Hoy regreso a escribir. Estoy muy lejos, pero el regreso siempre está latente. La idea permanece, cobra forma cuando se extraña, y sentido cuando la soledad abruma. Escribir es un escape. Se siente bien escribir y no pensar.

¿Sería mejor escribir pensando?

Habria que pensarlo…

 

Cuando alguien se va, quiere ver hacia delante, hay tanto mundo, tantos lugares, tantas experiencias, que el regreso es tan sólo una nebulosa idea en el fondo de nuestra mente. Está ahí, permanentemente, pero no importa, aún no es tiempo de pensar en eso. Vivamos hoy, que algún día regresaremos. ¿Qué importa cómo o cuándo? Sabemos que lo haremos, con eso basta.

Pensando algo por el estilo dejé México hace algunos meses para venir a radicar al país de James Bond, los Rollings Stones y David Beckham. Londres me acogió con gusto como a cualquiera de los millones de emigrantes de todo el mundo que conviven en sus calles. Y fue en un día de ésos en que me ganaba la vida sirviendo cervezas a ingleses estirados y forrados de plata, que me enteré de la gran noticia. De “El Gran Regreso”. México lo necesitaba, pero el mundo lo exigía. Si los Beatles nunca volvieron, no podíamos permitir que Misantropía corriera la misma suerte. No soportaríamos otro golpe así. Me encontraba yo extasiado con la noticia (en realidad no sé si fue la noticia o los hongos tailandeses que comí ése día, pero yo estaba extasiado, lo juro) que no estaba preparado para lo que venía a continuación, una idea tan ambiciosa, atrevida y desafiante que pone a este grupo de misántropos cibernéticos muy por delante de cualquier otro grupo que se pueda definir de la misma manera. La corresponsalía de Misantropía (dos palabras que suenan simpáticas cuando se ponen juntas en la misma frase) me era ofrecida, a mí, a un pinche cantinero perdido en el anonimato londinense. Se me explicó que la idea era convertirme en el centro de operaciones o “headquarters” misantrópico en el viejo continente. Al llegar a este punto yo ya estaba que me cagaba de la risa y decidí aceptar tan distinguido honor sin pensarlo dos veces. Es cierto que la responsabilidad es grande y las expectativas pesan sobre nuestras espaldas porque dicen que “las segundas partes nunca fueron buenas”, y aunque Coppola se haya esforzado, su segunda parte por más magistral que sea, nunca será tan buena como la primera. El segundo América de Beenhaker es una caricatura del noventero y mejor ni hablemos de los reencuentros. Quizá hubiera sido más fácil empezar algo nuevo, algo que no tuviera con que ser comparado, quizá una “Misoginia” o un “Misunderstanding”, pero supongo que algo tendra que ver el significado de la palabra. Sólo esperamos que no nos dé demasiada hueva después del primer número. Por lo pronto han comenzado bien, con excelentes contrataciones, visión globalizante y un dateline no tan cercano.


Misantropía ha regresado y con ella una parte de mi también. Misantropía es mi país, es mi pasado, es algo que me acerca cuando tan lejos me encuentro. Y eso que yo nunca formé parte de esa ciber-revista cuasi-filosófica que con desenfado trataba de todo y de nada, excepto de política (pues sabiamente su política es: “no política”). Pero la conocí, disfruté y extrañé cuando desapareció. Hoy vuelve y me invita a volver con ella. Y me resulta tan extraño volver cuando apenas me fui. Tendré que acostumbrarme a la idea. A partir de hoy he regresado, pero todavía estoy acá. Y no es que tenga un problema de doble personalidad, es sólo que cuando escribo estoy en el hogar. Escribo para mexicanos, pensando como mexicano, importando nada que viva, coma, duerma y trabaje en Londres. Lo cual es un magnífico remedio para la nostalgia (que por más escasa que sea, en ocasiones pega).
En fin, celebremos el placer de volver a misantropiar.

escríbeme a fdominguez13@yahoo.com

 

 

 

 

1