LA EVOLUCION DE LA CERAMICA MEDIEVAL DE CERCADILLA,
ESTADO DE LA CUESTION


Mª del Camino Fuertes Santos


Desde que comenzaron las tareas arqueológicas en el yacimiento de Cercadilla,  se han venido realizando estudios pormenorizados de las distintas etapas y fases de época musulmana, diferenciadas, fundamentalmente, gracias al estudio de los materiales cerámicos. Sin embargo, y a pesar del tiempo transcurrido, no  todo está dicho sobre la cerámica medieval del yacimiento. Nada más lejos de la realidad ya que, aunque el análisis de las formas cerámicas ha sido nuestra línea de investigación desde 1992, el ingente volumen de material sólo nos ha permitido, hasta el momento, dar los primeros pasos en el conocimiento de lo que fue el ajuar cerámico de los pobladores de esta zona de la ciudad.

En Cercadilla son muy numerosos los contextos en los que se han recuperado materiales cerámicos:

Desde los primeros momentos de nuestra investigación, consideramos que era de gran importancia tener una visión general del elenco cerámico de época medieval conservado en Cercadilla, ya que su estudio ayudaría a una mejor diferenciación de las distintas fases existentes en el yacimiento pertenecientes a ese período histórico. Para que ese análisis resultara claro y concreto estimamos oportuno comenzarlo por aquellos conjuntos cerámicos que al ser contextos cerrados (por estar asociados a determinadas estructuras como basureros, pozos ciegos o muladares), presentaban características homogéneas, tanto desde el punto de vista formal como del cronológico.

Uno de los datos más relevantes y característicos del yacimiento de Cercadilla es que conserva vestigios de más de mil años de ocupación continuada. Nosotros, en nuestro análisis, hemos abarcado el período comprendido desde los inicios del siglo VI, momento en el que deja de importarse a Córdoba la Terra Sigillata Africana D, hasta los siglos XII-XIII, última fase de ocupación documentada (1).

No todas estas etapas han sido analizadas con igual detalle. Por un lado y en un primer momento nos centramos en el estudio de la cerámica emiral, por ser ésta la más desconocida, no solamente en Córdoba sino también en gran parte de la Península. Además, no todas las fases han sido de igual manera documentadas, así  por ejemplo, los únicos datos conservados pertenecientes a la Antigüedad Tardía, son los hallados en el interior del criptopórtico, aunque es posible que no sean  más que una pequeña muestra de lo que se conserva,  ya que esta estructura no  ha sido excavada en su totalidad.

La mayor parte de los hallazgos documentados, pertenecientes a la etapa islámica, son los correspondientes a la fase califal; sin embargo y hasta la actualidad, sólo se ha dado a conocer un pequeño conjunto de materiales, recuperado en el interior del criptopórtico (2).

De la fase más tardía, la correspondiente a los siglos XII-XIII, conocíamos, solamente, un conjunto de materiales aparecidos en un pozo de residuos, ahora bien las últimas actuaciones arqueológicas realizadas en el yacimiento, han permitido recuperar gran cantidad de datos y piezas pertenecientes a este período, que confirman con rotundidad la utilización de este área como zona de viviendas en momentos tardíos.

Con todo lo anteriormente expuesto no nos queda mas que indicar que el análisis que a continuación vamos a exponer no es del todo concluyente, siendo nuestro principal objetivo la puesta al día de lo publicado hasta la actualidad. No veremos todas las formas documentadas ya que ello excedería el ámbito de estas líneas, centrándonos en aquellas en las que hemos podido determinar una clara evolución.

Ollas (Lám. 1, 2, 3).
Exceptuando un solo ejemplar documentado en niveles tardoantiguos –con cuerpo piriforme (Lám. 1)-, todas las piezas asociadas a este grupo formal presentan paredes globulares y bases planas, en ocasiones ligeramente convexas. Aunque se han documentado numerosos ejemplares sin asas, son más abundantes los que presentan dos de ellas enfrentadas; parten del borde y le sobresalen ligeramente, finalizando en la zona alta de los hombros.

Este grupo formal no suele presentar ningún tipo de decoración, sin embargo se han recuperado tres piezas, también de momentos tardoantiguos, que mostraban esquemas decorativos incisos, formando meandros, ungulaciones y esquemas no precisos.

Observamos una gran perdurabilidad de las formas desde época romana. Las paredes tienden, a medida que avanza el tiempo, a ir estrechándose y sus pastas se van decantando cada vez más, si bien son piezas que suelen presentar gran cantidad de desgrasantes, llamando la atención la abundancia de los de naturaleza micácea.

Hasta el momento se han diferenciado siete tipos formales:

  1. Ollas con bordes moldurados hacia el exterior.
  2. Ollas de bordes exvasados y labios redondeados.
  3. Ollas con cuellos muy poco desarrollados. Bordes rectos, generalmente moldurados al exterior. Estas piezas están vidriadas en su interior.
  4. Ollas con bordes exvasados,  labios engrosados y caídos hacia el exterior.
  5. Ollas con bordes exvasados y labios engrosados de sección triangular.
  6. Ollas con bordes reentrantes y labios redondeados.
  7. Ollas con bordes de sección cuadrangular.
En el estado actual de la investigación, la clasificación de los tipos por fases cronológicas se establece de la siguiente manera. La mayor parte de las piezas aparecen con las superficies tiznadas de negro. En muchas ocasiones la intensidad del fuego debió ser muy alta, ya que son muy numerosos aquellos ejemplares en los que las pastas han aparecido completamente quemadas. Ello podría indicarnos el uso de hogueras para cocinar, en las que las llamas en ocasiones envolvían a la totalidad de la pieza, como parece confirmarlo el hecho de que algunas de las tapaderas, asociadas a funciones de cocina, hayan aparecido también quemadas. Ahora bien no podemos olvidar el importante número de anafes recuperados en el yacimiento, lo que nos indica, igualmente, el uso de estos contenedores de fuego para la realización de las actividades culinarias.

En Cercadilla hemos observado una ausencia total de espacios destinados íntegramente a cocinas, si  bien es cierto que por el momento no se ha excavado, en su totalidad,  la planta de ninguna de las casas documentadas.  Aún así no deja de llamar la atención esa carencia, ya que sí se han localizado, repetidamente, salones, alcobas o patios y, sin embargo, no hemos hallado ninguna estancia a la que se le haya podido  atribuir aquella funcionalidad. La causa la podemos encontrar en el uso de cualquiera de los espacios restantes para la elaboración de los alimentos, como lo demuestra la presencia de hogares en esas estancias, sobre todo en los patios. Creemos, igualmente, que el uso de los anafes permitiría el desplazamiento de las funciones derivadas de la preparación de los alimentos a los diferentes ambientes del interior de la vivienda, tal vez variando su ubicación en función de las estaciones (3).

Jarros/as (Lám. 4).
Probablemente nos encontremos ante el grupo formal que cuenta con mayor diversidad tipológica. Sin embargo, y al igual que ocurre con el grupo ollas, a pesar de esa gran diversidad el aspecto final de las piezas tiende a ser muy similar. Hemos podido diferenciar hasta el momento dos grandes familias tipológicas:

Jarros/as de boca circular.
    1A.- De cuellos largos y estrechos. Cuerpos más o menos globulares. Bases delgadas y planas.
    1B.- Cuellos y bordes rectos, a veces ligeramente reentrantes (algún ejemplar presenta cuellos algo exvasados) y cuerpos globulares. No son piezas de gran tamaño.
    1C.- Cuellos rectos o exvasados. Cuerpos globulares que se estrechan en la zona de la base. Son piezas de gran tamaño. Su funcionalidad estaría relacionada con el transporte de líquidos. Aunque mantenemos la terminología de jarros/as para estas piezas, nos parece adecuado incluir el término cántaro para su perfecta identificación.
    1D.- Jarras de boca circular muy similares a las del tipo 1B aunque presentan un filtro interno en la zona de unión del cuerpo con el cuello.

Jarros/as de boca trilobulada
No hemos subdividido a esta familia ya que por el momento las  piezas adscritas a ella  cuentan con características morfológicas muy similares, siendo el elemento diferenciador más concluyente el tamaño. Son muy numerosos los cántaros de boca trilobulada; a excepción de la boca, las piezas son parecidas, o incluso idénticas, a las del tipo 1C.

De momentos tardoantiguos hemos documentado en nuestro yacimiento piezas cuyas características técnicas entroncan con algunas formas romanas. Todas ellas están englobadas dentro del tipo 1A. Realizadas con pastas claras bien decantadas, el grupo más numeroso corresponde a una serie de piezas de gran tamaño, cuello corto y borde exvasado-redondeado, biselado hacia el exterior o de sección cuadrangular. El cuello presenta una fuerte carena de la que parten las asas, que descansarían en la zona alta de los hombros. Este tipo formal no se vuelve a detectar en fases más tardías, al igual que otro de los tipos en el que el borde, de bastoncillo, nos recuerda en gran medida a las producciones romanas. El resto de los jarros/as localizados en estos estratos tardoantiguos nos acercan a lo que serán las formas características de momentos posteriores (FUERTES y GONZALEZ, 1996, 133).

Aunque la mayor parte de los fragmentos detectados aparecieron sin decoración, se han documentado algunos ejemplares que presentaban trazos rojos, realizados a pincel, que no formaban ningún esquema preciso (FUERTES y GONZALEZ, 1996, 135). Estos tipos decorativos no aparecerán en las siguientes etapas.

De época emiral plena se documentan en gran proporción grandes piezas pertenecientes al grupo 1A, de cuellos largos y estrechos y bocas circulares de pequeño diámetro. Todas presentan una o dos asas que parten de la zona del cuello y descansan en la panza o en la zona cercana a los hombros (FUERTES y GONZALEZ 1994b, 295 y 1996, 143). Estas piezas, que estarían destinadas al transporte de líquidos, nos recuerdan a formas visigodas (IZQUIERDO, 1997).

También de este momento son característicos los recipientes de pequeño tamaño con cuellos rectos, a veces moldurados, que se rematan en bordes engrosados. Los cuerpos son globulares y las bases planas con una ligera tendencia a la convexidad (FUERTES y GONZALEZ, 1994b, 295).

Las bocas trilobuladas aumentan su presencia siendo muy numerosos los bordes documentados. No hay diferentes bordes para los distintos tamaños, de modo que todos ellos son aplicables indistintamente a las piezas, ya sean de pequeño y mediano tamaño destinadas a funciones relacionadas con la mesa, como a las de mayores dimensiones destinadas al transporte.

Es en durante la fase emiral plena cuando se documenta por primera vez un tipo de jarro/a cuya presencia se hará patente hasta momentos muy tardíos. Se trata de un ejemplar de pequeño o mediano tamaño, de cuello ancho, cilíndrico, de paredes rectas,  en ocasiones reentrantes(4) y bordes exvasados, rectos o de sección triangular hacia el interior. Los cuerpos son globulares y las bases planas, a veces ligeramente convexas.

Esta forma no suele superar los  20 cm.  de altura, lo que unido a la tendencia globular de los cuerpos, le confiere un aspecto achatado. Suelen tener un asa, aunque no son raros los ejemplares con dos de ellas, pero eso sí, algo más escasos.

La importancia de esta forma radica en su proliferación. Son muy abundantes los ejemplares documentados pertenecientes a estas piezas, pero su presencia se hará mucho más numerosa en las siguientes fases medievales, sin variar apenas su aspecto final. Será en momentos muy tardíos, ya en época almohade, cuando estos recipientes presentarán mayores variaciones, aunque éstas en absoluto afectarán a la esencia misma de la pieza (5) (FUERTES y GONZALEZ, 1994a, 778; 1994b, 294; 1996, 146, 151; FUERTES, 1995, 290).

En el estado actual de la investigación no hemos observado tipos definitorios para cada una de las etapas posteriores (6), aunque sí se realizan ligeros cambios formales en el aspecto final de los recipientes (7). Se observa una mejora importante en la calidad técnica de las piezas y se aplican las nuevas producciones como el vidriado, el verde y manganeso o la cuerda seca.

Son los jarros/as el grupo formal que recibe más tratamientos decorativos. Sobre ellos se aplica las técnicas del vidriado, el verde y manganeso y la cuerda seca en mayor proporción que en otras formas, exceptuando el grupo ataifor. Sin embargo, es la pintura la técnica decorativa más utilizada. La gama cromática es muy escasa, los tonos negruzcos, castaños-rojizos y blanquecinos son los más empleados. Estos tonos se suelen aplicar sobre superficies con tonalidades opuestas al color elegido para la decoración. De hecho, son escasos los ejemplares en donde los motivos decorativos realizados, por ejemplo, en color rojizo, se hayan aplicado en superficies de esa tonalidad. Los esquemas representados son muy variados:

Aunque no contamos con tablas estadísticas que nos indiquen qué esquemas decorativos eran los preferidos a la hora de decorar las piezas, hemos observado una cierta preferencia por los esquemas profilácticos. Suelen estar agrupados en haces de tres dedos que recorren la pieza tanto longitudinal como transversalmente.

Los engobes no son muy utilizados, sobre todo durante las primeras fases. De existir, suelen presentar tonos claros y rojizos. En ocasiones algunos de ellos son muy cubrientes, sobre todo durante el siglo XII.

Ataifores (Lám. 5).
Forma característica del período islámico, su aparición en Cercadilla está completamente ligada al siglo X, sin que se hayan observado piezas de características similares durante las fases previas. Estas piezas siempre están vidriadas o se realizan en verde y manganeso. Esta última técnica se aplica fundamentalmente hacia el interior del recipiente, mientras que el exterior presenta una  superficie vidriada en color melado o verde. En escasas ocasiones la superficie exterior es blanca y, de igual manera, también raras veces, la superficie estannífera interior es sustituida por un vidriado melado sobre el que se aplica la decoración en verde y manganeso.

Hasta la actualidad hemos podido diferenciar siete tipos diferentes de ataifores que presentan múltiples variantes:

  1. De paredes curvas, exvasadas, bordes redondeados y pie anular, de gran tamaño.
  2. De paredes curvas, con bordes engrosados y de sección triangular, pie anular.
  3. De paredes bajas y rectas con fuerte carena. Ala horizontal más o menos desarrollada. Hasta el momento no hemos localizado ningún ejemplar en el que se conservara la base.
  4. De paredes rectas con fuerte carena y bordes reentrantes o exvasados de sección triangular, pie anular.
  5. De paredes bajas y exvasadas, carenadas y con bordes redondeados. Desconocemos la forma de su solero.
  6. De paredes muy exvasadas y borde engrosado. No poseemos datos sobre el tipo de base que poseyó.
  7. De paredes exvasadas, borde redondeado y solero plano.
El tipo 7 (Rossello 0, Escudero I), es el ataifor más representado en Cercadilla. Estos ejemplares, que pueden alcanzar los 25 cm. de diámetro, aparecen siempre asociados a estratos califales. También en época califal aparecen  ataifores tipo 3 (Rossello IIb, Escudero IV) aunque su presencia es  escasa. Pensamos que estas piezas se comenzaron a realizar a finales del siglo X,  aunque su mayor auge lo alcanzarían en la centuria siguiente. Tal vez, la guerra civil, probable causa del abandono del arrabal de Cercadilla, sea la razón de la exigua aparición de este grupo en el yacimiento.

No hemos localizado en estos estratos del siglo X piezas que se puedan asociar a nuestro tipo  1 (Rossello III, Escudero II). Sin embargo su presencia es abrumadora en contextos más tardíos. Concretamente se han localizado en niveles asociados al siglo XII. De igual manera, y asociados exclusivamente a momentos tardíos, encontramos los tipos 2, 4, 5 y  6. El tipo 2 y el tipo 4, al igual que el tipo 1, aparecen en grandes proporciones, sin embargo la presencia de los tipos 5 y 6 es muy pobre. Todos los ataifores localizados en los niveles del siglo XII estaban vidriados en color verde o melado o fueron realizados en verde y manganeso. Los motivos decorativos realizados con esta técnica, durante la última etapa de dominación islámica de la ciudad de Córdoba, no presentan diferencias notorias con los escogidos durante el califato.

Solamente hemos localizado un ejemplar realizado en loza dorada, encuadrado dentro del tipo 6 (FUERTES, 1995, 281), adscrito cronológicamente a un contexto de finales del siglo XII- principios del siglo XIII.

Candiles (Lám. 6, 7).
Se trata de otro de los grupos tipológicos en los que hemos podido observar una clara evolución, cronológica y formal (8). Desde época emiral hasta momentos post-califales observamos una transformación paulatina en el desarrollo de los diferentes elementos que constituyen los candiles. Es un grupo formal que aparece con gran asiduidad en todas y cada una de las fases del período medieval. Hemos diferenciado, por el momento, cuatro tipos formales:

  1. Piqueras desarrolladas.
  2. Piqueras cortas.
  3. Piqueras de pellizco.
  4. Múltiples piqueras.
Arcaduces (Lám. 8).
Por último queremos hacer referencia a este conjunto de formas, ya que en ellas también hemos podido observar un ligero cambio formal a lo largo del período medieval. La transformación no es tan evidente como en otros grupos cerámicos, aunque no por ello deja de ser significativa. Este cambio en el aspecto se observa sobre todo en zona basal de las piezas realizadas durante el siglo XII. Mientras que durante el emirato y el califato los arcaduces se realizan con bases convexas o planas,  desde el siglo XII y en adelante su fabricación será cada vez menor, dando paso a la producción de cangilones con bases rematadas en un pico más o menos ancho.

En los bordes no hemos podido observar esa evolución. Por regla general casi todos se rematan en labios de sección triangular y, algunas veces, son redondeados. Las pastas de estos recipientes son claras y la cocción oxidante. Son muy raras las piezas fabricadas con pastas rojizas o aquellas con cocción reductora. Algunos ejemplares presentan un orifico en la base que ayudaría a una mejor salida del agua.

Con lo hasta ahora expuesto no hemos pretendido más que dar una visión general de la evolución formal de algunos conjuntos cerámicos a lo largo de toda la fase islámica. Sin embargo, y como ya comentábamos al inicio de estas líneas no todo está dicho, ni siquiera esbozado. No solamente se debe tener en cuenta la evolución formal, ya que la distribución de las diferentes producciones a lo largo del tiempo, es tanto o más significativa que la propia evolución formal de las piezas.

Hasta el momento, en el estado actual de la investigación, hemos podido observar en el yacimiento de Cercadilla que las técnicas del vidriado y  del verde y manganeso se hacen presentes a partir del siglo X. No hemos documentado ningún contexto de época emiral en el que haya aparecido cerámica vidriada.

Son muy escasos los recipientes realizados en cuerda seca parcial y, al menos hasta el momento, no ha aparecido ninguno con cuerda seca total. Sin embargo, son relativamente numerosos los fabricados en verde y manganeso, sobre todo ataifores. La tradición en su fabricación se conservará a lo largo del tiempo, haciendo que los ejemplares elaborados con esa técnica en el siglo XII mantuvieran esquemas decorativos muy similares a los que se hicieron durante el califato. En conjunto, el aspecto final de estas piezas es muy parecido, así como los temas elegidos para su decoración.

No hemos documentado piezas esgrafiadas y solamente conocemos un fragmento fabricado en loza dorada.

El estudio del material cerámico de Cercadilla nos ha permitido establecer una serie de conceptos que consideramos importantes a la hora de entender el papel de Córdoba como centro productor de cerámica en época medieval:



NOTAS AL DOCUMENTO

(1) Un resumen de las fases documentadas en el yacimiento pertenecientes al periodo medieval en FUERTES, 1.995. (volver)

(2) En la actualidad estamos realizando nuestra Memoria de Licenciatura sobre los materiales aparecidos en un vertedero califal. Este conjunto presenta una gran variedad formal y tipológica que esperamos poder dar a conocer en el menor tiempo posible (volver)

(3) Sobre las casas de Cercadilla véase, recientemente, FUERTES, 1.997 (volver)

(4) Solamente se ha documentado un ejemplar con paredes exvasadas, FUERTES y GONZÁLEZ 1.994, 778 (volver)

(5) Durante el siglo XII, la mayor parte de los jarros/as tipo 1B presentan una fuerte carena en la zona alta de los hombros (volver)

(6) En el siglo XI hace su apareción una jarrita, del tipo 1D, con doble asa de apéndice rematado con botón, realizado en cuerda seca parcial y con un filtro en su interior. (volver)

(7) A partir del siglo XI, se denotan ligeras variaciones formales en la zona basal de este grupo formal. Si en épocas tempranas la curva de unión entre la panza y la base se hacía de manera suave, durante esta fase y más corrientemente en momentos posteriores, es común la presencia de una escotadura, muy pronunciada en muchos de los casos, que diferencia ambas zonas.(volver)

(8) En este trabajo no vamos a tratar todos los tipos aparecidos en el yacimiento, ya que uno de ellos está siendo en la actualidad objeto de un estudio individualizado. Se trata de un tipo completamente diferente a los habitualmente conocidos, distinguiéndose del resto por sus características formales.(volver)



BIBLIOGRAFIA

BERMUDEZ, J.M. (1992): “Algunas consideraciones sobre un lote cerámico de los siglos VIII al IX”. Antiquitas 3, 54-59.

CANO, C. (1996): La cerámica verde y manganeso de Madinat al-Zahra. Granada.

ESCUDERO, J. (1991): “Producciones cerámicas de Madinat al-Zahra: la cerámica verde y manganeso”. Cuadernos de Madinat al-Zahra, II, 127-161.

FUERTES, Mª C. (1995): “Un conjunto cerámico post-califal del yacimiento de Cercadilla. Córdoba”. Anales de Arqueología Cordobesa 6, 265-291.
      (1997): “La ocupación medieval del yacimiento de Cercadilla, Córdoba. Una casa califal”. Almirez 6 (Centro asociado de la U.N.E.D.), 161-181.

FUERTES, Mª C; GONZALEZ, M. (1994 a): “Avance al estudio tipológico de la cerámica medieval del yacimiento de Cercadilla, Córdoba. Materiales emirales”. IV Congreso de Arqueología Medieval Española, T.III, Alicante, 771-778.
      (1994 b): “Nuevos materiales cerámicos emirales de Cercadilla (Córdoba): Ensayo tipológico”. Anales de Arqueología Cordobesa 5, 277-301.
      (1996): “Materiales de época medieval” en HIDALGO et alii, El criptopórtico de Cercadilla. Análisis Arquitectónico y secuencia estratigráfica, Sevilla, 119-185.

HIDALGO, R; ALARCON, F; FUERTES, Mª C; GONZALEZ, M; MORENO, M. (1994): “Cercadilla: un yacimiento clave para la historia de Córdoba”, Revista de Arqueología 163, 40-51.
      (1995a): “Excavación arqueológica de emergencia en la antigua estación de Cercadilla (Córdoba)”. Anuario de Arqueología Andaluza III, 1992, 211-219.
      (1995b): “El yacimiento de Cercadilla en Córdoba. Algunas notas sobre su secuencia ocupacional”. Forum de Arqueología I, 34-43.
      (1996): El criptopórtico de Cercadilla. Análisis arquitectónico y secuencia estratigráfica. Sevilla.

HIDALGO, R. (1996 a): Espacio público y espacio privado en el conjunto palatino de Cercadilla (Córdoba): el aula central y las termas. Sevilla.
      (1996 b): “Análisis arquitectónico del complejo monumental de Cercadilla (Córdoba)”. Coloquio Internacional Colonia Patricia Corduba: una reflexión arqueológica, 235-248.

IZQUIERDO, R. (1977). “Ensayo de una sistematización tipológica de la cerámica de necrópolis de época visigoda”. Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos LXXX, 4, 837-859.

ROSSELLO, G. (1987): “Algunas consideraciones sobre la cerámica en verde y manganeso”. Cuadernos de Madinat al-Zahra’ I, 125-137.



INDICE DE LAMINAS.

Lámina 1. Cuadro tipológico de la forma olla. Siglos VI-IX.
Lámina 2. Cuadro tipológico de la forma olla. Finales siglo IX-principios del siglo X.
Lámina 3. Cuadro tipológico de la forma olla. Siglos X-XII/XIII.
Lámina 4. Cuadro tipológico de la forma jarro/a.
Lámina 5. Cuadro tipológico de la forma ataifor.
Lámina 6. Cuadro tipológico de la forma candil.
Lámina 7. Candil tipo 1 (siglo XI) y candil tipo 3 (siglos XII/XIII).
Lámina 8. Cuadro tipológico de la forma arcaduz.


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