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Mitología
Nórdica
Extracto de un artículo de Tor Åge Bringsværd sobre Mitología
Nórdica
El autor del artículo, Tor Åge Bringsværd, ha sido galardonado por su obra narrativa y dramática. Escribe para niños y adultos. Sus libros han sido traducidos a quince idiomas, y sus obras de teatro se han representado en trece países.
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¿Cómo fue el origen del mundo?
En el principio, érase el Frío y el Calor. A un lado estaba Niflheim, el país de los hielos y de las brumas. A otro,
Muspellsheim, un mar de furiosas llamas. Entre ambos no había nada; sólo un vasto abismo sin fondo,
Ginnungagap. Allí, en aquel vacío inmenso – flanqueado por luz y tinieblas – yacía el origen de toda vida. Al encontrarse hielo y fuego, la nieve, lentamente, empezó a derretirse y, moldeada por el frío, pero despertando a la vida por el calor, surgió una extraña criatura, un enorme ogro llamado
Ymer, el gigante más grande que jamás haya existido.
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Conforme el hielo se derretía, las gotas iban configurando otra criatura... con ubres y cuernos: una vaca colosal llamada
Audhumla. Daba tanta leche, que el níveo líquido fluía de sus descomunales pezones como ríos caudalosos. Así encontró sustento
Ymer. ¿Y Audhumla? La vaca, inmediatamente, empezó a lamer las salobres piedras, cubiertas de escarcha, que yacían alrededor de ella y del gigante. Y entonces sucedió algo extraño. De pronto, de una de las piedras, el enorme rumiante, lamiendo, sacó unos largos mechones de pelo. Al día siguiente, de la misma piedra, surgió una cabeza y un rostro. Y al tercer día, la vaca, finalmente, extrajo con sus lamidos un cuerpo entero... Era un varón, alto y
hermoso. Se llamaba Bure, y de él descienden los dioses que llamamos
asas.
El gigante Ymer tuvo hijos consigo mismo. Mientras dormía, empezó a sudar y, de pronto, surgieron del sobaco izquierdo una criatura masculina y otra femenina. Y no queriendo ser menos las piernas que los brazos, los pies copularon entre sí y dieron a luz un hijo con seis cabezas. Ése fue el origen de los "gigantes de escarcha", a veces llamados troll u ogros, pero más conocidos como
yotes.
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Tal vez las diversas criaturas lograran vivir en paz unas con otras durante bastante tiempo. En cualquier caso, tuvieron descendencia común...
Odín – que más tarde se convertiría en el dios supremo – era vástago de
Bestla, hija de un yote, y de Bor, hijo de
Bure. Los yotes, empero, fueron aumentando en número y pronto el lugar se plagaría de esa raza. Entonces, un día,
Odín y sus hermanos –
Vilje y Ve – se rebelaron contra
Ymer y su estirpe. Se entabló una feroz batalla, de la que salieron victoriosos Odín y sus hermanos. Los dioses mataron al gigante, y una ola de sangre se abatió sobre los enemigos de los asas, ahogándolos a todos... a todos menos a dos. De esta pareja de yotes, que huyeron a través de la niebla buscando refugio en el país de las brumas, provienen todas las generaciones posteriores de "gigantes de escarcha"... También
Audhumla, la primera vaca, seguramente sería arrastrada por las olas y arrojada al precipicio, puesto que, desde aquel baño de sangre, nadie ha vuelto a saber de ella..
Los asas arrastraron el cadáver de
Ymer hasta el centro del inmenso vacío,
Ginnungagap, y lo pusieron, a guisa de tapadera, sobre el abismo.
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Entonces, sobre el cuerpo sin vida del gigante crearon el mundo. La sangre de Ymer se transformó en
mar; su carne, en tierra. Los huesos del coloso se convirtieron en rocas y peñascos. Los dientes y las astillas de hueso roto, en piedras y cantos rodados. El pelo se transformó en árboles y hierba. Los dioses lanzaron al aire el cerebro de Ymer, muy alto, creando las nubes. ¿Y el cielo? El cráneo del gigante fue puesto como una bóveda que cubría todo lo creado. Luego, los dioses tomaron chispas del ardiente
Muspellsheim y las colgaron en el firmamento, donde siguen brillando desde entonces; dentro de lo que otrora fuera el cráneo de
Ymer... Así se crearon las estrellas.
Del cadáver de Ymer salían arrastrándose pequeños gusanos, que se convirtieron en los primeros enanos, moradores de grutas y cavernas del mundo subterráneo. Los asas eligieron a cuatro de ellos para sostener la bóveda celeste y vigilar los cuatro rincones del universo. Son los enanos llamados Este, Oeste, Norte y Sur.
Así fue como todo lo creado quedó imbuido de sentido y propósito.
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¿Cómo se creó la humanidad?
Un día, caminando Odín y sus hermanos por la playa, se encuentran dos troncos de árbol traídos por las olas. Los dioses ponen los troncos de pie y les infunden vida.
Odín les dota de respiración y alma. Vilje, de la aptitud de pensar y moverse.
Ve, de las facultades de hablar, oír y ver. Los asas les dan calor y color.
Ahora, los troncos ya no son simple madera a la deriva, sino que se han transformado en Hombre y Mujer. Los dioses llaman al Hombre
Ask, y a la mujer, Embla. De esta pareja descendemos todos los seres
humanos.
¿Cómo empezó el tiempo?
En el principio no existía el tiempo. En cierto modo, todo permanecía extrañamente inmóvil. Pero la ogresa Noche y su hijo Día recibieron de los asas un caballo y un carro cada uno, y fueron puestos en el cielo para que giraran alrededor del mundo todos los días. Noche cabalga delante, en su corcel
Rimfakse, que tiene las crines de plata escarchada. El rocío que cae sobre los campos cada mañana son las gotas de espuma que brotan del freno. Tras Noche viene Día, su hijo, que monta un caballo llamado
Skinfakse, por sus relucientes crines.
Entonces, los dioses cogen chispas de Muspellsheim y crean el Sol y ponen a la Luna en órbita, dando a uno y otra, para que no caigan, un carro celestial con dos efebos que llevan las riendas de los veloces corceles. Sol y Luna se deslizan vertiginosamente por el firmamento, perseguidos siempre por dos enormes lobos que tratan de morderles los talones, intentando devorarlos. Tal vez lo consigan algún día...
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¿Dónde vivían los dioses y los humanos?
En el principio todo era selva y desierto. Pero, cual pioneros, los asas despejaron la tierra, creando espacio para vivir ellos y nosotros, los humanos. A la morada de la humanidad le dieron el nombre de
Midgard, porque estaba situada en el centro de universo. En medio de
Midgard – para que los seres humanos no se sintieran solos y abandonados – los dioses erigieron una ciudadela para ellos, que llamaron
Åsgard, una gigantesca fortaleza rodeada de poderosos muros. A la fortaleza sólo se podía acceder cabalgando por el arco iris: un puente de flameante fuego. Alrededor de Midgard también se levantaron fortificaciones para protegerla de las tenebrosas y terribles fuerzas que reinaban en la tierra salvaje e ignota allende las murallas. Allí, en Utgard y Jotunheimen, moraban los yotes y los troll. Así, pues, el mundo estaba formado como los anillos del tronco de un árbol. Y a su alrededor, por doquier, lamía los bordes el poderoso oceáno...
¿Pero no había también enanos y elfos?
Sí; también había enanos y elfos. Los enanos solían habitar entre peñas y riscos, a menudo bajo tierra, en lugares escondidos de Midgard y Utgard. Aunque hábiles herreros, no se podía confiar plenamente en ellos... Los elfos, por el contrario, eran amigos de los dioses y de los hombres. Moraban en
Alvheim, lugar que algunos creían localizado en el interior de las murallas de
Åsgard, y otros, en Midgard. Tan poco sabemos de enanos y elfos... Incluso había quien los creía emparentados entre sí y que debieran llamarse "elfos claros" y "elfos oscuros". En cierta época, hubo otra raza de dioses llamados
vanes, distinta de los asas, que moraban en
Vanaheim. Pero su fortaleza fue destruida, y ningún mortal sabe ya dónde estaba
situada...
¿Tenía centro el mundo?
En medio de Midgard estaba Åsgard, y en medio de Åsgard los dioses plantaron un árbol, un inmenso fresno llamado
Yggdrasil. Era el árbol más grande imaginable. Una de sus raíces yacía en Åsgard; otra, en
Jotunheimen; y una tercera, en Niflheim; y sus ramas eran tan extensas que abarcaban el mundo entero. Yggdrasil es el centro del universo, y mientras el árbol se mantenga verde y frondoso, seguirá existiendo el
mundo.
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¿Qué dioses eran los principales?
Odín era el dios supremo. Dios de la sabiduría y de la magia, reinaba sobre los demás
asas. Su día es el miércoles (onsdag), mientras que el viernes (fredag) lleva el nombre de su esposa
Friga. El corcel de Odín, Sleipner, tenía ocho patas. Odín poseía también dos cuervos (Hugin y
Munin), que salían a volar por el mundo cada mañana para observar y escuchar, regresando por la tarde para dar cuenta al dios de todo lo que habían visto. La lanza de Odín,
Gungne, nunca fallaba el blanco. De su anillo,
Draupne, goteaban, cada nueve noches, otros ocho anillos de igual magnificencia. Odín tenía un solo ojo; de joven, había dejado el otro en prenda al gigante
Mime a cambio del derecho a beber del delicioso manantial de la sabiduríar, que guardaba el gigante. (Más tarde, Mime sería degollado, pero Odín halló el cráneo sangrante del coloso y lo ungió con hierbas curativas. Al instante se abrieron los ojos y la boca pudo articular palabras de nuevo. Desde entonces, la cabeza de Mime ha sido uno de los mejores consejeros de Odín...)
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Después de Odín, el dios más poderoso era su hijo Tor. Su día es el jueves (torsdag). Fuerte e impetuoso, siempre está dispuesto a plantar batalla a los yotes y troll. Aun cuando
Tyr (tirsdag, martes) tal vez sería algo más valiente, nadie en el mundo entero eran tan fuerte como Tor. Y su martillo tonante,
Miolnir, era el arma más peligrosa en los cielos y en la tierra.
Tor podía reducir o aumentar su tamaño a su antojo, y cuando lo lanzaba, siempre daba en el blanco y retornaba a sus manos. Adondequiera que fuese, su carro era tirado por dos machos cabríos –
Tanngjost y Tanngrisne – en lugar de caballos. Los machos cabríos podían ser sacrificados al atardecer y, sin embargo, resucitar a la mañana siguiente, si se tenía cuidado de no romper ningún hueso al comer la carne, y si se recogían todos los huesos y se metían en la piel del animal. El trueno era el sonido que hacía el carro de Tor cuando rodaba por el cielo.
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Siv se llamaba la esposa de Tor. Sus cabellos eran de oro puro y, de todas las diosas, únicamente
Freia – la diosa del amor – era más bella. Freia era también quien enseñaba a los asas el arte de la brujería. Poseía un manto mágico de plumas, con el que podía transformarse en un halcón cuando lo deseaba, y montaba un carro tirado por un tropel de gatos. Aunque todos se dirigían a Freia para pedir ayuda o consuelo en asuntos del corazón, la diosa era incapaz de curar sus propias y eternas penas de amor. Su esposo la había abandonado (nadie sabía su paradero). A menudo, Freia lloraba su pérdida amargamente, y sus lágrimas eran del oro más puro... El hermano de Freia era
Frei, que significa "Señor" o "El Primero". Frei era el dios de la fertilidad. En realidad, él y Freia descendían de los
vanes (la raza de dioses con que combatieron los
asas por el dominio del mundo al principio del tiempo). Originariamente,
Frei y Freia habían sido rehenes de los asas, junto con su anciano padre. Frei poseía un jabalí mágico, llamado
Cerdas Doradas, que podía correr tan deprisa por tierra como por mar y aire... También era dueño de la nave mágica
Skidbladner, cuyas velas hinchaba siempre un viento favorable y que podía plegarse como un mantel y guardarse en el bolsillo cuando no se usaba. Los dioses de
Åsgard poseían otros tesoros preciosos, pero el más excelso de todos eran las manzanas mágicas que guardaba la diosa Idunn, las manzanas de la juventud, de las que los dioses tenían que tomar un bocado de vez en cuando para no desmedrar y envejecer.
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Odín tenía muchos hijos varones. Mencionarlos a todos sería poco menos que imposible, pero no podemos eludir a
Heimdall. ¿Quién podría? Heimdall había nacido milagrosamente de nueve (!) jóvenes ogresas en los albores del tiempo, y era el guardián de los dioses. Vivía cerca de
Himmelberget y vigilaba el puente del arco iris,
Bifrost. Heimdall necesitaba menos sueño que un pájaro, y era capaz de ver tan claro por la noche como por el día y de oír crecer la hierba. El día final del mundo, tocaría su trompa
Gjallarhorn para llamar a los dioses a las armas en la última gran batalla contra los ogros y los poderes de las tinieblas.
Balder era hijo de Odín y Friga, famoso por su afabilidad, gentileza e inteligencia. Balder sufría pesadillas y tenía miedo de morir, pero su madre – la más poderosa de las diosas de
Åsgard – hizo jurar a todos y a todo que nadie jamás le haría daño. Los dioses se divertían disparando sus armas sobre Balder, pues éste ya no podía ser muerto o herido.
Friga, empero, olvidó preguntar al muérdago, que consideraba demasiado pequeño e insignificante. El intrigante y artero
Loki se enteró de ello e indujo al ciego
Hodur a matar a Balder con una flecha hecha de ese arbusto. Entonces los dioses enviaron un jinete a
Helheim, la Morada de los Muertos, a pedir el retorno de Balder.
Hel, la reina de Helheim replicó que Balder resucitaría si el mundo entero lloraba su destino. Y todos y todo - aun las piedras y los árboles - siguen intentando con sus lágrimas (en vano) que resucite el dios
muerto.
¿Quiénes son los enemigos de los dioses y de los humanos?
Aunque a veces conocidos como ogros o "troll", solían ser llamados yotes. Aquellos gigantes habitaban en las soledades y los escabrosos montes de Utgard y Jotunheim. A menudo hombrones enormes y poderosos, eran las fuerzas del caos. El único asa que podía hacerles frente en una lucha cuerpo a cuerpo era Tor, dios del trueno. Los yotes poseían poderes mágicos incomparables. En una ocasión, por ejemplo, hicieron un enorme gigante de barro y le pusieron el nombre de Mokkurkalve. Era un ser artificial de aspecto aterrador, de noventa kilómetros de alto y treinta de busto... Las ogresas cabalgaban sobre lobos, usando víboras de bridas. Aunque podían ser terriblemente feas, algunas incluso monstruosas, también podían ser increíblemente bellas... tanto que incluso Odín, en más de una ocasión, se dejó seducir en fogosos lances
amorosos.
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¿Eran Loki y sus hijos aún más peligrosos?
Artero, malévolo e intrigante, Loki era originalmente un yote, pero, a temprana edad, mezcló su sangre con la
de Odín y, por ende, fue aceptado como un asa.
Loki era un bromista y acabó mal. Traicionó a los asas y causó la muerte de Balder. Como castigo por este acto nefando, fue encadenado bajo una serpiente que goteaba un veneno letal y corrosivo sobre su rostro. Pero su fiel esposa,
Sigyn, permaneció pacientemente a su lado sosteniendo un cuenco grande para recoger la sustancia ponzoñosa. Mas de vez en cuando, tenía que volverse para vaciar el cuenco, y entonces el veneno caía en la faz de
Loki, haciéndole retorcerse con tanta violencia, que el mundo entero se estremecía. Esto es lo que se llama terremoto. Loki tenía hijos en Åsgard y también otros descendientes más extraños. Con la ogresa
Angerboda fue padre del Lobo
Fenris, de la Serpiente Midgard y de
Hel; y con el semental Svadilfare fue madre (!) del caballo
Sleipner.
El Lobo Fenris era una bestia verdaderamente monstruosa. Se crió en
Åsgard, pero adquirió un tamaño tan descomunal y se volvió tan fiero y peligroso, que sólo el dios
Tyr osaba alimentarlo. Los asas hicieron que los enanos forjaran una cadena irrompible,
Gleipnir, hecha del sonido de los pasos de un gato, la barba de una mujer, las ráices de una roca, los tendones de un oso, el hálito de un pez y la saliva de un pájaro. (De ahí que los pasos de un gato no hagan ruido, las mujeres no tengan barba, etc.) Con gran astucia, lograron encadenar al lobo tan fuertemente que apenas podía moverse, y le metieron una espada en la boca, de suerte que siempre estaba con la fauces abiertas, incapaz de morder. Sólo cuando acabe el mundo, podrá liberarse finalmente de sus cadenas...
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El segundo vástago de Loki y de la yote Angerboda era una serpiente. Los dioses la arrojaron al mar, donde, con el tiempo, creció de forma tan increíble que la llamaron
Serpiente Midgard, porque circundaba la tierra entera mordiéndose la cola con la boca.
Ello no obstante, tal vez fuese el último de los tres retoños de Loki y Angerboda quien causara más aflicciones a los dioses y al género humano. Era una doncella monstruosa, medio blanca y medio negra azulada. Fue expulsada de Åsgard y se afincó muy al norte, donde creó el reino de los muertos, un mundo subterráneo, gris, frío y húmedo, llamado
Hel, como ella. Todo aquel que moría de enfermedad o senectud iba a parar a Hel, donde llevaba una existencia triste y sombría. La propia reina de los muertos parecía un cadáver, y todo lo que poseía tenía nombres que recordaban la fría "vida" de la tumba. En tiempos pasados, cuando la gente sentía la presencia de fantasmas, se decía que "la Puerta de Hel está abierta". El día de la Gran Batalla Final, Hel y su ejército de muertos combatirán contra los dioses.
¿Se podía ir a parar a otros lugares después de morir?
Al morir, los que habían combatido valerosamente en el campo de batalla iban con
Odín o Freia. El dios supremo mandaba a las
valkirias, en sus cotas de malla, a recoger a los héroes caídos en combate. Las valkirias iban armadas y podían cabalgar por los aires. En Åsgard los muertos eran divididos entre Odín y Freia. La mitad vivía con Odín en el
Valhala ("val" significa campo de batalla), y la otra mitad con Freia en Folkvang (en este contexto, "folk" significa hombres en orden de batalla).
Mientras que se sabe poco de la vida en Folkvang, existen numerosas descripciones del Valhala. En el baluarte fuera de aquel enorme "cuartel", se permitía a los héroes combatir cuanto querían durante todo el día, y no importaba que perdieran un brazo o dos, pues, al atardecer, se levantaban del campo de batalla sin un rasguño. Como amigos del alma, los guerreros entraban en la vasta sala del banquete, donde hermosas valkirias servían hidromiel y carne de cerdo cocida. El cerdo que comían,
Sæhrimnir, era un animal extraordinario: Cada día era sacrificado y devorado, pero, al llegar el alba, resucitaba.
El último día del mundo, Odín capitaneará a los dioses y a los héroes muertos en la gran batalla final contra los yotes y los poderes de las tinieblas. El propio
Odín luchará contra el lobo Fenris y será devorado por el monstruo. Así dice la
profecía.
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Extracto de un artículo de Tor Åge Bringsværd sobre Mitología
Nórdica
El autor del artículo, Tor Åge Bringsværd (1939-), ha sido galardonado por su obra narrativa y dramática. Escribe para niños y adultos. Sus libros han sido traducidos a quince idiomas, y sus obras de teatro se han representado en trece países.
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