Carisma, Espíritu y Misión

 
 

El Instituto tiene como carisma fundacional: la vivencia de la misericordia de Dios, mediante el seguimiento de Cristo por la profesión de la consagración religiosa, para ser signo y testimonio de esta misericordia en la Iglesia en el mundo, al servicio de la reconciliación de toda la humanidad con Dios.

El espíritu característico del Instituto pide un estilo de vida que consiste en hacer presente la misericordia divina, mediante la espiritualidad del seguimiento de Cristo anonadado para la vida del mundo, con un profundo sentido eucarístico y en luna dependencia singular y una confianza sin limites en María

La misión especifica del Instituto en la Iglesia consiste en anunciar el reino de Dios, como presencia misericordiosa de Jesucristo entre los suyos por designio amoroso del Padre, para que sus miembros, alentados por la moción de su Espíritu, realicen a favor de todos los hombres las obras de misericordia, principalmente las espirituales. Esta misión se lleva a cabo en apostolados como el sacramento de la reconciliación, la predicación en ejercicios y retiros espirituales y la promoción de los mismos, la dirección espiritual de los fieles, la vivencia y enseñanza de la oracion cristiana, asi como las misiones populares. El Instituto se encuentra en posibilidad y disponibilidad a extender su propia actividad para la expansión del reino de dios en la misión ad gentes, según su naturaleza y misión propias y las necesidades de la Iglesia.

En unión con la Santísima Virgen María, el Instituto contempla el rostro desfigurado de Cristo y de su cuerpo, agraviados por el pecado del mundo, y experimenta la necesidad de la propia conversión y de la restauración de la humanidad que ha sido elegida desde el principio para la comunión con Dios. Por ello, se consagra a la vivencia de la compasión con Cristo Jesús para la liberación integral de los hijos de Dios.

La espiritualidad del Instituto se inspira en el misterio del anonadamiento de Cristo (kenosis) quien, para manifestar el amor misericordioso del Padre por los hombres, se humilla al encarnarse, haciéndose hombre, muere en la cruz, se hace presente en el memorial de la Eucaristía y se manifiesta en el hermano. Esta espiritualidad representa un compromiso para vivir como discípulos suyos en la solidaridad fraterna y en la sencillez, como respuesta al llamado de Cristo que dice: si no cambiais y os haceis como ninios no entrareis en el reino de los cielos (Mt 18,3)

Los miembros de este Instituto, viviendo la piedad mariana en el seno de la Iglesia, difunden esta practica en el pueblo de Dios; considerando que la autentica espiritualidad mariana en la vida consagrada se nutre con el conocimiento de la mariologia, con la promoción del culto litúrgico y la devoción popular. Pero sobre todo, con un estilo mariano de la vida y del apostolado.

Los Siervos del Señor de la Misericordia participan de la misma misión de Cristo, quien revela que Dios es amor y rico en misericordia y ve a todos con amor, sobre todo a los más pobres y necesitados espiritual y materialmente. Por eso se comprometen a anunciar a los pobres la Buena Nueva.

Los religiosos del Instituto reciben gozosos, convencidos y comprometidos la encomienda que la Iglesia da a los consagrados: La misión de señalar al Hijo de Dios hecho hombre como la meta escatologica a la que todo tiende, el resplandor ante el cual cualquier otra luza languidece, la infinita belleza que , sola, puede santificar totalmente el corazón humano.

Los miembros del Instituto realizan las obras de misericordia evangélicas atendiendo al orden espiritual y a la restauración de la vida teologal de los creyentes a favor de los mas necesitados, mediante el testimonio de la caridad, el cuidado de los pobres y enfermos, la atención a niños y jovenes. Todo esto se realiza según las necesidades sociales, culturales y eclesiales, siendo signo de Cristo con su presencia en la sociedad, en la cultura y en la economía, como luz, sal y levadura evangélica en el corazón de las ciudades seculares, de modo que las realidades temporales se ordenen según Dios y el mundo sea vivificado por el Evangelio.

Los sacerdotes religiosos constituyen una riqueza espiritual para todo el presbiterio diocesano, contribuyendo con sus carismas especifico y ministerios especializados. Así pues, los religiosos clérigos imparten, con la solicitud y ternura de Cristo, el sacramento de la reconciliación como un ministerio característico del Instituto en beneficio de toda la Iglesia.

Como un signo de intimidad con Jesucristo, los Siervos del Señor de la Misericordia impulsan el amor al Señor en su presencia sacramental eucarística, reconociendo que de ella mana hacia nosotros la gracia como de su fuente y se obtiene con la máxima eficacia aquella santificación de los hombres en Cristo y aquella glorificación de Dios a la cual las demás obras de la iglesia tienden como a su fin.

 

 

 

1