GRUPOS DE ENCUENTRO

IGLESIA EVANGELICA BAUTISTA DEL CENTRO. REG. CULTO No 672. RODRIGUEZ 542. ROSARIO

Aurora de una nueva vida- La paz interior

 

LECCION NUMERO CUATRO

 

Inseguridad y dudas: Grandes enemigos de la paz interior

 

1.LA INSEGURIDAD CON RESPECTO A NOSOTROS MISMOS Y/O EN RELACION CON LOS DEMAS

(a) Cuando estamos rodeados por nuestras propias tendencias depresivas, nos sentimos inseguros con respecto a nosotros mismos. Sensaciones de frustración, desengaño, culpa, fracaso, etc., atrapan (por turno o simultáneamente) nuestro pensamiento. Creemos que el mundo se desploma porque nosotros hemos "pateado" sus columnas y destruido las esperanzas. Sin embargo, lo que en realidad hemos perdido (por el momento y no definitivamente) es nuestra paz interior. Todo parece negro, oscuro y amenazante, porque miramos las cosas a la luz de nuestra mente. Para que ese dolor desaparezca, permitamos que en nuestras tinieblas brille la luz de Jesús (ver el Evangelio de San Juan 8:12). ¡Míralo a El! ¡Si El ilumina tu vida, ya nunca te sentirás inseguro, ni en las sombras, pues sabrás que El está siempre a tu lado y que no te abandona jamás! (Juan 14:8 y 16:33).

(b) Otras veces nos sentimos inseguros con respecto a los demás. Nos sentimos despreciados, o rechazados, o defraudados, o explotados, etc, por nuestros prójimos (aún por los más cercanos y los más amados). Acumulamos y "masticamos" los recuerdos dolorosos, torturantes, etc, y añadimos nuestra propia y negativa interpretación de los hechos. Hacemos aún más tristes ciertas cosas que fueron "tristes" o que nos "parecieron tristes": Entonces debilitamos nuestra confianza aún en personas que nos aman o que amamos; nos muerden las sensaciones de miedo y soledad, la adversidad parece agobiarnos, y echamos la culpa a los demás (sin dejar, a veces, de acusarnos también a nosotros mismos)! ¡Así malogramos la sanidad interior, esa paz del espíritu que necesitamos para ver las cosas positivamente, y caemos en el pozo de la angustia! Pero ahora, ¡No te mires a ti mismo ni mires a tus prójimos, sino mirá preferentemente a Jesucristo!. Lee: Mateo 11:28-30, Hebreos 12:1-3, 2º Corintios 3:17-18, Romanos 8:28-39. Estos -y muchos otros- pasajes de la Biblia nos guían a aceptar el amor de Dios, aceptarnos a nosotros mismos porque El nos ama, y también contemplar a nuestros hermanos a la luz de ese amor.

¡Así veremos que muchas de nuestras interpretaciones negativas desaparecen, y que también hay quienes, de verdad, nos aman con la pureza del amor del Señor, pues los gobierna el Espíritu Santo!.

2. LAS DUDAS: "SI TUVIERAS FE, Y NO DUDAREIS" (MATEO 21:21-22)

Las dudas engendran tensiones emocionales. Muchas veces, al sentirnos inseguros y con dudas, creemos ver en otros lo que en realidad pasa en nosotros (por ejemplo: cuando tenemos alguna ansiedad, pensamos que los que están ansiosos son los demás). A este fenómeno psicológico, se le da el nombre de proyección, pues consiste en atribuir a otros, inconscientemente, nuestros propios conflictos internos. Este curioso mecanismo mental es muy frecuente. Podemos superar muchos problemas si dejamos que el Señor nos transfiera sus virtudes (casi una especie de "proyección", ¡pero al revés!): como hemos leído en 2 Corintios 3:17-18, ¡que la misma imagen del Señor Jesucristo se refleje en nosotros!. Cuando dice "mirando a cara descubierta como en un espejo", mirando es sinónimo de "reflejando" y para hacerlo más sencillo, es como cuando comemos los alimentos, comienza la digestión y nos olvidamos, mientras tanto nuestros órganos digestivos transforman esos alimentos en sangre, hueso, tejidos de diversa índole, etc. O sea, la imitación externa lleva adelante la transformación interna (ver Exodo 34:29). Mientras somos transformados de gloria en gloria (v. 18), también somos llevados por Dios "....siempre en triunfo en Cristo Jesús" (idem., 2:14). De ese modo, crece la fe y se ahuyentan las dudas. Sigamos el buen consejo de San Pablo en su carta a los Filipenses 4:6-8, y tendremos paz.

Las dudas pueden debilitar. Los titubeos y la inseguridad, son característicos de las personas que dudan. Cuando alguien se llena de confusión por alguna petición no concedida, puede preguntarse: "¿Es Dios real? ¿Responde verdaderamente a las oraciones?" O cuando alguien se enfrenta a la realidad de sus propios deseos pecaminosos, puede interrogarse: "¿Me ha salvado Dios realmente?".

A pesar de la tendencia a dudar, podemos recibir aliento en las dudas sinceras que conducen con frecuencia a una fe sólida y a una entrega firme al Señor.

¿Cuál es lo contrario a las dudas? Lo contrario a las dudas es la fe. Santiago exhortaba a los que padecían pruebas que "le pidieran a Dios" y que lo hicieran "con fe" (Santiago 1:5-6). Debemos tener en cuenta que las dudas pueden ser un instrumento muy útil en las manos de Satanás, tal cual obró con Eva (Génesis 3:1). Nos llenará de dudas en los puntos más vulnerables. Cuando guardamos nuestra ropa de invierno, siempre tomamos cuidado para que no la ataquen las polillas. Si en nuestro vestuario de lana, tenemos manchas de comida, ése lugar es el más vulnerable al ataque de este odiado insecto. La duda es como la polilla, ataca el punto vulnerable.

La desobediencia espiritual, las decepciones, la depresión, las enfermedades, e incluso los temores de la ancianidad pueden fomentar las dudas, que actuarán como una "especie" de manchas en nuestras ropas humanas y despertará las polillas del alma. Pueden generar dudas en nuestra vida, la separación matrimonial y el divorcio, una muerte en la familia, un hijo o una hija rebelde, las oraciones que no reciben respuesta o la traición de otro cristiano. Conversar entre todos de algunas de las soluciones para estos problemas.

Hasta el próximo encuentro.

 

 

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