GRUPOS DE ENCUENTRO
IGLESIA EVANGELICA BAUTISTA DEL CENTRO. REG. CULTO No 672. RODRIGUEZ 542. ROSARIO
Aurora de una nueva vida- La paz interior
LECCION NUMERO DIECINUEVE
Reconocer nuestros errores - V
Introducción: no olvidemos que una importante parte del tiempo que invertimos en nuestros encuentros semanales es la que dedicamos a la oración. No solamente a la que tiene que ver con nuestros motivos propios o locales, sino a los motivos que gentilmente nos acercan mensualmente nuestros hermanos Eric y Tania y su grupo de colaboradores. Por eso no olvidemos los temas de las misiones, que deben ser una ocupación permanente de todo cristiano, en favor de la tarea mundial que debe llevar a cabo la iglesia de Jesucristo.
No olvidemos tampoco el valor de la unidad y la vida congregacional en el día del Señor (Hebreos 10:24-25). Procuremos ser fieles en nuestra asistencia y compromiso a las reuniones hogareñas ("núcleos"), porque es una muy buena oportunidad para compartir nuestras cargas y motivos de oración.
14 ¿Hay un saldo deudor en nuestras cuentas con Dios?
Ver Salmo 66:13-14
"Te pagaré mis votos, que pronunciaron mis labios y habló mi boca, cuando estaba angustiado". Cuando el autor de este salmo pasaba por momentos muy difíciles, hizo promesas a Dios. Pero, cuando la tribulación terminó, el poeta olvidó sus promesas. Sólo al llegar al templo de Jerusalén las circunstancias le recordaron el saldo deudor de su cuenta con Dios. No había pagado sus votos, no había cumplido sus promesas.
¿Cómo estamos nosotros en el balance de nuestras vidas con Dios? Si tenemos deudas con el Señor, debemos cumplir nuestras promesas y revisar cuál es nuestra relación con Jesucristo.
Nunca hagas promesas a la ligera, y que no estés dispuesto a cumplirlas
15. El dolor de nunca ser
Ver Mateo 5:20
Ser cristiano no es principalmente privarse de cosas, sino agregar cosas. Por supuesto, debemos eliminar las cosas que obstaculizan y perjudican nuestra vida espiritual, pero la razón es positiva: Al eliminarlas, permitimos que su lugar sea ocupado por virtudes que se agregan a nuestra personalidad.
Jesús censuró la justicia de los fariseos, porque ellos vivían acusando a la gente, en vez de darles auxilio y orientación. Nuestra justicia debe ser mayor. ¡No solo no debemos ofender a Dios: también debemos servirlo! Y sirviendo a Dios haremos lo mismo que hizo Jesús: serviremos a nuestros prójimos con todo amor. Es triste llegar a descubrir que nunca fuimos lo que debíamos ser como cristianos.
¿Estamos sirviendo a nuestro Dios como solo El se lo merece?
16. Esclavos del pecado o siervos de la obediencia
Ver Romanos 6:16
Hay esclavos que parecen libres y caminan alegremente por la calle. No saben que están encadenados por el poder del pecado. Ellos no desean obedecer a Cristo porque suponen que se verán privados de la libertad de practicar su conducta insana y aún perversa. Su libertad imaginaria, es propia de los que están en la prisión de Satanás.
Pero obedecer a Cristo, como dice san Pablo, es una forma de esclavitud voluntaria. ¡No porque perdemos la libertad, sino porque aceptamos la autoridad de Jesucristo, para ser verdaderamente libres!.
"Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permanecéis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres. Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres". (Juan 8:31-32,36).
¿Has conocido ya la verdad? ¿Sos verdaderamente libre a través de Cristo?
17. No nos engañemos a nosotros mismos
1º Epístola de Juan 1:8
Dice el apóstol Juan en este párrafo de la Biblia: "Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros". Como ya hemos señalado muchas veces, el pecado no tiene solamente formas grotescas, pues asume miles de formas elegantes.
También es pecado el orgullo de ejercer el liderazgo, la maniobras o intrigas para lograr o mantener el poder en grupos, la envidia, el rencor, y otros sentimientos ocultos o conductas invisibles. La paz interior llegará a nuestras vidas, cuando confesemos a Cristo nuestros pecados y aceptemos su perdón, aceptándolo como Señor y Salvador.
¿Has recibido ya el perdón completo por todos tus errores y equivocaciones?
Hasta el próximo encuentro.