La casa sin puertas ni ventanas | |
Por Luis Ricardo Ramos | ![]() |
LA
CASA SIN PUERTAS NI VENTANAS
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En la navidad de 1998, Su y yo viajamos a Bath y nos hospedamos en la posada alternativa de la ciudad. Es un eufemismo llamar alternativo a ese youth hostel únicamente por no estar en la lista oficial de posadas juveniles. Pero no iba a insultar al único lugar con habitaciones disponibles en la temporada alta. (O quizá estaba más céntrico que el otro o tuve una de esas malas ideas que llenan de desaguisados tus vacaciones, pero dice Godard que la aventura empieza al comprar los tickets -y sigue cuando escoges el alojamiento). Último piso, mano derecha, ése es su cuarto. Cada cama llevaba el nombre de un rockero punk. Teníamos que compartir el cuarto con varios extraños no menos punks que los nombres de sus camas. La Metallica era la mía, de madera roída, los resortes sin aceitar y la ropa de cama que omití preguntar si estaba limpia, por ser demasiado pedir. Un letrerito: “Keep your shag quiet” (And I had not shagged at all!) De vuelta en el primer piso, una mesa de pool y en la pared grabado con plumón el récord de las victorias más aplastantes que sucedieron en la mesa. Una cocina amplia y luminosa donde desayunamos comunitarios corn flakes y un último chorrito de leche compartida. Su hizo migas con un ex yugoslavo bastante guapo (¿celos?) y yo platiqué con un aburrido japonés que me recordaba a mi primo Javi. Antes de la cena de navidad, brindamos con champaña cortesía del japonés. Unos ñoños escandinavos volvían con víveres del supermercado, otros salieron a la catedral y así. Nosotros cenamos en el único restaurante de kebabs que abrió esa noche de copas, esa noche loca, que no era la tradicional cena de bacalao y pierna, pero al menos estaban calientes (y se parecen a los tacos árabes) Su fue un rato a platicar con el ex yugoslavo a las escaleras y visité la mesa de pool, la cama de Metallica, la cocina vacía, la ventana del cuarto, el bar gay, mi primo Javi. Siguen en las escaleras, la cama de Metallica, la cocina vacía, la mesa de billar, y ellos todavía en las escaleras. Escribí mi derrota en la pared de la sala de juegos. Buenos días, feliz navidad, llamemos a casa... ¿qué se nos antoja para desayunar antes del regreso? Ese día aprendí el significado de Boxing day, el día que puedes gritar y quejarte todo lo que quieras, que no encontrarás un supermercado abierto, ni te venderán boletos de autobús, ni siquiera los kebabs de anoche, nada. Que si por favor nos dan un poco de lo que compraron anoche en el súper, amigos escandinavos. Emprendimos el regreso a pie por la carretera de Bristol, Su y yo nos dejamos de hablar. Estaba celoso del ex yugoslavo, es la verdad. Reprochante, caminamos en silencio. Descansamos las maletas en una parada de autobús. Esperamos unos minutos y tomé un trozo de cartón. Finalmente una pareja nos dio aventón a Bristol de donde salió nuestro autobús. Pero no estábamos
solos, El ex yugoslavo venía a Cardiff también, dos días
detrás de nosotros. |