Valeria

La Reina de los Piratas

     Después del viaje a su aldea natal y las montañas sureñas, Red Sonja de Hyrkania, acompañada por Zora del "Pueblo Favorecido", se dirigió al puerto hyrkaniano de Khorusun. Ambas guerreras fueron contratadas por el noble aquilonio Daquius, emisario del Rey de Aquilonia que actuaba como negociador entre Khorusun y Turan. Las amazonas debían acompañar y proteger al noble y a su pequeña hija Merina en un viaje a través del Mar de Vilayet, con destino a Aghrapur, capital de Turan. Merina era una niña que vivía fascinada con la aventura y sus pequeñas estatuillas de guerreros, de manera que se sintió muy feliz de viajar con dos mujeres como Sonja y Zora.
 
     En pleno viaje por el Mar Interior, la nave fue atacada por una horda de piratas, tras lo cual se desató una fiera batalla entre las dos guerreras pelirrijas y los corsarios. La batalla concluyó cuando el capitán de la nave pirata, Kirkos, se encontró cara a cara con Lord Daquius. Al ver al negociador, el corsario ordenó la retirada sin mayor explicación.
 
     Al día siguiente, se desató una fuerte tempestad y la nave resultó dañada, y sus tripulantes se vieron obligados a desembarcar en un puerto turanio norteño. Lord Daquius, alegando que su misión no podía esperar las dos semanas que tardarían las reparaciones, hizo los arreglos para seguir el viaje a Aghrapur en una caravana por tierra. Mientras tanto, en la nave pirata, el Capitán Kirkos decidió dirigirse también a la Capital turania, solo. Pero fue reconocido y capturado.
 
     Durante un alto de la caravana de Lord Daquius, éste pidió a Red Sonja que una vez culminada su misión, la diablesa acompañara al noble y a su hija de vuelta a Aquilonia, y le entregó una estatuilla cubierta por un envoltorio, que e había sido entregada por el Rey de Khorusun para que la llevara a Aghrapur como un obsequio para el Rey Yildiz. Durante el viaje, Zora se entretenía enseñando a la pequeña Merina el manejo del arco.
 
     Al llegar al Palacio, Daquius entregó la estatua al Rey Rildiz ante su corte. Al descubrirla, el monarca se enfureció, ya que era la representación de un antiguo y siniestro dios de la muerte y la venganza. Según las leyendas, la sola visión de esta estatua podía causar la muerte. El rey arrojó la estatua al suelo, y Sonja la recogió. Al hacerlo, la guerrera se espantó, ya que el dios de la muerte era muy parecido a la diosa que se le había aparecido después de la matanza de su familia.
 
     Sonja y Daquius se disponían a salir de la ciudad, cuando en las calles presenciaron el apedreamiento del Pirata Kirkos, que sería colgado al día siguiente. Daquius reveló a Sonja que el pirata era en realidad su hermano Brundus, que había sido injustamente acusado de traición y exiliado de Aquilonia. Sonja se ofreció a rescatarlo, dejando a Zora cuidando a la pequeña niña.
 
     Mientras Merina dormía, Zora no pudo contener la curiosidad que sentía, y desenvolvió la estatua del extraño dios. Pero en el último momento, el miedo la hizo desistir, mas Merina, que había despertado, se burló de ella y descubrió la macabra estatuilla, ante cuya visión, Zora cayó inconsciente. En ese momento, unos piratas que acechaban, entraron para secuestrar a la pequeña.
 
     Zora despertó y corrió a rescatarla, pero cayó accidentalmente en una trampa subterránea, donde quedó sola y fue atacada por una visión del dios representado en la estatua y unos siniestros seres fantasmales.
 
     Sonja rescató a Kirkos, pero éste y sus hombres la arrojaron al mismo agujero donde había caído Zora, para deshacerse de ella. La hyrkania encontró a Zora con la mirada vacía, mientras se le aparecían espectrales visiones de sus padres y hermanos, que la culpanan de haber sido asesinados.
 
     Mientras tanto, la niña cautiva fue llevada ante Kirkos, e instantáneamente la pequeña reconoció a su tío y corrió a sus brazos. El pirata ordenó a sus hombres que rescataran a las mujeres guerreras, para que pudieran llevar a Merina a salvo con su padre. Al llegar al agujero, encontraron a Sonja a punto de escapar tras haber derrotado al siniestro dios, rompiendo la estatuilla que lo representaba.
 
     Los piratas escaparon con las dos guerreras y la niña, y se hicieron a la mar, donde fueron atacados por una nave turania que transportaba a Lord Daquius. En el abordaje, los dos hermanos se reencontraron, y los piratas derrotaron a los turanios. Pero el capitán del navío turanio vio a Daquius hablando con el jefe de los piratas, y lo atravesó con su espada, atacándolo por la espalda. Instantes después, la cabeza del turanio fue atravesada por una flecha, que había sido arrojada por la pequeña Merina, desde un mástil. Desde lo alto, la niña acabó con los turanios que quedaban, pero sólo uno logró escapar, y disparó una flecha contra Sonja. Zora lo vio, y se interpuso entre la flecha y el cuerpo de Sonja. Su cuerpo sin vida cayó al mar, y Sonja no tardó en vengar la muerte de su compañera.
 
     Después de esto, la diablesa de Hyrkania partió sola hacia Turan, dejando a la niña, que quiso quedarse con su tío. Los piratas volvieron a su refugio en Onagrul, y la pequeña Merina vivió una vida repleta de aventuras, como siempre había soñado. Kirkos le dio un nuevo nombre, con el cual se convertiría en la Reina Pirata del Mar Interior... un nuevo nombre, que hacía honor a la valerosa alma de la pequeña. Desde ese día, la pequeña Merina fue conocida como Valeria, la Reina Pirata de la Hermandad Roja.
 
     Valeria se convirtió en una hermosa mujer de pelo rubio, alta y esbelta. Años después, volvió a los Reinos Hyborios, pero prefirió las aventuras como pirata a la cómoda vida civilizada. Llegando hasta los puertos de Argos, se infiltró como polizonte en una nave de piratas Barachanos que buscaban botines en las aguas de Argos. Pero más adelante, resultó ser mejor espadachina que los bucaneros, ya que ninguno conseguía desarmarla. Los piratas la recibieron como una más de ellos, y la joven pronto llegó a dirigir sus propias naves y hombres.
 
     Poco después, todos los marineros del Océano Occidental celebraban las aventuras de Valeria de la Hermandad Roja en canciones y baladas. Cuando Conan el Cimmerio navegaba libremente entre los barachanos, tuvo ocasión de verla, y se enamoró de ella. Ella lo rechazó, considerándolo sólo uno más de sus pretendientes, y el bárbaro no insistió. Más adelante, otro pirata apodado Red Ortho, insistió en convertirla en su mujer. Valeria, quizás por primera vez en su vida, dudaba entre su fuero deseo de independencia y la creciente atracción que sentía hacia Ortho, un atractivo bucanero. Abandonó su nave una noche, en las costas de Kush, y emprendió un viaje hacia el sur, a través de Stygia, llegando hasta las fronteras de Darfar, donde se empleó como soldado entre los Compañeros Libres del Capitán Zarallo, uno de los muchos ejércitos mercenarios de la época.
 
     Por pura coincidencia, em Sukhmet encontró nuevamente a Conan, quien poco antes se había unido a la Compañía de Zarallo. Acosada por un lujurioso oficial stygio en su campamento, Valeria finalmente lo mató, y se vio forzada a escapar como fugitiva hacia el sur, a las Tierras Negras. Conan la siguió, empujado por su admiración por la pirata y su deseo de protegerla. La encontró perdida en la selva, y la joven lo recibió con una mezcla de desdén y respeto. Pronto, ambos se encontraron luchando juntos contra un enorme dragón, y poco después, compartieron una espeluznante aventura en la Ciudad Perdida de Xucholt, ocupada por clanes rivales, un monstruo reptante y una princesa vampira.
 
     Después de huir de Xucholt, Conan se ganó el amor de Valeria y ambos tuvieron un breve romance. Pero el encuentro de dos espíritus independientes con temperamentos similares fue demasiado inestable. Se separaron como amigos, y Valeria abandonó a Conan en los Reinos Negros, para volver a los mares y retomar su carrera de pirata y aumentar las glorias de su leyenda.
 
 
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