"Uno de ángeles..."

"Laura Morales Aguayo


    "Te voy a relatar una historia de un hombre que no cabía en el Universo". Porque su universo era tan chico y su dolor tan grande que pasaba horas y horas, minutos y segundos pensando en lo desdichado que era. Desperdició tanto tiempo intentando entender la razón de su existencia, pensando por qué no era posible tener lo que a él le hubiera gustado (-lo que otros tenían), que se olvido de todo lo demás.

Pero como todo termina, ¡hasta lo malo termina alguna vez!, un día tuvo la suerte de toparse con un bandada de ángeles, todos distintos y de colores diferentes. Unos de ojos verdes, otros azules, también había ángeles de pelo rizado y hasta engomados. Los ángeles agitaron suavemente sus alas y bajaron lentamente junto al hombre, lo miraron con ternura y le sonrieron. Uno de ellos que se había quedado atrás, bajo en picada y como pudo se abrazó al susodicho hombre. Juntos, hechos bola, trastabillando... cayeron al suelo. El angelote de alas grandes y sonrisa picara se levantó, sacudió sus ropas, ayudo al agredido a levantarse y mientras se sacudía las alas tomó con sus dos manos la cara del rodeado y le dio un beso fuerte e intenso. El ángel se separó lentamente y sonrió de hoyuelo a hoyuelo, sin parpadear. El pobre tipo impresionado, primero por la visión de tanta luz y belleza, luego por el aterrizaje forzado encima de él y finalmente por el besote que aquel ángel loco le había propinado, preguntó con voz entrecortada (medio ronca mejor dicho, debido a una reciente dolencia en la garganta)... ¿Qqquééé? ¿Porquééé?... ¿Porqué aaa mí? Algunos de los ángeles se espantaron cuando lo oyeron hablar y volaron como pájaros de la calzada, pensaron tal vez que era un Ser sin corazón.

    Su voz no sonaba muy amorosa, más bien rasposa. Los que seguían ahí era porque no eran ángeles por herencia sino que, aunque no habían nacido ángeles, su mérito y el gran esfuerzo realizado durante su vida los había hecho merecedores a sus alas. En gran parte seguían siendo hombres, igual que el hombre al que rodeaban.

    Y nos dieron las doce y la una...¡bueno, pasó algún tiempo! En realidad no fue tanto tal vez dos o tres segundos, pero para aquel sujeto se hacían eternos. No sabía que hacer ni que decir. Se mordía las uñas y se balanceaba hacia un lado y otro como queriendo salir del ruedo en el que estaba metido. Los ángeles, que hasta ese momento permanecían mirando al hombre, empezaron a inquietarse (o parecía que estaban intentado entender que sucedía) se miraron unos a los otros, y uno de ellos, uno con mucha luz en el pelo y en los ojos, levanto su ceja derecha y cuando la bajó todos los ángeles se abalanzaron sobre el hombre del universo pequeño. Aquel se asustó al ver a los portentos del sol venir como en manada hacía su persona. Sus ojos se abrían cada vez más mientras los ángeles-humanos se casi-estrellaban contra él. Una milésima de segundo antes del choque se escuchó un grito desesperado mezclado con un zumbido suave, como de ángel que se avienta sobre un ser humano. Para acabar pronto, todos los ángeles al mismo tiempo chocaron (o debo decir se fundieron) con el hombre y sólo una chispa se vio. Después del susto y de la chispa de luz ¡el hombre quedó intacto! Pudo seguir caminando, comiendo y cantando normalmente.

    Pudo seguir trabajando, enseñando y construyendo.

    De vez en cuando juega al billar con los ángeles. También de vez en cuando suspira junto a los ángeles-humanos.

    ¿Qué como sabe cuáles son cuáles? Fácil, los ángeles-ángeles son los que tienen el mismo tamaño de su boca cuando sonríe y los ángeles-humanos son aquellos cuyas lágrimas son tan densas como las de él. El hombre del universo pequeño empezó a quererse tal como era, grande, con una voz muy fuerte, con lágrimas en los ojos sin motivo aparente y con ganas de querer a alguien pero, aún, sin saber cómo.

    HAY MUCHOS ÁNGELES PARA AMAR, PERO HAY AMORES QUE "DE LEJOS" O "DE NUNCA" SON MEJORES






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