GRUPOS DE ENCUENTRO

IGLESIA EVANGELICA BAUTISTA DEL CENTRO. REG. CULTO No 672. RODRIGUEZ 542. ROSARIO

Aurora de una nueva vida- La paz interior

 

LECCION NUMERO DIECISEIS

 

Reconocer nuestros errores - II

 

Introducción: Jesús hizo notar que los santulones de entonces, que se creían perfectos, lo criticaban diciendo: "-Este es un hombre comedor y bebedor de vino, amigo de los publicanos y pecadores" (Lucas 7:34 y Mateo 11:19). En realidad, Jesús siempre es un amigo de los pecadores y un enemigo del pecado. Si una persona que usted ama se enferma de cáncer, usted ama el enfermo pero aborrece la enfermedad. El amor de Jesús hacia los pecadores no es para justificar el pecado, sino para ofrecer perdón y alivio al pecador, guiándolo a la salvación y a la victoria espiritual.

 

4. Los culpables no pueden ser jueces

Ver Juan 8:1-11

Jesús defendió a la mujer adúltera para liberarla de los que pretendían ser sus implacables verdugos, pero no hizo defensa del adulterio. Aquellos hombres, líderes religiosos (v.3: "los escribas y los fariseos") suponían ser rectos, dignos e impecables jueces de aquella mujer que, según el v.4, había sido "sorprendida en el acto mismo de adulterio" (¿por qué no llevaron también al hombre?). Su propósito era condenarla a muerte. ¡Ellos no sentían ningún cargo de conciencia por sus propias culpas!. Entonces Jesús se encargó de despertar sus conciencias dormidas: "El que de vosotros esté sin pecado, sea el primero en arrojar la piedra contra ella" (v.7). A esa altura del ministerio terreno, Jesús ya era conocido por su amor y misericordia en el trato con los hombres y mujeres pecadores. Si decía que debía morir la adúltera, chocaría con la ley romana que indicaba que la pena de muerte le correspondía ejercerla a ellos y además perdería la devoción de la mayoría de la gente sencilla que conocía acerca del perdón de Jesús. Si Jesús decidía perdonarla, de inmediato se afirmaría que enseñaba a los hombres a desobedecer la ley de Moisés, y que fomentaba el adulterio. Como vemos era una verdadera trampa para Jesús. Jesús dejó de mirarlos y empezó a escribir en el suelo. Luego de la recomendación de Jesús del v. 7, todos se sintieron aludidos y acusados por sus conciencias, y desde el más viejo hasta el más joven se retiraron del lugar. ¿Por qué se fueron? Porque los culpables no pueden ser jueces. ¿Hay alguien sin culpa? ¿Estás acusando a alguien en particular? ¿Qué hubiéramos hecho nosotros, en un medio donde todos dicen: "yo no hago mal a nadie y hago todo el bien que puedo"? ¿Qué te parece que sintieron aquellos hombres ante las declaraciones de Jesús? ¿Has tenido un encuentro con Jesús?.......

 

5. Aunque nuestra vida esté hecha pedazos, Dios puede reconstruirla

Ver Jeremías 18:1-4

Caminando por una calle de Jerusalén, el profeta se detuvo frente a la casa del alfarero porque Dios le había indicado que allí le daría un mensaje, es decir, no tendría que pronunciar un sermón, sino ir a recibirlo, ya listo para ser predicado. Jeremías observó que aquel artesano trabajaba sobre la rueda, haciendo una vasija de barro. Por desgracia, la vasija se rompió en sus manos. Entonces el alfarero volvió a tomar el barro, e hizo una vasija mejor.

Todos los cristianos debemos aprender a hablar a otros, de la manera más llana y familiar posible sobre los asuntos de esta vida y dando a conocer las comparaciones de la Escritura. Estando en la casa de este alfarero, Dios le fija en la mente a Jeremías dos grandes verdades que él debe compartir a la gente de sus días:

 

a. Que Dios tiene incontestable autoridad e irresistible poder para formar y modelar reinos y naciones como le place para que sirvan a sus intereses (v.6). Dios tiene sobre nosotros un título de propiedad más claro que el del alfarero sobre el barro, porque el alfarero le da forma al barro, pero nosotros recibimos de Dios, tanto la materia como la forma. Es imposible poner en duda la soberanía de Dios sobre nosotros, es como si el barro discutiera con el alfarero. Una vuelta más en la rueda del alfarero y la vasija de seguro tendrá otra forma. Dios nos formó del barro (Génesis 2:7, Job 33:6) y todavía somos como el barro en sus manos (Isaías 64:8).

 

b. Que en el ejercicio de esta autoridad y este poder, Dios se guía por normas fijas de justicia y bondad. Nos da sus favores en forma soberana, pero nunca castiga con arbitrariedad. Dios podía levantar de sus ruinas a su pueblo de la antigüedad arrepentido, con mayor facilidad que la del alfarero para hacer nueva una vasija.

¡Qué enseñanza importante! Si tu vida está hecha pedazos, Dios puede tomarte en sus manos y darte una nueva vida, mucho mejor. A veces nuestras esperanzas se han malogrado, nuestros ideales se han roto, nuestros sueños se han frustrado, y somos como la vasija de barro deshecha en la casa del alfarero. Dejemos que Dios reconstruya nuestra vida a través de Jesucristo.

 

6. La conciencia también sirve, cuando el Señor la despierta

Ver Proverbios 20:27

Dice el Proverbio: "Lámpara del Señor es el espíritu (la conciencia) del hombre, la cual escudriña lo más profundo del corazón". Este pasaje de la Biblia no se refiere a la noción psicológica de conciencia, sino a la manera como Dios puede llevarnos a diferenciar entre lo bueno y lo malo. Pero en la mayoría de los casos dicha conciencia está dormida (como ocurría con los fariseos y escribas en el hecho bíblico que comentamos más arriba), o está condicionada por la mala enseñanza y el pecado de este mundo. Un encuentro con Jesús despertará nuestra conciencia y traerá a nuestra vida la dirección del Espíritu Santo, que produce en nosotros la paz interior. ¡Que no nos ilumine nuestra lámpara, sino la lámpara del Señor.

Hasta el próximo encuentro.

 

Índice - Página principal

1