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El Expediente Northrop

Por Francisco Mañez y Iñaki Docio

Archivo de Imágenes

Cuando en julio de 1947 se estrelló un objeto en el desierto de Nuevo México los militares destacados en la zona pensaron en un prototipo accidentado. Pronto decidieron ocultar el incidente a toda costa. Que se tratase de una sofisticada nave construida con tecnología altamente secreta era lo de menos, el público jamás debía enterarse de quienes habían perecido en el accidente.

"En mi conversación con éste (el coronel Blanchard), decidimos que en el asunto estaría implicado algún avión de un tipo insólito...", declaró el comandante Marcel, uno de los principales testigos del caso Rosswell, a Moore y Stanton en 1979, pero Marcel nunca vio al supuesto aparato. Cuando viajó hasta el rancho de Brazel para recoger los restos que se encontraban allí sólo pudo ver extraños materiales y metales imposibles de romper o quemar.

A kilómetros de distancia un ingeniero llamado Barnett descubrió una nave accidentada en pleno desierto. Mientras examinaba el objeto se aproximaron otras personas que descubrieron los cuerpos de los supuestos tripulantes. Su aspecto era extraño. A Barnett le llamó la atención el tamaño de las cabezas, su corta estatura y la rara vestimenta. El ingeniero pensó en extraterrestres y así se lo dijo a su jefe cuando entro excitado en su despacho: "¿Ha oído hablar de esas cosas, los platillos volantes, Fleck?. Pues son verdad...".

Ninguno de los que conocieron a Barnett, en vida, dudan de que fuese un hombre honrado, pero su testimonio nunca se obtuvo de él directamente sino de unos íntimos amigos a los que había relatado su experiencia tres años después, por lo que existe una gran probabilidad de que se hayan producido falsas interpretaciones sobre todo teniendo en cuenta que estos amigos fueron entrevistados cerca de veinticinco años más tarde.

Pero en líneas generales su descripción del objeto y de los supuestos tripulantes se acopla a las realizadas por otros testigos. Si somos capaces de apartar de nuestra mente durante un instante la explicación extraterrestre que se nos ha impuesto durante años centrándonos en el análisis y comparación de estos relatos, nos encontramos ante lo que pensaron en un principio los militares, con un prototipo secreto, concretamente de la empresa aeronáutica Northrop Crop siendo lo más probable que se tratara de un YB-49. Estas alas volantes como se les denomina incluso oficialmente fueron repetidamente probadas sobre el desierto de Nuevo México y sufrieron diferentes accidentes. En su construcción se emplearon nuevos materiales y singulares sistemas de control imprescindibles para las armas de ataque y defensa que incluían la invisibilidad electrónica, la localización y aniquilamiento del enemigo gracias al uso de radiofrecuencias e incluso la destrucción del adversario mediante la colisión física del propio aparato.

LA NORTHROP CORP

En 1927 el ingeniero John K. Northrop fundó una empresa que sólo dos años más tarde construiría el primer ala volante de la que se tienen noticias oficiales, pues la patente de este diseño pertenecía al alemán Hugo Junkers, y pese a que otros aviones de Junkers desempeñaron un papel fundamental en la Segunda Guerra Mundial el uso de alas volantes por parte de la Luftwaffe no ha sido jamás reconocido como un hecho comprobado.

Northrop se instaló en Burbank, Los Ángeles, California. El Flying Wing 1929 realizó su vuelo de demostración el 1 de mayo de 1930. Todavía llevaba planos de estabilización de cola apoyados en dos delgadas vigas, pero podía prescindir de ellos mostrando las características de vuelo de una típica ala volante.

Aunque disponía de su propio aeropuerto se hizo evidente que la cercanía de la gran ciudad no resultaba aconsejable, por lo que las pruebas fueron pronto trasladadas a la base militar de Muroc Dry Lake, en donde desde el 1 de agosto de 1944 se instaló administrativamente la USAAF.

Los prototipos Northrop siempre han resultado desconcertantes para el personal no especializado. En la actualidad el bombardero invisible B-2 nos sorprende por su peculiar figura y su color negro, pero un repaso a sus antiguos modelos es igual de turbador. El Rocket Wing, primer avión cohete militar norteamericano y su descendiente el MX-324 (1944), el XB-35 todavía propulsado por hélices (1945) y la famosa ala volante YB-49 (1946) que se nos muestra en todos los documentales sobre el tema, no son nada en comparación con el secreto XP-79 (1945) apodado Flying Ram (Ariete Volante) cuya silueta todavía parece hoy en día de un futuro lejano.

Su apodo no era en vano. Equipado con dos turborreactores Westinghouse de 520 kgs. de empuje, el Ariete Volante alcanzaba una velocidad de 800 km./h., lo que unido a su solidez excepcional le permitía atacar por colisión a sus adversarios y seguir luchando. Fabricado con una aleación de magnesio y con acero su misión era la de seccionar las alas y las colas de los aparatos enemigos. Para que esto se pudiera realizar fue necesario el uso de una tecnología insólita para la época.

LOS PROGRESOS TECNOLOGICOS

Pensamos que en la década de los años cuarenta adelantos como el radar, la invisibilidad electrónica o la propulsión a reacción eran cuestiones más teóricas que prácticas, pero la mayoría de ellas existían antes de la guerra, aunque el conflicto aceleró su desarrollo y utilización.

Alemania se adelantó en el uso de motores a reacción, pues no en vano Fritz von Opel fue el primero en impulsar su prototipo, el Ente, mediante cohetes el 30 de septiembre de 1929. Durante la guerra el arma aérea alemana dispuso de varios cazas operacionales como el Me-163, el He-162, el Ju-248 y el más conocido Me-262, a los que se deben añadir los bombarderos Ar-234 y el tardío gigante Ju-287, los de despegue vertical Ba-349 y Focke-Wulf Triebflügel.

Dentro del campo de la electrónica desarrollaron la visión nocturna. En 1930 ya conocían los amplificadores de luz residual y habían descubierto cómo transformar electrónicamente la radiación térmica para poder ser vista. Durante 1940 se instalaron detectores de infrarrojos Spanner Anlage en los BF-110D-1 especializados en la caza nocturna, en febrero de 1942 se montaron los primeros radares aerotransportados y al final del conflicto aparecieron los radares métricos Neptun.

Estados Unidos y sobre todo Inglaterra, que soportaba el terrible castigo de la aviación alemana, invirtieron grandes medios en desarrollar sistemas defensivos electrónicos. La lista de los avances logrados en aquellos años es muy larga, pero en un caza nocturno y de penetración de la Northrop podemos hallar un resumen de ella. Se trata del P-61 Black Widow (Viuda Negra).

Creado en 1942 entró en servicio el 9 de mayo de 1944 cuando fueron entregados a la base Scorton, Gran Bretaña. Hijos directos de las alas volantes estos aparatos volvían a utilizar planos de estabilización. En su equipamiento se incluía un radar que contrariamente a su homólogo alemán no entorpecía el vuelo al encontrarse casi enteramente en el interior del fuselaje. Sus redondeadas formas se unían al color negro dándole su aspecto característico con el que se disminuían los ecos en los radares enemigos. Pintar los aviones de negro se había demostrado un error cuando por la noche los BF-110 alemanes fueron víctimas de sus propias defensas antiaéreas durante 1940 al no poder distinguir correctamente sus siluetas en la oscuridad.

El color negro es un distintivo de los aviones invisibles debido a una pintura especial a base de ferrita, que en los prototipos actuales forma parte del fuselaje o se encuentra en su interior. Este material se conoce desde 1933 así como su capacidad de absorber las ondas electromagnéticas al estar dotado de una conductividad muy baja lo que le hace presentar apenas pérdidas por corrientes parásitas.

NUEVOS MATERIALES

En el transcurso de la guerra se hizo evidente la necesidad de tener en cuenta la afectación de la fatiga en el comportamiento de las estructuras y su capacidad para aceptar grietas y desgastes durante los vuelos. Se sustituyeron paulatinamente las soldaduras por los remaches apareciendo las piezas ensambladas. El acero inoxidable y el titanio comenzó a ser utilizado. Los materiales compuestos secundarios usados en juntas y acoplamientos pasaron a ser los principales.

En líneas generales estos materiales se caracterizan por su poco peso y alta resistencia (magnalio), su capacidad frente al agua y a la altura (hidronalio), su especial dureza y laminidad (duraluminio). Además en aquellos años aparecieron novedades sorprendentes como el teflón de Roy Plunket resistente a al ataque de las materias químicas y al calor (hasta 250º), y se hicieron de uso común otros como el carburo de wolframio desarrollado por los metalúrgicos alemanes capaz de soportar presiones superiores a 600 kgs/m2. y poseer una dureza de 1.700 kgs/m2.

Mientras el público veía en las películas y los documentales de guerra unos aviones muchos de ellos todavía fabricados parcialmente con madera, las empresas aeronáuticas experimentaban en secreto con diseños y materiales inimaginables. Recomiendo al lector que vuelva a mirar la imagen del XP-79 (ver portada). Si todavía hoy es llamativa por su extravagancia que nos hace pensar en una nave extraterrestre, en los años cuarenta nadie podía ni siquiera imaginar que algo así estaba surcando los cielos.

Aunque se asegura que el hallazgo de la tecnología extraterrestre aceleró el avance científico, lo cierto es que el fin de la guerra llevó los secretos de los vencidos a los vencedores, lo que unido a los suyos propios transformaron a 1947 en uno de los períodos más fructíferos de la ciencia. Aun en 1996 nuestra tecnología parte en buena medida de entonces. Un buen ejemplo es el del transistor que nos ha permitido disponer de radios diminutas y potentes ordenadores. En 1928 el físico alemán Lienfeld teorizó sobre el transistor de efecto de campo, y en 1934 la teoría dio paso a la práctica cuando fue patentado por el también físico alemán Heil, superando a su rival, la patente de 1930 del norteamericano Weber. En 1939, Schottky, otro físico alemán, estableció las bases para crear diodos, transistores o circuitos integrados utilizando sustancias cristalinas como el germanio, el selenio o el silicio. Qué ocurrió en Alemania durante la guerra con los transistores se desconoce, pero en 1947 la empresa Bell de Estados Unidos fue capaz de fabricarlos. Aunque se trate de una tecnología alemana Bardeen, Brattain y Shockley recibieron todos los méritos cuando el 22 de diciembre los instalaron en un amplificador de música.

La aeronáutica no permaneció ajena a todo aquello, entre otras muchas cosas el avión Skystreak probó sensores en su fuselaje, se batió la mítica barrera del sonido, fueron instalados instrumentos y controles electrónicos en un F86 Sabre y oficialmente comenzaron las pruebas de la más potente ala volante: el YRB-49.

OVNIS Y BASES MILITARES

El aeropuerto militar de Muroc, base de pruebas de la Northrop, se encuentra en California al norte de Burbank lo que lo sitúa al oste de Nuevo México. Los avistamientos de supuestos OVNIS desde Nuevo México describieron sus vuelos siempre procedentes del este o en dirección al este. El 27 de junio de 1947 Dobbs vio uno moviéndose hacia el sudoeste, el 30 del mismo mes trece objetos que venían del sur se desviaron hacia el este ante un testigo llamado Price, ese día por la noche la señora Hardin observó otro de este a oeste, el 1 de julio el matrimonio Munn informó de un OVNI en dirección este, al día siguiente otro matrimonio, los Wilmot, vieron el que supuestamente se estrellaría más tarde dirigirse hacia el este a gran velocidad. Es significativo que los investigadores Berlitz y Moore no recogieran ni un caso en el que los objetos voladores se movieran en sentido norte-sur, pues nos indica un posible origen de los aparatos que partían y regresaban a Muroc.

Existe un buen número de descripciones sobre sus evoluciones en el cielo, y aunque sus velocidades eran rápidas ninguna superaba las de la época (todavía no se había rebasado la del sonido). Unos testigos cualificados del aeródromo particular de Carizozo, el operador de radio Sloan, el instructor de vuelo Warren y el piloto Shafer precisaron que el OVNI visto por ellos se movía entre 300 y 900 kms./h.

Los militares de Rosswell parecen haber sido conscientes desde un principio de que se trataba de un prototipo secreto. El general de brigada Roger M. Ramey declaró en la radio: "No se conoce en el ejercito un artilugio así... por lo menos no a este nivel". Aquellas palabras se debían a que el nivel de Rosswell no incluía prototipos o experimentos con equipos y materiales nuevos, ambas clases de pruebas pertenecían a Muroc y Wright Field, las bases a donde se afirma que fueron llevados los restos del aparato y su dotación.

EL OVNI DE ROSSWELL

Barnett, que como hemos visto estaba al corriente de las noticias sobre platillos, describió una nave en forma de disco metálica y de unos 10 metros de largo. Otro presunto testigo, Gerald Anderson, que entonces contaba con cinco años de edad, y que vio el aparato en compañía de su padre, su tío, un hermano y un amigo de la familia habla de una parte central circular de la que sobresalía una cúpula que parecía haber recibido un impacto, y una parte inferior achatada en la que se distinguían aberturas rectangulares. Un extraño detalle es el de que en la parte central circular se encontraban rectángulos insertados. Sin duda por su edad muchos de sus recuerdos se deben a los comentarios de los mayores repetidos durante años. Su padre dijo que aquello no era un avión sino un platillo, y su tío afirmó que eran marcianos.

El dibujo típico extraído de las afirmaciones de Anderson presenta un clásico OVNI similar a dos platos unidos, pero de nuevo si borramos nuestro prejuicio sobre su origen extraterrestre y somos fieles al relato se obtiene la imagen de un ala volante que tras verse obligada a realizar un aterrizaje forzoso ha girado sobre sí misma siendo parada por un barranco. Se encuentran todos los elementos de un ala volante entre los que son de destacar los rectángulos descritos que pertenecerían a los alerones del aparato.

La idea de que se trataba de un platillo circular incrustado contra el barranco les impidió ver su verdadera forma. La hipótesis Northrop se ve apoyada por el dibujo de otro testigo, Frank Kaufmann militar destinado en Rosswell y una de las primeras personas que se acercó al lugar. Aunque no le sería fácil ver el aparato con detalle sus trazos sobre el papel muestran un ala volante.

Los restos del aparato llegaron a desorientar a los testigos. Marcel intento doblar una delgada plancha metálica, incluso abollarla con un mazo, sin conseguirlo y lo describió como "un metal con propiedades del plástico". Al igual que otros testigos su hijo habló de residuos negros y de tallas rosáceas. Sin que se pueda precisar de que tipos concretos de materiales se trataban no resulta en extremo difícil asociarlos a las nuevas aleaciones de magnesio, a la ferrita e incluso al teflón, materiales utilizados en los prototipos Northrop.

El YB-49 de ocho motores que se suele mostrar en los documentales y de quince tripulantes, nueve activos y seis de reserva pues podía permanecer 24 horas en vuelo, tenía un hermano menor con cinco tripulantes (el número de extraterrestres del incidente) propulsado por seis turborreactores Allison J-35, todos ellos situados en la parte posterior del aparato lo que daría explicación a por qué los testigos aseguraron que carecía de motores, pues resultaban imposibles de ver desde su perspectiva por estar la parte posterior de la nave semienterrada por el choque contra el barranco.

Debemos tener en cuenta que aquellas personas que vieron el interior hablan de cables, palancas y botones, algo que no parece tecnología extraterrestre. No consiguieron asociar aquellos mandos con los conocidos. Era de esperar en unos controles electrónicos pertenecientes sólo a prototipos que necesitaban una respuesta instantánea dada su velocidad y capacidad de maniobrabilidad. Además el YB-49 era un bombardeo de largo alcance (16.000 kilómetros cuando los B-29 de Rosswell llegaban a los 5.300) y por lo tanto se encontraba equipado con nuevos radares e infrarrojos capaces de llevarle hasta su objetivo (la antigua URSS) en una época en que no existían satélites direccionales.

Se han barajado varias ideas para explicar la caída de la nave. Desde una colisión con otro aparato hasta el impacto de un rayo durante una tormenta. Una posibilidad factible estriba en los insistentes rumores militares que atribuyen el accidente a la acción o interferencia del radar de tierra, aunque bajo la perspectiva de una nave extraterrestre carece de toda lógica, no obstante Northrop había experimentado la invisibilidad electrónica y la detección de aviones enemigos. También con el radar se estaba investigando el disparo "ciego" cuando los objetivos no se encontraban ante la vista de la tripulación sea por inclemencias del tiempo o por la oscuridad de la noche. Ante esto la sospecha de algunos investigadores estaría plenamente justificada, aclarándose por qué se mostraron restos de un blanco Rawin, un objetivo de radar elevado por varios globos.

HUMANOS... PERO PEQUEÑOS

Los militares siempre han intentado desvirtuar lo ocurrido en Rosswell, prefiriendo incluso alentar la idea del choque de un platillo. El enigma parece ser las criaturas que se encontraba dentro de la nave.

Seres bajitos calvos o con una leve pelusilla, de grandes cabezas y extraños ojos cuyas orejas, narices y bocas son un caricatura de las humanas, cuya piel presenta un color gris azulado. Esa es la imagen que los testigos nos han transmitido asociada a extraterrestres.

En el informe preparado por Meade Layne se puede leer: "... parecía un cuerpo humano normal, excepto por el tamaño". Un fotógrafo encargado de retratar los restos, Von Poppen, que sospechosamente trabajaba para una empresa aeronáutica de Los Ángeles declaró: "Sus manos eran parecidos a las de los humanos, aunque también muy suaves, semejantes a las de los niños". A Glen Dennis, dueño de la funeraria de Rosswell, se le preguntó si tenía ataúdes para niños. En ocasiones la realidad supera a la ficción aunque nos cueste darnos cuenta de ello, y lo explícito es ocultado por nuestras propias ideas preconcebidas. En presencia de lo que se suponía un platillo volante los tripulantes debían ser extraterrestres, los testigos no podían percatarse de lo más patente: ante ellos tenían niños. Si en principio parece inconcebible y nos cuesta encajar tal pensamiento, mucho más lo sería para las personas que vivieron directamente todo aquello. Delante de niños asfixiados (piel azulada), atacados por gases calientes y el fuego (piel gris, ojos, nariz y boca casi desaparecidos, leve pelusilla en el cráneo) y vestidos con uniformes extraños, sus mentes no pudieron aceptar lo evidente.

El silencio a la fuerza fue impuesto por los militares. Sin embargo los escasos testimonios de los profesionales que pudieron reconocer los cadáveres parecen concluyentes. Frankie Rowen, hija de un bombero que vio a los cadáveres y por lo tanto uno de los pocos familiarizados con cuerpos que presentaban estos aspectos, cuenta que su padre dijo "son seres de pequeño tamaño" y cuando su madre le insistió en la descripción rehuyó de ella añadiendo "humanos... pero pequeños". Un hecho que habla por sí solo es el de varios testigos que insistieron en que los extraterrestres tenían órganos sexuales pero incomprensiblemente sin desarrollar.

La lista de las indicaciones es enorme, y entre ellas destaca la exposición de Frank Kaufmann y sus dibujos. Entrevistado ante las cámaras de televisión narró minuciosamente detalle por detalle: "no era un avión, no era un proyectil balístico... era una nave", "uno de los cuerpos había sido arrojado...". De su declaración sobresale el hecho de ir con mucho cuidado en no realizar interpretaciones. Jamás se refiere a un platillo volante, nunca habla de extraterrestres. Y su dibujo de uno de los seres resulta completamente explícito si de nuevo nos quitamos la venda alienígena de los ojos. Como él mismo indica no puede dar más explicaciones porque entonces faltaría a su juramento militar y podría ser inculpado por sus superiores.

DOS SECRETOS EN LUGAR DE UNO

El gran secreto guardado férreamente por el ejercito estadounidense podría encontrarse aquí. Sus intentos por desviar la vista de la explicación más simple y al mismo tiempo más pavorosa le han llevado a acciones que rallan en lo absurdo. Pero, ¿por qué utilizar niños?. Es difícil encontrar una respuesta a esta cuestión. Ningún argumento, ni siquiera una combinación de ellos, parece plausible: pruebas de aceleración, resistencia, necesidad de espacios reducidos. Hoy los ordenadores han demostrado la increíble capacidad de reacción de los niños, pero para pilotar en la vida real un avión de este tipo son necesarias unas cualidades que incluso muy pocos pilotos experimentados poseen. Obras de ciencia ficción como El juego de Ender, plantean la posibilidad de preparar sujetos para la guerra desde su más tierna infancia jugando con la dualidad indivisible del miedo y la agresividad.

Que todavía no hallemos explicación no es indicio de que no exista. Mantener el secreto de Rosswell puede responder a dos cuestiones: verse obligados a reconocer la muerte de un grupo de niños en circunstancias ilícitas, y por lo tanto encontrarse con la necesidad de describir puntos encubrimientos de planes técnico o estratégicos que como siempre los militares tendrán clasificados de alto secreto. Si queremos respuestas se deberían examinar las documentaciones correspondientes a esas fechas tanto de la empresa Northrop como de la base Muroc.

La hipótesis Northrop como cualquier hipótesis debe ser confirmada, no obstante en nuestro interior esperamos que se demuestre su falsedad y no que nos encontremos ante otra aberración de la raza humana, pero desde luego se trata de una sospecha no carente de indicios razonables.

Archivo de Imágenes Expediente Northrop.

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