GRUPOS DE ENCUENTRO
IGLESIA EVANGELICA BAUTISTA DEL CENTRO. REG. CULTO No 672. RODRIGUEZ 542. ROSARIO
Aurora de una nueva vida- La paz interior
LECCION NUMERO DIECISIETE
Reconocer nuestros errores - III
Introducción: Jesús deseaba que sus discípulos tuvieran un espíritu compasivo, como lo tenía El. Cuando nuestro Señor dijo que debíamos llevar la cruz (Mateo 16:24), El no se refería precisamente a nuestros propios dolores personales, sino a nuestra compasión por el dolor de los demás. Muchos cristianos aceptan la adversidad o la tribulación con un suspiro, y dicen que esa es su cruz, olvidando que tales cosas le llegan igualmente al santo como al pecador. La cruz es aquella adversidad extra que nos llega como resultado de nuestra obediencia a Cristo. Esta cruz no se nos impone por obligación; voluntariamente la tomamos, con pleno conocimiento de sus consecuencias. Preferimos obedecer a Cristo y, al hacerlo, decidimos llevar la cruz. Llevar la cruz significa estar uno unido a la persona de Cristo, entregado al Señor Jesucristo y obediente a los mandamientos de El. El hombre que así está unido, entregado y obediente es un hombre espiritual.
Jesús dijo que debíamos "negarnos a nosotros mismos". Nuestra cruz no es tener lástima de nosotros mismos, sino compadecernos de los otros que sufren. Nuestra falta no es herir a otros, sino no auxiliar a los que padecen heridas. No es robar a otros, sino no ayudar a los que son víctimas de robos. No es tentar a otros para que pequen, pero es no llorar compasivamente por sus pecados. Cuando Jesús fue crucificado, se negó a si mismo y murió por amor a nosotros. Hoy nos toca reconocer el pecado de no tener un espíritu solidario como el que tuvo Jesús.
7. Mirar la chacra y probar los bueyes en plena oscuridad
Ver Lucas 14:16-19.
La fabricación de excusas es una industria muy antigua. En la Biblia hay curiosos tipos de excusas, pero en esta historia relatada por Jesús encontramos dos casos notables. Al llegar a la hora de una cena de la sociedad, el dueño de casa envió a buscar a sus invitados. En aquellos tiempos no había campos iluminados (y ahora tampoco salvo excepciones). Pero uno de esos convidados dijo que no podía ir a cenar, porque "tenía que ver una chacra (hacienda o estancia) que había comprado". Y otro invitado dijo que estaría ausente pues había comprado cinco yuntas de bueyes y tenía que probarlos". De noche, claro. Y entonces ni siquiera había reflectores, luces de bengala o faroles de gas. El caso contado por Jesús fue para recordarnos que, cuando no queremos tener un encuentro con nuestro Señor, inventamos todas las excusas imaginables. ¿Y qué excusas van a tener los que un día se enfrenten con el Juicio Final?
La fabricación de excusas es una industria muy antigua, no dependamos de ella para nada
8. No hago mal a nadie, y hago todo el bien que puedo
Ver Santiago 4:17.
Esta es la excusas que se mantiene en uno de los primeros puestos del ranking: "No hago mal a nadie, y hago todo el bien que puedo". ¡Con una mano en el corazón, es necesario reconocer que, en el mejor de los casos, se trata de una exageración de nuestros supuestos méritos!. Y a los ojos de Dios -según la Biblia- tal excusa no dice la verdad. Puede ser que diga una parte de la verdad. Pero no toda la verdad. La Sagrada Escritura dice "no hay justo, ni aún uno" (ver Romanos 3:10-12). Y esa es una solemne declaración de la Palabra de Dios. Si no vivimos en una sana relación con Dios, si Jesucristo no gobierna realmente nuestro ser entero, ¡no estamos haciendo bien y somos cómplices del deterioro moral de la humanidad!. La excusa no nos ayuda. Al contrario, nos impide llegar a la verdadera paz interior. Repetimos:
La excusa no nos ayuda, al contrario, nos impide llegar a la verdadera paz interior
9. No encierres a Jesucristo en un armario con cerradura "inviolable"
Ver Mateo 27:62-66
Los judíos del siglo primero, quisieron encerrar el cadáver de Jesús, en una tumba inviolable, con el sello del Imperio y la guardia del ejército romano. Eso era como la cerradura de una caja fuerte de nuestro tiempo. Imaginaron así que, en el terreno de la seguridad, todo estaba previsto. Pero se equivocaron porque no contaban con el poder de Dios. Se habían olvidado de lo más importante. Nadie puede encerrar a Jesucristo. Nadie puede esconderse de El. ¡Todos tenemos o tendremos un encuentro con El, sea como Salvador o como Juez!. Filipenses 2:9-11 dice: "Por lo cual Dios también lo exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre".
¡El Señor ha resucitado! ¡Si ha resucitado!
Hasta el próximo encuentro.