DIC-98
Nº 197
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- Poesía -
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OFRECER
CON SENTIMIENTO
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Como aquél que persigue tras la
aurora, la luna,
o un reflejo de estrellas a la orilla
del mar,
el platónico verso de un amor entre
brumas,
o el preciado recuerdo de una ingenua
amistad.
Como aquél que persigue tantas
cosas hermosas,
ese utópico anhelo que es difícil
soñar,
han buscado mis ansias una luz en la sombra,
por hacer de mi vida, un rincón
donde amar.
Pero el mundo es tan fiero, si el fervor
es pequeño,
es tan vago el paisaje si cerramos los
ojos,
es tan corto un instante, cuando no es
verdadero,
que aunque estemos unidos, nos encontramos
solos.
¡Cuánta ambición oculta
de esos sueños perdidos,
sin escuchar atentos el latido del alma,
cuánto abrazo invisible que una
tarde escondimos,
cuántos rostros sedientos de una
tierna mirada!
Porque si hay esperanza en cada voz que
grita,
si hay un soplo de fe para cada sollozo,
nuestras noches amargas se nos pasan deprisa,
al sufrir más profundo...el dolor
de los otros.
Cuando vemos que hay gente que no añora
más nada
que la humilde arrogancia de sentirse
querida,
nuestras penas se quiebran, nuestro llanto
se apaga,
¡nuestras ciegas carencias nos parecen
mentira!
Porque tenemos todo lo que muchos anhelan,
esas cosas que ingratos, casi siempre
se olvidan,
una noble labor, un sentir que nos llena,
y el eterno cariño de esta inmensa
familia.
Sí lo tenemos todo, pero nos sabe
a poco,
si en el fondo aquí dentro nos
sentimos vacíos,
cuando compadecemos nuestros propios escollos,
cuando sólo hay consuelo para nosotros
mismos.
Porque lo que tenemos casi nunca se nombra,
es un escaparate del destino,
o... algo que merecemos sin demora,
por pagarlo con nuestro sacrificio.
¡Qué ignorante delirio de
grandeza,
porque el bien nunca entiende de regalos,
mas que el henchir que agita nuestras
venas,
al rebosar amor entre las manos!
Porque cuando se ofrece, no se espera,
no se piden lindezas ni agasajos,
nos basta la emotiva recompensa,
de sentirnos un poco más humanos.
Dejemos que se agoten nuestros tibios
rencores,
nuestro inquieto pasado, nuestros “grandes
problemas”,
y encendamos la llama de nuestras ilusiones
porque “seguir amando” ha de ser nuestro
lema.
Porque hay en cada puerto las más
bellas razones,
para seguir luchando sin bajar la bandera,
y quizás... un trocito de nuestros
corazones,
pueda hacer que sus vidas aún merezcan
la pena.
Porque todos sentimos esa luz que allá
arriba,
no reclama favores por brillar con más
fuerza,
nunca negó el arribo de su dulce
sonrisa,
ni nos tendió la mano por su hermosa
paciencia.
Sigamos todos juntos, entrañables
amigos,
porque ya no hay más tiempo y el
trabajo comienza,
porque nuestra existencia no es un juego
de niños,
y es el estar unidos lo que más
nos alienta.
Que la vida no es sueño y en tan
sólo un minuto,
lamentamos a veces no ofrecer más
amor,
cuando todos ansiamos el querido tributo,
de luchar codo a codo, por un mundo mejor.
E.M.V.
Poesía leída con ocasión
del XX aniversario de la
Asociación Parapsicológica
Villenense