Sabia |
La Novia de Damballah |
Conan prosiguió su camino, y encontró a Neth-At, un stygiano de la colonia que poblaba la región. Este le contó que las colonias stygiana y kushita estaban en conflicto, desde la llegada de un hechicero negro llamado Toroa, que había sido exiliado de Keshatta, la Ciudad de los Magos. Este mago habitaba en una choza en el pantano, y practicaba la magia que los kushitas llamaban Juju. Lo acompañaba una diabólica joven llamada Sabia. |
De pronto se oyó un chillido en el bosque, y Conan se dirigió a la choza de Toroa, siguiendo las instrucciones del prisionero. No había nadie, pero antes de entrar, el cimmerio recordó lo que N'Yaga le había advertido a bordo de la Tigress: que los magos juju cuidan sus moradas dejando como guardián a un espíritu juju que enloquece a los intrusos hasta causarles la muerte. A las puertas de la choza, encontró cráneos humanos, obviamente pertenecientes a los que antes que él habían intentado entrar a la choza. De vuelta a la ciudad, se le apereció nueamente Sabia, que se burló de él y lo hechizó paralizándolo, para que no pudiera atacarla. Dijo a Conan que por la noche, él escucharía la llamada de Damballah, e inevitablemente se dirigiría al pantano, donde ella bailaría la Danza de la Calavera, ante Toroa. Luego lo dejó solo, y el bárbaro recuperó la facultad de moverse. |
Juntos llegaron a la aldea
de los negros, que estaba completamente desierta. Conan recordó
que Sabia le había dicho que irían a una franja de tierra
que se extendía en el pantano, y era sagrada para los negros, porque
se consideraba la Casa de Damballah, el dios de la muerte. Mientras atravesaban
el pantano, el stygiano vio algo que se movía entre las ramas, y
sin pensarlo, le arrojó una flecha. Alcanzaron a ver a Sabia que
herida caía al suelo.
|
De pronto, Sabia gritó y se desplomó, revelando la flecha de Neth-At que le había atravesado el corazón. Los negros huyeron, dejando solo a Toroa, que arrastró a Sabia hasta su choza. El mago invocó a los seres del pantano, en el momento en que Conan se acercaba a desafiarlo. Se enfrentaron en un duelo de espadas, y finalmente el cimmero venció. Al morir Toroa, Conan fue atacado y arrastrado al agua por los seres del pantano, que eran una extraña mezcla de hombres y reptiles. A duras penas logró vencerlos y salir a flote. El bárbaro entró a la choza, y encontró tendido en un camastro al prisionero que había escapado de los stygianos. Tenía la mirada en blanco, y gemía, pues su transformación ya había comenzado. Conan le dio una muerte piadosa, y luego incendió la choza. |
El cimmerio retomó su marcha a la ciudad de Harakht, para reunirse nuevamente con Bêlit. |
![]() |
e-mail: italtac@viabcp.com |