Râ Morgana |
La Hija de la Hechicería |
Un día, las sacerdotisas llevaron a Râ Morgana ante su madre, para que fuera castigada por haber cometido el crimen supremo: había sido sorprendida en brazos de un muchacho. La joven contestó que lo amaba, y que él le había pedido que se fuera con él. "Madre" pidió que la dejaran sola con su hija. |
Una noche, llegó al castillo un desconocido, que era un poderoso mago de oriente, y acababa de cumplir una misión al sur. La joven, llevada por la curiosidad, exigió que se le permitiera verlo, ya que había sido acogido en el templo. Al ver los ojos crueles y apasionados del mago, se aterrorizó y escapó de su presencia. Pero el hechicero se apareció ante ella, a lomos de un demonio alado, y la secuestró, llevándosela a su morada y encadenándola, planeando violarla más adelante. |
La forma espiritual de la hermosa joven ofreció a Conan una enorme recompensa en oro si la ayudaba; el impetuoso bárbaro aceptó, siempre y cuando el cuerpo físico de la joven fuera tan hermoso como la aparición que tenía ante sí. Al reunirse el espíritu con el cuerpo de la cautiva, el mago se le acercó para acariciarla, pero ella se defendió mordiéndole los labios, y le habló de campeón que vendría a rescatarla. El mago envió a seres monstruosos, uno tras otro, para que impidieran su avance, pero Conan los derrotó a todos, y prosiguió su marcha. Mientras tanto, la prisionera se arrancó tres cabellos dorados, y con un encantamiento, los convirtió en una robusta trenza con la que Conan podría trepar los muros de su prisión y liberarla. Un último obstáculo se presentó ante el cimmerio: el castillo del mago estaba rodeado por un pozo de agua lleno de lagartos, y el puente estaba alzado. Entonces, el joven arrojó al agua a una de las criaturas que había matado antes, para distraer la atención de los reptiles, que se lanzaron sobre él para devorarlo. Conan aprovechó para atraversar el agua, teniendo que enfrentarse a sólo uno de ellos. |
La sacerdotisa dijo a
sus hermanas de la Orden que ella había vencido sola al hechicero,
y finalmente había logrado huir con la ayuda de los dioses. Un mes
después, participó una ceremonia en honor a los Dioses de
la Fertilidad, cosa que aprovechó para conrtar a sus compañeras
que durante la ejecución de los rituales, había tenido visiones
de un dios que descendía ante ella para yacer en sus brazos. Las
sacerdotisas aceptaron la historia, convencidas de que la niña que
nació unos meses después, que sería llamada Râ
Morgana, era el fruto de esta unión.
Terminado el relato, la Sacerdotisa Suprema dio a Râ Morgana su consentimiento para irse con el muchacho que la pretendía, pese a las protestas de las demás. |
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