4:25.

 

Este versículo afirma que los cristianos somos miembros los unos de los otros. Nos dice que hablemos la verdad con nuestros prójimos, sin encerrarnos en el mutismo. Cuando nos aislamos y no nos comunicamos, olvidamos que formamos parte de la gran familia de la fe y que allí podemos encontrar un espíritu fraternal. Por supuesto, no todos se comportan bien y quizás no podemos confiar en ellos, pero siempre hay creyentes leales que tienen virtudes para los diálogos sanos. Sintámonos miembros del cuerpo de Cristo, y dentro de la familia de Dios, recordando el consejo bíblico que nos libra de toda soledad (leamos en Romanos 12:15): “Gozaos con los que se gozan; llorad con los que lloran”.

 

2.  Además, Dios está contigo y siempre tienes la certeza de su compañía

Ver Jueces 6:36-40

 

Gedeón no quería sentirse solo. Como un hombre de la época del Antiguo Testamento, tuvo necesidad de pedir una señal específica de la compañía de Dios. Hoy ciertamente tenemos la promesa de nuestro Señor Jesucristo: “No os dejaré huérfanos” (Juan 14,18). Por ello nos envió el Espíritu Santo, el Consolador (v. 26). Este Consolador está con los que hoy se sienten solos (Consolador = con-solo). Todo verdadero cristiano es distinto, porque, en última instancia, jamás llega a estar realmente solo: Dios es fiel a su promesa. ¿Volveremos en esta época de la gracia a reclamar por vellones y rocíos? ¿Cuál será nuestra respuesta y actitud? ¿Estás teniendo la reacción correcta para enfrentar tus “soledades”?

 

¡Jamás llegaremos realmente a estar solos, Jesús está con nosotros!

 

3.      El Señor siempre se interesa en ti, y te cuida de una manera muy especial

Ver Salmo 139:1-11

 

Un niño escuchó en la iglesia que el ojo de Dios siempre lo estaba mirando. Minutos más tarde, después de pensar un momento dijo: “-Quisiera saber qué clase de mirada es ésa, porque en la escuela hay un chico que siempre me mira para ver si hago alguna cosa mal, y acusarme ante el maestro. En cambio, cuando voy a mar, mi papá me mira para cuidarme, de modo que no caiga en un lugar muy profundo o peligroso”. El salmista dice aquí: “Si tomare las alas del alba y habitare en el extremo del mar, aún allí me guiará me guiará tu mano y me asirá tu diestra...  Aún la noche resplandecerá alrededor de mí”. Dios nunca nos abandonará en la soledad. Leamos y reflexionemos sobre el contenido del precioso Salmo 139.

 

¡Dios nunca nos abandonará en la soledad!

 

4.      Dios jamás ignora una mano extendida hacia El

Ver Juan 6:37

 

Este pasaje repite una importante declaración de nuestro Señor Jesucristo: “Al que a mí viene, no le echo fuera”. Ninguno de los que buscaron a Jesús fue rechazado. Recordemos que un día un grupo de madres y padres le presentaron sus niños al Señor “para que pusiese sus manos sobre ellos, y orase” (Mateo 19:13). Los discípulos trataron de impedir que ese grupo añadiese molestias al Maestro, pero Jesús abrió sus brazos y recibió y bendijo a los niños. Los discípulos también querían rechazar a la mujer cananea cuya hija era atormentada por un demonio (Mateo 15:22-23,28), pero Jesús conversó con ella y le concedió lo que pedía. Unos griegos fueron a hablar con Felipe, tímidamente, porque querían ver a Jesús (Juan 12:21), y el Señor se conmovió profundamente al contemplarlos. Todos los enfermos, ciegos, inválidos, endemoniados, etc., y todos los que se sentían torturados por su conciencia, fueron atendidos por Jesús cuando lo buscaron. Repetimos: El nunca rechazó a los que iban a su encuentro con sinceridad. Muchos repudiaron a Jesús, pero El amó a todos. A TI TAMBIEN.  

 

Jesús nunca rechazó a los que iban a su encuentro con sinceridad

Hasta el próximo encuentro

 

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