* Luis Pérez Aguirre nació en Monevideo en 1941, graduado en Filosofía y Teología, fue ordenado sacerdote jesuita en 1970. Inició su acción evangélica con los más desamparados, en el Bajo del Puerto de Montevideo y hasta su muerte, a comienzos de este año, trabajó con los niños abandonados. |
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Homenaje a Luis Pérez Aguirre Frente a la muerte de Pérez Aguirre, perico, las mujeres todas hemos perdido un amigo insustituible, un compañero de causa, un hermano, defensor irrestricto de la justicia
por Cristina Grela
Evocar a Perico es buscar la palabra y no encontrarla. Es recordar su actitud de escucha, su mirada atenta, cauta y profunda, su sonrisa compañera, siempre presente, siempre ofrecida su persona entera, a quien la necesitara. Contento de ayudar, acompañar, comprometerse sin aspavientos. No lo conocí muchísimo y sí lo suficiente en la profundidad que la gente se conoce cuando vive en común situaciones realmente difíciles. Esas que no pasan por poner en peligro la vida corporal, sino la de adentro, convicciones y valores profundos que hacen a la subjetividad propia y a la integridad con la que vivimos. Las que significan coherencia y cambios, aún cuando representan desde otros lados, incomprensión, intolerancia, aislamiento y expulsión. Ya que engloban sentimientos, caminos y decisiones, son las que más duelen y conmueven la esencia de lo que cada uno y una somos! Las mujeres todas hemos perdido un atento y persistente aliado, un compañero, un luchador por nuestras causas de justicia. A ese alguien que no se quedó en su casa pensando o sintiendo, sino que buscó, pensó en conjunto, escribió, habló y salió por nosotras y por mucha gente más. Por nosotras y por su inmensa capacidad de ponerse en el lugar de la otra, y disculpándose por atreverse a ello, entendió apasionadamente que, la condición de ser mujer forma parte indisoluble de la violación constante de los derechos humanos, en la Sociedad y tanto dentro como fuera de la Iglesia. Como verdadero teólogo de lo cotidiano se inmiscuyó en diversos y complementarios ámbitos, vidas y miserias. Disecar y profundizar en las causas de tanto desamor, tanto poder usado en contra, tanta ceguera e individualismo entiendo que se hicieron pasión en su vida y sus apuesta a las transformaciones profundas. Desde allí salía con más preguntas y buscando soluciones y comprometiendo su vida misma, sin temblores aparentes, humilde y firme. En relación a concepciones liberadoras de la sexualidad, los derechos humanos de las mujeres y la necesidad imprescindible de que la Iglesia católica como Institución visualizara sus grandes omisiones históricas y presentes, podríamos decir que hubieron MOMENTOS FUERTES en la vida de Perico en los que navegamos durante momentos de mucha oscuridad y mucha luz al mismo tiempo En la década del 80, en tiempos difíciles nos encontramos en una mesa redonda a propósito de su libro sobre Sexualidad. Prontamente nos encontramos en el mismo bando al repensar la sexualidad desde una óptica integradora, placentera y responsable. Este planteo sonaba muy trasgresor. Diría que él, en ese momento, ya colocó la Condición femenina como parámetro de injusticia. Verdadero profeta en tiempos de oscuridad. Lo conocí en acción en el 93, en la Conferencia de Viena sobre Derechos Humanos. Allí junto con otros compañeros de SERPAJ se turnaban para hacer parte de la Delegación Oficial del país. Esa Conferencia sucedía a una hora de Bosnia y al mismo tiempo que atrocidades se consumaban... y allí estaban todas representadas. Fue allí donde los Derechos de las Mujeres comenzaron a considerarse Derechos Humanos, DENTRO Y FUERA DE SU CASA y cuando la Violencia Doméstica se calificó como Delito, luego de un Tribunal Internacional de Testimonios y Juicios. Perico estuvo tan conmovido como otra más de nosotras frente a un logro de esa magnitud. En ese momento él ya conocía el movimiento de Católicas por el Derecho a Decidir y desde allí entablamos un diálogo que progresivamente se fue haciendo compromiso con la causa de las mujeres, ética y teológica de la sexualidad, del comienzo de la vida, de la dignidad de vida de todos los niños, de el derecho a disentir y la obligación de expresarlo DE BUENA FE, de campear las dificultades y superar los miedos. Nuestra preocupación y compromiso con los Derechos Sexuales y Reproductivos nos había hecho profundizar, estudiar, analizar y buscar respuestas en la sociedad, la Ley y la Iglesia. Las tres vertientes aportaron sus luces y sus sombras, realidades, mitos y mandatos que han herido de muerte la vida de las mujeres todas en una u otra circunstancia. Acercarse a las causas y pesar las consecuencias se hizo necesidad de mayores diálogos, encuentros , compartires. Tuvimos un Seminario Interno sobre “La sexualidad en la Iglesia”. Concurrieron religiosos y laicos, ex sacerdotes y religiosas. Perico compartió sus convicciones y la sabiduría de la Iglesia Pueblo, Madre del amor cotidiano y por sobre todas las cosas compañera de las convicciones a conciencia. En oportunidad de organizar en Montevideo una reunión latinoamericana sobre "Causas y Consecuencias del Aborto”, Perico sería nuestro orador nacional junto con sociólogos/as , teólogos/as y sacerdotes jesuitas... Imposible olvidar y perdonar la causa de tanto dolor de ese “HOMBRE JUSTO”. Había sido recientemente silenciado por la Jerarquía por la publicación de su valiente y esperanzador libro “ La Iglesia Increíble”. De su autoría apasionada y rebelde pasará a ser un documento de rigor para los y las que creen que el cambio es posible. No alcanzó la solidaridad, el compartir los malos momentos que cada una de las personas allí presentes, todas identificadas con las mismas causas y las mismas inquisiciones. Perico estaba realmente mal, movido, con esos dolores que sólo se pueden vivir solos, de desamor hasta la amenaza de la expulsión... desde mi perspectiva, imperdonable. Antes de un año, estaba su reflexión sobre el Aborto, en un artículo al que llamó “Centremos el debate” . Profundamente coherente, pidiendo disculpas por ponerse y entrometerse en la piel de las mujeres, redefine desde su perspectiva el valor de la vida, el valor de la concepción, la situación desesperada de cada mujer que debe decidir y la encrucijada sin salida que tienen las mujeres pobres ante la presencia de un embarazo inintencional. Dicho artículo que replicamos profusamente fue el mismo que se publicó en BRECHA y que le fue prohibido incluir en su siguiente libro sobre “ La Condición Femenina”. Creemos que vale la pena tomar algunos conceptos para iluminar su falta, seguir por sus pasos, sus convicciones más profundas y centrales. ... Acerca de la Justicia “A los efectos de centrar el debate me parece imprescindible aclarar ¿qué es hacer justicia? Porque generalmente ello se entiende y se practica sólo en dos formas disyuntivas, en nombre de la ley, que para el caso del aborto nos deja siempre sin respuesta. La primera forma de entender cómo se establece o repara la justicia es ajusticiando (de acuerdo con la ley) al culpable de un delito. Esta justicia, la nuestra, termina en la cárcel o su equivalente de acuerdo a la gravedad del dolo. La segunda forma de entender qué es hacer justicia, significativamente, a la inversa de la anterior, afirma que basta con encontrar una ley o una tradición moral (y una autoridad) que explique o avale, que justifique nuestro comportamiento, para que hayamos cumplido con la justicia. Pues bien, pienso que ninguna de las dos posiciones tiene nada que ver con la solución justa. Por eso sólo cabe una tercera manera de entender el hacer justicia. Creo que nos ayudaría aquí usar el término ajustar. Para el ser humano, hacer justicia es (debería ser) lograr creativa y responsablemente- la supervivencia de toda vida en el cosmos: que la realidad y los seres vivos (especie e individuos) se ajusten armoniosamente de tal manera que sea posible la supervivencia de todos. En lenguaje moral sería reparar los desajustes que el ser humano introduce en su realidad personal y cósmica, desajustes que convierten dicha realidad en una amenaza para su vida y la de los otros seres vivos. Entonces desde esta perspectiva lo importante es la realidad destruida o destructiva y los procesos y acciones concretas que permiten reajustarla en función de las necesidades vitales básicas del ser humano. Y no tanto el saber si son o no culpables, ni los castigos a aplicar, ni las leyes o justificaciones. Ya el viejo Tomás de Aquino en el siglo XIII decía que la noción de justicia debía complementarse porque deberíamos llamar “... cosas legales/justas a aquellas que causan y conservan la felicidad y cuanto a la felicidad se refiere dentro de la vida común de la ciudad” (S.Th. 1ª,2ae, q.90, art.2). Esta es la noción de justicia que compartimos. Entonces el orden legal justo debería ajustarse a esta concepción moral y tendríamos así que no es la penalización y el castigo de los culpables el modo fundamental de hacer justicia. Se debe centrar el debate en descubrir qué pasos hay que dar para evitar, de manera realista y eficaz, el que se sigan realizando abortos, o mejor, para evitar que una mujer se tenga que plantear el aborto como única alternativa, o como la menos amenazante en un momento concreto de su vida. Evitar los argumentos falaces No se puede simplificar la polémica sobre el aborto en dos bandos extremos irreconciliables: el que dice que para salvar fetos hay que ajusticiar, eliminar o sancionar socialmente a las madres y el que sostiene, por el contrario, que para defender a las madres se puede aceptar o justificar la destrucción de los fetos. En esta disyuntiva de hierro lo trágico es que los ajusticiados son siempre las propias víctimas, porque son las más débiles, las que no se pueden o no tienen los medios para defenderse. Detrás de estas simplificaciones está una posición social hipócrita, dispuesta a no conceder que una mujer pueda abortar ni tampoco a que pueda tener los hijos que quiera, sin que la corran de la casa sus padres o sus maridos, que no le den trabajo o la corran del trabajo los patrones por estar embarazada, que la excomulguen de la Iglesia los escandalizados porque tuvo que abortar o es soltera y embarazada, o simplemente la corran de la vida el hambre y la miseria. Claro, es mucho más fácil evitar todo este conflicto, amenazándola con la cárcel si aborta. Siempre será más fácil eliminar fetos o mujeres que luchar contra las verdaderas causas sociales del aborto. Lo paradójico es que ninguna de las dos posiciones ha llevado nunca a terminar con los abortos, sino con las víctimas. Aunque puedan tranquilizar conciencias estas posiciones serán siempre pseudo soluciones al problema. Mientras persistan las causas que obligan a las mujeres a abortar, ellas seguirán abortando”. Durante la preparación de la IV Conferencia sobre la Mujer en Beijing, en 1995, desde Roma se indicó a la Jerarquía Uruguaya que las organizaciones de Católicas por el Derecho a Decidir deberían ser amonestadas y negarles su pertenencia a la Iglesia. Obedientes e irreflexivos, así lo hicieron. La única palabra la encontramos en Perico. En su casa de La Huella, rodeado de su Comunidad y de sus niños, sus tareas y desafíos cotidianos, nos llamó para compartir lo trascendente de la coherencia en teoría y práctica, comprender los signos del equívoco y darnos fuerzas destrezas para esquivar las piedras en los caminos. Siempre su actitud de escucha, su mirada atenta, cauta y profunda, su sonrisa compañera, siempre presente, siempre ofrecida su persona entera, a quien la necesitara. Contento de ayudar, acompañar, comprometerse, sin aspavientos Otro de los momentos muy fuertes de las intervenciones comprometidas de Perico en relación a las Mujeres y a las circunstancias resultantes de la Discriminación fue su Conferencia final en el cierre del Seminario sobre Femenino Masculino que la Comisión de Género y Políticas Públicas del Sindicato Médico del Uruguay organizó en diciembre de 1999. Durante 40 minutos la audiencia pudo seguir sin dificultades, concentrada y admirada, las causas profundas del patriarcado social y la consecuencia en la vida y salud de las mujeres. Asimismo vislumbró los caminos de transformaciones y concluye con una poesía de una reconocida feminista negra en donde se acentúan las condiciones sensitivas por las que la sociedad nos invita alevosamente a discriminar a cada uno de los seres humanos, obviando la vigencia de los Derechos Humanos básicos e inalienables. El video de la misma es un documento SAGRADO. Gracias mil a la vida que nos permitió colectivamente estar allí ! Como cierre doloroso, incomprensible, imborrable, nos queda a todas las compañeras de MYSU (mujer y salud en Uruguay), el 5 de enero de este 2001, su compañía fiel al Ministerio de Salud Pública. Ocasionalmente, el año pasado, en un aeropuerto, cualquiera, con aspecto de profundo cansancio luego de, entre otras tareas, mediar en la consecución de la Paz en Colombia, conversamos sobre la situación de los Programas Nacionales de salud reproductiva. Se ofreció a hacer algo, a profundizar en el diálogo que habíamos iniciado y poner su convicción de que era posible arribar a logros certeros, especialmente para las mujeres más pobres. Allí estuvo, puntual sereno, oyendo y pensando lo que el Director de salud, Dr. Touyá nos presentó. Pensativo y reflexivo se mostró durante la larga entrevista. Humilde al reconocer aquello como una clase y firme en el juicio y puente para afirmar que en ese grupo estábamos las mujeres más comprometidas con la Salud de las Mujeres y que darnos un espacio de escucha y propuesta era necesario. Perico se retiró antes de terminar y las señas cerraron su último momento con nosotras, con que “ nos hablaríamos”... Esa imagen de caminar entre dos bandos, de sentir el peligro inminente, de atender para buscar el camino cierto, de permanecer, perdurar y comprender tanto sobre el sufrimiento, posiblemente define su vida y su pasaje por entre nosotros. Un solo momento de distracción lo sacó de entre nosotros. “Perico, queremos que sepas que seguiremos esperando tus opiniones, tus análisis, tus palabras, tus convicciones y tu fuerza para pegar en el muro de lo incomprensible a los ojos de la simple vista y llegar a lo trascendente de la transformación, para que, hombres y mujeres puedan llegar a la plena vigencia de sus Derechos Humanos su salud y el misterio y milagro de la sexualidad y la procreación” Siempre con tu actitud de escucha, tu mirada atenta, cauta y profunda, tu sonrisa compañera, siempre presente, siempre ofrecida tu persona entera, a quien la necesita. Contento de ayudar, acompañar, comprometerte, sin aspavientos, DESDE DONDE SEA QUE ESTES Cristina Grela, ex coordinadora de la Red CDD América Latina. “No creo que pueda ser tachado de hereje...” Luis Perez Aguirre * Entonces es bueno comenzar confesando que quien escribe esto no se considera lo que se llama un "teólogo católico". Es decir no tengo la "misión canónica" de enseñar teología. A muchos que la tenían, por decir cosas menores de las que aquí intentaré decir, se la han quitado desde el Vaticano, en Roma. Utilizando una serie de procedimientos de censura, que van desde el silenciamiento, la privación del ejercicio del ministerio y del culto, la retirada de los cargos docentes y editoriales, es un hecho por todos bien conocido que desde el Vaticano se ha procurado quitar esa "misión canónica" a prestigiosos teólogos y a muchos seles ha quitado efectivamente. Entre otros es el caso por ejemplo de Hans Küng eminente teólogo del Concilio Vaticano II_ a quien posteriormente le pusieron cortapisas en su doctrina sobre la Iglesia; de Charles Curran, de la Universidad Católica de Washington, por sus opiniones sobre la teología moral; y recientemente al querido teólogo latinoamericano Leonardo Boff, por su visión de la Iglesia desde la teología de la liberación. Yo pertenezco a una generación de estudiantes de teología que vio como la jerarquía condenaba y exiliaba a algunos de sus profesores más célebres. Y marcharon al "purgatorio" del silencio y la censura personalidades como Congar y Chenu, Teilhard de Chardin y De Lubac. Aunque para tranquilidad de los lectores, tengo que confesar inmediatamente que el ejemplo de humildad y entereza recibido de todos estos verdaderos maestros con su digna actitud ante el oscurantismo, me inclinó siempre a seguir siendo miembro amante de esa Iglesia cuyos censores de turno los castigaba injustamente. Soy de una generación que fue obligada a rezar el breviario en latín y tenía prohibido participar en concelebraciones. Soy un jesuita que hace pocos años, en la comunidad en la que estudiaba, mis superiores imponían el pantalón largo para hacer deportes, a fin de que no se vieran las rodillas desnudas de los futuros clérigos.... y que luego tuvieron serias dificultades con la jerarquía porque nos habían autorizado a participar en público en un culto ortodoxo. Soy un cristiano que aprendió desde la infancia que era pecado tocar el interior de los vasos sagrados y la hostia consagrada, comer carne en viernes, lo mismo que comer una tostada antes de comulgar. Soy un jesuita que estudió moral y sabe, por ejemplo, que el préstamo a interés, incluido ahora en la lista de los "nuevos" pecados del Catecismo Romano, había sido condenado en la Iglesia durante más de quince siglos, aunque la práctica de los cristianos y clérigos haya ido por otro lado y aunque todo lo relativo al sexo fuera considerado infinitamente más grave que los asuntos económicos. Por eso, después del aire renovador que nos habían traído el Concilio y las conferencias episcopales de Medellín y Puebla, es preocupante comprobar que desgraciadamente está reapareciendo en el ambiente eclesiástico de manera un tanto disfrazada la represión inquisitorial. Se busca amordazar a los teólogos más abiertos y progresistas, se destituye a eméritos profesores y se estigmatiza a los autores de libros o revistas que buscan abrir el pensamiento y la Iglesia al viento del Espíritu. Parecería que la Iglesia se ha vuelto una suerte de "guardería de adultos" ante no cabe otra cosa que reafirmar que la censura sólo es el poder de los débiles. Yo que tuve la triste experiencia de intentar escribir y publicar en el período dictatorial uruguayo, siento que este nuevo embate por parte de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el ex Santo Oficio, comandado en el momento de escribir esto por el cardenal Joseph Ratzinger, me devuelve el sabor rancio de aquella época infeliz y troglodita por su oscurantismo. ....... Lo que sí puedo afirmarte es que me considero un creyente cristiano, miembro de la Iglesia Católica de Jesús, el Cristo. Que permanezco creyente y en la Iglesia a pesar de las barbaridades que he conocido en poco más de medio siglo de mi vida pasado en su interior. Y me rebelé y lo seguiré haciendo contra todos los esfuerzos que se hacen desde el poder al interior de nuestra institución eclesiástica, para mantenernos encerrados en una mezquina "clausura mental", en la que no hay lugar para fermentos ni sabores. Lo que nunca he dejado de hacer, durante más de treinta años, es estudiar mucha teología. Y lo hago para aprender desde mi fe, para ella y la de tantos con quienes camino por esta vida. Este estudio siempre me llevó a pensar, a cuestionar, a "decirme" mi fe de maneras nuevas y a comunicar de mil maneras ese cuestionamiento permanente, muchas veces venido de otras personas más profundas y ricas en experiencia y ciencia que yo. Pienso que en esto consiste propiamente el quehacer teológico. Una de nuestras grandes teólogas feministas latinoamericanas, Ivone Gebara, de Brasil, decía con toda sencillez una gran verdad cuando afirmaba que: "Así como en el Tercer Mundo existe una economía informal, también existe una teología informal a la cual aportamos muchos teólogos". Me considero un "teólogo informal". Y lo hago pensando en la relatividad de los conceptos de los teólogos tradicionales, porque no hay duda de que ellos se han demostrado en la historia abrumadoramente eurocéntricos, colonialistas, masculinos y occidentales. Pienso que no hay grupo ni escuela teológica que pueda atribuirse la "propiedad privada" de la teología. En este sentido, la teología que se hace desde los pobres y desde la marginación, desde las mujeres, la teología feminista, la teología desde el cuerpo y del género (sexual), la teología de la liberación, son insustituibles para un discurso alternativo y para mostrar que la teología pura, esa que se encuadra en la "misión canónica", termina generalmente en una abstracción. ...... No creo que pueda ser tachado de hereje porque no tengo conciencia de estar contradiciendo ningún dogma que la Iglesia haya propuesto. Lo que no acepto es un confusionismo ideológico que se autodefine como fe católica. ... ... Creo que trato de defender sencillamente el sueño de Galilea. El sueño de Jesús. Defiendo su causa y a la comunidad de los amigos convocados (eclesia) para el servicio de ese sueño. * Fragmentos de “Carta a la lectora y lector” de su libro “La Iglesia Increible”
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