EL PAIS Digital, martes 25 de julio de
2000:
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Los obispos fuerzan la dimisión de la presidenta de Manos Unidas
Abandonos en la ONG católica por discrepancias con la jerarquía
MIGUEL BAYÓN, Madrid
La presidenta del comité ejecutivo de la ONG católica Manos Unidas, Consuelo
Lobo, ha presentado su dimisión con carácter irrevocable. Culmina así la
ofensiva de la Conferencia Episcopal Española contra la línea de compromiso
social que caracterizaba últimamente a la asociación. Pasado mañana la
asamblea de Manos Unidas elegirá nueva presidenta, y la favorita es Ana
Álvarez de Lara, afín a la orientación de los obispos.
Consuelo Lobo, ex presidenta
de Manos Unidas (M. Gener).
Lobo ha dimitido tras la decisión de la Comisión Episcopal de Apostolado
Seglar (CEAS), de la Conferencia Episcopal, de no dar el visto bueno a cinco
de las 11 candidatas a la presidencia propuestas por distintas delegaciones.
Según una nota de Manos Unidas, la decisión no ha tenido "justificación
aparente alguna" y "significa el veto a las candidatas que más apoyo
han
recibido y que representan la línea mayoritaria de la institución". Los
obispos se aseguran así de que la elegida saldrá de las seis candidatas más
acordes a su línea.
Según fuentes de Manos Unidas, la Conferencia Episcopal considera que la
organización tiene la obligación de evangelizar y que el compromiso social
ha prevalecido sobre esa tarea. Manos Unidas -que ha cumplido 41 años y
cuenta con 4.500 voluntarios- recaudó el año pasado 7.200 millones de
pesetas, con un gasto de administración de sólo un 3,2%. Más del 90% de sus
proyectos son realizados por misioneros católicos.
El pasado 25 de mayo, tres vicepresidentas y el tesorero dimitieron en
desacuerdo con la postura de la Conferencia Episcopal de no admitir que
personal contratado desempeñase responsabilidades de gestión, pese a que la
asamblea de Manos Unidas se había pronunciado en tal sentido. El 9 de junio
el secretario portavoz de los obispos, Juan José Asenjo, reconoció en una
cena con periodistas de información religiosa que "si los contratados,
unos
80, se marchasen ahora, la organización se colapsaría", pero afirmó:
"Queremos que los cargos de gobierno sean de voluntarios", y añadió:
"Hay
una tendencia a la secularización en este tipo de organizaciones".
Ante la presión episcopal, y en solidaridad con las dimisiones, se ha
producido el abandono de destacadas figuras como Luis Arancibia, del
departamento de Educación para el Desarrollo, o Charo Mármol y Begoña
Olabarrieta, de Medios de Comunicación; y ha quedado vacía la Coordinadora
de Delegaciones. Según fuentes de Manos Unidas, cabe esperar abstenciones de
delegaciones en la votación de pasado mañana y el proceso de abandonos
podría seguir.
En 1994 la Conferencia Episcopal intentó que Manos Unidas dedicara parte del
presupuesto a financiar "proyectos pastorales". La ONG no aceptó,
alegando
la primacía de los fines sociales: ofreció poner su voluntariado al servicio
de la Conferencia, pero los obispos no estuvieron de acuerdo. En 1997 la
elección de Consuelo Lobo fue dificultosa. En un principio la Conferencia
había conseguido hacer elegir a Eva Gómez Pin a, pero ese nombramiento fue
impugnado por la asamblea por no haberse efectuado tres votaciones como
exige el Derecho Canónico.
Las relaciones de la Conferencia Episcopal con el comité ejecutivo de Manos
Unidas han ido enrareciéndose. La Conferencia pretende que la ONG sufrague
proyectos pastorales, que dispense formación doctrinal y espiritual, y que
los obispos no se limiten a dar el visto bueno a las delegadas, sino que las
nombren.
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Isaac Wüst
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