Introducción: ¡A todos nos cuesta reconocer nuestros errores! pero lo más difícil es reconocer nuestros pecados. Un error puede ser una equivocación "común y silvestre", como sería por ejemplo, confundirnos en dar la dirección a alguna persona o de una oficina. Pero un pecado es algo ajeno a la voluntad de Dios. Creemos con gran sinceridad que somos buenos y que no hacemos mal a nadie, pero no es así. Debemos entender que pecado es tanto lo malo que hacemos como lo bueno que no hacemos. Leer en la Epístola de Santiago 4:17.

Ver Exodo 32:15-24.

Durante la ausencia de Moisés, Aarón recolectó los zarcillos de oro del pueblo de Israel y, usando un buril -y fuego de fundición- hizo con sus propias manos un becerro de oro para que lo adorasen como si fuera un dios. Pero cuando Moisés regresó y le pidió explicaciones, dijo (v.24): "Y yo les respondí: ¿Quién tiene oro? Apartadlo. Y me lo dieron, y lo eché en el fuego y salió este becerro" (!). Extraño relato el de Aarón. Primero le echó la culpa al pueblo (vs. 22-23) y después afirmó que el becerro de oro había salido del fuego como por arte de magia. Era un pretexto para no reconocer su propio pecado. ¿Qué aprendemos de ésto?. No podemos acusar a otros y usar excusas para negar nuestra propia responsabilidad. Es bueno reconocer nuestras culpas, confesarlas a Dios, pedir perdón, y cambiar nuestra actitud.

Ver Mateo 25:40 y Santiago 4:17

El ejemplo y las enseñanzas de Jesús demuestran que la vida cristiana es una vida positiva y activa, en tanto que la vida negativa es pecado. En el relato del buen samaritano (Lucas 10:30-37), el sacerdote y el levita son censurados por un único pecado: no hacer nada. Jesús hizo secar a una higuera tan sólo porque no halló nada en ella (Mateo 21:18-22; Marcos 11:12-14 y 20-26): ¡No tenía fruto!.

En el juicio de las naciones habrá pueblos condenados por una sola causa: ver la necesidad humana y no ayudar (Mateo 25:41-46). Es importante reconocer nuestra negligencia, y asumir una actitud positiva a través de una vida de servicio activo en la causa de Cristo.

Ver 1 Epístola de Juan 1:8-10.

Cuando un antiguo gobernador de Texas (Pat Neff), fue a la cárcel estatal para seleccionar a algún preso que pudiera ser indultado, entrevistó a todos personalmente. Cada uno de ellos le dijo que era inocente, y que estaba preso injustamente. Por último, cuando ya estaba a punto de retirarse, observó que en un rincón se hallaba un preso con el que todavía no había conversado. Se acercó y le dijo: "Me imagino que usted también es inocente y que lo condenaron por error". El preso entonces respondió: "No, señor gobernador. Yo soy culpable y los jueces me lo hicieron comprender". Poco después, ese preso fue indultado. El gobernador Pat Neff aclaró a la prensa: "Ese era el único hombre que yo podía indultar, porque él fue el único preso que reconoció su delito y se mostró dispuesto a cambiar. Ahora él ha iniciado una nueva vida, con toda rectitud". Del mismo modo:

¿Somos propensos a cometer errores (fabricar nuestros becerros) y luego inventamos toda clase de excusas para "zafar"?

¿Te acordás de alguna excusa (ex=afuera, cusa=causa) que usaste últimamente para justificar tu llegada tarde al trabajo, de no cumplir un compromiso, de no visitar a un amigo o familiar en necesidad u otra cosa?

¿Tenemos la tendencia a ver necesidades y no ayudar?

¿Te gustaría parecerte al buen samaritano? ¿Qué tendrías que hacer para lograrlo?

¿Nos cuesta mucho reconocer nuestras falencias? ¿No está en nosotros la creencia errónea de pensar que somos los mejores cristianos del mundo? Contestar entre todos los integrantes del grupo y.........

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