CONSEJO NACIONAL DE INVESTIGACIONES CIENTÍFICAS Y TÉCNICAS
PUBLICACIONES DEL
SEMINARIO DE INVESTIGACIONES SOBRE
ANTROPOLOGÍA
PSIQUIÁTRICA
Publicación N° N° 51 Año XVI 2005
EL ESPEJO DE ERISED: DETERMINACIONES SOCIALES DEL ABUSO EPIDÉMICO DE
BEBIDAS ALCOHÓLICAS.
Dr. HUGO A. MÍGUEZ
(Difusión en la Web de los
capítulos
correspondientes a Introducción y Discusión.
Para la publicación completa dirigirse al Programa de Epidemiología
Psiquiatrica de Conicet- Argentina)
TABLA DE CONTENIDOS
Introducción
Capítulo 1. El problema del
abuso de alcohol
1.1. Antecendentes
sobre el concepto social de abuso.
1.2. Antecedentes de
los estudios en Argentina
1.3. Situación Actual
Capítulo 2. Marco Teórico
2.1. El enfoque desde América latina.
2.2. El abuso como problema psicosocial
2.3. Hipótesis
2.4. El modelo de
comprensión del abuso: Exposición y
Vulnerabilidad.
2.4.1. El concepto
de Exposición.
2.4.2. El concepto
de Vulnerabilidad.
Capítulo 3. El método
3.1. Objeto de
estudio, información y fuentes.
3.2. Definiciones.
3.2.1. Abuso de
bebidas alcohólicas
3.2.2. Necesidades
básicas insatisfechas.
3.3. Plan de análisis
Capítulo 4. Análisis de
resultados.
4.1. Exposición
4.1.1.
Disponibilidad
4.1.2. Tolerancia
Social
4.1.2.1.
Alcoholización y modelos sociales
4.1.2.2.
Alcoholizaciones toleradas
4.2. Vulnerabilidad.
Capítulo 5. Discusión.
Capítulo 6. Conclusiones.
Capítulo 7. Consideraciones
sobre los hallazgos.
Bibliografía
El consumo de las
bebidas alcohólicas transcurre en una sociedad que, en ocasiones, manifiesta
inquietud y preocupación frente al
fenómeno. No obstante esto, su actuación
se caracteriza con frecuencia por la ambigüedad frente al mismo, cuando no es francamente contradictoria. Es
un tema a considerar si en esta inconsistencia de respuestas, no tiene un papel
en la Argentina actual, la presencia de un importante mercado de bebidas alcohólicas
y la fuerza de su tecnología publicitaria en los medios de comunicación. La regla de los mensajes inductores de la
bebida alcohólica ha tenido como eje,
hasta ahora, promocionar en todos los casos
la naturaleza social de la ingesta. Sin embargo, a la hora que se
presentan los problemas de alcoholización, se suele dar cuenta de estos
problemas invariablemente como una circunstancia restringida al orden individual.
La explicación refiere siempre a una conflictiva interna que
no guarda relación con el afuera, de forma tal que no hay cabida para el
análisis de los efectos de un mensaje de inducción masivo, regular y
sistemático. Tampoco, para la vulnerabilidad que supone una sociedad fuertemente desigual, con vacíos en la
provisión de aportes básicos y en las oportunidades para el desarrollo
psicosocial de los grupos que la integran.
Lo cierto es que, un mercado de bebidas alcohólicas con
ventas que superan los dos mil millones de litros anuales, hace difícil
sustentar la creencia de una alcoholización como un resultado de una patología
individual, sin vinculación con
estándares sociales acerca de cómo se puede o se debe disponer de las
sustancias que alteran la conciencia.
Sin embargo estos argumentos irrumpen desde diferentes
ámbitos, sin excluir el científico (Aguinaga, Bialous & Shatenstein, 2002), cuando se trata de poner límites a la
comercialización de las bebidas alcohólicas o de otras sustancias
psicoactivas.
La sociedad diferencia con dificultad el abuso de alcohol del
consumo de bebidas alcohólicas en general. El abuso se desarrolla dentro de un
ambiente tolerante en tanto la dependencia no lo haga visible socialmente. Representa un campo de problemas ocultos al
no ser detectados como tales. Así, mientras el foco de la atención social está
puesto en la temática del alcohólico (o el adicto), el campo del abuso de las bebidas alcohólicas representa un área
de indefensión precisamente en la puerta de entrada del problema de las
sustancias psicoactivas.
La mirada social se
escandaliza frente a las manifestaciones del alcohólico o el adicto pero es
tolerante frente al abuso.
La utilización abusiva del alcohol en busca de sus
propiedades remediales sobre el
estado de ánimo o el comportamiento, es expresiva de la farmacologización de la vida
cotidiana frente a diferentes situaciones de exigencia o trastorno social. Esta
utilización, promovida como una vía de resolver emociones y comportamientos
poco funcionales, se extiende a otras sustancias psicoactivas (menos toleradas)
al modelizar una forma de respuesta frente a situaciones conflictivas.
“El
problema de la droga es, por lo tanto, el de la obtención por la vía química de
efectos que no han podido lograrse mediante la interacción con el medio. El
individuo concluye que su situación es inmodificable y, en consecuencia, busca
alterar el estado de ánimo, los sentimientos, las percepciones hasta lograr sin
sufrimiento inmediato, acomodarse en forma circunstancial a la realidad y
sentirla placentera”
(Míguez,
1998. p.25)
El abuso de bebidas alcohólicas fue indagado, como un hecho
que desborda la dimensión clínica y que se encuentra relacionado con su
causalidad relativa en el proceso histórico-social (González,
Sepúlveda y Gaete, 1976).
De acuerdo con este concepto, el problema que se definió fue analizar y describir la emergencia del abuso de bebidas
alcohólicas, como un resultado de la relación entre la Exposición a las fuerzas de las creencias
y prácticas sociales sobre las bebidas alcohólicas y la Vulnerabilidad que presentan los grupos
frente a las mismas.
Este análisis se llevó a cabo mediante el proceso de los datos provistos por investigaciones
recientes en la Argentina. Se procuró responder también, a la necesidad de
apoyo que tiene el país en materia de planeamiento preventivo sobre uso de
sustancias psicoactivas, aportando una
mayor comprensión del papel de las condiciones sociales en el abuso de las
bebidas alcohólicas.
En el capítulo 1
se desarrollaron los antecedentes generales y locales de la
conceptualización sobre abuso de
alcohol, los elementos que intervienen y su relación en los diferentes modelos
de comprensión. Se inscribió el problema dentro de un marco psicosocial.
En el capítulo 2 se presentó el marco teórico
y se hizo un puente conceptual con el enfoque latinoamericano de la
epidemiología del alcohol de las décadas de los sesenta y setenta. Se examinaron diferentes posiciones
y desarrollos teóricos sobre los factores sociales y el papel del abuso
alcohólico. El capitulo presentó un modelo de comprensión basado en los
conceptos de Exposición al mercado de alcohol y de Vulnerabilidad, en el campo
psicosocial de los grupos, frente al mismo.
En el capítulo 3 fueron detallados los estudios que se han
consultado, las fuentes, sus instrumentos y definiciones. Sobre este último
aspecto se detalló particularmente la operacionalización de los conceptos del
Estudio Nacional sobre Sustancias Adictivas de 1999 – ENSA99- para el estudio
del concepto de abuso.
El capitulo 4,
presentó el análisis de resultados organizado de acuerdo al modelo de
comprensión planteado.
La Exposición recogió información sobre la Disponibilidad de
alcohol en la Argentina, de acuerdo a los datos de producción de bebidas
alcohólicas, durante el período 1985- 2001. Asimismo analizó información
bibliográfica, documental y periodística de la Tolerancia Social sobre el abuso
de alcohol promovido por el mercado de la época. También, sobre las
alcoholizaciones toleradas en las poblaciones de riesgo. Los datos de la
Exposición fueron analizados en relación con las respuestas legales que se proponen desde la
comunidad y el estado en los últimos años.
En cuanto a Vulnerabilidad se examinaron los datos de
prevalencia del ENSA99 según los indicadores de Necesidades Básicas
Insatisfechas recogidos por ese estudio y en el contexto de la situación
educacional en general. Asimismo se consideraron los resultados de prevalencia
obtenidos en el 2003, en la Provincia de Buenos Aires.
El
capitulo 5, interpretó y relacionó los resultados encontrados dentro
del marco de comprensión propuesto.
El capítulo 6
presentó las conclusiones relacionadas con la metodología empleada y con los
resultados obtenidos.
El capítulo 7
establece consideraciones generales acerca
de los hallazgos del trabajo.
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“Erised stra ehru oyt ube cafru oyt on
wohsi”
J.K.R.
En la
Argentina de las últimas décadas, el tema del uso de sustancias adictivas ha
concitado la atención de la sociedad y despertado la preocupación de numerosas
personas e instituciones. Dentro de esa
temática, el alcoholismo fue identificado como una de las partes del problema.
Pero, así como las sustancias ilícitas fueron reducidas al fenómeno de la adicción,
en el caso del alcoholismo un examen
minucioso de las reacciones sociales mostró, casi siempre, una conciencia del
problema vinculada con lo que Cimbal, a
principios del siglo pasado, caracterizaba como la sed irresistible por la intoxicación (Horwitz et al, 1967p.49)
.
Sobre esta
percepción, limitada a las manifestaciones de la dependencia, alcohólica fueron diseñados la
mayor parte de los recursos educativos y sanitarios específicos. De esta forma,
el síndrome de abstinencia al alcohol se constituyó en el modelo que
reiteradamente demostró los efectos nocivos del alcohol en la persona y, la
ruina, ejemplificada en la pérdida del
trabajo y de la familia, fue el paradigma de
sus consecuencias sociales.
El análisis en este estudio, sin embargo, no fue restringido al tema de la dependencia alcohólica sino
que, enmarcado dentro del continuo de la
relación del hombre con las bebidas alcohólicas, se dirigió a la expresión epidémica del abuso y sus relaciones con las condiciones sociales de un grupo en un momento dado.
En esta
medida, el abuso de alcohol ha sido considerado como un problema social que
desborda la dimensión clínica, para presentarse como una resultante del campo configurado por la Exposición de los grupos a los diferentes
influjos del mercado de las bebidas alcohólicas y por su Vulnerabilidad en el campo psicosocial para
manejarse con estas presiones.
Las formas
culturales que caracterizaron el uso del alcohol (Alonso-Fernández, 1981) son
consideradas aquí como una emergencia de esta relación. Argentina, en los lugares predominantes
de las pautas mediterráneas de bebida -
Capital Federal y Provincia de Buenos Aires - , el consumo de bebidas
alcohólicas integrado dentro de la alimentación y en el marco familiar experimentó cambios significativos
durante las últimas décadas. El vino,
como bebida identificada con este pattern, ligado estrechamente a la
inmigración italiana (Lolli et al, 1958; Negrete, 1985), retrocedió
significativamente ante el avance de otras bebidas como la cerveza que ganó
posiciones dentro del sector juvenil.
Desde el área del
marketing, a fines de los años
ochenta, se señalaban dos hechos como causales del retroceso del vino (Clarín.
27/03/1988 p. 20). Por un lado las mayores exigencias sociolaborales de la vida
moderna, que impedían el almuerzo familiar tradicional, por otro, el control
calórico de la dieta. Los resultados examinados mostraron diferencias con estas
explicaciones.
En relación con los impedimentos para el encuentro
familiar esto no se limitó a un problema de una menor oportunidad para beber
sino que indicó el deterioro de los espacios donde los grupos compartían
preocupaciones y aflicciones (Holtzman et al, 1988). Este debilitamiento de la
contención psicológica grupal fue, en muchos casos, una inducción a la búsqueda
de una solución farmacológica que encontró en el alcohol un medicamento que no da su nombre
(Dejour, 1992, p.240), una
resolución química de los conflictos a partir de la modificación del
estado de ánimo y el comportamiento sin participación o confrontación con el
mundo externo (Míguez, 2004).
El descenso del consumo de vino como consecuencia del
control calórico de la dieta y de una tendencia mundial hacia el cuidado de la
salud que buscaba bebidas de menor graduación, tal como se sostuvo desde el mercado, no fue
sostenido por los datos. Estos
mostraron, no sólo a importantes grupos
de menores de edad involucrados en
dietas para disminuir el peso, si no
también, como el uso de bebidas percibidas como menos calóricas tenían efectos paradójicos en el consumo. Es
el caso de las cervezas que, a pesar de su
menor graduación, aumentó significativamente la cantidad de alcohol
absoluto consumido en el mercado (Míguez, 2003), al punto de cuadriplicar en 15
años el total de alcohol absoluto del conjunto de todas las bebidas destiladas.
Los resultados señalaron que el problema epidémico del
abuso de alcohol era, en gran parte, un problema de jóvenes, con una modalidad
de ingesta diferente a la de la cultura mediterránea, no solo en el tipo de
bebida sino también en la forma y la oportunidad. Es decir, una bebida
independiente de lo alimentario, utilizada en ámbitos externos como las plazas
o las calles y de manera episódica o intermitente en relación con el fin de
semana. La búsqueda de los efectos farmacológicos del alcohol fue dominante
sobre otros usos (Míguez, 1999; ídem, 2004). Algo más de tres décadas después
del estudio del Instituto Nacional de Salud Mental en 1972, la bebida
intermitente desplazó a la bebida cotidiana (MS/GBA/SADA, 2003). Los
resultados comparados mostraron al patrón cultural dominante en los grupos
juveniles mucho más cerca ahora, de las modalidades de ingestión ambivalente caracterizada
para las culturas anglosajonas
Los datos de
la venta de bebidas en la Argentina, las referencias de los técnicos
responsables de su marketing y los análisis críticos de instituciones del área
de salud indicaron que, en la Exposición al mercado de las bebidas alcohólicas,
fue distintiva la hegemonía de las cervezas como bebida juvenil. Esto se logró
mediante la facilitación de su Disponibilidad con bajos precios y en la
diseminación de accesos a su compra desde diferentes espacios comunitarios.
Esta Disponibilidad vio allanada las resistencias por una amplia Tolerancia
Social que fue resultado de una agresiva
publicidad.
Los intereses
comerciales tuvieron un papel activo sobre
la formación de las
representaciones que conformaron la Tolerancia Social de los grupos sociales
con el alcohol. Actuaron sobre lo que se ha llamado la disponibilidad emocional
(Gossop & Grant, 1990, p. 35), cuyo significado tiene que ver con reconocer
que, además de la disponibilidad material
del alcohol –o de otras sustancias adictivas-, existe también la
disponibilidad de la persona para su utilización abusiva entendiendo que está bien hacerlo. Por otra parte, también
debió considerarse la importante movilización comunitaria que acompaño la reforma legislativa que el Ministerio de
Salud de la Provincia de Buenos Aires, impulsó
en el 2003, y que marcó un límite a la Tolerancia Social con la que se había
convivido hasta ese momento.
Las propiedades químicas y fisiológicas
han sido tradicionalmente la base utilizada para describir la conducta respecto a las bebidas
alcohólicas; pero las consecuencias que estas tienen sobre el comportamiento,
dependen tanto de la representación social que
existe sobre lo que esa droga
hace, como de los procesos fisiológicos que tienen lugar. Cuando alguien
levanta una copa de alcohol, no se trata solamente de la clase de sustancia que va a consumir, sino también de lo que espera de ella y de lo
que su grupo social le ha dicho que puede esperar (Míguez, 1998, p. 36). Frente
a esto, la estrategia de marca de las bebidas construyó mundos posibles (Wilensky, 2003, p.36) como parte de una batalla de percepciones (Ries &
Trout, 1995, p.27). En los planes del marketing de la época analizada, el
alcohol fue presentado como un objeto relacionado con la cabida en la vida
social.
En sociedades desiguales el abuso
epidémico del alcohol (como de otras sustancias psicoactivas) tiene su reflejo
en el espejo de Erised (Desire) que enfrentó el joven Potter en la novela de
Rowling (2001). La imagen que devuelve no es la de sí,
sino la del cumplimiento ficticio
de el más profundo y desesperado deseo de
nuestro corazón; dicho en el lenguaje del espejo: “Erised stra ehru oyt ube cafru oyt on wohsi” es decir, I show not your face but your heart’s desire . (Rowling, 2001, pp.174-179).
La persona y
la representación de este deseo inalcanzable se materializaron para los
jóvenes, en un momento difícil para insertarse socialmente, en un objeto-señuelo cuya promesa de marca
consistió en superar, virtualmente, la desigualdad que encontraban en la vida
real. Su precio fue la resignación que
implicó la reducción farmacológica de los estados de displacer sin atender las causas que lo determinan
(Míguez, 1998, p.25).
La
bebida alcohólica, promocionada como identificación con el éxito, lejos de neutralizar los conflictos, aumentó
los sentimientos de impotencia exaltando el pensamiento mágico y el escape de
sí mismo.
"Algo más de diez años pasaron de aquel
estudio y la memoria de esos resultados trae, también, la respuesta del joven de diecisiete años que cuando le
preguntamos por qué lo hacía, después
de pensarlo respondió en voz baja y casi con vergüenza "porque quería ser
otro”.
(Míguez, 1999, pp. 211-222).
El mundo complejo que atravesaron los jóvenes de la
Argentina en las últimas décadas, fue para algunos de ellos, el motor de
búsqueda y de consumo de imágenes publicitarias despreocupadas, asociadas con
el triunfo e indiferentes a las
frustraciones de las realizaciones significativas o de valor (Mariategui,
1967, p.30). En una década donde, en
promedio, la tasa de desempleo fue más del doble de la década previa (Abdala, 2002)
transcurrió
la agresividad de la
estrategia publicitaria y el crecimiento espectacular
(Kosacoff, 1998) del mercado de bebidas en la población adolescente. Las
advertencias que contenían las palabras de
Dumbledor, el maestro de Potter, se cumplieron para muchos de los jóvenes que
lo leyeron en esos años:
“…Y si alguna
vez te cruzas con él, deberás estar preparado. No es bueno dejarse arrastrar
por los sueños y olvidarse de vivir, recuerda eso.”(Rowling, 2001,pp .178-179).
En el continuo de relaciones
posibles con el alcohol, la Vulnerabilidad en el campo psicosocial es la otra
parte del campo de fuerzas que dio lugar a la presentación epidémica de las prácticas de abuso.
Se optó por estudiarla mediante la
operacionalización de la información disponible en el ENSA99. En consecuencia
se utilizaron las definiciones y los datos recogidos por ese estudio que tipifican la Pobreza Estructural por medio
de las Necesidades Básicas Insatisfechas –NBI- . La consideración de la desigualdad social, expresada
como la vulnerabilidad en la que se hallan los grupos con pobreza estructural, frente
al abuso de alcohol, fue referida por diferentes estudios que la relacionaron, junto
con otros factores, con la determinación
de un alto nivel de estrés social
(Negrete et al. 1985, p.83). Las condiciones de insatisfacción de las
necesidades básicas fueron también
señaladas como situación de riesgo frente al abuso de alcohol al promover la búsqueda de una evasión sistemática (Horwitz et al 1967, p.30) a estas
situaciones.
Los contrastes estadísticos entre
los grupos del ENSA99, diferenciados según la satisfacción de necesidades
básicas, indicaron que los casos que se encontraban con NBI se asociaban con
una mayor cantidad de bebida diaria promedio y, también, que llegaban en mayor
proporción a una ingesta de abuso por
encima de 90 cc diarios de alcohol absoluto, durante al menos uno o dos días a
la semana, en los doce meses anteriores a la encuesta de Sedronar. En forma
similar el beber de los casos con NBI fue proporcionalmente más alto en el
abandono de actividades importantes para la persona y en la afectación de sus relaciones
interpersonales.
Los
datos señalan, en este sentido, la vinculación del abuso con la tensión
social originada en la inadecuación de las estructuras sociales (Mariátegui, 1967, p30) tanto por la
conflictividad específica que despierta la privación (Saforcada, 1999) como por la merma en los recursos críticos necesarios para la contestación a la
estrategia del mercado.
Sin embargo, así como se observó el
papel de la tensión social en el abuso de alcohol, cabe señalar también como
parte del proceso, los efectos inversos. Es decir el papel del abuso que
incrementó la tensión social en los grupos con mayores privaciones. Es decir
que, cuando el
mundo fue recortado por el abuso y se
deterioraron los vínculos más cercanos, la presencia de NBI aumentó
significativamente esos costos. Es decir, sus consecuencias ruinosas, como era
de esperar, impactaron con mayor fuerza
cuanta más crítica era la situación social y laboral en la que se encontraba el individuo.
Estas consideraciones no implicaron sostener la inexistencia
de problemas en los sectores que tienen satisfechas sus Necesidades Básicas
sino que hablan de una mayor proporción relativa. Por otra parte las
alternativas de apelar a mayores
recursos para posponer los resultados y amortiguar sus consecuencias en
lo inmediato, disminuyó las proporciones relativas del problema.
Estos resultados fueron considerados
tomando en cuenta que los casos, correspondían a una muestra representativa
nacional de 16 a 64 años, por lo que estuvieron bajo condiciones de Exposición
semejantes a las que tuvo el mercado de bebidas alcohólicas de la Argentina de
1999. De esta forma ante la misma
Exposición hubo resultados diferentes según el NBI de los grupos.
Las definiciones socioeconómicas
utilizadas por el ENSA99 incluyeron el ítem educación y fue considerado como
indicativo de NBI para los contrastes
anteriormente expuestos entre grupos y abuso de alcohol. Por aparte de la consideración del índice de
NBI, se estudió el abuso de alcohol según
los niveles educativos reconocidos por los casos del estudio nacional de
Sedronar de 1999.
Los diferentes niveles alcanzados en la educación fueron
interpretados como situaciones de desventaja social en el logro de un
pensamiento crítico y, por tanto, de diferente Vulnerabilidad ante la
Exposición. En esta medida fue
consistente que los resultados mostraran, a los porcentajes más altos de
prevalencia de abuso, situados en una
mayor proporción en los niveles más bajos de educación.
La aprobación o desaprobación de valores y creencias
del marco de Tolerancia Social sobre la bebida,
fue considerado como el resultado
del ejercicio de un pensamiento crítico, clave para la diferenciación entre las
propiedades reales y la percepción construida desde el mercado (que hemos caracterizado como
espejo de Erised), en torno a las bebidas alcohólicas.
En este sentido, cabe reflexionar
sobre la
desigual Vulnerabilidad según los recursos educativos de los que se ha
dispuesto. La presencia de niveles proporcionalmente más importantes de abuso en algunos sectores sociales pueden ser
examinados sobre la base de una sociedad pedagógicamente debilitada para
dotarlos de una mirada crítica del mensaje comercial que, aunque basado en un
pensamiento mágico, tiene la fuerza económica necesaria para presentarse y
reiterarse hasta verse creíble.
En el caso específico de los jóvenes vulnerables, el
análisis de las debilidades en la lectura crítica de la Tolerancia Social puede poner en discusión si los
comportamientos catalogados como de
libre elección en relación al
consumo de bebidas, no fueron, en
algunos casos una construcción ficticia, donde lo determinante tuvo relación
con los diferentes accesos a la
formación de un pensamiento. (Sarlo,
1994; Desjarlais, 1997).
La vulnerabilidad del pensamiento crítico para
analizar los componentes de la
Exposición, apoyados en la tecnología comercial actual, se distingue de acuerdo
a los recursos desparejos de una
sociedad desigual, con fuertes tensiones sociales.
Sin embargo, frente a las mismas condiciones que
impone la pobreza y ante una fuerte exposición a condicionantes del abuso,
algunos grupos no participan del mismo. Se ha considerado la correspondencia de
explicaciones basada en conceptos de resiliencia comunitaria al considerar,
por ejemplo, la organización del pensamiento crítico para la discusión del
malinchismo analizado entre los problemas de las poblaciones no resilientes.
(Melillo& Suarez Ojeda, 2001).
Desafortunadamente el ENSA99 no recogió aspectos como renuncia
a los propios recursos culturales (malinchismo), la
actitud pasiva y de inermidad (fatalismo) , el autoritarismo y la
corrupción. Estos indicadores, considerados por Ojeda como propios de una baja
resiliencia comunitaria pueden estar en
la base que diferencie a su vez subgrupos dentro de la pobreza estructural y
apoyan la realización de otros estudios a futuro en este sentido.
Los resultados analizados aquí, dentro un modelo de
comprensión que retoma conceptos de la epidemiología latinoamericana
(Mariategui, 1967), ha definido el abuso
de bebida dentro de la Exposición a condiciones de Disponibilidad y Tolerancia
Social y en relación a la capacidad de
respuesta de los propios grupos representada como Vulnerabilidad en el campo
psicosocial. Esta relación entre la Exposición y la Vulnerabilidad ha sido una fuente de tensión social que dio
lugar a diferentes respuestas.
Una,
caracterizada por Merton (1980) como
conducta de retirada , expresó
al abuso como forma de reacción ante la
tensión que surge de compartir las expectativas sociales y no tener los medios
para alcanzarlas.
Esto significó para algunos grupos, convivir con los valores impuestos como necesarios
por la tecnología del consumo, enfrentar
cotidianamente y en todo lugar la disponibilidad de los objetos que los
representan y no contar ni con los recursos para alcanzarlos, ni con la mirada
crítica para cuestionarlos. Frente a esta conflictiva se optó por el abandono
del mundo de afuera y la búsqueda de su construcción virtual por medio de las
sustancias como el alcohol. La respuesta de retirada ha sido entendida como un concepto cercano al síndrome de indefensión
aprendida mencionado por Saforcada (1999) como consecuencia de la Pobreza Estructural.
Otra respuesta diferente a las tensiones entre la
Exposición y la Vulnerabilidad Psicosocial, fue
la entereza para resolver los reveses y otras condiciones
de tensión
(Goodstadt et al 1992,p.1) sin buscar en el abuso el intento ilusorio de superarlos (Grimson, 1999,p.19 ) con desarrollo de respuestas resilientes
(Melillo& Suarez Ojeda, 2001).
Entre estas
dos respuestas, retirada o confrontación, se decidieron diferentes prácticas y
creencias relacionadas con el abuso de alcohol.
El desarrollo de una Política de Prevención puede desprender, del análisis de estas
respuestas sociales, las claves para una estrategia de acción comunitaria.
Aspecto que,
por otra parte, tiene múltiples vasos
comunicantes con el campo de las sustancias ilícitas al compartir un
denominador común, la salida
farmacológica de los conflictos
de la vida cotidiana.
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